Textos más largos etiquetados como Novela disponibles | pág. 11

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El Filibusterismo

José Rizal


Novela


(Continuacion del Noli me tángere)

Novela Filipina.

Facilmente se puede suponer que un filibustero ha hechizado en secreto á la liga de los fraileros y retrógrados para que, siguiendo inconscientes sus inspiraciones, favorezcan y fomenten aquella política que solo ambiciona un fin: estender las ideas del filibusterismo por todo el país y convencer al último filipino de que no existe otra salvacion fuera de la separacion de la Madre-Patria.

Ferdinand Blumentritt.

GENT, Boekdrukkerij F. MEYER-VAN LOO, Vlaanderenstraat, 66.
1891.

A la memoria

de los Presbíteros, don Mariano GOMEZ (85 años),
don José BURGOS (30 años)
y don Jacinto ZAMORA (35 años).

ejecutados en el patíbulo de Bagumbayan,

el 28 de Febrero de 1872.

La Religion, al negarse á degradaros, ha puesto en duda el crímen que se os ha imputado; el Gobierno, al rodear vuestra causa de misterio y sombras, hace creer en algun error, cometido en momentos fatales, y Filipinas entera, al venerar vuestra memoria y llamaros mártires, no reconoce de ninguna manera vuestra culpabilidad.

En tanto, pues, no se demuestre claramente vuestra participacion en la algarada caviteña, hayais sido ó no patriotas, hayais ó no abrigado sentimientos por la justicia, sentimientos por la libertad, tengo derecho á dedicaros mi trabajo como á víctimas del mal que trato de combatir. Y mientras esperamos que España os rehabilite un día y no se haga solidaria de vuestra muerte, sirvan estas páginas como tardía corona de hojas secas sobre vuestras ignoradas tumbas, y todo aquel que sin pruebas evidentes ataque vuestra memoria, ¡que en vuestra sangre se manche las manos!

J. Rizal.

I. Sobre-cubierta

Sic itur ad astra.


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Dominio público
327 págs. / 9 horas, 32 minutos / 198 visitas.

Publicado el 13 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

El Misterio de un Hombre Pequeñito

Eduardo Zamacois


Novela


I

Mediaba la tarde cuando empezó á llover. La misma violencia inicial del aguacero, engañó á los vecinos; creían todos que el chaparrón, como de Mayo, amainaría pronto; pero no fué así, y la voz gradualmente más fuerte y cercana del trueno, y ciertas nubes grises, semejantes á columnas de humo, que velaban la crestería de los montes mayores, aseguraron la persistencia del mal tiempo.

Es Puertopomares un lugarejo salmantino de seis mil habitantes, situado en las ondulaciones menos ariscas de la fragosa sierra de Gredos. Hállase enclavado sobre el lomo de un altozano estrecho y largo, circuído por una breve campiña que, muy luego, arrepentida de su humildad apacible, trepa veloz y ambiciosa por todos lados hasta ser orgullosa montaña; y así el pueblo queda hundido en el centro de un anfiteatro ciclópeo alrededor del cual los altos cerros coronados de castañares, de alisos, de copudos tejos, de nogales y de chopos, componen fabulosas graderías. En aquel escenario abrupto, puesto á cerca de mil metros sobre el nivel del mar, los accidentes atmosféricos tienen energía extraordinaria: las nevadas son terribles, el calor asfixiante, las lluvias torrenciales y furiosas, y los vientos y el trueno suscitan en las concavidades graníticas de la cordillera ululeos y resonancias imponentes.

Y como la región, son sus habitantes: acaso un tanto imaginativos y movedizos en sus ideas, determinaciones y afectos; pero, llegado el caso, duros de voluntad, exaltados en sus deseos, en ofrecer y cumplir lo ofrecido, generosos é hidalgos, y, finalmente, nobles, sufridos y bravos, cual corresponde á la tradición, tantas veces centenaria, de la ejemplar Castilla.


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325 págs. / 9 horas, 28 minutos / 357 visitas.

Publicado el 20 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

La Altísima

Felipe Trigo


Novela


Primera parte. Adria

Capítulo I

Una gaviota cruzó —y su vuelo bajo, mar adentro, á largas curvas indecisas, en que parecían tocar á las azules puntas de las olas las puntas negras de las alas, acabó de extraviarle en vaguedades... Víctor soltó la pluma; dejóse recostar en el sillón. No podía evocar, con la fuerza de convicción necesaria, la cálida y pasional, casi animal primavera andaluza, en este verano suave, en este casi espiritual verano del Norte.

Sobrio todo, aquí, para su vista, compuesto en la paralela sumisión de tres trazos; el del alféizar del ventanal, corrido con sus anchos vidrios por la galería; el de la costa, besada por las rosas del jardín y no menos recta con sus helechos y sus tréboles que la hierbosa y alta ladera de un canal, y el del mar, con su recta inmensa contra el cielo... Todo sobrio: pálido el cielo; el mar, azul, azul, muy azul, la costa verde ceniza; las rosas rojas, blancas... Y ni una gaviota más después de aquella gaviota; ni un ruido en el silencio, ni un buque lejano, ni una vela en la faja azul, azul, tan azul... tan desierta.

¿Qué azul extraño era el del mar?... Rizado en uniformes conchas, sin rumores, sin espumas, bajo la calma del aire, simulábase más pleno en la marea, más nuevo y vivo... como una fértil tierra diáfana de alma azul recién labrada. Era un azul profundo, limpiamente opaco, que ostentábase, lujo del mar, cortando en intensa banda la pálida fluidez celeste.

Volvió la vista á las cuartillas, y vio el título, repetido sobre la romana cifra del no escrito capítulo segundo: EL DOMADOR DE DEMONIOS.

Sonrió.

El domador, él.


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Dominio público
323 págs. / 9 horas, 25 minutos / 127 visitas.

Publicado el 24 de septiembre de 2019 por Edu Robsy.

La Horda

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


I

A las tres de la madrugada comenzaron a llegar los primeros carros de la sierra al fielato de los Cuatro Caminos.

Habían salido a las nueve de Colmenar, con cargamento de cántaros de leche, rodando toda la noche bajo una lluvia glacial que parecía el último adiós del invierno. Los carreteros deseaban llegar a Madrid antes que rompiese el día, para ser los primeros en el aforo. Alineábanse los vehículos, y las bestias recibían inmóviles la lluvia, que goteaba por sus orejas, su cola y los extremos de los arneses. Los conductores refugiábanse en una tabernilla cercana, la única puerta abierta en todo el barrio de los Cuatro Caminos, y aspiraban en su enrarecido ambiente las respiraciones de los parroquianos de la noche anterior. Se quitaban la boina para sacudirla el agua, dejaban en el suelo el barro de sus zapatones claveteados, y sorbiéndose una taza de café con toques de aguardiente, discutían con la tabernera la comida que había de prepararles para las once, cuando emprendiesen el regreso al pueblo.

En el abrevadero cercano al fielato, varias carretas cargadas de troncos aguardaban la llegada del día para entrar en la población. Los boyeros, envueltos en sus mantas, dormían bajo aquéllas, y los bueyes, desuncidos, con el vientre en el suelo y las patas encogidas, rumiaban ante los serones de pasto seco.

Comenzó a despertar la vida en los Cuatro Caminos. Chirriaron varias puertas, marcando al abrirse grandes cuadros de luz rojiza en el barro de la carretera. Una churrería exhaló el punzante hedor del aceite frito. En las tabernas, los mozos, soñolientos, alineaban en una mesa, junto a la entrada, la batería del envenenamiento matinal: frascos cuadrados de aguardiente con hierbas y cachos de limón.


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321 págs. / 9 horas, 23 minutos / 326 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Loco Estero

Alberto Blest Gana


Novela


Recuerdos de la niñez

A mi distinguido amigo
DON FEDERICO SANTA MARÍA
en testimonio de alto aprecio y de cordial amistad.


Alberto Blest Gana

París, octubre de 1909.

1

Aquel día, bien que no era fiesta, los dos chicuelos vestían el traje de los domingos. Sentados a la mesa con estudiada compostura, sin hacer gran caso de la conversación de las personas grandes que ocupaban la testera, sus miradas se dirigían furtivas a las golosinas y a las frutas distribuidas en cestas y azafates sobre el mantel, con aire de extraordinario gaudeamus. Pero a pesar de la ansiosa distracción en que aquel espectáculo los mantenía, ni uno ni otro dejaban de sentir sobre ellos, como se siente el fuego de un rayo de sol sobre el rostro, el reflejo autoritario de los ojos paternos, que los requería a estar atentos a lo que hablaban sus mayores.

Más osado que el primogénito, el menor de los chicos extendió con disimulo una mano hacia un canastillo de fresas, primicia de la estación, que, entrelazadas con flores, lo fascinaban con su rosada frescura.

–Javier, no toques las frutillas, hijito –le ordenó, desde la opuesta extremidad, la voz de la madre, con dulzura.

–Si vuelves a desmandarte, no irás esta tarde a la Cañada –amenazó la voz del padre, con severidad.

Javier bajó la frente, fingiendo contricción, pero sus ojuelos pardos formulaban al mismo tiempo la protesta muda de su altiva voluntad.

–Ya ves que Guillén se está quieto –agregó la madre, para suavizar la aspereza de la conminación paternal.

Con el elogio de la madre, un vivo tinte de carmín coloreó el rostro del mayor de los niños. El, más bien que su hermano, parecía el delincuente. La mirada de sus grandes ojos azules daba a su fisonomía la seriedad casi tímida de los precoces soñadores.

Una voz de los grandes invocó indulgencia para Javier:


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Dominio público
321 págs. / 9 horas, 22 minutos / 273 visitas.

Publicado el 12 de abril de 2022 por Edu Robsy.

La Gaviota

Fernán Caballero


Novela


Prólogo

Apenas puede aspirar esta obrilla a los honores de la novela. La sencillez de su intriga y la verdad de sus pormenores no han costado grandes esfuerzos a la imaginación. Para escribirla, no ha sido preciso más que recopilar y copiar.

Y, en verdad, no nos hemos propuesto componer una novela, sino dar una idea exacta, verdadera y genuina de España, y especialmente del estado actual de su sociedad, del modo de opinar de sus habitantes, de su índole, aficiones y costumbres. Escribimos un ensayo sobre la vida íntima del pueblo español, su lenguaje, creencias, cuentos y tradiciones. La parte que pudiera llamarse novela sirve de marco a este vasto cuadro, que no hemos hecho más que bosquejar.

Al trazar este bosquejo, sólo hemos procurado dar a conocer lo natural y lo exacto, que son, a nuestro parecer, las condiciones más esenciales de una novela de costumbres. Así es, que en vano se buscarán en estas páginas caracteres perfectos, ni malvados de primer orden, como los que se ven en los melodramas; porque el objeto de una novela de costumbres debe ser ilustrar la opinión sobre lo que se trata de pintar, por medio de la verdad; no extraviarla por medio de la exageración.

Los españoles de la época presente pueden, a nuestro juicio, dividirse en varias categorías.

Algunos pertenecen a la raza antigua; hombres exasperados por los infortunios generales, y que, impregnados por la quisquillosa delicadeza que los reveses comunican a las almas altivas, no pueden soportar que se ataque ni censure nada de lo que es nacional, excepto en el orden político. Estos están siempre alerta, desconfían hasta de los elogios, y detestan y se irritan contra cuanto tiene el menor viso de extranjero.

El tipo de estos hombres es, en la presente novela, el general Santa María.


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Dominio público
321 págs. / 9 horas, 21 minutos / 357 visitas.

Publicado el 28 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

La Bodega

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


I

Apresuradamente, como en los tiempos que llegaba tarde a la escuela, entró Fermín Montenegro en el escritorio de la casa Dupont, la primera bodega de Jerez, conocida en toda España; «Dupont Hermanos», dueños del famoso vino de Marchamalo, y fabricantes del cognac cuyos méritos se pregonan en la cuarta plana de los periódicos, en los rótulos multicolores de las estaciones de ferrocarril, en los muros de las casas viejas destinados a anuncios y hasta en el fondo de las garrafas de agua de los cafés.

Era lunes, y el joven empleado llegaba al escritorio con una hora de retraso. Sus compañeros apenas levantaron la vista de los papeles cuando él entró, como si temieran hacerse cómplices con un gesto, con una palabra, de esta falta inaudita de puntualidad. Fermín miró con inquietud el vasto salón del escritorio y se fijó después en un despacho contiguo, donde en medio de la soledad alzábase majestuoso un bureau de lustrosa madera americana. «El amo» no había llegado aún. Y el joven, más tranquilo ya, sentose ante su mesa y comenzó a clasificar los papeles, ordenando el trabajo del día.

Aquella mañana encontraba al escritorio algo de nuevo, de extraordinario, como si entrase en él por vez primera, como si no hubiesen transcurrido allí quince años de su vida, desde que le aceptaron como zagal para llevar cartas al correo y hacer recados, en vida de don Pablo, el segundo Dupont de la dinastía, el fundador del famoso cognac que abrió «un nuevo horizonte al negocio de las bodegas», según decían pomposamente los prospectos de la casa hablando de él como de un conquistador; el padre de los «Dupont Hermanos» actuales, reyes de un estado industrial formado por el esfuerzo y la buena suerte de tres generaciones.


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320 págs. / 9 horas, 20 minutos / 673 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Escándalo

Pedro Antonio de Alarcón


Novela


A la memoria

Del insigne poeta, filósofo, orador y estadista D. NICOMEDES PASTOR DÍAZ, ministro que fue de Fomento, de Estado y de Gracia y Justicia, individuo de número de la Real Academia Española, rector de la Universidad de Madrid, etc., etc.

Dedica este libro en testimonio de inextinguible cariño filial, admiración y agradecimiento, Su inconsolable amigo,

P. A. DE ALARCÓN.

ESCORIAL, JUNIO DE 1875.

Libro I — Fabián Conde

Parte I. La opinión pública

El lunes de Carnestolendas de 1861 —precisamente a la hora en que Madrid era un infierno de más o menos jocosas y decentes mascaradas, de alegres estudiantinas, de pedigüeñas murgas, de comparsas de danzarines, de alegorías empingorotadas en vistosos carretones, de soberbios carruajes particulares con los cocheros vestidos de dominó, de mujerzuelas disfrazadas de hombre y de mancebos de la alta sociedad disfrazados de mujer; es decir, a cosa de las tres y media de la tarde—, un elegante y gallardo joven, que guiaba por sí propio un cochecillo de los llamados cestos, atravesaba la Puerta del Sol, procedente de la calle de Espoz y Mina y con rumbo a la de Preciados, haciendo grandes esfuerzos por no atropellar a nadie en su marcha contra la corriente de aquella apretada muchedumbre, que se encaminaba por su parte hacia la calle de Alcalá o la Carrera de San Jerónimo en demanda del Paseo del Prado, foco de la animación y la alegría en tal momento…


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319 págs. / 9 horas, 18 minutos / 578 visitas.

Publicado el 17 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Riverita

Armando Palacio Valdés


Novela


Tomo I

I

La primera noticia que Miguel tuvo del matrimonio de su padre se la dio el tío Bernardo, persona de extremada respetabilidad y carácter. Tomole de la mano gravemente momentos antes de comer, y le llevó a su escritorio, una pieza de aspecto sombrío, llena de cachivaches antiguos, grandes armarios de libros y cuadros al óleo que el tiempo había oscurecido hasta no percibirse siquiera las figuras. Las sillas eran de roble viejo, las cortinas de terciopelo viejo también, la alfombra más vieja todavía, la mesa de escribir un verdadero prodigio de vejez. Miguel sólo dos veces en su vida había visto este aposento sagrado y augusto para la familia. Una vez se lo había enseñado su primo Enrique desde la puerta alzando discretamente la cortina y mirando con temor hacia atrás para no ser sorprendido en flagrante profanación. Otra vez había sido residenciado por su tío en aquel recinto en compañía del mismo Enrique por haber ambos maltratado de palabra y de obra a la cocinera de la casa bajo el pretexto infundado de que no eran suficientes dos peras por barba para merendar. No es fácil imaginar, pues, el respeto que esta pieza le merecía a Miguel, aunque su temperamento no fuese demasiadamente respetuoso, según constaba de modo incontestable en la escuela y en otros diversos parajes de la villa.

D. Bernardo dejó a su sobrino arrimado a la mesa de escribir y comenzó a pasear silenciosamente y con las manos atrás; sopló con fuerza tres o cuatro veces, desgarró otras tantas, y dijo al fin parándose un instante:

—Miguel, tú tienes uso de razón, ¿no es cierto?

Miguel le miró, abriendo mucho los ojos, sin contestar.

—¿Has cumplido los siete años?—manifestó su tío poniendo el concepto más al alcance del niño.

—Tengo ocho.


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Dominio público
318 págs. / 9 horas, 17 minutos / 223 visitas.

Publicado el 20 de agosto de 2017 por Edu Robsy.

Clemencia

Fernán Caballero


Novela


Carta a mi lector de las Batuecas

Mi muy querido lector:

Supongo que te acordarás de que me has escrito: cartas como las tuyas no las olvida el que las escribe y mucho menos el que las lee.

No me has dicho tu nombre; pero no por eso dejas de ser mi simpático amigo, pues como dice un refrán, el nombre, ni quita ni pone. Además, podría suceder que si me lo dijeses, me quedase tan adelantado como antes de saberlo, pues es dable que sea tu nombre tan desconocido como lo es el de Fernán Caballero, por lo cual ha tenido el pobrecito que sufrir el desaire de ver a las gentes empeñarse en que no es legítimo, y sí hijo de la cuna. ¡Ojalá me llamase Tostado! Este nombre al menos, aunque no muy bonito que digamos, no tendría el inconveniente de ser incompatible con la pluma. ¿Quieres creer que un escritor de los buenos, de los de fuiste, de los sonados, como decimos por acá, ha escrito a Andalucía para saber si Fernán era Fernán, o si era quizás Luis Napoleón, Kossuth o Lola Montes? Y eso que dicho escritor ha escrito con el nombre de un fraile, y Fernán ha tenido la buena fe de tenerlo por tal; y aun hoy día existe para él ese fraile, sin que por eso deje de existir además un historiador de gran mérito y nombradía. Y sábete que no ha sido él solo entre la aristocracia literaria quien se ha empeñado en que yo no soy yo: esto ha sido a punto que han llegado a aturrullarme y hacerme dudar de si existo o no. Mi cocinera, a quien ya conoces, estaba muy inquieta viéndome de continuo pasear agitado por mi gabinete, declamando en lúgubre acento el monólogo de Hamlet: To be, or not to be, that is the question.

—Señor —me decía—, el almuerzo.

—Ser o no ser, esa es la cuestión —contestaba yo.

—Señor —la comida.

—Ser o no ser...


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Dominio público
318 págs. / 9 horas, 17 minutos / 281 visitas.

Publicado el 27 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

910111213