Textos por orden alfabético etiquetados como Novela no disponibles | pág. 12

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El Minero

Natsume Sōseki


Novela


Pasé mucho tiempo caminando a través del pinar. Los pinares de los cuadros no parecen tan extensos, pero en este lugar solo había pinos, pinos y más pinos. Nada más. No veía la razón de continuar mi paseo si los árboles no desaparecían. En realidad, habría sido mejor haberme quedado quieto desde el principio, ponerme delante de uno de ellos y jugar a ver quién se salía con la suya.

Salí de Tokio sobre las nueve de la noche del día anterior y me puse a caminar como un loco en dirección norte. En cierto momento me sentí exhausto. No conocía por allí a nadie en cuya casa pudiera descansar y tampoco tenía dinero para pagar un humilde alojamiento en el que pasar la noche. Con la intención de echar al menos una cabezada, me deslicé en la oscuridad bajo el alero de un templo. Creo que estaba consagrado a Hachiman, el dios de la guerra. Aún era de noche cuando me desperté muerto de frío y, a partir de ese momento, caminé sin descanso. Pero ¡quién habría sido capaz de seguir así, rodeado solo de malditos pinos, indefinidamente!

Mis piernas parecían pesar una tonelada. Cada paso que daba era un suplicio, como si alguien me hubiera atado unas barras de acero a las pantorrillas. Me recogí el quimono hasta dejar las piernas desnudas para ver si así avanzaba con mayor facilidad. En cualquier otro lugar habría sido capaz de echar a correr, pero no allí, rodeado de pinos.

Encontré una casa de té. Tras las persianas de bambú, divisé una tetera oxidada colocada sobre un brasero. Junto a la entrada había un banco que miraba hacia el camino y, en el suelo, unas sandalias. Vi a un hombre abrigado con un quimono acolchado sentado de espaldas.


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165 págs. / 4 horas, 48 minutos / 151 visitas.

Publicado el 28 de abril de 2017 por Edu Robsy.

El Misterio de Edwin Drood

Charles Dickens


Novela


Prólogo

Pickwick fué una obra proyectada parcialmente por otros, pero completada finalmente por Dickens. Edwin Drood, su último libro, fué un libro proyectado por Dickens, pero completado finalmente por otros. Los papeles de Pickwick mostraron cuánto podía hacer Dickens con las sugestiones de otras personas; El misterio de Edwin Drood muestra qué poco pueden hacer otras personas con las sugestiones de Dickens.


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324 págs. / 9 horas, 27 minutos / 166 visitas.

Publicado el 7 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Misterio del Cuarto Amarillo

Gastón Leroux


Novela


A Robert CHARVAY

En recuerdo agradecido de los
comienzos del joven Rouletabille.

Afectusosamente,

Gaston LEROUX

1. DONDE SE EMPIEZA A NO ENTENDER NADA

No sin cierta emoción, comienzo a relatar aquí las extraordinarias aventuras de Joseph Rouletabille. Hasta hoy, este se había negado tan firmemente a ello que yo había perdido toda esperanza de publicar alguna vez la historia policial más curiosa de los últimos quince años. Supongo que el público nunca habría conocido "toda la verdad" sobre el prodigioso caso llamado del "cuarto amarillo" -que generó tantos dramas misteriosos, crueles y sensacionales, y en el que mi amigo estuvo tan íntimamente comprometido- si, con motivo de la reciente nominación del ilustre Stangerson para el grado de la Gran Cruz de la Legión de Honor, un periódico vespertino, en un artículo lamentable por su ignorancia o por su audaz perfidia, no hubiera resucitado una terrible aventura que Joseph Rouletabille, según me decía, hubiera deseado que se olvidara para siempre.


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262 págs. / 7 horas, 39 minutos / 1.288 visitas.

Publicado el 21 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Molino del Floss

George Eliot


Novela


Libro primero. El niño y la niña

Capítulo I. Los alrededores del molino de Dorlcote

El Floss se ensancha en una amplia llanura y entre riberas verdes se apresura hacia el mar, donde la amorosa marea corre a su encuentro y lo frena con un impetuoso abrazo. Esta poderosa corriente arrastra los barcos negros —cargados de aromáticas tablas de abeto, redondos sacos de semillas oleaginosas o del oscuro brillo del carbón— hacia la población de Saint Ogg's, que muestra sus viejos tejados rojos y acanalados y los amplios frontones de sus muelles, extendidos entre la baja colina boscosa y la orilla del río, y tiñe el agua con un suave matiz púrpura bajo los efímeros rayos del sol de febrero. A lo lejos, en ambas riberas se despliegan ricos pastos y franjas de tierra oscura, preparadas para la siembra de plantas latifoliadas o teñidas ya con las briznas del trigo sembrado en otoño. Del año anterior, quedan algunos vestigios de los dorados panales, amontonados aquí y allá tras los setos tachonados de árboles: los lejanos barcos parecen alzar los mástiles y tender las velas de color pardo hasta las ramas frondosas de los fresnos junto al pueblo de rojos tejados afluye en el Floss la viva corriente del Ripple. ¡Qué precioso es este riachuelo, con sus ondas oscuras y cambiantes! Mientras paseo por la orilla y escucho su voz queda y plácida, me parece un compañero vivo, como si fuera la voz de una persona sorda y querida. Recuerdo los grandes sauces sumergidos en el agua… y el puente de piedra…


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640 págs. / 18 horas, 41 minutos / 512 visitas.

Publicado el 10 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

El Mundo Perdido

Arthur Conan Doyle


Novela


He forjado mi simple plan
si doy una hora de alegría
al muchacho que es a medias un hombre
o al hombre que es un muchacho a medias.

Advertencia

E. D. Malone desea aclarar que tanto el mandato de prohibi­ción como la acción por calumnias han sido revocados sin reservas por el profesor G. E. Challenger, que, habiendo quedado satisfecho al constatar que ninguna crítica o co­mentario de este libro contiene ánimo de ofensa, ha garanti­zado que no pondrá ningún obstáculo a su publicación y cir­culación. E. D. Malone desea también expresar su gratitud a Patrick L. Forbes, de Rosslyn Hill, Hampstead, por la destre­za y simpatía con que ha preparado los dibujos que trajimos de Sudamérica, y también a W Ransford, de Elm Row, Hampstead, por su valiosa ayuda de experto en lo referente a las fotografías.

1. Los heroísmos nos rodean por todas partes

Su padre, el señor Hungerton, era verdaderamente la per­sona menos dotada de tacto que pudiese hallarse en el mun­do; una especie de cacatúa pomposa y desaliñada, de exce­lente carácter pero absolutamente encerrado en su propio y estúpido yo. Si algo podía haberme alejado de Gladys, era el imaginar un suegro como aquél. Estoy convencido de que creía, de todo corazón, que mis tres visitas semanales a Los Nogales se debían al placer que yo hallaba en su compañía y, muy especialmente, al deseo de escuchar sus opiniones so­bre el bimetalismo, materia en la que iba camino de conver­tirse en una autoridad.

Durante una hora o más tuve que oír aquella noche su monótono parloteo acerca de cómo la moneda sin respaldo disipa la seguridad del ahorro, sobre el valor simbólico de la plata, la devaluación de la rupia y los verdaderos patrones de cambio.


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257 págs. / 7 horas, 30 minutos / 251 visitas.

Publicado el 19 de junio de 2016 por Edu Robsy.

El Napoleón de Notting Hill

Gilbert Keith Chesterton


Novela


No hubo ciudades pequeñas ni aldeas
Ajenas a Dios cuando creó las estrellas.
Así los niños, absortos mirando al cielo,
En un árbol enmarañadas dan con ellas.
Tú viste la tuya desde las lomas de Sussex,
Tu luna de Sussex, inexplorada aún.
Luna de la ciudad fue lo que yo vi,
La farola más grande de Campden Hill.
Igual que el cielo está siempre en casa,
Con su gran gorra azul que bien encaja,
El heroísmo (ten calma, ya
Mis divagaciones a un fin llegan),
Extinguirse no puede
Ni aunque el mundo pase a mejor vida,
Y mientras los siniestros motores girando sigan.
Ahuyenta tus temores, pues, amigo mío.
No quedó aquél en la urna de Nelson
Morada de una Inglaterra inmortal,
Ni en Austerlitz, donde tus jóvenes intrépidos
Se embriagaron de muerte como si fuese vino.
Y cuando los pedantes indicarnos quisieron
Los fríos y mecánicos sucesos venideros,
A oscuras nuestras almas respondieron,
«Tal vez, aunque a lo mejor es distinto».
A lo mejor por estas lejanías,
Por estos páramos desolados,
Oímos tambores en vals de guerra,
O a la muerte vemos con la Libertad bailando.
A lo mejor retumban las barricadas,
Matanza abajo, arriba humo,
O la muerte, el odio y el infierno proclaman
Que algo que amar los hombres han hallado.
Lejos de tus soleadas y altas tierras
Mi sueño tuve: las calles que yo conocía,
Mis calles rectas e iluminadas arremetían
Contra las estrelladas que hacia Dios miran.
Esta leyenda de épicos días
De niño la soñé, y aún la sueño
Bajo el gris torreón del arca de agua
Que las estrellas tocan en Campden Hill.

G. K. C.


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175 págs. / 5 horas, 6 minutos / 168 visitas.

Publicado el 5 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Náufrago del Cynthia

Julio Verne


Novela


1. El amigo del señor Malarius

Ni en Europa, ni en ninguna otra parte existe, probablemente, un sabio cuya fisonomía sea tan universalmente conocida como la del doctor Schwaryencrona, de Estocolmo. Su retrato, reproducido por los comerciantes al pie de la marca de fábrica en millones de botellas selladas con lacre verde, circula con éstas hasta en los últimos confines del globo.

En honor a la verdad, es preciso aclarar que estas botellas no contienen más que aceite de hígado de bacalao, medicamento apreciable y hasta benéfico, que para los habitantes de Noruega representa todos los años, en buenas coronas, totales de siete a ocho cifras.

En otro tiempo, los pescadores monopolizaban este comercio; pero en la actualidad son más científicos los procedimientos de extracción, y el príncipe de esta industria especial es, precisamente, el célebre doctor Schwaryencrona.

Puede afirmarse que no hay ninguna persona que no haya fijado la atención en el retrato, que con su barba en punta, su nariz corva, sus antiparras y su bonete de nutria constituye un tipo especial. El grabado no será tal vez de los más finos, pero la semejanza es notable; y en prueba de ello, he aquí lo que sucedió un día en la escuela primaria de Noruega, en la costa occidental de Noruega, a Pocas leguas de Bergen.

Acababan de dar las dos de la tarde; los escolares se hallaban en clase en la gran sala enarenada; las niñas a la izquierda, los muchachos a la derecha; y seguían en la pizarra la demostración de una teoría que les enseñaba su profesor, el señor Malarius, cuando de pronto abrióse la puerta y apareció un hombre cuyo traje compuesto de pelliza, grandes botas, gruesos guantes y bonete de nutria, todo guarnecido de pieles, llamó la atención general.


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223 págs. / 6 horas, 31 minutos / 224 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El País de las Pieles

Julio Verne


Novela


PRIMERA PARTE

UNA FIESTA EN EL FUERTE CONFIANZA

Aquella noche —17 de marzo de 1859— el capitán Craventy daba una fiesta en el fuerte Confianza.

Que la palabra fiesta no evoque en la mente del lector la idea de un sarao grandioso, de un baile de corte, de una zambra ruidosa o de un festival a gran orquesta. La recepción del capitán Craventy era mucho más modesta, a pesar de lo cual no había perdonado sacrificio para darle la mayor brillantez posible.

En efecto, bajo la dirección del cabo Joliffe, el espléndido salón del piso bajo habíase transformado. Aún se veían las paredes de madera, hechas con troncos apenas labrados, horizontalmente dispuestos; pero, disimulaban su tosca desnudez cuatro pabellones británicos, colocados en los cuatro ángulos, y panoplias formadas con armas tomadas del arsenal del fuerte.

Si las largas vigas del techo, rugosas y ennegrecidas, descansaban sobre sus estribos groseramente ajustadas, en cambio, dos lámparas, provistas de sus reflectores de hoja de lata, se balanceaban como dos arañas al extremo de sus cadenas, y proyectaban una luz muy suficiente a través de la atmósfera cargada de la sala.

Las ventanas eran estrechas; algunas parecían troneras; sus vidrios, blindados por una espesa escarcha, desafiaban la curiosidad de la vista; pero dos o tres trozos de percalina encarnada colocados con gusto, llamaban la atención de los invitados. El piso estaba formado por pesados maderos yuxtapuestos que el cabo Joliffe había barrido con esmero en gracia a la solemnidad.


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Protegido por copyright
440 págs. / 12 horas, 50 minutos / 263 visitas.

Publicado el 16 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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