Catriona
Robert Louis Stevenson
Novela
A Charles Baxter, procurador.
Mi querido Charles:
Es sino de las segundas partes defraudar a quienes las esperaban, y mi David, dejado a su suerte durante más de un lustro en el despacho de la British Linen Company, debe contar con que su tardía reaparición se reciba con gritos, si no con proyectiles. Con todo, cuando recuerdo los días de nuestras exploraciones, no me falta la esperanza. Seguramente habremos dejado en nuestra ciudad la semilla de alguna inquietud. Algún joven patilargo y fogoso debe de alimentar hoy los mismos sueños y desvaríos que nosotros vivimos hace ya tantos años; y gustará el placer, que debiera haber sido nuestro, de seguir por entre calles con nombres y casas numeradas las correrías de David Balfour, reconociendo a Dean, Silvermills, Broughton, el Hope Park, Pilrig y la vieja Lochend, si todavía está en pie, y los Figgate Whins, si nada de aquello desapareció, o de echarse a andar a campo traviesa (aprovechando unas largas vacaciones) hasta Guillane o el Bass.
Puede que así su mirada reconozca el paso de las generaciones pasadas y considere, sorprendido, el trascendental y precario don de su existencia.
Tú aún permaneces —como cuando te vi por primera vez, y en la última ocasión en que me dirigí a ti— en esa ciudad venerable que siempre siento como mi propia casa.
Y yo, admirado, humillo mi cabeza ante la gran novela del destino.
R. L. S.
Vailima Upulu, Samoa, 1892
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311 págs. / 9 horas, 5 minutos / 181 visitas.
Publicado el 27 de febrero de 2017 por Edu Robsy.