Textos más vistos etiquetados como Novela | pág. 28

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España Trágica

Benito Pérez Galdós


Novela


I

«1.º de Enero.— Ha sonado la última campanada de las doce. 1870 recoge la herencia del escandaloso 69, año de acciones difusas y de oratoria sinfónica... '¿Y qué haré yo con tantos discursos? —dice este pobrecito 70, que nace sobre los mismos hielos que han sido sepultura de su padre—. ¿De qué me servirá la opulencia verbosa de estos caballeros constituyentes?... ¿Por ventura, el diluvio retórico fecundará la simiente de la República o nos traerá un nuevo retoño del árbol secular de la Monarquía?'.

»2 de Enero.— Si escribir pudiéramos la Historia futura, corriendo más aprisa que el tiempo, yo escribiría que el Rey X, si acaso lo encuentran, no querrá venir a este cráter del volcán en erupción. Se le quemarán las botas.

»3 de Enero.— Estos Carabancheles son desprendimientos del apretado cascote que llamamos Madriles. Hastiados de formar en ringleras, sin aire ni luz, algunos caseríos se han escurrido bonitamente hacia el campo. Aquí vivo, no por mi gusto, sino por el de mi madre, que como buena campesina tira siempre a las Afueras.


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Dominio público
239 págs. / 6 horas, 59 minutos / 459 visitas.

Publicado el 17 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Genio y Figura

Juan Valera


Novela


Medio de fonte leporum
Surgit amari aliquid, quod in ipsis floribus augat.

(Lucretii. De nat. rer. libr. IV).

I

En tres distintas y muy apartadas épocas de mi vida, peregrinando yo por diversos países de Europa y América, o residiendo en las capitales, he tratado al vizconde de Goivo-Formoso, diplomático portugués, con quien he tenido amistad afectuosa y constante. En nuestras conversaciones, cuando estábamos en el mismo punto, y por cartas, cuando estábamos en punto distinto, discutíamos no poco, sosteniendo las más opuestas opiniones, lo cual, lejos de desatar los lazos de nuestra amistad, contribuía a estrecharlos, porque siempre teníamos qué decirnos, y nuestras conversaciones y disputas nos parecían animadas y amenas.

Firme creyente yo en el libre albedrío, aseguraba que todo ser humano, ya por naturaleza, ya por gracia, que Dios le concede si de ella se hace merecedor, puede vencer las más perversas inclinaciones, domar el carácter más avieso y no incurrir ni en falta ni en pecado. El Vizconde, por el contrario, lo explicaba todo por el determinismo; aseguraba que toda persona era como Dios o el diablo la había hecho, y que no había poder en su alma para modificar su carácter y para que las acciones de su vida no fuesen sin excepción efecto lógico e inevitable de ese carácter mismo.

Los ejemplos, en mi sentir, nada prueban. De ningún caso particular pueden inferirse reglas generales. Por esto creo yo que siempre es falsa o es vana cualquier moraleja que de una novela, de un cuento o de una historia se saca.

Mi amigo quería sacarla de los sucesos de la vida de cierta dama que ambos hemos conocido y tratado con alguna intimidad, y quería probar su tesis y la verdad trascendente del refrán que dice: genio y figura, hasta la sepultura.


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165 págs. / 4 horas, 50 minutos / 268 visitas.

Publicado el 30 de abril de 2016 por Edu Robsy.

La Capitana del Yucatán

Emilio Salgari


Novela


PRIMERA PARTE. LA CAPITANA DEL YUCATÁN

1. Maniobras Misteriosas

—Señor, dadme vuestras últimas instrucciones.

—Debéis arribar a la bahía de Corrientes, donde encontraréis al capitán Carrill, que os espera para recibir las armas y municiones.

—¿Estarán libres de sublevados aquellas orillas?

—Hasta esta mañana lo estaban, señora marquesa.

—¿Habéis recibido aviso del gobernador general?

—El despacho llevaba la firma del general Blanco.

—¿El «Terror» sigue patrullando en el mar…?

—Eso tememos.

—¿Seguido por las dos cañoneras?

—Es de esperar, señora marquesa.

—Emplearemos la audacia y pasaremos.

—¡Tened cuidado, señora…! Si os capturan, vuestra belleza no os salvará, podéis estar segura.

—Sé que seré fusilada sin misericordia, con el pequeño contrabando de guerra que llena la bodega de mi «Yucatán».

—Sed prudente.

—O mejor, decidida a todo, señor Vizcaíno.

—Lo uno y lo otro; no debéis jugaros la última carta más que en caso desesperado.

—Tengo una pieza que escupe balas de acero, y dos excelentes hotchkiss.

—Poca cosa contra la coraza de los americanos.

—¡Ah…! ¿No sabéis que tengo en reserva dos torpedos?

—Buenas armas.

—Que pueden hacer saltar incluso un acorazado, mi buen señor Vizcaíno.

—Lo sé señora marquesa.

—Agregad a todo esto cien hombres resueltos a hacerse matar, que sólo hace cuatro horas han prestado juramento en la catedral de Mérida, y decidme si no tengo motivos para estar tranquila.

—Pero el «Terror» lleva una poderosa artillería.

—Que atravesaría mi pequeña nave sin lograr hundirla. Los americanos tienen su coraza y yo he adoptado el celuloide, y quizá es mejor, os lo aseguro.

—¿Partís?


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340 págs. / 9 horas, 55 minutos / 848 visitas.

Publicado el 23 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Casa de la Alegría

Edith Wharton


Novela


Libro primero

I

Selden se detuvo, sorprendido. En la aglomeración vespertina de la Estación Grand Central, sus ojos acababan de recrearse con la visión de la señorita Lily Bart.

Era un lunes de principios de septiembre y volvía a su trabajo después de una apresurada visita al campo, pero ¿qué hacía la señorita Bart en la ciudad en aquella estación? Si la hubiera visto subir a un tren, podría haber deducido que se trasladaba de una a otra de las mansiones campestres que se disputaban su presencia al término de la temporada de Newport; pero su actitud vacilante le dejó perplejo. Estaba apartada de la multitud, mirándola pasar en dirección al andén o a la calle, y su aire de indecisión podía ocultar un propósito muy definido. El primer pensamiento de Selden fue que esperaba a alguien, y le extrañó que la idea le sorprendiera. No había novedades en torno a ella y, sin embargo, nunca podía verla sin sentir cierto interés: suscitarlo era una característica de Lily Bart, así como el hecho de que sus actos más sencillos parecieran el resultado de complicadas intenciones.

La curiosidad impulsó a Selden a desviarse de su camino hacia la puerta para acercarse a ella. Sabía que, si no quería ser vista, se las compondría para eludirle a él y le divertía poner a prueba su ingenio.

—Señor Selden… ¡Qué suerte!

Fue hacia él sonriendo, casi impaciente en su afán de salirle al paso. Las pocas personas a quienes rozó se volvieron a mirarla, porque la señorita Bart era una figura capaz de detener incluso a un viajero suburbano que corriera para coger el último tren.


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Protegido por copyright
414 págs. / 12 horas, 4 minutos / 266 visitas.

Publicado el 28 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

La de Bringas

Benito Pérez Galdós


Novela


I

Era aquello... ¿cómo lo diré yo?... un gallardo artificio sepulcral de atrevidísima arquitectura, grandioso de traza, en ornamentos rico, por una parte severo y rectilíneo a la manera viñolesca, por otra movido, ondulante y quebradizo a la usanza gótica, con ciertos atisbos platerescos donde menos se pensaba; y por fin cresterías semejantes a las del estilo tirolés que prevalece en los kioskos. Tenía piramidal escalinata, zócalos greco-romanos, y luego machones y paramentos ojivales, con pináculos, gárgolas y doseletes. Por arriba y por abajo, a izquierda y derecha, cantidad de antorchas, urnas, murciélagos, ánforas, búhos, coronas de siemprevivas, aladas clepsidras, guadañas, palmas, anguilas enroscadas y otros emblemas del morir y del vivir eterno. Estos objetos se encaramaban unos sobre otros, cual si se disputasen, pulgada a pulgada, el sitio que habían de ocupar. En el centro del mausoleo, un angelón de buen tallo y mejores carnes se inclinaba sobra una lápida, en actitud atribulada y luctuosa, tapándose los ojos con la mano como avergonzado de llorar; de cuya vergüenza se podía colegir que era varón. Tenía este caballerito ala y media de rizadas y finísimas plumas, que le caían por la trasera con desmayada gentileza, y calzaba sus pies de mujer con botitos, coturnos o alpargatas; que de todo había un poco en aquella elegantísima interpretación de la zapatería angelical. Por la cabeza le corría una como guirnalda con cintas, que se enredaban después en su brazo derecho. Si a primera vista se podía sospechar que el tal gimoteaba por la molestia de llevar tanta cosa sobre sí, alas, flores, cintajos, y plumas, amén de un relojito de arena, bien pronto se caía en la cuenta de que el motivo de su duelo era la triste memoria de las virginales criaturas encerradas dentro del sarcófago.


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227 págs. / 6 horas, 38 minutos / 469 visitas.

Publicado el 25 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

La Letra Escarlata

Nathaniel Hawthorne


Novela


INTRODUCCIÓN

AL presentar en lengua castellana la obra maestra del novelista americano Nataniel Hawthorne, que sin duda es también una de las más notables producciones de la literatura amena de los Estados Unidos, hemos creído conveniente hacerla preceder de la traducción de los párrafos que, á manera de prefacio, aparecen en una de las últimas ediciones de esta novela en su idioma nativo. Como verá el que lo leyere, se dan en dicho trabajo algunos detalles, que no carecen de interés, acerca de la obra y de su autor:—

"LA LETRA ESCARLATA fué la primera producción de gran aliento que escribió Hawthorne después de haberse dado á conocer con sus "Cuentos dos veces referidos;" y también el primero de sus libros que alcanzó popularidad. En el intermedio había publicado "El Sillón del Abuelo," para niños, y "Musgos de una antigua morada;" pero solo después de fijada su residencia en Salem, donde desempeñaba el empleo de Administrador de la Aduana de aquel puerto, fué cuando comenzó á experimentar la sensación, según manifestó él mismo á un amigo suyo, de "que una novela le bullía en el cerebro." Esta novela es la que hoy goza de fama universal y se ofrece á los lectores en el presente volumen. La comenzó á principios del invierno de 1849 á 1850, y la terminó en 3 de Febrero del año últimamente nombrado. Al día siguiente de concluída, escribió á su amigo Horacio Bridge diciéndole:—


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Dominio público
279 págs. / 8 horas, 9 minutos / 2.098 visitas.

Publicado el 24 de abril de 2016 por Edu Robsy.

La Mujer de Todo el Mundo

Alejandro Sawa


Novela


I

Palacios buenos los habría en Z, Z, la capital de un territorio de cerca de veinte millones de habitantes, tostado por el sol y por la cólera de los dioses; pero como el de la condesa del Zarzal muy pocos o ninguno. ¡Aquello sí que era lujo! No parecía sino que no cabiendo materialmente en las amplias habitaciones del hotel, se desparramaba, se vaciaba por todos los boquetes de aquella casa desde las bocas de las chimeneas hasta los barrotes recamados de las ventanas de la planta baja. A veinte pasos de distancia del edificio ya se percibían los tibios y aduladores perfumes del jardín, que por lo penetrantes y lo activos en su misión de hacer simpático el sentido localizado en la nariz, simulaban así como heraldos mensajeros de una corte de amor o como la promesa vaga de un mundo más perfecto; y cuando el transeúnte, haciendo caso de aquellas inspiraciones de olor que enardecían su olfato seguía adelante hasta pararse en la verja dorada de aquel parque del paraíso, ¡oh! entonces, burgués o demagogo, linfático o nervioso, con el cerebro chato o esférico, como quiera que fuera, sentía subir desde el estómago al cerebro la oleada biliosa del socialismo, y pensaba indistintamente, como piensan los que están durmiendo, en que Dios no es justo, no, en que Dios no es justo, fundando toda la mecánica social del Universo, en la ley absurda de la desnivelación y el desequilibrio.


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Dominio público
121 págs. / 3 horas, 33 minutos / 424 visitas.

Publicado el 7 de abril de 2019 por Edu Robsy.

La Tierra de Todos

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


I

Como todas las mañanas, el marqués de Torrebianca salió tarde de su dormitorio, mostrando cierta inquietud ante la bandeja de plata con cartas y periódicos que el ayuda de cámara había dejado sobre la mesa de su biblioteca.

Cuando los sellos de los sobres eran extranjeros, parecía contento, como si acabase de librarse de un peligro. Si las cartas eran de París, fruncía el ceño, preparándose á una lectura abundante en sinsabores y humillaciones. Además, el membrete impreso en muchas de ellas le anunciaba de antemano la personalidad de tenaces acreedores, haciéndole adivinar su contenido.

Su esposa, llamada «la bella Elena», por una hermosura indiscutible, que sus amigas empezaban á considerar histórica á causa de su exagerada duración, recibía con más serenidad estas cartas, como si toda su existencia la hubiese pasado entre deudas y reclamaciones. Él tenía una concepción más anticuada del honor, creyendo que es preferible no contraer deudas, y cuando se contraen, hay que pagarlas.

Esta mañana las cartas de París no eran muchas: una del establecimiento que había vendido en diez plazos el último automóvil de la marquesa, y sólo llevaba cobrados dos de ellos; varias de otros proveedores—también de la marquesa—establecidos en cercanías de la plaza Vendôme, y de comerciantes más modestos que facilitaban á crédito los artículos necesarios para la manutención y amplio bienestar del matrimonio y su servidumbre.

Los criados de la casa también podían escribir formulando idénticas reclamaciones; pero confiaban en el talento mundano de la señora, que le permitiría alguna vez salir definitivamente de apuros, y se limitaban á manifestar su disgusto mostrándose más fríos y estirados en el cumplimiento de sus funciones.


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294 págs. / 8 horas, 35 minutos / 214 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Las Ingenuas

Felipe Trigo


Novela


Cette façon de considérer les femmes, ce mépris systématique mélé de sensualité obsédante, vous jugerez qu’il vaut la peine de le signaler.

Jules Lemaitre.

Antes

Temo “haber hecho de señoritas”, una novela española y altamente moral que no puedan leer las señoritas y que pueda no parecer a muchos ni moral ni casi española; porque la moralidad y el nacionalismo, para buen puñado de patriotas, no deben reflejarse en la literatura más que vestidos a la antigua—siendo inútil que se haya modernizado una clase media cuya juventud riente y simpática está con su rumor de fiesta y su loco afán de vivir a la vista de todos, incluso de los escritores, muy semejante a la de cualquier bulevar parisiense, en Santander y en Sevilla, en Madrid y en el último pueblo de tres mil vecinos.

Sin embargo, disto mucho de pensar que el cosmopolitismo de nuestras costumbres sea tal que las iguale con las de no importa qué otra sociedad europea: los vientos de libertad han encontrado en la Península grandes resistencias de educación; y precisamente por eso, de la extraña mezcla y de la extraña lucha de los instintos que despiertan, con las formidables tradiciones que los aplastaban, creo yo que le resulta al alma nacional un matiz originalísimo, digno de la tranquila atención de los observadores, y del cual una fase interesante he procurado fijar en esta novela, que es profunda y típicamente española, por consecuencia. No hay en sus pasiones el erotismo perverso y refinadamente brutal de los franceses; tampoco el antiguo y puro romanticismo heroico de nuestros amores a través de las monásticas celosías o de las enclaveladas rejas andaluzas; hay algo de las dos cosas a un tiempo, exhalado con mayores ímpetu y nobleza por el ansia vaga del corazón de las ingenuas...


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Dominio público
525 págs. / 15 horas, 19 minutos / 163 visitas.

Publicado el 1 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Lo Prohibido

Benito Pérez Galdós


Novela


Capítulo I

Refiero mi aparición en Madrid, y hablo largamente de mi tío Rafael y de mis primas María Juana, Eloísa y Camila

I

En Septiembre del 80, pocos meses después del fallecimiento de mi padre, resolví apartarme de los negocios, cediéndolos a otra casa extractora de Jerez tan acreditada como la mía; realicé los créditos que pude, arrendé los predios, traspasé las bodegas y sus existencias, y me fui a vivir a Madrid. Mi tío (primo carnal de mi padre) D. Rafael Bueno de Guzmán y Ataide quiso albergarme en su casa; mas yo me resistí a ello por no perder mi independencia. Por fin supe hallar un término de conciliación, combinando mi cómoda libertad con el hospitalario deseo de mi pariente; y alquilando un cuarto próximo a su vivienda, me puse en la situación más propia para estar solo cuando quisiese o gozar del calor de la familia cuando lo hubiese menester. Vivía el buen señor, quiero decir, vivíamos en el barrio que se ha construido donde antes estuvo el Pósito. El cuarto de mi tío era un principal de diez y ocho mil reales, hermoso y alegre, si bien no muy holgado para tanta familia. Yo tomé el bajo, poco menos grande que el principal, pero sobradamente espacioso para mí solo, y lo decoré con lujo y puse en él todas las comodidades a que estaba acostumbrado. Mi fortuna, gracias a Dios, me lo permitía con exceso.


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Dominio público
508 págs. / 14 horas, 49 minutos / 373 visitas.

Publicado el 13 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

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