Textos peor valorados etiquetados como Novela disponibles | pág. 36

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Espatolino

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela


I

¿Habéis estado alguna vez en Italia? ¿Conocéis aquel país clásico de los héroes, de los artistas y de los bandidos? Si por pereza o absoluta carencia de medios no habéis tenido aún la dicha de recorrer aquella privilegiada región de Europa, no os habrá faltado, por lo menos, uno de tantos libros curiosos como andan por esos mundos, y gracias a los cuales alcanzamos todos la ventaja inestimable de viajar sin movernos de nuestro sitio, mirando y comprendiendo aquel celebrado país, con los ojos y la inteligencia de Madame Staël, de Chateaubriand, de Dumas y de otros infinitos, cuyos nombres sería largo de consignar. ¿Y quién, además, no ha tenido a mano una de aquellas innumerables guías, con cuyo auxilio se logra en pocos minutos conocer palmo a palmo aquella tierra bendita, inexhausta fuente de inspiración para el poeta y para el novelista?

Dando, pues, por indudable que conocéis, tanto como yo misma al menos, la parte del mundo a que intento trasportaros, espero me seguiréis sin ningún género de temor o pena, y aun supongo prudentemente que no me impondréis en toda su extensión la enojosa tarea de Cicerón.

En este concepto, trasladémonos desde luego, lectores míos, al camino de Roma a Nápoles, y descansemos un instante en aquella línea que separa los Estados Pontificios del territorio de la antigua Parténope. Echemos desde allí una rápida ojeada al suelo pantanoso y triste que dejamos a la espalda (y del que pudiera decirse que, cansado de producir grandes hombres, desdeña el fútil adorno de la vegetación), y otra no menos breve a las fértiles campiñas que se despliegan delante de nosotros, y en las que hallaremos toda la lozanía, todo el vigor de la naturaleza, pudiendo apenas persuadirnos que esa tierra, que parece tan joven, conserve la huella de glorias tan antiguas como las que recuerda su orgullosa vecina.


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Dominio público
189 págs. / 5 horas, 32 minutos / 242 visitas.

Publicado el 17 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Sin Rumbo

Eugenio Cambaceres


Novela


Primera parte

I

En dos hileras, los animales hacían calle a una mesa llena de lana que varios hombres se ocupaban en atar.

Los vellones, asentados sobre el plato de una enorme balanza que una correa de cuero crudo suspendía del maderamen del techo, eran arrojados después al fondo del galpón y allí estivados en altas pilas semejantes a la falda de una montaña en deshielo.

Las ovejas, brutalmente maneadas de las patas, echadas de costado unas junto a otras, las caras vueltas hacia el lado del corral, entrecerraban los ojos con una expresión inconsciente de cansancio y de dolor, jadeaban sofocadas.

Alrededor, a lo largo de las paredes, en grupos, hombres y mujeres trabajaban agachados.

La vincha, sujetando la cerda negra y dura de los criollos, la alpargata, las bombachas, la boina, el chiripá, el pantalón, la bota de potro, al lado de la zaraza harapienta de las hembras, se veían confundidos en un conjunto mugriento.

En medio del silencio que reinaba, entrecortado a ratos por balidos quejumbrosos o por las compadradas de la chusma que esquilaba, las tijeras sonaban como cuerdas tirantes de violín, cortaban, corrían, se hundían entre el vellón como bichos asustados buscando un escondite y, de trecho en trecho, pellizcando el cuero, lonjas enteras se desprendían pegadas a la lana. Las carnes, cruelmente cortajeadas, se mostraban en heridas anchas, desangrando.

Por tres portones soplaba el viento Norte: era como los tufos abrasados de un fogón:

—¡Remedio! —gritó una voz.

La de un chino fornido, retacón, de pómulos salientes, ojos chicos, sumidos y mirada torva.

Uno de esos tipos gauchos, retobados, falsos como el zorro, bravos como el tigre.


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Dominio público
157 págs. / 4 horas, 35 minutos / 614 visitas.

Publicado el 12 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Pot-pourri

Eugenio Cambaceres


Novela


Dos palabras del autor

Cuando un pobre diablo transita pacíficamente por las encrucijadas de la vida con una cantinela en los labios y porque su música suena mal en ciertas orejas enfermas, se ve asaltado de golpe por una turba rabiosa que se le va encima, lo avanza, lo acosa y puja por arrebatarle la bolsa, por robarle esos billetes de banco que se ganan sudando y que se llaman nombre, fama, reputación, ¿qué hace

Para que no le sacudan a traición, se arrincona por lo pronto, aunque sea en algún ángulo de pared, de los que la indecencia pública suele convertir en meaderos, revolea un garrote justiciero, o, si lo pescan descuidado, a falta de refugio más seguro, arma el paraguas, a guisa de escudo y se acurruca tras de él para cubrirse del manoteo de los grandes y de las uñas de los chicos que, como cuzcos en riña de mastines, pretenden alzar la pata y mojar ellos también

Ese es el caso

Una mañana me desperté con humor aventurero y, teniendo hasta los tuétanos del sempiterno programa de mi vida: levantarme a las doce, almorzar a la una, errar como bola sin manija por la calle Florida, comer donde me agarrara la hora, echar un bésigue en el Club, largarme al teatro, etc., pensé que muy bien podía antojárseme cambiar de rumbos, inventar algo nuevo, lo primero que me cayera a la mano, con tal que sirviera de diversión a este prospecto embestiador, ocurriéndoseme entonces una barbaridad como otra cualquiera: contribuir, por mi parte, a enriquecer la literatura nacional

Para que uno contribuya, por su parte, a enriquecer la literatura nacional, me dije, basta tener pluma, tinta, papel y no saber escribir el español; yo reúno discretamente todos estos requisitos, por consiguiente, nada se opone a que contribuya, por mi parte, a enriquecer la literatura nacional


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Dominio público
114 págs. / 3 horas, 20 minutos / 173 visitas.

Publicado el 12 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Música Sentimental

Eugenio Cambaceres


Novela


I

El «Orénoque», de la compañía «MESSAGERIES MARITIMES», acababa de fondear frente a Pauillac con cargamento general de mercaderías humanas procedentes del Río de la Plata y escalas del Brasil.

Lotes de pueblo vasco, hacienda cerril atracada por montones, en tropa, al muelle de pasajeros de Buenos Aires, diez o quince años antes, con un atado de trapos de coco azul sobre los hombros y zapatos de herraduras en los pies.

Lecheros, horneros y ovejeros trasformados con la vuelta de los tiempos y la ayuda paciente y resignada de una labor bestial, en caballeros capitalistas que se vuelven a su tierra pagándose pasajes de primera para ellos y sus crías, pero siempre tan groseros y tan bárbaros como Dios los echó al mundo.

Surtido de portugueses y brasileros alzados en Río, Bahía y Pernambuco. Gentes blandujas y fofas como la lengua que hablan.

Pasan su vida abordo descuajados sobre asientos de paja, comiendo y vomitando mangos y, aunque entre ellos suele haber uno que otro que medio pasa, en cambio, la casi totalidad enferma es vulgar, dejada y sucia.

Cuestión de sangre y cuestión de temperatura.

Tenderos franceses y almaceneros españoles en busca de sus respectivas pacotillas.

Media docena de arrastradas, albañales de détritus humanos.

Y, por último, uno que otro particular decente que, solo o con su familia, viaja por quehacer o diversión.

Toda esta masa híbrida del gusano-rey se agita, se codea, se empuja y se agolpa confundida por entre altos de baúles y maletas, en una atmósfera de entrepuente, amasada con peste de bodega, aceite rancio de máquina y agrio de sudor.

Es que acaba de oírse el silbato de la lancha a que van a ser pasados para llegar a Burdeos y nadie quiere quedarse atrás, lo que no importa, por supuesto, que nadie llegue primero.

Entre los presentes estoy yo y está el héroe de mi cuento.

¿Qué es?


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Dominio público
127 págs. / 3 horas, 43 minutos / 257 visitas.

Publicado el 12 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Dos Mujeres

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela


Prólogo

Si la benévola acogida con que el público de Madrid ha concedido a la novelita intitulada Sab, impusiese solamente a su autora la obligación de presentarle otra obra de más estudio y estudio y profundidad, acaso no se atrevería a dar a la prensa su ensayo en tal difícil género, desconfiando de llenar debidamente aquella obligación. Pero como quiera que no cree menos imperioso el deber de ofrecer a tan indulgente público un testimonio de su gratitud, y no alcanza otro que el de presentarle sus ligeros trabajos, se determina a publicar la presente novela, sin creerse en la precisión de hacer alarde de una falsa modestia, rebajando el mérito que pueda tener, ni menos atribuirle alguno de que acaso carezca.

Dirá únicamente que la presente obrita no pertenece al género histórico descriptivo que inmortalizará el nombre de Walter Scott; ni tampoco a la novela dramática, por decirlo así, de Víctor Hugo. No hay en ella creaciones, tales como el Han de Islandia y Claudio, ni ha intentado la autora desentrañar del secreto del corazón humano el instinto del crimen. Más humilde y menos profunda, se ha limitado a bosquejar caracteres verosímiles y pasiones naturales; y los cuadros que ofrece su novela, si no son siempre lisonjeros, nunca son sangrientos.

A los críticos abandona los defectos numerosos que deben contener estas páginas como obra literaria, y previene cualquiera interpretación ligera o rigurosa que pueda deducirse de su lectura, declarando que ningún objeto moral ni social se ha propuesto al describirlas.


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Dominio público
266 págs. / 7 horas, 46 minutos / 591 visitas.

Publicado el 17 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Paredes, un Campesino Extremeño

Patricio Chamizo


Novela


I

Mi pueblo está situado en un rincón perdido de la provincia de Badajoz, a no mucha distancia de las Vegas Altas del Guadiana, pero lo suficiente lejos para no haberse beneficiado de sus planes de regadíos. Son tierras de secano, de olivos, viñedos y frutales, aparte de varios cortijos que hay a sus alrededores, pero apenas eran utilizados por ovejas y cerdos con muy poca tierra dedicada al cultivo agrícola, por lo que daban poco trabajo a los jornaleros del pueblo. Eran, más bien, fincas de recreo y cotos de caza. Un pueblo rico, pero, como todos los pueblos, rico para los ricos, pero pobre para los pobres.

Casi todas las casas estaban hechas de adobe y tapias de tierra apisonada. Excepto las del centro, que eran de piedra. Las calles donde estaban situadas las casas de piedra estaban empedradas; las otras eran de tierra. Digo yo que esto sería para que hicieran juego las calles con las casas. La iluminación de las calles de piedra era buena; la de las otras, infame. Las casas de adobe, a falta de sólidos cimientos, tenían humedad todo el año, por lo que el reuma era fiel compañero de sus inquilinos.

Cuando yo vivía allí no había aguas corrientes ni, por tanto, cuartos de baño. En el corral había un hoyo donde iban a parar toda la basura y en un rincón, sobre él, un pequeño cuarto que servía de retrete. Pero el agua de fregar se tiraba al centro de la calle donde a modo de albañal, el agua corría hacia abajo, como un arroyo. En verano se hacían charcos de agua fétida y corrompida donde las moscas veraneaban. En invierno toda la calle era un barrizal, en el cual se quedaban atrapadas las alpargatas, a poco que el viandante se descuidase. Para evitar esos percances, los vecinos, cada uno por su cuenta, ponía piedras, por las cuales, mediante un ejercicio acrobático, íbamos pisando para no quedar hundidos en el lodazal.


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Creative Commons
201 págs. / 5 horas, 53 minutos / 129 visitas.

Publicado el 7 de abril de 2019 por Edu Robsy.

Del Frío al Fuego

Felipe Trigo


Novela


A Consuelo Seco y Fabre

Muchas de las impresiones que forman este libro, fueron sentidas por nosotros dos juntos, sobre el mar. Tú pasaste bajo los cielos anchos incognoscida, poderosa.

Sea el libro la consagración de aquella rara vida intensa nuestra, enorme. Él tiene quizás rayos de sol, del sol de fuego; él tiene acaso fantásticos rayos de luna.

Y tiene sólo una verdad perenne: tu verdad.


Felipe Trigo

I

Al saltar al bote siento la transcendencia de mi resolución y comprendo las conmemoraciones. Mandaría esculpir en esa grada del embarcadero: «POR AQUÍ SALIÓ AL OTRO LADO DEL MUNDO ANDRÉS SERVÁN»... Mi madre, mis hermanas, alguna mujer acaso bien querida, podrían venir a ver en Barcelona la última piedra que pisé de España —si no volviese.

—¿Al Reus?

—Al Reus.

Juega el timón y orienta el esfuerzo del remero por entre dos bergantines. La negra mole del buque se destaca no lejos, coronada de humo. Permanece en mitad del puerto, donde lo dejé por la mañana, sólo que ha vuelto a la ciudad la banda izquierda y le rodean más lanchas.

Todo igual. Tronchos y algas flotantes en las sucias aguas, olor a limos y a sardinas, vaporcillos y velas que cruzan, grandes barcos llenos de cordajes por la extensa línea de los muelles... El viejo patrón rema con la misma indiferencia que reinaron otros paseándome por las bahías en Cádiz, en Santander... sino que esta vez no seré yo el que se queda envidiando a los que van a surcar el Océano; voy también a los países del oriente, del sol y la hermosura, del fuego y de la guerra... habiendo bastado para ello una instancia al Ministerio escrita en una hora de mayor aburrimiento y con idéntico fastidio que el parte de la guardia.


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Dominio público
227 págs. / 6 horas, 38 minutos / 186 visitas.

Publicado el 14 de abril de 2019 por Edu Robsy.

El Valdemaro

Vicente Martínez Colomer


Novela


Prólogo

Placer y utilidad, he aquí los principales caracteres que debe tener una obra para que sea recomendable. El placer puede embriagar el espíritu de los lectores y enajenarlo en sabroso éxtasis, pero siempre dejará vacío el entendimiento; ni la utilidad podrá llenar jamás este vacío cuando se fija en una instrucción seca y áridamente propuesta. Por eso da Horacio la palma al que con ingeniosa sagacidad sabe mezclar lo útil con lo dulce. Pero éste es un privilegio que sólo a sus clientes conceden las Musas; y cualquiera que no tenga la fortuna de contarse en este número no podrá gloriarse jamás de producir obras marcadas con tan bellos caracteres

¿Qué podré yo, pues, prometerme de esta que ofrezco al público? Sin la amable libertad del genio, sin espectáculo de mundo, sin modelos sobre que formarme y sin ninguno de aquellos auxilios que, al paso que contribuyen a encender la imaginación, ponen en movimiento la noble emulación de un estudioso, ¿cómo habré sabido formar una obra agradable a los delicados literatos? El silencio del claustro, el retiro de la celda, una meditación lenta y fría no pueden excitar ideas para formar una fábula maravillosa y verosímilmente sostenida, cuyos episodios sean oportunos, bien pintados los caracteres de las personas, vivas y graciosas las descripciones, animadas las narraciones, afectuosas y patéticas las escenas, exacta la elocución y primorosamente ejecutado cuanto se requiere para una obra de esta clase

Conozco la dificultad de la empresa, y este conocimiento me arrebata las esperanzas que podía formar de un feliz desempeño. Sin embargo, ya que esta obra no sea del todo agradable, a lo menos he procurado que no sea del todo inútil, para cuyo efecto me he propuesto manifestar que la providencia de Dios asiste en todos los acontecimientos de la vida humana y que el hombre, lejos de resistir a sus disposiciones, debe dejarse gobernar por ellas


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Dominio público
167 págs. / 4 horas, 52 minutos / 84 visitas.

Publicado el 7 de abril de 2019 por Edu Robsy.

Halma

Benito Pérez Galdós


Novela


Primera parte

I

Doy a mis lectores la mejor prueba de estimación sacrificándoles mi amor propio de erudito investigador de genealogías... vamos, que les perdono la vida, omitiendo aquí el larguísimo y enfadoso estudio de linajes, por donde he podido comprobar que doña Catalina de Artal, Xavierre, Iraeta y Merchán de Caracciolo, Condesa de Halma-Lautenberg, pertenece a la más empingorotada nobleza de Aragón y Castilla, y que entre sus antecesores figuran los Borjas, los Toledos, los Pignatellis, los Gurreas, y otros nombres ilustres. Explorando la selva genealógica, más bien que árbol, en que se entrelazan y confunden tan antiguos y preclaros linajes, se descubre que, por el casamiento de doña Urianda de Galcerán con un príncipe italiano, en 1319, los Artales entroncan con los Gonzagas y los Caracciolos. Por un lado, si los Xavierres de Aragón aparecen injertos en los Guzmanes de Castilla, en la rama de los Iraetas corre la savia de los Loyolas, y en la de los Moncadas de Cataluña la de los Borromeos de Milán. De lo cual resulta que la noble señora no sólo cuenta entre sus antepasados varones insignes por sus hazañas bélicas, sino santos gloriosos, venerados en los altares de toda la cristiandad.

Como he lado al buen lector mi palabra de no aburrirle, me guardo para mejor ocasión los mil y quinientos comprobantes que reuní, comiéndome el polvo de los archivos, para demostrar el parentesco de doña Catalina con el antipapa D. Pedro de Luna, Benedicto XIII. Busca buscando, hallé también su entronque lejano con Papas legítimos, pues existiendo una rama de los Artal y Ferrench que enlazó con las familias italianas de Aldobrandini y Odescalchi, resulta claro como la luz que son parientes lejanos de la Condesa los Pontífices Clemente VIII e Inocencio XI.


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Dominio público
234 págs. / 6 horas, 50 minutos / 439 visitas.

Publicado el 28 de abril de 2019 por Edu Robsy.

Jarrapellejos

Felipe Trigo


Novela


A Melquíades Álvarez

Desde la majestad de mi independencia de intenso historiador de las costumbres (no siempre grato a todos, por ahora) permítame usted que le dedique este libro a la majestad de sus talentos (no siempre gratos a todos, por ahora) de futuro gobernante.

Él, en medio del ambiente un poco horrible de la Europa, le evocará la verdadera verdad del ambiente de un país europeo, el nuestro, cuya cristalización en un medievalismo bárbaro, ya sin el romántico espíritu de lo viejo, y aun sin los generosos positivismos altruistas de lo moderno, le hace todavía más horrible que los otros. No le diré que estas páginas contienen la historia de una íntegra realidad, pero sí la de una realidad dispersa, la de la vida de las provincias españolas, de los distritos rurales (célula nacional, puesto que Madrid, como todas las ciudades populosas, no es más que un conglomerado cosmopolita y sin típico carácter), que yo conozco más hondamente que usted, acaso, por haberla sufrido largo tiempo.

Si usted lee este libro con un poco de más reposada atención que hayan de leerlo millares de lectores de ambos mundos, quizá más pronto y mejor pueda verse en buen camino la intención con que lo he escrito. Me llaman algunos inmoral, por un estilo; a usted, también, algunos le llaman inmoral, por otro estilo; pero usted, que por España habrá llorado muchas veces lágrimas de sangre de dolor, y yo, que por España di mi sangre un día y por España suelo llorar cuando escribo, sabemos lo que valen esas cosas.


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Dominio público
356 págs. / 10 horas, 23 minutos / 296 visitas.

Publicado el 13 de abril de 2019 por Edu Robsy.

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