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El Tesoro de la Montaña Azul

Emilio Salgari


Novela


CAPITULO I. EL HURACÁN

—¡Eh, muchachos! ¡Eso no son ballenas! Son los ribbon-fish que salen a la superficie. ¡Mala señal, amigos!

—Usted siempre gruñendo, bosmano —dijo la voz casi infantil de un grumete.

—¿Qué sabes tú del Océano Pacífico y de sus islas, chiquillo, si apenas hace unos meses que has dejado de mamar?

—No, bosmano, tengo dieciséis años cumplidos, y soy hijo de un marinero.

—Sí; acaso de agua dulce. Apostaría que nunca has salido del puerto de Valdivia y que ni siquiera, sabe guiar tu padre una balsa.

—Era chileno como usted, bosmano y…

—Pero no marinero como yo, que hace cuarenta y siete años que navego.

—Os digo que…

—¡Rayo de sol basta! —gritó el bosmano—. ¿Te quieres burlar de mí, Manuel? ¿Sabes tú cómo pesan mis manos? ¿No? Si continúas ya te las haré probar.

—Sois demasiado irascible, bosmano.

—Échate afuera, mozo cocido (chico cobarde).

—¡Oh! Bosmano, eso es demasiado. Os equivocáis al tratarme así.

—¡Chiquiyo!

—¡Oh, no! Yo soy un mozo cruo.

Quién sabe lo que habría durado, continuando en aquel tono, la disputa, con gran contentamiento de la tripulación que asistía riendo a aquel cambio de cumplimientos, cuando la aparición imprevista del comandante hizo cerrar de golpe todas las bocas.

El capitán del «Andalucía» era un hermoso tipo de chileno, con tres cuartos de sangre española en las venas y el otro cuarto de araucano, moreno; como: uno de los indómitos guerreros de los Andes, con ojos negrísimos y aterciopelados y todavía ardientes, aunque ya pesaran sobre las espaldas de aquel hombre de mar, más de cincuenta primaveras.

Su estatura era casi gigantesca, más de americano del Norte, que meridional, con poderosa espalda y cuello de puma…


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342 págs. / 9 horas, 58 minutos / 746 visitas.

Publicado el 22 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Nativa

Eduardo Acevedo Díaz


Novela


Capítulo 1. Tiempos viejos

Allá por los años de 1821 a 1824, cuando la nacionalidad oriental aparecía aún incolora casi atrofiada al nacer por rudísimos golpes capaces de producir la parálisis o por lo menos la anemia que se sucede siempre a la postración y al prolongado delirio, —la libertad de la palabra escrita no alcanzaba tal vez el vuelo de una campana, y por el hecho la propaganda tenía límites circunscriptos a un círculo popiliano —estrecha, somera, recelosa, lapidaria, espantadiza como ave zancuda que se abate en una loma en donde no hay para ella alimento, y al pretender remontarse a los aires se arrastra primero azotando el suelo con la punta de las alas y prorrumpiendo en desafinadas notas. Era este un fenómeno natural. Toda resistencia había cesado desde hacía pocos meses, y la robusta sociabilidad que sangrara por cien heridas durante cerca de dos lustros para darse su autonomía propia o recuperar su equilibro primitivo, había sido asimilada por un poder mayor, a título de Estado Cisplatino. Desde luego, esta sociabilidad había sido atacada en sus fundamentos, en sus tradiciones, en sus costumbres, en su idioma, en sus propensiones nativas —sustrayéndosela a la vida solidaria de sus congéneres por la razón de la fuerza y la lógica de la conquista. Explícase así entonces, por qué la libertad del pensamiento no gozaba de más espacio que el que recorre una flecha; cuando a semejanza del ave viajera —sentada apenas la planta— no emigraba con sus intérpretes a mejores climas.


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342 págs. / 9 horas, 58 minutos / 156 visitas.

Publicado el 17 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

La Capitana del Yucatán

Emilio Salgari


Novela


PRIMERA PARTE. LA CAPITANA DEL YUCATÁN

1. Maniobras Misteriosas

—Señor, dadme vuestras últimas instrucciones.

—Debéis arribar a la bahía de Corrientes, donde encontraréis al capitán Carrill, que os espera para recibir las armas y municiones.

—¿Estarán libres de sublevados aquellas orillas?

—Hasta esta mañana lo estaban, señora marquesa.

—¿Habéis recibido aviso del gobernador general?

—El despacho llevaba la firma del general Blanco.

—¿El «Terror» sigue patrullando en el mar…?

—Eso tememos.

—¿Seguido por las dos cañoneras?

—Es de esperar, señora marquesa.

—Emplearemos la audacia y pasaremos.

—¡Tened cuidado, señora…! Si os capturan, vuestra belleza no os salvará, podéis estar segura.

—Sé que seré fusilada sin misericordia, con el pequeño contrabando de guerra que llena la bodega de mi «Yucatán».

—Sed prudente.

—O mejor, decidida a todo, señor Vizcaíno.

—Lo uno y lo otro; no debéis jugaros la última carta más que en caso desesperado.

—Tengo una pieza que escupe balas de acero, y dos excelentes hotchkiss.

—Poca cosa contra la coraza de los americanos.

—¡Ah…! ¿No sabéis que tengo en reserva dos torpedos?

—Buenas armas.

—Que pueden hacer saltar incluso un acorazado, mi buen señor Vizcaíno.

—Lo sé señora marquesa.

—Agregad a todo esto cien hombres resueltos a hacerse matar, que sólo hace cuatro horas han prestado juramento en la catedral de Mérida, y decidme si no tengo motivos para estar tranquila.

—Pero el «Terror» lleva una poderosa artillería.

—Que atravesaría mi pequeña nave sin lograr hundirla. Los americanos tienen su coraza y yo he adoptado el celuloide, y quizá es mejor, os lo aseguro.

—¿Partís?


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340 págs. / 9 horas, 55 minutos / 804 visitas.

Publicado el 23 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Rey del Mar

Emilio Salgari


Novela


Primera parte. El rey del mar

I. El asalto del «Mariana».

—¿Vamos avante? ¿Sí o no? ¡Voto a Júpiter! ¡Es imposible que hayamos varado en un banco como unos estúpidos!

—No se puede, señor Yáñez.

—Pero ¿qué es lo que nos detiene?

—Todavía no lo sabemos.

—¡Por Júpiter! ¡Ese piloto estaba borracho! ¡Valiente fama la que así se conquistan los malayos! ¡Yo que hasta esta mañana los había tenido por los mejores marinos de los mundos! Sambigliong, manda desplegar otra vela. Hay buen viento, y quizás logremos pasar.

—¡Que el diablo se lleve a ese piloto imbécil!

Quien así hablaba se había vuelto hacia la popa con el ceño fruncido y el rostro alterado por violenta cólera.

Aun cuando ya tenía edad (cincuenta años), era todavía un hombre arrogante, robusto, con grandes bigotes grises cuidadosamente levantados y rizados, piel un poco bronceada, largos cabellos que le salían abundantes por debajo del sombrero de paja de Manila, de forma parecida a los mejicanos y adornado con una cinta de terciopelo azul.

Vestía elegantemente un traje de franela blanca con botones de oro, y le rodeaba la cintura una faja de terciopelo rojo, en la cual se veían dos pistolas de largo cañón, con las culatas incrustadas en plata y nácar —armas, sin duda alguna, de fabricación india—; calzaba botas de agua de piel amarilla y un poco levantadas de punta.

—¡Piloto! —gritó.

Un malayo de epidermis de color hollín con reflejos verdosos, los ojos algo oblicuos y de luz amarillenta que causaba una expresión extraña, al oír aquella llamada abandonó el timón y se acercó a Yáñez con un andar sospechoso que acusaba una conciencia poco tranquila.


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337 págs. / 9 horas, 51 minutos / 729 visitas.

Publicado el 24 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Las Aventuras de Sherlock Holmes

Arthur Conan Doyle


Novela


Dedicatoria

A
mi viejo maestro,
Joseph Bell, M.D., &c.
de
2, Melville Crescent,
Edimburgo

Parte I

Escándalo en Bohemia

Capítulo I

Ella es siempre, para Sherlock Holmes, la mujer Rara vez le he oído hablar de ella aplicándole otro nombre. A los ojos de Sherlock Holmes, eclipsa y sobrepasa a todo su sexo. No es que haya sentido por Irene Adler nada que se parezca al amor. Su inteligencia fría, llena de precisión, pero admirablemente equilibrada, era en extremo opuesta a cualquier clase de emociones. Yo le considero como la máquina de razonar y de observar más perfecta que ha conocido el mundo; pero como enamorado, no habría sabido estar en su papel. Si alguna vez hablaba de los sentimientos más tiernos, lo hacía con mofa y sarcasmo. Admirables como tema para el observador, excelentes para descorrer el velo de los móviles y de los actos de las personas. Pero el hombre entrenado en el razonar que admitiese intrusiones semejantes en su temperamento delicado y finamente ajustado, daría con ello entrada a un factor perturbador, capaz de arrojar la duda sobre todos los resultados de su actividad mental. Ni el echar arenilla en un instrumento de gran sensibilidad, ni una hendidura en uno de sus cristales de gran aumento, serían más perturbadores que una emoción fuerte en un temperamento como el suyo. Pero con todo eso, no existía para él más que una sola mujer, y ésta era la que se llamó Irene Adler, de memoria sospechosa y discutible.


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Dominio público
336 págs. / 9 horas, 49 minutos / 3.029 visitas.

Publicado el 25 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

La Montálvez

José María de Pereda


Novela


Parte I

I

Pulcro y rollizo; suave y risueño, y, al mismo tiempo, solemne y espetado; vulgar obscuro de meollo; rico, huérfano y libre; sin nervios ni hieles en el cuerpo, ni señal de polvo de las aulas en la ropa; vicioso a la chita callando; enamorado de su estampa, de su talento, de su elocuencia, y especialmente de los timbres de su linaje, y dejándose correr, con todas estas ventajas, a lo largo de la vida en lo más substancioso de ella, sin otros fines que el regalo de la querida persona, con la satisfacción de todos los apetitos, pero sin prefacios de grandes desvelos, ni epílogos de incómodas harturas... eso era el caballero marqués de Montálvez (título con polillas, de puro rancio); eso era en los tiempos de su mocedad; y así fue tirando el pobre, sin visible quebranto en la salud, aunque con muchos y muy gordos en el caudal, hasta que le apuntaron la calvicie en el cogote y la pata de gallo en los ojos. Entonces se decidió a casarse; y contra lo que era de esperar de sus devociones y pujos aristocráticos, partió su blasonado lecho con la hija única de un rico ex contratista de carreteras y suministros, rozagante y frescachona, eso sí, pero no tan hermosa, seguramente, como él la pintaba, quizás en su empeño de justificar con la ley irresistible de una pasión desinteresada, una caída desde lo más alto de las cumbres de su vanidad.


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335 págs. / 9 horas, 47 minutos / 178 visitas.

Publicado el 15 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

El Desquite de Sandokán

Emilio Salgari


Novela


Primera parte. Sandokan

1. El asalto a la «kotta»

Un relámpago cegador, que dejó ver durante unos instantes las nubes tempestuosas empujadas por un viento furiosísimo, iluminó la bahía de Malludu, una de las más amplias ensenadas que se abren en la costa septentrional de Borneo, más allá del canal de Banguey. Siguió un trueno espantoso que duró bastantes segundos y que semejó el estallido de veinte cañones.

Los altísimos pombo de enormes naranjas, las espléndidas arengas saccharifera., los upas. de jugo venenoso, las gigantescas hojas de los bananos y de las palmas denticuladas se doblegaron y luego se contorsionaron furiosamente bajo una ráfaga terrible que se adentró con ímpetu irresistible en la inmensa selva.

Ya hacía bastantes horas que había caído la noche, una noche oscurísima que solamente iluminaban de vez en cuando, a intervalos larguísimos, los relámpagos.

Parecía como si estuviera a punto de estallar uno de esos formidables ciclones, tan temidos por todos los isleños de las grandes tierras de la Sonda, y sin embargo algunos hombres, indiferentes a la furia del viento, de los truenos y de los inminentes aguaceros, velaban bajo las tenebrosas selvas que circundaban toda la profunda ensenada de Malludu. Cuando un relámpago rasgaba las tinieblas se divisaban sombras humanas alzarse en medio de los matorrales y alargar sus miradas bajo aquella luz, y cuando el trueno cesaba en su fragor en medio de las nubes tempestuosas se oían palabras en la selva:

—¿Nada todavía?

—¡No!

—¿Qué hace Sambigliong?

—No ha vuelto.

—¿Lo habrán matado?

—No es hombre que se deje atrapar. ¡Un viejo malayo como él…!

—El Tigre de Malasia se impacientará.


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329 págs. / 9 horas, 37 minutos / 1.165 visitas.

Publicado el 26 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Maximina

Armando Palacio Valdés


Novela


I

Llegó á Pasajes Miguel, un viernes por la tarde. Al apearse del tren halló el esquife de Úrsula amarrado á la orilla.

—Felices tardes, D. Miguel—le dijo la batelera, expresando en su rostro, cada vez más encendido por el alcohol, una alegría sincera.—Ya me pensaba que no le vería más...

—¿Pues?

—¡Qué sé yo!... eso de casarse lo entienden tan mal los hombres... Pues mire usted, señorito, aquí en el pueblo todos se han alegrado mucho al saber la noticia... Sólo algunas envidiosas no querían creerlo... ¡Jesucristo lo que voy á hacerlas rabiar esta noche! Voy á recorrer el pueblo diciendo que yo misma le he llevado á casa de D. Valentín.

—Déjate de hacer rabiar á nadie—repuso el joven riendo—y aprieta un poco más á los remos.

—¿Tiene gana de ver á Maximina?

—¡Vaya!

Era la hora del oscurecer. Las sombras amontonadas en el fondo de la bahía subían ya á lo alto de las montañas. En los pocos buques anclados la tripulación se ocupaba en la carga y descarga, y sus gritos y el chirrido de las maquinillas era lo único que turbaba la paz de aquel recinto. Allá enfrente comenzaban á verse algunas luces dentro de las casas. Miguel no apartaba los ojos de una que fulguraba débilmente en la morada del ex capitán del Rápido. Sentía un anhelo grato y deleitable que estremecía de vez en cuando sus labios y hacía perder el compás á su corazón. Pero en el balcón de madera, donde tantas veces se había reclinado para contemplar la salida y entrada de los buques, nadie parecía ahora. Su rostro contraído denunciaba el afán que le embargaba. Úrsula sonreía mirándole fijamente sin que él lo advirtiese.


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Dominio público
327 págs. / 9 horas, 33 minutos / 220 visitas.

Publicado el 20 de agosto de 2017 por Edu Robsy.

El Filibusterismo

José Rizal


Novela


(Continuacion del Noli me tángere)

Novela Filipina.

Facilmente se puede suponer que un filibustero ha hechizado en secreto á la liga de los fraileros y retrógrados para que, siguiendo inconscientes sus inspiraciones, favorezcan y fomenten aquella política que solo ambiciona un fin: estender las ideas del filibusterismo por todo el país y convencer al último filipino de que no existe otra salvacion fuera de la separacion de la Madre-Patria.

Ferdinand Blumentritt.

GENT, Boekdrukkerij F. MEYER-VAN LOO, Vlaanderenstraat, 66.
1891.

A la memoria

de los Presbíteros, don Mariano GOMEZ (85 años),
don José BURGOS (30 años)
y don Jacinto ZAMORA (35 años).

ejecutados en el patíbulo de Bagumbayan,

el 28 de Febrero de 1872.

La Religion, al negarse á degradaros, ha puesto en duda el crímen que se os ha imputado; el Gobierno, al rodear vuestra causa de misterio y sombras, hace creer en algun error, cometido en momentos fatales, y Filipinas entera, al venerar vuestra memoria y llamaros mártires, no reconoce de ninguna manera vuestra culpabilidad.

En tanto, pues, no se demuestre claramente vuestra participacion en la algarada caviteña, hayais sido ó no patriotas, hayais ó no abrigado sentimientos por la justicia, sentimientos por la libertad, tengo derecho á dedicaros mi trabajo como á víctimas del mal que trato de combatir. Y mientras esperamos que España os rehabilite un día y no se haga solidaria de vuestra muerte, sirvan estas páginas como tardía corona de hojas secas sobre vuestras ignoradas tumbas, y todo aquel que sin pruebas evidentes ataque vuestra memoria, ¡que en vuestra sangre se manche las manos!

J. Rizal.

I. Sobre-cubierta

Sic itur ad astra.


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Dominio público
327 págs. / 9 horas, 32 minutos / 187 visitas.

Publicado el 13 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

El Misterio de un Hombre Pequeñito

Eduardo Zamacois


Novela


I

Mediaba la tarde cuando empezó á llover. La misma violencia inicial del aguacero, engañó á los vecinos; creían todos que el chaparrón, como de Mayo, amainaría pronto; pero no fué así, y la voz gradualmente más fuerte y cercana del trueno, y ciertas nubes grises, semejantes á columnas de humo, que velaban la crestería de los montes mayores, aseguraron la persistencia del mal tiempo.

Es Puertopomares un lugarejo salmantino de seis mil habitantes, situado en las ondulaciones menos ariscas de la fragosa sierra de Gredos. Hállase enclavado sobre el lomo de un altozano estrecho y largo, circuído por una breve campiña que, muy luego, arrepentida de su humildad apacible, trepa veloz y ambiciosa por todos lados hasta ser orgullosa montaña; y así el pueblo queda hundido en el centro de un anfiteatro ciclópeo alrededor del cual los altos cerros coronados de castañares, de alisos, de copudos tejos, de nogales y de chopos, componen fabulosas graderías. En aquel escenario abrupto, puesto á cerca de mil metros sobre el nivel del mar, los accidentes atmosféricos tienen energía extraordinaria: las nevadas son terribles, el calor asfixiante, las lluvias torrenciales y furiosas, y los vientos y el trueno suscitan en las concavidades graníticas de la cordillera ululeos y resonancias imponentes.

Y como la región, son sus habitantes: acaso un tanto imaginativos y movedizos en sus ideas, determinaciones y afectos; pero, llegado el caso, duros de voluntad, exaltados en sus deseos, en ofrecer y cumplir lo ofrecido, generosos é hidalgos, y, finalmente, nobles, sufridos y bravos, cual corresponde á la tradición, tantas veces centenaria, de la ejemplar Castilla.


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325 págs. / 9 horas, 28 minutos / 343 visitas.

Publicado el 20 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

89101112