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Ricardo

Emilio Castelar


Novela


Capítulo 1. Los vapores del vino y los vapores de la idea

Nuestro Madrid es pueblo esencialmente sobrio, y para persuadirse de que nuestro Madrid es pueblo esencialmente sobrio, no hay como pasearse por sus calles, y ver cuán desprovistas se hallan de aquellas fondas, de aquellas galerías, de aquellas tiendas por París esparcidas en abundancia, y que ofrecen al paladar toda suerte de licores y manjares. En el año de 1866 todavía era menor el número de establecimientos consagrados a lo que pudiéramos llamar comida pública. Exceptuando las tabernas, con sus fríos pedazos de bacalao frito, y sus tortillas pertenecientes a la edad de piedra; los figones, donde los mozos de cuerda restauraban sus fuerzas, con aquella olla tan provista de tocino como desprovista de carne; las fondas de rúbrica, en su mayor parte inhabitables, Madrid no tenía más comedores oficiales que cierto salon de los entresuelos del Café Suizo, completamente abandonado del público; la casa de Lhardy, que de uvas a peras mostraba en su escaparate algunas cabezas de jabalí, como disponía en sus cocinas algunas comidas de encargo; y el llamado, a la francesa, restaurant de Farrugia, sito a la entrada de la Carrera de San Jerónimo, casi en la desembocadura de la Puerta del Sol, donde un aficionado al bien comer se arruinaba, por dar platos buenos a bajo precio, y por fiar demasiado en las pagaderas, más estrechas ciertamente que las tragaderas, de sus comensales y parroquianos. Entonces, aunque el Café Español existía ya, y daba de comer en los cuartitos del callejón de Gitanos, todavía no se levantaban los salones de Fornos, que luego pasaron a socorrido asunto de arengas tribunicias y tema favorito de oposiciones políticas. Madrid mostraba su sobriedad histórica, que tanto disgusta a los extranjeros, y tanto cuadra a nuestro histórico carácter.


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285 págs. / 8 horas, 20 minutos / 164 visitas.

Publicado el 17 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

El Maestrante

Armando Palacio Valdés


Novela


I. La casa del maestrante.

A las diez de la noche eran, en toda ocasión, contadísimas las personas que transitaban por las calles de la noble ciudad de Lancia. En las entrañas mismas del invierno, como ahora, y soplando un viento del noroeste recio y empapado de lluvia, con dificultad se tropezaba alma viviente. No quiere esto decir que todos se hubiesen entregado al sueño. Lancia, como capital de provincia, aunque no de las más importantes, es población donde ya en 185... se había aprendido a trasnochar. Pero la gente se metía desde primera hora en algunas tertulias y sólo salía de ellas a las once para cenar y acostarse. A esta hora, pues, solían tropezarse algunos grupos resonantes que caminaban a toda prisa resguardados por los paraguas; las señoras rebujadas en sendos capuchones de lana, alzando las enaguas con la mano que les quedaba libre; los caballeros envueltos en sus pañosas o montecristos, los pantalones enérgicamente arremangados, rompiendo el silencio de la noche con el áspero traqueteo de las almadreñas. Porque en aquella época eran muy pocos todavía los que desdeñaban este calzado patriótico y confortable. Tal cual pollastre que por haber estado en Valladolid estudiando medicina se creía por encima de estas ruindades y alguna que otra damisela melindrosa que afectaba el no saber andar con ellas.


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Dominio público
284 págs. / 8 horas, 17 minutos / 195 visitas.

Publicado el 24 de agosto de 2017 por Edu Robsy.

El Paraíso de las Mujeres

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


Al Lector

Considero necesario dar una explicación sobre el origen de este libro.

Una casa editorial cinematográfica de los Estados Unidos me pidió hace un año una novela para convertirla en film, recomendándome que fuese muy interesante y se despegase por completo de los convencionalismos y rutinas que hasta ahora vienen observándose en las historias presentadas por medio del cinematógrafo.

Yo admiro el arte cinematográfico—llamado con razón el séptimo arte—, por ser un producto legítimo y noble de nuestra época. Como todo progreso, ha encontrado numerosos enemigos, que fingen despreciarlo; especialmente entre los escritores faltos de las condiciones necesarias para servir á este arte, aunque lo deseasen. La llamada República de las Letras es un estado conservador y misógeno, que se subleva instintivamente ante toda novedad y la repele con sarcasmos que cree aristocráticos.

Cuando se inventó la imprenta, una gran parte de los literatos de entonces también la consideraron como algo populachero y ordinario, que nunca podría gustar á los espíritus escogidos. Fué preciso el transcurso de algunas decenas de años para que todos se convenciesen de que el libro impreso, aunque menos hermoso que el códice escrito á mano y con letras capitulares artísticamente iluminadas, servía mejor á la difusión de las ideas y al mejoramiento intelectual de la humanidad.

Dentro de un siglo las gentes se asombrarán tal vez al enterarse de que hubo escritores que presenciaron el nacimiento de la cinematografía y no hicieron caso de ella, apreciándola como una diversión pueril y frívola, buena únicamente para el vulgo ignorante.


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282 págs. / 8 horas, 14 minutos / 285 visitas.

Publicado el 19 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Los Lanzallamas

Roberto Arlt


Novela


Palabras del autor

Con “Los lanzallamas” finaliza la novela de “Los siete locos”.

Estoy contento de haber tenido la voluntad de tra­bajar, en condiciones bastante desfavorables, para dar fin a una obra que exigía soledad y recogimiento. Es­cribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana.

Digo esto para estimular a los principiantes en la vocación, a quienes siempre les interesa el procedi­miento técnico del novelista. Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras.

Orgullosamente afirmo que escribir, para mí, cons­tituye un lujo. No dispongo, como otros escritores, de rentas, tiempo o sedantes empleos nacionales. Ganarse la vida escribiendo es penoso y rudo. Máxime si cuan­do se trabaja se piensa que existe gente a quien la preocupación de buscarse distracciones les produce surmenage.

Pasando a otra cosa: se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de sus familias.

Para hacer estilo son necesarias comodidades, ren­tas, vida holgada. Pero, por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente proce­dimiento para singularizarse en los salones de sociedad.


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Dominio público
282 págs. / 8 horas, 13 minutos / 546 visitas.

Publicado el 17 de abril de 2020 por Edu Robsy.

La Fe

Armando Palacio Valdés


Novela


Capítulo 1

No cabía en la iglesia una persona más. Hablando con verdad, tampoco cabían las que estaban dentro si ocupase cada cual el espacio que por derecho natural, el que la naturaleza enseñó a todos los animales, le correspondía. Pero en aquel momento no sólo se infringía este derecho, pero se violaba descaradamente también la ley de impenetrabilidad de los cuerpos. D. Peregrín Casanova, persona que hacía viso en la villa, y que hasta entonces había guardado rigurosamente la ley en todas las solemnidades, lo mismo profanas que religiosas, tenía ahora metidas en los riñones las rodillas de otro bípedo racional de seis pies de alto, lo cual le producía algunos movimientos convulsivos en el epigastrio y un vivo desasosiego acompañado de sudor copioso. D.ª Teodora, señorita de cincuenta años, castísima, limpísima, pulquérrima, que había huido toda su vida cualquier contacto, fuere cual fuere, se vio obligada a sentarse sobre los pies del jorobado Osuna, sujeto de malísimos antecedentes, que no se estaba quieto un momento. D. Gaspar de Silva, poeta famoso en la villa, tanto por sus versos como por sus callos, sufrió la operación cesárea de uno de éstos que le hizo con gran destreza el chico mayor de D.ª Trinidad. De igual modo otra porción de vecinos respetables experimentaron molestias sin cuento en aquella mañana memorable en que por vez primera cantaba misa un joven de la villa.


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281 págs. / 8 horas, 13 minutos / 202 visitas.

Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Gonzalo González de la Gonzalera

José María de Pereda


Novela


Al señor D. R. de Mesonero Romanos

Porque tuvo usted la bondad, cuando publiqué mi primer libro, de saludarme punto menos que como a una lumbrera en el arte de pintar costumbres, atrevíme a esperar que, andando el tiempo, llegaría yo a escribir una obra tan excelente, que fuera digna de ser ofrecida al Curioso Parlante maestro eximio cuyos cuadros eran, y siéndolo continúan hasta la fecha, mi delicia por lo primorosos y mi desesperación por lo inimitables. Pasaron los años y compuse más libros; y aunque nunca me faltó la estimulante recompensa de las alabanzas de usted, el que yo había soñado no llegaba. Sin adelantar gran cosa en el oficio, apuntáronme las canas; y con esta ganancia, perdí para siempre aquellas candorosas ilusiones. Convencido ya de que la más mala de mis obras es la última que escribo, dedico a usted ésta, en la seguridad, de que la siguiente, si llego a concluirla, ha de ser mucho peor.

Sírvase usted, mi querido maestro, aceptarla, ya que no por buena, como público testimonio de la cordialidad con que es de usted agradecido amigo y admirador entusiasta,

JOSÉ MARÍA DE PEREDA.

I. Que puede servir de Introducción

Trepando por la vertiente occidental de un empinado cerro, se retuerce y culebrea una senda, que a ratos se ensancha y a ratos se encoge, cual si estas contracciones de sus contornos fueran obra de unos pulmones fatigados por la subida; y buscando los puntos más salientes, como para asirse a ellos, tan pronto atraviesa, partiéndole en dos, un ancho matorral, como se desliza por detrás de una punta de blanquecina roca. Así va llegando hasta la cima; tiéndese a la larga sobre ella unos instantes para cobrar aliento, y desciende en seguida por la vertiente opuesta.


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Dominio público
281 págs. / 8 horas, 12 minutos / 298 visitas.

Publicado el 22 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

La Esfinge Maragata

Concha Espina


Novela


I. EL SUEÑO DE LA HERMOSURA

Vibra el soplo estridente de la máquina que desaloja vapor, cruje con recio choque una portezuela, algunos pasos vigorosos repercuten en el andén, silba un pito, tañe una campana, y el convoy trajina, resuella y huye, dejando la pequeña estación muda y sola, con el ojo de su farol vigilante encendido en la torva oscuridad de la noche.

El único viajero que ha subido en San Pedro de Oza es joven, ágil, buen mozo; lleva un billete de segunda para Madrid, y, apenas salta al vagón, acomoda su equipaje—una maleta y el portamantas—en la rejilla del coche. Luego desciñe el tahalí que trae debajo del gabán y lo asegura cuidadosamente en un rincón. Dentro de su escarcela de viaje guarda Rogelio Terán—que así se llama el mozo—toda su fortuna: poco dinero y hartas ilusiones; el manuscrito de una novela; un libro de memorias con apuntes de peregrino artista, versos, postales y retratos.

Ocupan el departamento dos señoras. Al tenue claror que la lucecilla del techo difunde, sólo se logra averiguar que entrambas duermen: la una sentada a un extremo, con la cabeza envuelta en un abrigo que le oculta la cara; tendida la otra en sosegada postura bajo la caricia confortadora de un chal. Las dos permanecen ajenas al arribo del nuevo viajero; las dos yacen con igual reposo y oscilan con el tren, esfumadas en la penumbra del breve recinto, insensibles a la vida maquinal del convoy, como los inanimados contornos de los almohadones vacíos y los equipajes inertes.

Distrae el caballero unos minutos en cambiar el hongo por la gorra, ceñirse una manta a las rodillas y limpiar los lentes con mucha pausa y pulcritud. Luego previene un cigarrillo, le coloca en los labios con esa petulancia habitual del fumador, y enciende una cerilla.


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281 págs. / 8 horas, 12 minutos / 930 visitas.

Publicado el 23 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

El Caballero Encantado

Benito Pérez Galdós


Novela


I

De la educación, principios y ociosa juventud del caballero.


El héroe (por fuerza) de esta fábula verdadera y mentirosa, don Carlos de Tarsis y Suárez de Almondar, Marqués de Mudarra, Conde de Zorita de los Canes, era un señorito muy galán y de hacienda copiosa, criado con mimo y regalo como retoño único de padres opulentos, sometido en su adolescencia verde á la preceptoría de un clérigo maduro, que debía enderezarle la conciencia y henchirle el caletre, de conocimientos elementales. Por voces públicas se sabe que quedó huérfano á los veinte años, desgracia lastimosa y rápida, pues padre y madre fallecieron con diferencia tan sólo de tres meses, dejándole debajo de la autoridad de un tutor ni muy blando ni muy riguroso; sábese que en este tiempo Carlitos se deshizo del clérigo, despachándole con buen modo, y se dedicó á desaprender las insípidas enseñanzas de su primer maestro, y á llenar con ávidas lecturas los vacíos del cerebro.


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Dominio público
281 págs. / 8 horas, 12 minutos / 305 visitas.

Publicado el 10 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

Yolanda, la Hija del Corsario Negro

Emilio Salgari


Novela


CAPÍTULO I. LA TABERNA DEL TORO

Aquella noche, contra lo acostumbrado, la taberna del Toro hervía de gente, como si algún importante acontecimiento hubiese acaecido o estuviera próximo a ocurrir.

Aunque no era de las mejores de Maracaibo y solía estar concurrida por marineros, obreros del puerto, mestizos e indios caribes, abundaban, la noche de que hablamos —cosa insólita—, personas pertenecientes a la mejor sociedad de aquella rica e importante colonia española: grandes plantadores, propietarios de refinerías de azúcar, armadores de barcos, oficiales de la guarnición, y hasta algunos miembros del Gobierno.

La sala, bastante grande, de ahumados muros y amplios ventanales, mal iluminada por las incómodas y humeantes lámparas usadas al final del siglo decimosexto, no estaba llena.

Nadie bebía y las mesitas adosadas a la pared estaban desiertas.

En cambio, la gran mesa central, de más de diez metros de largo, estaba rodeada por una cuádruple fila de personas que parecían presa de vivísima agitación, y que hacían apuestas que hubieran maravillado hasta a un moderno americano de los Estados de la Unión.

—¡Veinte piastras por Zambo!

—¡Treinta por Valiente!

—¡Valiente recibirá tal espolonazo, que caerá al primer golpe!

—¡Será Zambo quien caiga!…

—¡Veinticinco piastras por Valiente!

—¡Cincuenta por Zambo!

—¿Y vos, don Rafael?

—Yo apostaré por Plata, que es el más robusto de todos y ganará la victoria final.

—¡Canario! ¡Ese Plata es un poltrón!

—Como queráis, don Alonso; pero yo espero su turno.

—¡Basta!

—¡Adelante los combatientes!

—¡No va más!

Un toque de campana anunció que habían terminado las apuestas.


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280 págs. / 8 horas, 11 minutos / 1.795 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Años de Juventud del Doctor Angélico

Armando Palacio Valdés


Novela


ADVERTENCIA DEL EDITOR

Van transcurridos algunos años desde que di a la estampa varios de los papeles que me dejara en depósito mi amigo Angel Jiménez. Eran casi todos de orden filosófico, trazados con la libertad de espíritu del que escribe sólo para sí mismo y en el estilo conciso y desenfadado que le caracterizaba. El público los ha acogido con más benevolencia de la que podía esperarse tratándose de un escritor casi desconocido. Esto me anima a publicar hoy sus Memorias, que con el título de Años de juventud, encontré en uno de los legajos. Cuando empecé a leerlas confieso que experimenté una decepción. Pensaba hallar una historia circunstanciada de su vida. No es así: Las presentes páginas son más bien las memorias de sus amigos que las suyas propias. Jiménez poseía un carácter cerrado y huraño, no se interesaba demasiado por sí mismo, no tenía ansia de celebridad y gloria. En cambio, la vida privada y pública de sus amigos le agitaba más de lo justo. Tuvo algunos de relevante mérito y a ellos particularmente están consagrados la mayor parte de los capítulos de este libro. Yo hubiera preferido conocer en su intimidad la vida de un hombre a quien tanto he estimado. Sin embargo, el público no perderá nada con esta sustitución. Porque es seguro que más que la suya, oscura y tranquila, le ha de interesar la historia dramática de sus ilustres amigos,

A. P. V.

PRIMERA PARTE

I. MI VIAJE Y MI INSTALACIÓN EN LA CORTE DE ESPAÑA

Creo que mi padre tenía razón. En último resultado me hubiera convenido más permanecer a su lado, ayudarle en sus negocios, hacerlos prosperar y dejar transcurrir la vida dulcemente en el pueblo trabajando a mis horas, paseando a mis horas, durmiendo a mis horas, rezando a mis horas y no leyendo a ninguna.


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Dominio público
280 págs. / 8 horas, 10 minutos / 227 visitas.

Publicado el 14 de agosto de 2017 por Edu Robsy.

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