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La Costa de Marfil

Emilio Salgari


Novela


Primera Parte. La Costa de Marfil

I. En las orillas del Ousme

—¿Qué podemos hacer?

—¡Aguarda un momento! ¿Estás nervioso por estrenar la carabina?

—Deseo enormemente descubrir a uno de esos monstruosos animales en completa libertad. Hasta ahora sólo he tenido oportunidad de verlos encerrados en los zoológicos de Europa.

—¡Te aseguro que son formidables!

—En compañía de un cazador tan bueno como tú, no tengo miedo; además, por muy hábiles que sean esas enormes masas, creo que no podrán aventajar la ligereza de mis piernas.

—No lo creas, Antao. Aún no hace dos semanas que un pobre obrero del Gran Popo, que vino aquí con intención de cazar a esos animales, fue despedazado.

—¿Cómo si se tratase de una galleta?

—¿Crees que miento?

—¡Lo dudo, Alfredo, lo dudo!

—¿Sí? Pues debo añadir que aquel obrero era un siervo de la factoría del señor Zeinger, aquel alemán tan estupendo al que fuimos a visitar el pasado domingo.

—¡Entonces es que el tal obrero debía de ser tan torpe como un topo gris del país de los aschantis!

—Todo lo contrario, amigo mío. Se trataba de un negro tan grande y ágil como un mono; pero el animal, al que había herido, se abalanzó sobre el desdichado cazador, y antes que pudiera huir lo hizo pedazos.

—¿Crees que esta anécdota sirva para aumentar mi valor?

—¿Acaso deseas regresar a mi factoría?

—Sí; pero llevando con nosotros un hipopótamo. No he venido a África para que las alimañas de esta costa me devoren vivo, sino para conocer bien el país y, de paso, cazar alguno de esos colosales animales.

—Y también para establecer una factoría portuguesa.

—No, aún no, Alfredo. Mis negocios con Brasil me han hecho lo suficientemente rico para permitirme…

—¡Cállate!


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Dominio público
287 págs. / 8 horas, 22 minutos / 573 visitas.

Publicado el 22 de agosto de 2019 por Edu Robsy.

Las Cerezas del Cementerio

Gabriel Miró


Novela


I. Preséntanse algunas figuras de esta fábula

Desde el primer puente del buque contemplaba Félix la lenta ascensión de la luna, luna enorme, ancha y encendida como el llameante ruedo de un horno. Y miraba con tan devoto recogimiento, que todo lo sentía en un santo remanso de silencio, todo quietecito y maravillado mientras emergía y se alzaba la roja luna. Y cuando ya estuvo alta, dorada, sola en el azul, y en las aguas temblaba gozosamente limpio, nuevo, el oro de su lumbre, aspiró Félix fragancia de mujer en la inmensidad; y luego le distrajo un fino rebullicio de risas. Volviose, y sus ojos recibieron la mirada de dos gentiles viajeras cuyos tules, blancos, levísimos, aleteaban sobre el pálido cielo.

Se saludaron; y pronto mantuvieron muy gustoso coloquio, porque la llaneza de Félix rechazaba el enfado o cortedad que suele haber en toda primera plática de gente desconocida. Cuando se dijeron que iban al mismo punto, Almina, y que en esta misma ciudad moraban, admirose de no conocerlas siendo ellas damas de tan grande opulencia y distinción. Es verdad que él era hombre distraído, retirado de cortesanías y de toda vida comunicativa y elegante.

—Tampoco nosotras —le repuso la que parecía más autorizada por edad, siendo entrambas de peregrina hermosura— sabemos de visitas ni de paseos. Yo nunca salgo, y mi hija sólo algunas veces con su padre.

Y entonces nombró a su esposo: Lambeth; un naviero inglés, hombre rico, enjuto de palabra y de carne, rasurado y altísimo.

Félix lo recordó fácilmente.

...Ya tarde, después de la comida, hicieron los tres un apartado grupo; y se asomaron a la noche para verse caminar sobre las aguas de luna. La noche era inmensa, clara, de paz santísima, de inocencia de creación reciente...

—¡Da lástima tener que encerrarnos! —dijo la esposa del naviero.


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Dominio público
167 págs. / 4 horas, 52 minutos / 363 visitas.

Publicado el 20 de julio de 2020 por Edu Robsy.

Las Cuitas del Joven Werther

Wolfgang Goethe


Novela, novela epistolar


He reunido con cautela todo lo que he podido acerca del sufrido Werther y aquí se los ofrezco, pues sé que me lo agradecerán; no podrán negar su admiración y simpatía por su espíritu y su carácter, ni dejarán de liberar algunas lágrimas por su triste suerte.

¡Y tú, alma sensible y piadosa, oprimida y afligida por iguales quebrantos, aprende a consolarte en sus padecimientos! Si el destino o tus errores no te permiten tener cerca a un amigo, que este libro pueda suplir su ausencia.

 

Libro Primero

 

4 de mayo de 1771

¡Cuánto me alegro de haber marchado! ¿Qué es, amigo mío, el corazón del hombre? ¡Dejarte, cuando tanto te amaba, cuando era tu inseparable, y hallarme bien! Sé que me perdonas. ¿No estaban preparadas por el destino esas otras amistades para atormentar mi corazón? ¡Pobre Leonor! Pero no fue mi culpa. ¿Podía pensar que mientras las graciosas travesuras de su hermana me divertían, se encendía en su pecho tan terrible pasión? Sin embargo, ¿soy inocente del todo? ¿No fomenté y entretuve sus sentimientos? ¿No me complacía en sus naturalísimos arranques que nos hacían reír a menudo por poco dignos de risa que fueran? ¿No he sido…?

¿Pero qué es el hombre para quejarse de sí? Quiero y te lo prometo, amigo mío, enmendar mi falta; no volveré, como hasta ahora, a exprimir las heces de las amarguras del destino; voy a gozar de lo actual y lo pasado como si no existiera. En verdad tienes mucha razón, querido amigo; los hombres sentirían menos sus trastornos (Dios sabrá por qué lo hizo así) de no ocupar su imaginación con tanta frecuencia y con tal esmero en recordar los males pasados, en vez de en hacer soportable lo presente.


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Dominio público
134 págs. / 3 horas, 55 minutos / 931 visitas.

Publicado el 3 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Los Aventureros del Mar

Emilio Salgari


Novela


1. El “Garona”

En un caluroso día de agosto de 1832, un barco de quilla estrecha y alta arboladura navegaba a cuarenta millas de la desembocadura del Coanza, uno de los mayores ríos de la costa del África ecuatorial. Era un hermoso ejemplar de bergantín a palo, que a primera vista se le hubiese podido confundir con un crucero liviano ya que estaba armado de doce cañones, pero su dotación estaba compuesta de sólo sesenta hombres y al tope de su mástil principal no flameaba la cinta roja, distintivo de las naves de guerra.

En el puente de mando, un hombre de elevada estatura, facciones enérgicas al par que bellas, ojos negros y penetrantes y barba corta muy oscura, observaba las actividades de la tripulación, mientras a su lado otro consultaba atentamente un mapa de la zona. La figura del último contrastaba notablemente con la del primero, pues era bajito, nervudo, de rasgos angulosos, frente angosta, mirada dura, barba rojiza e híspida y piel bronceada.

Después de estudiar algunos minutos la carta se volvió al compañero y le informó con voz áspera:

—Nos hallamos próximos al Coanza, capitán Solilach, y posiblemente mañana lo alcanzaremos.

—No tenía la menor duda de ello, señor Parry— contestó el otro—. Volveremos a ver al querido Pembo.

—Que estará borracho como de costumbre, capitán.

—Es probable, lugarteniente.

—Esperemos que nuestro “Garona” pueda hacer la carga completa, para no tener que ir hasta las costas de la Hotentotia a buscar lo que falte. ¿Cuántos esclavos necesitan los plantadores de Cuba?

—Lo menos quinientos.

—¡Uhm! Dudo que Pembo los tenga.

—En ese caso tendremos que corrernos hasta la costa sur.

—¿No teme a los buques patrulleros?

—Disponemos de doce cañones y sesenta hombres decididos.


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Dominio público
145 págs. / 4 horas, 15 minutos / 536 visitas.

Publicado el 4 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

Sab

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela


Dos palabras al lector

Por distraerse de momentos de ocio y melancolía han sido escritas estas páginas. La autora no tenía entonces la intención de someterlas al terrible tribunal del público.

Tres años ha dormido esta novelita casi olvidada en el fondo de su papelera; leída por algunas personas inteligentes que la han juzgado con benevolencia y habiéndose interesado muchos amigos de la autora en poseer un ejemplar de ella, se determina a imprimirla, creyéndose dispensada de hacer una manifestación del pensamiento, plan y desempeño de la obra, al declarar que la publica sin ningún género de pretensiones.

Acaso si esta novelita se escribiese en el día, la autora, cuyas ideas han sido modificadas, haría en ella algunas variaciones, pero sea por pereza, sea por la repugnancia que sentimos en alterar lo que hemos escrito con una verdadera convicción, (aun cuando esta llegue a vacilar), la autora no ha hecho ninguna mudanza en sus borradores primitivos, y espera que si las personas sensatas encuentran algunos errores esparcidos en estas páginas, no olvidarán que han sido dictadas por los sentimientos algunas veces exagerados pero siempre generosos de la primera juventud.

Primera parte

Capítulo I

¿Quién eres? ¿cuál es tu patria?
…………………
…………………
Las influencias tiranas
de mi estrella, me formaron
monstruo de especies tan raras,
que gozo de heroica estirpe
allá en las dotes del alma
siendo el desprecio del mundo.

CAÑIZARES
 


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Dominio público
171 págs. / 4 horas, 59 minutos / 1.206 visitas.

Publicado el 16 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Tirante el Blanco

Joanot Martorell


Novela, Novela de Caballerías


EN HONOR, LOOR Y GLORIA DE NUESTRO SEÑOR DIOS JESUCRISTO Y DE LA GLORIOSA SACRATÍSIMA VIRGEN MARÍA, MADRE SUYA Y SEÑORA NUESTRA, COMIENZA LA LETRA DEL PRESENTE LIBRO LLAMADO TIRANTE EL BLANCO, DIRIGIDA POR MOSEN JOANOT MARTORELL, CABALLERO, AL SERENÍSIMO PRÍNCIPE FERNANDO DE PORTUGAL.

DEDICATORIA

Muy excelente, virtuoso y glorioso príncipe, rey expectante:

Aunque ya estaba informado, especialmente ahora he tenido noticia de vuestras virtudes, porque vuestra señoría me ha querido comunicar y desvelar vuestros deseos de conocer los hechos de los antiguos, virtuosos, famosos y muy gloriosos caballeros, de los cuales los poetas e historiadores han loado y han perpetuado, en sus obras, tanto su recuerdo como sus virtuosos actos. Y, sobre todo, me habéis comunicado el deseo de conocer los muy insignes actos de aquel tan famoso caballero, llamado Tirante el Blanco, el cual, de la misma manera que el sol resplandece entre los otros planetas, resplandecía en el arte de la caballería entre los otros caballeros del mundo; aquél que por su virtud conquistó muchos reinos y provincias y los dio a otros caballeros, porque para sí sólo quería el honor de la caballería. Se trata de aquel caballero que más adelante conquistó todo el imperio griego, arrebatándolo a los turcos, que habían subyugado a los cristianos griegos.


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Dominio público
839 págs. / 1 día, 28 minutos / 1.733 visitas.

Publicado el 7 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Tristán e Iseo

Anónimo


Novela


1. Infancias de Tristán

Señores, ¿os agradaría oír un hermoso cuento de amor y de muerte? Se trata de la historia de Tristán y de Iseo, la reina. Escuchad cómo, entre grandes alegrías y penas, se amaron y murieron el mismo día, él por ella y ella por él. El relato de sus amores se extendió por la verde Erín y la salvaje Escocia, se repitió en toda la isla de Miel, desde el muro de Adriano hasta la punta del Lagarto, halló sus ecos en los bordes del Sena, del Danubio y del Rhin, encantó a Inglaterra, Normandía, Francia, Italia, España, Alemania, Bohemia, Dinamarca y Noruega. Su memoria durará mientras exista el mundo.

El tiempo destructor, que no perdona obras de poetas ni otra cosa humana, ha destrozado y reducido a polvo muchos cuadernillos y destruido más de un pliego en el que los buenos troveros de antaño se habían esforzado por honrar la memoria de los amantes de Cornualla. Béroul, Thomas, Eilhart y Gottfried narraron sus aventuras para que pervivieran en las mentes de las gentes.

Hace muchos años reinó en Cornualla un poderoso rey llamado Marcos. Tuvo que hacer frente a una dura lucha contra sus vecinos que muchas veces penetraban en su territorio y devastaban sus campos y sembrados. Rivalín, señor de Leonís, tuvo noticias de la guerra y acudió en su ayuda. Sirvió al rey Marcos con su consejo y su espada como si fuera uno de sus vasallos porque deseaba conquistar con sus hazañas a la bella hermana de Marcos, Blancaflor. Cuando se hicieron las paces el rey se la dio en recompensa.


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Dominio público
146 págs. / 4 horas, 15 minutos / 2.820 visitas.

Publicado el 7 de enero de 2018 por Edu Robsy.

A Través del Atlántico en Globo

Emilio Salgari


Novela


I. UNA SORPRESA DE LA POLICÍA CANADIENSE

—¡Hurra! —rugían diez mil voces.

—¡Viva el Washington!

—¡Hurra por Sir Kelly!

—¿Hay quien acepte una apuesta de mil dólares?

—¿Está usted loco, Paddy? Si apuesta usted, perderá. Yo se lo garantizo.

—¡Doscientas libras esterlinas! —gritó otra voz.

—¿Quién las arriesga?

—¿Por qué?

—Por el éxito de la travesía.

—¡Otro insensato! ¿Tiene usted sobra de dinero para tirarlo así, al mar, Sir Holliday?

—Nada de tirar. Ganaré. Kelly atravesará el océano y descenderá en Inglaterra.

—No; en España —gritó otro.

—¡En España o en Inglaterra, lo mismo da! ¿Quién apuesta doscientas libras?

—¡Mire usted que las va a perder! ¡Que el globo estallará en el aire!

—Y luego se hundirá en el océano.

—Kelly está loco.

—No; está cansado de vivir.

—Ni una cosa ni otra; es un valiente. ¡Hurra por Kelly!

—¡Viva el Washington!

—¡Mil dólares a que perece ahogado!

—¡Dos mil a que su aerostato estalla sobre nuestras cabezas!

—¡Cien libras a que se estrella contra la playa!

—¡Mil a que consigue atravesar el Atlántico!

—¿Las apuesta usted?

—¡Sí!…

—¡No!… ¡Estáis locos!

—¡Hurra por Kelly! ¡Hurra!

Estos diálogos, aquellas exclamaciones, tales apuestas, a cual más extravagantes, cruzábanse en todos sentidos y brotaban por doquier. Yanquis, canadienses e ingleses porfiaban con análoga furia; por todas partes corrían libras y dólares mientras la muchedumbre se agitaba, se empujaba, se agolpaba y se aplastaba contra un vasto recinto, atropellando a los policemen que ya no podían contenerla, y eso que no economizaban los mazazos, que caían como granizo sobre los más impacientes…


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185 págs. / 5 horas, 25 minutos / 738 visitas.

Publicado el 22 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Años y Leguas

Gabriel Miró


Novela


Dedicatoria

Sigüenza se ve como espectáculo de sus ojos, siempre a la misma distancia siendo él. Está visualmente rodeado de las cosas y comprendido en ellas. Es menos o más que su propósito y que su pensamiento. Se sentirá a sí mismo como si fuese otro, y ese otro es Sigüenza hasta sin querer. Sean estas páginas suyas para el amigo de Sigüenza, más Sigüenza y más él.

La llegada

Camino de su heredad de alquiler, se le aparece a Sigüenza el recuerdo de una rinconada de Madrid. Las ciudades grandes, ruidosas y duras, todavía tienen alguna parcela con quietud suya, con tiempo suyo acostado bajo unas tapias de jardines. Asoma el fragmento de un árbol inmóvil participando de la arquitectura de una casona viejecita.

Por allí se internaba muchas veces Sigüenza. La rinconada le dio su goce a costa del cansancio de la ciudad. Allí se escaparía cuando quisiera, llenándose el corazón y los ojos de todo aquello, como si se llenara, de prisa, los bolsillos.

Promesa de provincia; es decir, de infancia. Detrás de un cantón surge el horizonte de tierra labradora: follajes opulentos de la Casa Real; nieblas del río; senderitos que se tuercen y suben, y se apartan de Madrid, anda que andarás...

...Y al volver la memoria, le parecía a Sigüenza que volviese con recelo sus ojos a muchas leguas de distancia. Porque, ahora, desde la verdad rural, aquel sitio apacible, de consolación, no era sino el principio de la ciudad, un embuste de calma.

Iba Sigüenza montado en un jumento, porque así recorrió, hacía mucho tiempo, sus campos natales. Estaba muy gozoso, como entonces; no había más remedio, para guardarse fidelidad a sí mismo, al que era hacía veinte años. Y se inclinaba tocando la piel tibia y sudada de la cabalgadura, y se miró en sus ojos, gordos, dorados y dulces como dos frutos.


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Dominio público
202 págs. / 5 horas, 53 minutos / 288 visitas.

Publicado el 27 de julio de 2020 por Edu Robsy.

Bailén

Benito Pérez Galdós


Novela


I


—Me hacen ustedes reír con su sencilla ignorancia respecto al hombre más grande y más poderoso que ha existido en el mundo. ¡Si sabré yo quién es Napoleón!, yo que le he visto, que le he hablado, que le he servido, que tengo aquí en el brazo derecho la señal de las herraduras de su caballo, cuando.... Fué en la batalla de Austerlitz: él subía a todo escape la loma de Pratzen, después de haber mandado destruir a cañonazos el hielo de los pantanos donde perecieron ahogados más de cuatro mil rusos. Yo, que estaba en el 17.º de línea, de la división de Vandamme, yacía en tierra gravemente herido en la cabeza. De veras creí que había llegado mi última hora. Pues, como digo, al pasar él con todo su Estado Mayor y la infantería de la Guardia, las patas de su caballo me magullaron el brazo en tales términos, que todavía me duele. Sin embargo, tan grande era nuestro entusiasmo en aquel célebre día, que incorporándome como pude, grité: «¡Viva el Emperador!»


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201 págs. / 5 horas, 53 minutos / 711 visitas.

Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.

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