Textos mejor valorados etiquetados como Novela | pág. 11

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etiqueta: Novela


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Último Día de un Condenado a Muerte

Victor Hugo


Novela, Teatro



The iron tongue of midnight hath told twelve:
Lovers, to bed; ‘tis almost fairy time.
I fear we shall out-sleep the coming morn
As much as we this night have overwatch’d.

WILLIAM SHAKESPEARE
 

Introducción

Pocas obras son tan atemporales y a la vez están tan intrínsecamente ligadas a la época en que se crearon como Último día de un condenado a muerte. Las motivaciones que impelieron a Victor Hugo a escribir este libro en 1829 se derivan de forma directa de las convulsiones políticas que azotaban a Francia en aquel momento. La Revolución de 1793 había puesto fin al llamado Despotismo Ilustrado, un periodo de absolutismo y de exaltación de la razón en favor del progreso de la humanidad y en detrimento del pueblo, y había establecido las bases de los actuales sistemas democráticos de representación parlamentaria. En nombre de los principios que la inspiraron —libertad, igualdad, fraternidad—, las autoridades de la Revolución habían ido aniquilando a aquellos personajes de la realeza y de la aristocracia que consideraban culpables de las injusticias del pasado y cuya sola vida ponía en peligro el nuevo orden político. Nació la guillotina y la decapitación se convirtió en un espectáculo público. La Revolución era incontestable; sus métodos, también. Mientras la pena de muerte se consolidaba como garante del nuevo sistema, los excesos de su aplicación, que se extendió a todo el ámbito de la delincuencia, suscitaron el alzamiento de algunas voces críticas.


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109 págs. / 3 horas, 11 minutos / 1.121 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Thaïs, la cortesana de Alejandría

Anatole France


Novela


I. El loto

En aquel tiempo, el desierto estaba poblado de anacoretas. En ambas orillas del Nilo, innumerables cabañas, construidas con ramaje y arcilla por los solitarios, se alzaban a cierta distancia unas de otras, de modo que sus ocupantes vivieran aislados, pero en condiciones de ayudarse mutuamente si hubiese necesidad. Asomaban de trecho en trecho, por encima de las cabañas, iglesias coronadas con el sino de la cruz, y a ellas se dirigían los monjes los días festivos para asistir a la celebración de los misterios y participar en los sacramentos. También había en la orilla del río casas, donde los cenobitas, recluido cada uno en estrecha celda, saboreaban mejor la soledad.

Anacoretas y cenobitas vivían en la abstinencia; sólo tomaban alimento después de la puesta del sol, y consistía en pan, algunas hierbas y un polvo de sal. Los había que, lanzados en los arenales, buscaban resguardo en una caverna o en una tumba, sometidos a una disciplina más rigurosa.

Todos eran sobrios y castos; llevaban el cilicio y la cogulla, dormían en el suelo después de mucho velar, decían sus oraciones, cantaban los salmos y, para decirlo de una vez, realizaban diariamente obras extraordinarias de penitencia. En atención al pecado original, negaban a sus cuerpos no solamente los placeres y las satisfacciones, sino incluso los cuidados que pasan por indispensables conforme a las idea del siglo. Estimaban que las dolencias de nuestros miembros sanean nuestras almas, y que la carne no es digna de recibir adornos más gloriosos que las úlceras y las llagas De este modo se atendían las palabras de los profetas, que dijeron «El desierto se cubrirá de flores».


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154 págs. / 4 horas, 31 minutos / 1.074 visitas.

Publicado el 25 de mayo de 2017 por Edu Robsy.

Los Cuatro Hombres Justos

Edgar Wallace


Novela


Prologo. El oficio de Terrí

Si, partiendo de la Plaza de Mina, bajáis la estrecha calle donde, de diez a cuatro, pende indolentemente la gran bandera del consulado de los Estados Unidos; cruzáis la plaza donde se alza el Hotel de Francia, rodeáis la iglesia de Nuestra Señora y proseguís a lo largo de la pulcra y estrecha vía pública que es la arteria principal de Cádiz, llegaréis al Café de las Naciones.

A las cinco suele haber pocos clientes en el amplio local sostenido por columnas, y generalmente las redondas mesitas que obstruyen la acera frente a sus puertas permanecen desocupadas.

El verano pasado (en el año del hambre) cuatro hombres sentados en torno a una de las mesas hablaban de negocios.

León González era uno, Poiccart otro, George Manfred era un notable tercero, y Terrí, o Saimont, era el cuarto.

De este cuarteto, únicamente Terrí no requiere ser presentado al estudioso de historia contemporánea. Su historial se encuentra archivado en el Departamento de Asuntos Públicos. Allí está registrado como Terrí, alias Saimont.

Podéis, si sois inquisitivos y obtenéis el permiso necesario, examinar fotografías que lo presentan en dieciocho posturas: con los brazos cruzados sobre el ancho pecho, de frente, con barba de tres días, de perfil, con…, pero ¿para qué enumerarlas todas?

Hay también fotografías de sus orejas (de fealdad repelente, parecidas a las de los murciélagos) y una larga y bien documentada historia de su vida.

El señor Paolo Mantegazza, director del Museo Nacional de Antropología de Florencia, ha hecho a Terrí el honor de incluirlo en su admirable obra (véase el capítulo sobre «Valor intelectual de un rostro»); de aquí que considere que, para todos los estudiantes de criminología y fisiognomía, Terrí no necesita presentación.


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126 págs. / 3 horas, 41 minutos / 466 visitas.

Publicado el 19 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Tristán e Iseo

Anónimo


Novela


1. Infancias de Tristán

Señores, ¿os agradaría oír un hermoso cuento de amor y de muerte? Se trata de la historia de Tristán y de Iseo, la reina. Escuchad cómo, entre grandes alegrías y penas, se amaron y murieron el mismo día, él por ella y ella por él. El relato de sus amores se extendió por la verde Erín y la salvaje Escocia, se repitió en toda la isla de Miel, desde el muro de Adriano hasta la punta del Lagarto, halló sus ecos en los bordes del Sena, del Danubio y del Rhin, encantó a Inglaterra, Normandía, Francia, Italia, España, Alemania, Bohemia, Dinamarca y Noruega. Su memoria durará mientras exista el mundo.

El tiempo destructor, que no perdona obras de poetas ni otra cosa humana, ha destrozado y reducido a polvo muchos cuadernillos y destruido más de un pliego en el que los buenos troveros de antaño se habían esforzado por honrar la memoria de los amantes de Cornualla. Béroul, Thomas, Eilhart y Gottfried narraron sus aventuras para que pervivieran en las mentes de las gentes.

Hace muchos años reinó en Cornualla un poderoso rey llamado Marcos. Tuvo que hacer frente a una dura lucha contra sus vecinos que muchas veces penetraban en su territorio y devastaban sus campos y sembrados. Rivalín, señor de Leonís, tuvo noticias de la guerra y acudió en su ayuda. Sirvió al rey Marcos con su consejo y su espada como si fuera uno de sus vasallos porque deseaba conquistar con sus hazañas a la bella hermana de Marcos, Blancaflor. Cuando se hicieron las paces el rey se la dio en recompensa.


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146 págs. / 4 horas, 15 minutos / 2.973 visitas.

Publicado el 7 de enero de 2018 por Edu Robsy.

Cómo se Hace una Novela

Miguel de Unamuno


Ensayo, novela


Prólogo

Cuando escribo estas líneas, a fines del mes de mayo de 1927, cerca de mis sesenta y tres, y aquí, en Hendaya, en la frontera misma, en mi nativo país vasco, a la vista tantálica de Fuenterrabía, no puedo recordar sin un escalofrío de congoja aquellas infernales mañanas de mi soledad de París, en el invierno, del verano de 1925, cuando en mi cuartito de la pensión del número 2 de la rue Laperouse me consumía devorándome al escribir el relato que titulé: Cómo se hace una novela. No pienso volver a pasar por experiencia íntima más trágica. Revivíanme para torturarme con la sabrosa tortura —de «dolor sabroso» habló santa Teresa— de la producción desesperada, de la producción que busca salvarnos de la obra, todas las horas que me dieron El sentimiento trágico de la vida. Sobre mí pesaba mi vida toda, que era y es mi muerte. Pesaban sobre mí no sólo mis sesenta años de vida individual física, sino más, mucho más que ellos; pesaban sobre mí siglos de una silenciosa tradición recogidos en el más recóndito rincón de mi alma; pesaban sobre mí inefables recuerdos inconscientes de ultra-cuna. Porque nuestra desesperada esperanza de una vida personal de ultra-tumba se alimenta y medra de esa vaga remembranza de nuestro arraigo en la eternidad de la historia.

¡Qué mañanas aquellas de mi soledad parisiense! Después de haber leído, según costumbre, un capítulo del Nuevo Testamento, el que me tocara en turno, me ponía a aguardar y no sólo a aguardar sino a esperar, la correspondencia de mi casa y de mi patria y luego de recibida, después del desencanto, me ponía a devorar el bochorno de mi pobre España estupidizada bajo la más cobarde, la más soez y la más incivil tiranía.


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88 págs. / 2 horas, 35 minutos / 1.914 visitas.

Publicado el 12 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Memorias de un Impostor

Vicente Riva Palacio


Novela


Prólogo del autor

Era yo niño, y estudiaba Filosofía en el Colegio de San Gregorio, cuando uno de mis compañeros, poco más o menos de mi edad, me contó que muchos años antes de que el cura Hidalgo hubiera proclamado la independencia de México, un hombre, de nación irlandés, había pretendido alzarse como rey de Anáhuac, libertando a México de la dominación española; pero que la conspiración había sido descubierta y el irlandés había muerto a manos de la justicia.

No puedo recordar quién fue aquel de mis condiscípulos que me refirió esto, y sólo sí que, con toda la buena fe de un niño, creí que era una verdad histórica aquel sencillo relato, suponiendo que él lo habría leído en alguna parte o lo habría oído contar a sus padres, que sin duda debían ser más instruidos que él, sobre todo en materia de historia. De todos modos, la narración me preocupó tanto y me impresionó de tal manera, que durante toda mi vida, siempre que oía hablar de la historia de México, o que meditaba yo sobre ella, el recuerdo del irlandés acudía a mi memoria al momento.

En vano busqué en lo que se ha escrito hasta hoy sobre la historia de los tres siglos de la dominación española en México, algo que pudiera darme alguna luz sobre este punto. Confieso, ingenuamente, que nada encontré, y que llegó un momento en que creí que toda la historia del irlandés no era sino una tradición, destituida de fundamento o una leyenda fantástica, inventada por un desconocido novelista.


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Dominio público
487 págs. / 14 horas, 13 minutos / 1.303 visitas.

Publicado el 3 de noviembre de 2018 por Edu Robsy.

Facundo

Domingo Faustino Sarmiento


Novela, Biografía


Advertencia del autor

Después de terminada la publicación de esta obra, he recibido de varios amigos rectificaciones de varios hechos referidos en ella. Algunas inexactitudes han debido necesariamente escaparse en un trabajo hecho de prisa, lejos del teatro de los acontecimientos, y sobre un asunto de que no se había escrito nada hasta el presente. Al coordinar entre sí sucesos que han tenido lugar en distintas y remotas provincias, y en épocas diversas, consultando un testigo ocular sobre un punto, registrando manuscritos formados a la ligera, o apelando a las propias reminiscencias, no es extraño que de vez en cuando el lector argentino eche de menos algo que él conoce, o disienta en cuanto a algún nombre propio, una fecha, cambiados o puestos fuera de lugar.

Pero debo declarar que en los acontecimientos notables a que me refiero, y que sirven de base a las explicaciones que doy, hay una exactitud intachable, de que responderán los documentos públicos que sobre ellos existen.

Quizá haya un momento en que, desembarazado de las preocupaciones que han precipitado la redacción de esta obrita, vuelva a refundirla en un plan nuevo, desnudándola de toda digresión accidental, y apoyándola en numerosos documentos oficiales, a que sólo hago ahora una ligera referencia.

1845.


On ne tue point les idées.

FORTOUL
 

A fines del año 1840, salía yo de mi patria, desterrado por lástima, estropeado, lleno de cardenales, puntazos y golpes recibidos el día anterior en una de esas bacanales sangrientas de soldadesca y mazorqueros. Al pasar por los baños de Zonda, bajo las armas de la patria que en días más alegres había pintado en una sala, escribí con carbón estas palabras:

On ne tue point les idées.


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Dominio público
287 págs. / 8 horas, 22 minutos / 2.028 visitas.

Publicado el 19 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

El Niño de la Bola

Pedro Antonio de Alarcón


Novela


Libro primero. En lo alto de la sierra

I. Sinfonía

Entre la vetusta ciudad, cabeza de Obispado, en que ocurrieron los famosos lances de El sombrero de tres picos, y la insigne capital de aquella estacionaria provincia, donde hay todavía muchos moros vestidos de cristianos, álzase, como muralla divisionaria de sus respectivos horizontes, un formidable contrafuerte de la Sierra más erguida y elegante de toda España.

Cerca de diez leguas de espesor (las mismas que la capital y la ciudad distan entre sí) tiene por la base aquel enorme estribo de la gran cordillera, mientras que su altura, graduada por término medio, será de seis o siete mil pies sobre el nivel del mar. Subir a tal elevación por retorcidas cuestas, y descender de allí luego por otras cuestas no menos retorcidas, es la tarea común de cuantos van o vienen de una a otra comarca; cosa que sólo podía hacerse, a la fecha en que principia nuestra relación, por un mal camino de herradura, convertido poco después en un mucho peor camino carretero.

Ahora bien, amigos lectores: el primer cuadro del drama romántico de chaqueta y rigurosamente histórico, aunque no político, que voy a contaros (tal y como aconteció, y yo lo presencié, entre la extinción de los frailes y la creación de la Guardia civil, entre el suicidio de Larra y la muerte de Espronceda, entre el abrazo de Vergara y el pronunciamiento del general Espartero, en 1840, para decirlo de una vez), tuvo por escenario la cumbre de esa montaña, el promedio de ese camino, el tránsito del uno al otro horizonte; punto crítico y neutro, que dista cinco leguas de la ciudad y otras cinco de la capital, y en que, por ende, suelen encontrarse al mediodía y decirse: ¡A la paz de Dios, caballeros!, los viandantes que salieron al amanecer de cada una de ambas poblaciones.


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Dominio público
242 págs. / 7 horas, 5 minutos / 618 visitas.

Publicado el 22 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

La Vorágine

José Eustasio Rivera


Novela


Prólogo

Señor Ministro:

De acuerdo con los deseos de S. S. he arreglado para la publicidad los manuscritos de Arturo Cova, remitidos a ese Ministerio por el Cónsul de Colombia en Manaos.

En esas páginas respeté el estilo y hasta las incorrecciones del infortunado escritor, subrayando únicamente los provincialismos de más carácter.

Creo, salvo mejor opinión de S. S., que este libro no se debe publicar antes de tener más noticias de los caucheros colombianos del Río Negro o Guainía; pero si S. S. resolviere lo contrario, le ruego que se sirva comunicarme oportunamente los datos que adquiera para adicionarlos a guisa de epílogo.

Soy de S. S. muy atento servidor,

José Eustasio Rivera.

Carta

«...Los que un tiempo creyeron que mi inteligencia irradiaría extraordinariamente, cual una aureola de mi juventud; los que se olvidaron de mí apenas mi planta descendió al infortunio; los que al recordarme alguna vez piensen en mi fracaso y se pregunten por qué no fui lo que pude haber sido, sepan que el destino implacable me desarraigó de la prosperidad incipiente y me lanzó a las pampas, para que ambulara, vagabundo, como los vientos, y me extinguiera como ellos, sin dejar más que ruido y desolación».

(Fragmento de la carta de Arturo Cova)

Primera parte

Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores, ni de la confidencia sentimental, ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron la súplica. Con todo, ambicionaba el don divino del amor ideal, que me encendiera espiritualmente, para que mi alma destellara en mi cuerpo como la llama sobre el leño que la alimenta.


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Dominio público
263 págs. / 7 horas, 41 minutos / 1.328 visitas.

Publicado el 4 de enero de 2022 por Edu Robsy.

El Intruso

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


I

Comenzaba á clarear el día cuando despertó el doctor Aresti, sintiéndose empujado en un hombro. Lo primero que vió fué el rostro de manzana seca, verdoso y arrugado de Kataliñ, su ama de llaves, y los dos cuernos del pañuelo que llevaba la vieja arrollado á las sienes.

—Don Luis... despierte. Muerto hay en el camino de Ortuella. El jues que vaya.

Comenzó á vestirse el doctor, después de largos desperezos y una rebusca lenta de sus ropas, entre los libros y revistas que, desbordándose de los estantes de la inmediata habitación, se extendían por su dormitorio de hombre solo.

Dos médicos tenía á sus órdenes en el hospital de Gallarta, pero aquel día estaban ausentes: el uno en Bilbao con licencia; el otro en Galdames desde la noche anterior, para curar á varios mineros heridos por una explosión de dinamita.

Kataliñ le ayudó á ponerse el recio gabán, y abrió la puerta de la calle mientras el doctor se calaba la boina y requería su cachaba, grueso cayado con contera de lanza, que le acompañaba siempre en sus visitas á las minas.

—Oye, Kataliñ—dijo al trasponer la puerta.—¿Sabes quién es el muerto?

—El Maestrico disen. El que enseñaba por la noche el abesedario á los pinches y era novio de esa que llaman La Charanga. ¡Cómo está Gallarta, Señor Dios! Ya se conoce, pues: la iglesia siempre vasía.

—Lo de siempre—murmuró el médico.—El crimen pasional. A estos bárbaros no les basta con vivir rabiando y se matan por la mujer.

Aresti andaba ya, calle abajo, cuando la vieja le llamó desde la puerta.

—Don Luis, vuelva pronto. No olvide que hoy es San José y que le esperan en Bilbao. No haga á su primo una de las suyas.


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Dominio público
307 págs. / 8 horas, 58 minutos / 701 visitas.

Publicado el 19 de abril de 2016 por Edu Robsy.

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