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A los Pies de Venus

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


Parte 1. El último cruzado

Capítulo 1. LAS DICHAS Y CONTRARIEDADES DEL CABALLERO TANNHAUSER EN LA VENUSBERG

Al distraídamente la fecha de los periódicos recién llegados de París, sintió por primera vez Claudio Borja la existencia del tiempo.

Hasta entonces había llevado una vida irreal, libre de la esclavitud de las horas y las imposiciones del espacio.

Todos los días eran iguales para él.

No vivía, se deslizaba con suavidad por un declive dulce, sin altibajos ni sacudidas. El día presente era tan bello como el anterior, y sin duda, resultaría igual al próximo mañana. Sólo al recordarle la fecha de los diarios otra fecha idéntica guardada en su memoria, hizo un cálculo del tiempo transcurrido durante esta dulce inercia, únicamente comparable a las de los seres que en los cuentos árabes quedan inmóviles, dentro de ciudades encantadas, paralizadas por un conjuro mágico

¡Un año!… Iba ya transcurrido un año desde aquel suceso que dividía su existencia, como los hechos trascendentales parten la Historia, sirviendo de cabecera a una nueva época. Recordaba su sorpresa en el ruinoso castillo papal de Peñíscola, próximo al Mediterráneo, ante la aparición inesperada de Rosaura Salcedo. La hermosa viuda venia a buscarle sin saber por qué, creyendo obrar así por aburrimiento y moviéndose en realidad a impulsos de un amoroso instinto, aún no definido, que pugnaba por adquirir forma. Luego veía la tempestad, llamada por él providencia, el refugio de los dos en un huerto de naranjos próximo a Castellón, la noche pasada en la vivienda de una campesina, que los tomaba por esposos


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Dominio público
345 págs. / 10 horas, 4 minutos / 977 visitas.

Publicado el 11 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Sonata de Invierno

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


Como soy muy viejo, he visto morir a todas las mujeres por quienes en otro tiempo suspiré de amor: De una cerré los ojos, de otra tuve una triste carta de despedida, y las demás murieron siendo abuelas, cuando ya me tenían en olvido. Hoy, después de haber despertado amores muy grandes, vivo en la más triste y más adusta soledad del alma, y mis ojos se llenan de lágrimas cuando peino la nieve de mis cabellos. ¡Ay, suspiro recordando que otras veces los halagaron manos principescas! Fué mi paso por la vida como potente florecimiento de todas las pasiones: Uno a uno, mis días se caldeaban en la gran hoguera del amor: Las almas más blancas me dieron entonces su ternura y lloraron mis crueldades y mis desvíos, mientras los dedos pálidos y ardientes deshojaban las margaritas que guardan el secreto de los corazones. Por guardar eternamente un secreto, que yo temblaba de adivinar, buscó la muerte aquella niña a quien lloraré todos los días de mi vejez. ¡Ya habían blanqueado mis cabellos cuando inspiré amor tan funesto!


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Dominio público
77 págs. / 2 horas, 16 minutos / 945 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Metamorfosis o El Asno de Oro

Apuleyo


Novela


LIBRO PRIMERO

Voy a presentaros aquí, en ordenado conjunto, diversas fábulas del género milesiano. ¡Ojalá halaguen con agradable murmullo vuestros oídos benévolos! Si os dignáis recorrer este papyrus egipcio, sobre el cual se ha paseado la punta de una caña del Nilo, veréis, admirados, cómo las humanas criaturas cambian de figura y condición, para tomar de nuevo, más tarde, su primitivo estado. Empiezo. Pero antes dediquemos unas pocas palabras al autor. El Himeto, en la Ática, el istmo de Efiro [Éfira] y Tenaros [Ténaro], en Esparta, tierras felices consagradas para siempre en libros más felices todavía, fueron la cuna de mis antepasados. Allí aprendí la lengua griega, primera conquista de mi infancia. Lleváronme luego a la capital del Lacio; y obligado a conocer la lengua de los romanos, para seguir sus estudios, sólo alcancé poseerla después de penosos esfuerzos, sin auxilio de maestro alguno. Ante todo solicito, pues, vuestra indulgencia si salen de mi pluma de novel escritor algunas locuciones de sabor exótico o forense. Por lo demás, este cambio de idioma armoniza perfectamente con la índole de este libro, puesto que trata de metamorfosis. Empiezo una fábula de origen griego. ¡Atiende, lector! Te va a gustar.


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Dominio público
248 págs. / 7 horas, 14 minutos / 734 visitas.

Publicado el 19 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Desheredada

Benito Pérez Galdós


Novela


Primera parte

Saliendo a relucir aquí, sin saber cómo ni por qué, algunas dolencias sociales, nacidas de la falta de nutrición y del poco uso que se viene haciendo de los benéficos reconstituyentes llamados Aritmética, Lógica, Moral y Sentido Común, convendría dedicar estas páginas... ¿a quién? ¿al infeliz paciente, a los curanderos y droguistas que, llamándose filósofos y políticos, le recetan uno y otro día?... No; las dedico a los que son o deben ser verdaderos médicos: a los maestros de escuela.

B. P. G.

Madrid.—Enero de 1881.

PERSONAJES DE ESTA PRIMERA PARTE

ISIDORA RUFETE, protagonista.
MARIANO RUFETE, su hermano.
LA SANGUIJUELERA, tía.
AUGUSTO MIQUIS, estudiante de Medicina.
JOAQUÍN PEZ, Marqués viudo de
SALDEORO, hijo de
DON JUAN MANUEL JOSÉ DEL PEZ, Director general en el Ministerio de Hacienda.
DON JOSÉ DE RELIMPIO Y SASTRE, espejo de los vagos.
DOÑA LAURA, su esposa
MELCHOR DE RELIMPIO, hijos
EMILIA, hijos
LEONOR, hijos
LA MARQUESA DE ARANSIS.
EL MAJITO, niño.
ZARAPICOS, pícaros
GONZALETE, pícaros
TOMÁS RUFETE.
EL SEÑOR DE CANENCIA.
MATÍAS ALONSO, conserje de la casa de Aransis.
UN CONCEJAL.  
UN COMISARIO DE BENEFICENCIA.  
MI TÍO EL CANÓNIGO (que no sale).
Hombres y mujeres del pueblo, niños, Peces de ambos sexos, criados, guardias civiles, etc.

La escena en Madrid, y empieza en la primavera de 1872.


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451 págs. / 13 horas, 10 minutos / 686 visitas.

Publicado el 25 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Martín Rivas

Alberto Blest Gana


Novela


Al Señor Don Manuel Antonio Matta

Mi querido Manuel:

Por más de un titulo te corresponde la dedicatoria de esta novela: ella ha visto la luz pública en las columnas de un periódico fundado por tus esfuerzas y dirigido por tu decisión y constancia a la propagación y defensa de los principios liberales; su protagonista ofrece el tipo, digno de imitarse, de los que consagran un culto inalterable a las nobles virtudes del corazón, y, finalmente, mi amistad quiere aprovechar esta ocasión de darte un testimonio de que al cariño nacido en la infancia se une ahora el profundo aprecio que inspiran la hidalguía y el patriotismo puestos al servicio de una buena causa con entero desinterés.

Recibe, pues, esta dedicatoria como una prenda de la amistad sincera y del aprecio distinguido que te profesa tu afectísimo

ALBERTO BLEST GANA

1

A principios del mes de julio de 1850 atravesaba la puerta de calle de una hermosa casa de Santiago un joven de veintidós a veintitrés años.

Su traje y sus maneras estaban muy distantes de asemejarse a las maneras y al traje de nuestros elegantes de la capital. Todo en aquel joven revelaba al provinciano que viene por primera vez a Santiago. Sus pantalones negros, embotinados por medio de anchas trabillas de becerro, a la usanza de los años de 1842 y 43; su levita de mangas cortas y angostas; su chaleco de raso negro con largos picos abiertos, formando un ángulo agudo, cuya bisectriz era la línea que marca la tapa del pantalón; su sombrero de extraña forma y sus botines abrochados sobre los tobillos por medio de cordones negros componían un traje que recordaba antiguas modas, que sólo los provincianos hacen ver de tiempo en tiempo, por las calles de la capital.


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Dominio público
430 págs. / 12 horas, 33 minutos / 637 visitas.

Publicado el 7 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Flor de Santidad

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


Primera estancia

Capítulo I

CAMINABA rostro á la venta uno de esos peregrinos que van en romería á todos los santuarios y recorren los caminos salmodiando una historia sombría, forjada con reminiscencias de otras cien, y á propósito para conmover el alma de los montañeses, milagreros y trágicos. Aquel mendicante desgreñado y bizantino, con su esclavina adornada de conchas, y el bordón de los caminantes en la diestra, parecía resucitar la devoción penitente del tiempo antiguo, cuando toda la Cristiandad creyó ver en la celeste altura el Camino de Santiago. ¡Aquella ruta poblada de riesgos y trabajos, que la sandalia del peregrino iba labrando piadosa en el polvo de la tierra!

No estaba la venta situada sobre el camino real, sino en mitad de un descampado donde sólo se erguían algunos pinos desmedrados y secos. El paraje de montaña, en toda sazón austero y silencioso, parecíalo más bajo el cielo encapotado de aquella tarde invernal. Ladraban los perros de la aldea vecina, y como eco simbólico de las borrascas del mundo se oía el retumbar ciclópeo y opaco de un mar costeño muy lejano. Era nueva la venta, y en medio de la sierra adusta y parda, aquel portalón color de sangre y aquellos frisos azules y amarillos de la fachada, ya borrosos por la perenne lluvia del invierno, producían indefinible sensación de antipatía y de terror. La carcomida venta de antaño, incendiada una noche por cierto famoso bandido, impresionaba menos tétricamente.


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Dominio público
63 págs. / 1 hora, 50 minutos / 588 visitas.

Publicado el 30 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Ángel Guerra

Benito Pérez Galdós


Novela


Primera parte

Capítulo I. Desengañado

I

Precipitemos la narración diciendo que la que abría se llamaba Dulcenombre, y el que entró Ángel Guerra, hombre más bien grueso que flaco, de regular estatura, color cetrino y recia complexión, cara de malas pulgas y... Pero ¿a qué tal prisa? Calma, y dígase ahora tan sólo que Dulcenombre, en cuanto le echó los ojos encima (para que la verdad resplandezca desde el principio, bueno será indicar sin rebozo que era su amante), notó el demudado rostro que aquella mañana se traía, mohín de rabia, mirar atravesado y tempestuoso. Juntos pasaron a la sala, y lo primero que hizo Guerra fue tirar al suelo el ajado sombrero, y mostrar a la joven su mano izquierda mojada de sangre fresca, que por los dedos goteaba.

—Mira como vengo, Dulce... Cosa perdida... ¡Quién se vuelve a fiar de tantísimo cobarde, de tantísimo necio!

El espanto dejó sin habla por un momento a la pobre mujer. Creyó que no sólo la mano, sino el brazo entero del hombre amado, se desprendía del cuerpo, cayendo en tierra como trozo de res desprendido de los garfios de una carnicería.

¡Querido, ay —exclamó al fin—, bien te lo dije!... ¡Para qué te metes en esas danzas?

Dejose caer el herido en el sillón más próximo, lanzando de su, boca, como quien escupe fuerte, una blasfemia desvergonzada y sacrílega, y después revolvió sus ojos por todo el ámbito de la estancia, cual si escuchara su propia exclamación repercutiendo en las paredes y en el techo. Mas no era su apóstrofe lo que oía, sino el zumbido de uno de estos abejones que suelen meterse de noche en las casas, y buscando azorados la salida, tropiezan en las paredes, embisten a testarazos los cristales, y nos atormentan con su murmullo grave y monótono, expresión musical del tedio infinito.

—¿Tienes árnica? —dijo Guerra mirándose la ensangrentada, mano.


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Dominio público
790 págs. / 1 día, -1 horas, 2 minutos / 571 visitas.

Publicado el 13 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Flor de Mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


I

Al amanecer cesó la lluvia. Los faroles de gas reflejaban sus inquietas luces en los charcos del adoquinado, rojos como regueros de sangre, y la accidentada línea de tejados comenzaba á dibujarse sobre el fondo ceniciento del espacio.

Eran las cinco. Los vigilantes nocturnos descolgaban sus linternas de las esquinas, y golpeando con fuerza los entumecidos pies se alejaban después de saludar con perezoso ¡bòn día! á las parejas de agentes encapuchados que aguardaban el relevo de las siete.

Á lo lejos, agrandados por la sonoridad del amanecer, desgarraban el silencio los silbidos de los primeros trenes que salían de Valencia. En los campanarios, los esquilones llamaban á la misa del alba, unos con una voz cascada de vieja, otros con inocente balbuceo de niño, y repetido de azotea en azotea vibraba el canto del gallo con su estridente entonación de diana guerrera.

En las calles desiertas y mojadas, despertaban extrañas sonoridades los pasos de los primeros transeuntes. Por las puertas cerradas escapábase, al través de las rendijas, la respiración de todo un pueblo en las últimas delicias de un sueño tranquilo.

Aclarábase el espacio lentamente, como si arriba fuesen rasgándose una por una las innumerables gasas tendidas ante la luz. Penetraba en las encrucijadas, hasta en los últimos rincones, una claridad gris y fría, que sacaba de la sombra los pálidos contornos de la ciudad; y como un esfumado paisaje de linterna mágica con el foco de luz fija lentamente en sus perfiles, aparecían las fachadas mojadas por el aguacero, los tejados brillantes como espejos, los aleros destilando las últimas gotas y los árboles de los paseos, desnudos y escuetos como escobas, sacudiendo el invernal ramaje, con el tronco musgoso destilando humedad.


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Dominio público
173 págs. / 5 horas, 3 minutos / 557 visitas.

Publicado el 19 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Cánovas

Benito Pérez Galdós


Novela


I

Los ociosos caballeros y damas aburridas que me han leído o me leyeren, para pasar el rato y aligerar sus horas, verán con gusto que en esta página todavía blanca pego la hebra de mi cuento diciéndoles que al escapar de Cuenca, la ciudad mística y trágica, fuimos a parar a Villalgordo de Júcar, y allí, mi compañero de fatigas Ido del Sagrario y yo, dando descanso a nuestros pobres huesos y algún lastre a nuestros vacíos estómagos, deliberamos sobre la dirección que habíamos de tomar. El desmayo cerebral, por efecto del terror, del hambre y de las constantes sacudidas de nervios en aquellos días pavorosos, dilató nuestro acuerdo. Inclinábame yo a correrme hacia Valencia, impelido por corazonadas o misteriosos barruntos. Di en creer que hallaría en tierras de Levante a mi maestra Mariclío y que por ella tendría conocimiento de la preparación de graves sucesos. Pero a Ido le tiraba hacía Madrid una fuerte querencia: su mujer, sus amigos, su casa de huéspedes. La ley de adherencia en las comunes andanzas aventureras nos apegaba con vínculo estrecho. Desconsolados ambos ante la idea de la separación, cogimos el tren en La Roda y nos plantamos en la Villa y Corte.


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Dominio público
203 págs. / 5 horas, 55 minutos / 553 visitas.

Publicado el 21 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Los Aventureros del Mar

Emilio Salgari


Novela


1. El “Garona”

En un caluroso día de agosto de 1832, un barco de quilla estrecha y alta arboladura navegaba a cuarenta millas de la desembocadura del Coanza, uno de los mayores ríos de la costa del África ecuatorial. Era un hermoso ejemplar de bergantín a palo, que a primera vista se le hubiese podido confundir con un crucero liviano ya que estaba armado de doce cañones, pero su dotación estaba compuesta de sólo sesenta hombres y al tope de su mástil principal no flameaba la cinta roja, distintivo de las naves de guerra.

En el puente de mando, un hombre de elevada estatura, facciones enérgicas al par que bellas, ojos negros y penetrantes y barba corta muy oscura, observaba las actividades de la tripulación, mientras a su lado otro consultaba atentamente un mapa de la zona. La figura del último contrastaba notablemente con la del primero, pues era bajito, nervudo, de rasgos angulosos, frente angosta, mirada dura, barba rojiza e híspida y piel bronceada.

Después de estudiar algunos minutos la carta se volvió al compañero y le informó con voz áspera:

—Nos hallamos próximos al Coanza, capitán Solilach, y posiblemente mañana lo alcanzaremos.

—No tenía la menor duda de ello, señor Parry— contestó el otro—. Volveremos a ver al querido Pembo.

—Que estará borracho como de costumbre, capitán.

—Es probable, lugarteniente.

—Esperemos que nuestro “Garona” pueda hacer la carga completa, para no tener que ir hasta las costas de la Hotentotia a buscar lo que falte. ¿Cuántos esclavos necesitan los plantadores de Cuba?

—Lo menos quinientos.

—¡Uhm! Dudo que Pembo los tenga.

—En ese caso tendremos que corrernos hasta la costa sur.

—¿No teme a los buques patrulleros?

—Disponemos de doce cañones y sesenta hombres decididos.


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Dominio público
145 págs. / 4 horas, 15 minutos / 550 visitas.

Publicado el 4 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

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