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La Inquilina de Wildfell Hall

Anne Brontë


Novela


PREFACIO

Si bien reconozco que el éxito de la presente obra ha sido mayor que el que yo esperaba y que las alabanzas que ha arrancado a unos pocos críticos benevolentes han sido superiores a sus méritos, también debo admitir que desde otros ámbitos ha sido criticada con una aspereza para la que tampoco estaba preparada y que tanto mi juicio como mis sentimientos me aseguran que es más amarga que justa. Apenas está en las manos de un autor el refutar los argumentos de sus censores y justificar sus propias producciones, pero espero que se me permita aquí hacer algunas observaciones con las que habría prolongado la primera edición si hubiera previsto la necesidad de semejantes precauciones frente a los malentendidos creados por aquellos que habrían de leerla con una mente llena de prejuicios o de contentarse con juzgarla después de una rápida ojeada.


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548 págs. / 16 horas / 712 visitas.

Publicado el 14 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Los Misterios de Udolfo

Ann Radcliffe


Novela


Volumen I

El destino encaja en estas oscuras alacenas, y frunce el ceño,
y, cuando las puertas se abren para recibirme,
su voz, en repetidos ecos por los patios,
revela un hecho indescriptible.

Capítulo I


el hogar es el refugio,
del amor, del júbilo, de la paz, y mucho más, donde
soportando y soportando, refinados amigos
y queridos parientes se unen en la felicidad.

THOMSON
 

En las gratas orillas del Garona, en la provincia de Gascuña, estaba, en 1584, el castillo de monsieur St. Aubert. Desde sus ventanas se veían los paisajes pastorales de Guiena y Gascuña, extendiéndose a lo largo del río, resplandeciente con los bosques lujuriosos, los viñedos y los olivares. Hacia el sur, la visión se recortaba en los majestuosos Pirineos, cuyas cumbres envueltas en nubes, o mostrando siluetas extrañas, se veían, perdiéndose a veces, ocultas por vapores, que en ocasiones brillaban en el reflejo azul del aire, y otras bajaban hasta las florestas de pinos impulsados por el viento. Estos tremendos precipicios contrastaban con el verde de los pastos y del bosque que se extendían por sus faldas. En ellas se veían cabañas, casas o simples edificios, en los que reposaba la vista después de haber llegado a las alturas cortadas a pi co. Hacia el norte y el este, las llanuras de Guiena y de Languedoc se perdían en la distancia; al oeste estaba situada la Gascuña bañada por las aguas del Vizcaya.


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895 págs. / 1 día, 2 horas, 6 minutos / 588 visitas.

Publicado el 14 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

El Romance del Bosque

Ann Radcliffe


Novela


Volumen I

Capítulo I


Soy un hombre,
Tan cansado de desastres, tan maltratado por la suerte,
Que expondría mi vida a cualquier riesgo,
Con tal de enmendarla, o librarme de ella.
 

—Una vez que el sórdido interés se apodera del alma, congela en ella cualquier brote de sentimientos generosos y afectuosos. Pues, no menos enemigo de la virtud que del gusto, pervierte a este y aniquila a aquella. Tal vez, amigo mío, llegará un día en que la muerte hará desaparecer la avaricia, y a la justicia le será permitido recobrar sus derechos.

Tales fueron las palabras del abogado Nemours a Pierre de la Motte mientras este último entraba, hacia la media noche, en el coche que iba a alejarle de París, librándolo de sus acreedores y de la persecución de la ley. De la Motte le agradeció aquella postrera prueba de amabilidad, y la ayuda que le había prestado en su huida. Y cuando el carruaje se alejaba, pronunció un triste adiós. La melancolía del momento y lo crítico de su situación le dejaron sumido en un callado ensueño.

Cualquiera que haya leído a Guyot de Pitaval, el más fiel de cuantos escritores han consignado las actas de los tribunales legislativos de París durante el siglo diecisiete, sin duda recordará la sorprendente historia de Pierre de la Motte y del marqués Phillipe de Montalt. Pues bien: que sepan todos ellos que el personaje aquí presentado es el propio Pierre de la Motte.

Mientras Madame de la Motte asomaba por la ventanilla del carruaje y echaba una última ojeada a las murallas de París, ese París que fue escenario de su pasada felicidad y morada de numerosos amigos suyos, la entereza que hasta entonces la había sostenido sucumbió a la intensidad del dolor.

—¡Adiós a todos! —susurró ella—, ¡después de esta última ojeada, estaremos separados para siempre!


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436 págs. / 12 horas, 43 minutos / 638 visitas.

Publicado el 14 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Mary Barton

Elizabeth Gaskell


Novela


«¿Cómo sabes tú —podría exclamar el atribulado novelista— que aquí donde me ves no soy el más insensato de los mortales y que mi ficticia y asnal biografía no encontrará a unos u otros, en cuyos aún más asnales oídos podría, si así lo quiere la Providencia, instilar alguna cosa?». Nosotros respondemos: «Nadie lo sabe ni nadie puede saberlo con certeza; así que sigue escribiendo, digno hermano, como mejor puedas y te haya sido concedido».

CARLYLE


Nimm nur, Fährmann, nimm die Miethe,
Die ich gerne dreifach biete!
Zween, die mit mir überfuhren,
Waren geistige Naturen.
 


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483 págs. / 14 horas, 6 minutos / 280 visitas.

Publicado el 16 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Hijas y Esposas

Elizabeth Gaskell


Novela


I. El amanecer de un día de fiesta

Permitan comenzar con ese viejo galimatías infantil. En un país había un condado, y en el condado había un pueblo, y en el pueblo había una casa, y en la casa una habitación, y en la habitación había una cama, y en la cama estaba echada una niña; completamente despierta y con ganas de levantarse, pero no se atrevía a hacerlo por temor al poder invisible de la habitación de al lado: una tal Betty, cuyo sueño no debía perturbarse hasta que dieran las seis, momento en que se levantaría «como si le hubieran dado cuerda» y se encargaría de alborotar la paz de aquella casa. Era una mañana de junio y, aunque era muy temprano, el dormitorio estaba lleno de sol, de luz, de calor.

Sobre la cajonera que había delante de la pequeña cama con cubierta de bombasí blanco que ocupaba Molly Gibson, se veía una especie de perchero primitivo para capotas, del que colgaba una meticulosamente protegida del polvo por un gran pañuelo de algodón, de una textura tan tupida y resistente que, si lo que había debajo hubiese sido un fino tejido de gasa, encaje y flores, habría quedado «hecho un zarrio» (por utilizar una de las expresiones de Betty). Pero el gorro era de dura paja, y su único adorno era una sencilla cinta blanca colocada sobre la copa, atada en un lazo. Sin embargo, había una pequeña tela encañonada en el interior, cuyos pliegues Molly conocía a la perfección, pues ¿acaso no los había hecho ella la noche antes con grandes esfuerzos? ¿Y no había un lacillo azul en esa tela, que superaba en elegancia a todos los que Molly había llevado hasta ahora?


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847 págs. / 1 día, 42 minutos / 514 visitas.

Publicado el 16 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Cranford

Elizabeth Gaskell


Novela


I. Nuestra sociedad

Cranford, en primer lugar, está en poder de las Amazonas; los inquilinos de todas las casas que sobrepasan cierto alquiler son mujeres. Cuando un matrimonio viene a establecerse a la ciudad, de una manera u otra el marido desaparece, bien por el miedo cerval que le causa ser el único hombre en las veladas de Cranford, bien porque debe permanecer con su regimiento o en su buque, o los negocios que le ocupan le retienen toda la semana en la gran ciudad comercial vecina de Drumble, que dista sólo veinte millas por ferrocarril. En suma, que sea lo que sea lo que les ocurra a los caballeros, no viven en Cranford. ¿Y qué iban a hacer allí? El médico tiene un partido de treinta millas y duerme en Cranford, pero no todos los hombres pueden ser médicos. Para mantener los cuidados jardines repletos de flores exquisitas sin que una mala hierba los afee; para ahuyentar a los rapaces que contemplan con anhelo dichas flores a través de las verjas; para espantar a los gansos que se aventuran en los jardines si por azar queda la cerca abierta; para decidir en materia de literatura y política sin inquietarse por razones o argumentos innecesarios; para obtener una información clara y correcta de los asuntos de todos los miembros de la parroquia; para mantener a las pulcras sirvientas en admirable disciplina; para la generosidad (un poco dictatorial) con el menesteroso y para los tiernos y mutuos buenos oficios que se prestan cuando están en dificultades, las damas de Cranford se bastan por completo. «¡Un hombre estorba tanto en una casa!», me comentó una de ellas una vez. Aunque conocen a la perfección los procederes de cada una, muestran una indiferencia absoluta por la opinión de las otras.


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226 págs. / 6 horas, 36 minutos / 137 visitas.

Publicado el 16 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

La Prima Phillis

Elizabeth Gaskell


Novela


Capítulo I

Es maravilloso para un joven disponer por primera vez de un alojamiento para él solo. Creo que nunca me he sentido tan satisfecho y orgulloso como el día en que, a los diecisiete años, me senté en un pequeño cuarto triangular encima de una pastelería de Eltham, la capital del condado. Mi padre se había despedido de mí aquella tarde después de dictarme unas cuantas normas elementales de conducta que me sirvieran de guía en mi nueva vida. Yo iba a trabajar con el ingeniero del ferrocarril encargado de la construcción del pequeño ramal de Eltham a Hornby. Mi padre me había conseguido ese empleo, que estaba un poco por encima de su categoría; aunque tal vez debería decir, por encima de la posición en que había nacido y crecido, pues la gente le trataba cada vez con mayor consideración y respeto. Era mecánico de oficio, pero tenía cierto talento para la invención, además de mucha perseverancia, y había ideado importantes mejoras para la maquinaria del ferrocarril. No lo hacía por dinero, aunque, como es lógico, aceptase el que le llegaba merced al curso natural de las cosas. Desarrollaba sus ideas porque, como él decía, «hasta que no les daba forma, le obsesionaban día y noche». Pero no hablaré más de mi querido padre; un país es afortunado cuando tiene muchos hombres como él. Era un espíritu independiente por ascendencia y por convicción; y eso fue, creo, lo que le empujó a alquilarme una habitación encima de la pastelería. La tienda era de dos hermanas del pastor de nuestra comunidad, lo cual se consideró una especie de salvaguarda de mi moralidad cuando me acosaran las tentaciones de una capital de condado, con un salario de treinta libras anuales.


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123 págs. / 3 horas, 35 minutos / 146 visitas.

Publicado el 17 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

La Casa del Páramo

Elizabeth Gaskell


Novela


I

Si uno tuerce a la izquierda después de pasar junto a la entrada techada del cementerio de la iglesia de Combehurst, llegará al puente de madera que cruza el arroyo; al seguir el sendero cuesta arriba, y aproximadamente a un kilómetro, encontrará una pradera en la que sopla el viento, casi tan extensa como una cadena de colinas, donde las ovejas pacen una hierba baja, tierna y fina. Desde allí se divisa Combehurst y la hermosa aguja de su iglesia. Tras cruzar esos pastos hay un terreno comunal, teñido de tojos dorados y de brezales color púrpura, que en verano impregnan el aire apacible con sus cálidas fragancias. Las suaves ondulaciones de las tierras altas forman un horizonte cercano sobre el cielo; la línea sólo queda interrumpida por un bosquecillo de abetos escoceses, siempre negros y sombríos, incluso a mediodía, cuando el resto del paisaje parece bañado por la luz del sol. La alondra aletea y canta en lo alto del cielo; a demasiada altura… en un lugar demasiado resplandeciente para que podamos verla. ¡Miradla! Aparece de pronto… pero, como si le costara abandonar aquel fulgor celestial, se detiene y flota en medio del éter. Luego desciende bruscamente hasta su nido, oculto entre los brezales, visible únicamente para los ojos del Cielo y de los diminutos insectos brillantes que recorren los flexibles tallos de las flores. De un modo que recuerda al repentino descenso de la alondra, el sendero baja abruptamente entre el verdor; y en una hondonada entre las colinas cubiertas de hierba, hay una vivienda que no es grande ni pequeña, a caballo entre una cabaña y una casa. Tampoco es una granja, aunque esté rodeada de animales. Es, o más bien era, en la época de la que hablo, la morada de la señora Browne, la viuda del antiguo coadjutor de Combehurst. Residía allí con su vieja y leal criada y sus dos hijos, un niño y una niña.


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128 págs. / 3 horas, 45 minutos / 826 visitas.

Publicado el 17 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

La Muchacha Anticuada

Louisa May Alcott


Novela


1. La llegada de Polly

—Es hora de ir a la estación, Tom.

—Pues, venga, vamos.

—Oh, yo no voy. Hace mucha humedad y se me desharían los rizos si saliera en un día como este. Quiero estar presentable cuando llegue Polly.

—No querrás que vaya yo solo y traiga a una desconocida a casa, ¿no? —Tom estaba alarmado, como si su hermana le hubiera propuesto escoltar a una mujer salvaje de Australia.

—Pues claro que sí. Debes ir a recogerla tú. Y, si no fueras un oso, hasta te gustaría.

—¡Qué cara que tienes! Supongo que debería ir, pero tú dijiste que también vendrías. ¡La próxima vez no pienso preocuparme por tus amigas! ¡No, señor! —Tom se levantó resuelto del sofá pese a su indignación, aunque el efecto de esta quedaba empañado en cierto modo por una cabeza despeinada y por el aparente descuido de sus ropas en general.

—Venga, no te enfades. Convenceré a mamá para que permita que venga a visitarte ese tal Ned Miller, que tan bien te cae, cuando se haya ido Polly —dijo Fanny con la esperanza de apaciguar su malhumor.

—¿Cuánto tiempo se quedará? —exigió Tom, arreglándose con una sacudida.

—Un mes o dos, probablemente. Es tan agradable… se quedará mientras se sienta a gusto.

—Entonces no se quedará mucho tiempo si puedo evitarlo —murmuró Tom, que consideraba a las chicas la parte superflua de la creación. Los chicos de catorce años tienden a opinar de ese modo, lo que tal vez resulte bastante adecuado dado que, como suelen cambiar radicalmente, tienen la oportunidad de dejarse llevar por una buena chica, metafóricamente hablando, cuando, tres o cuatro años después, se convierten en los más serviles esclavos de «esas molestas chicas».


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332 págs. / 9 horas, 41 minutos / 251 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Un Cuento de Enfermera

Louisa May Alcott


Novela


I. Mi paciente


Mi querida señorita Snow, al enterarme de que mi amiga, la señora Carruth, necesita de una enfermera para su hija enferma, me apresuro a proponerle el puesto, ya que pienso que es usted la persona idónea para él, a menos que las tareas resulten demasiado arduas. No me cabe duda de que sus cartas de recomendación y mi sincero respaldo le garantizarán la colocación, si usted lo desea. Partimos mañana, y le escribo con gran apremio, pero le deseo éxito de cara al futuro y le agradezco sinceramente sus servicios pasados.

Atentamente,

L. S. Hamilton
 

Esta amable carta, de una antigua empleadora, me fue entregada estando yo agotada y desanimada, tras una búsqueda infructuosa de un puesto como el que hora me ofrecían. Estaba tan interesada que me apresuré a salir de nuevo, con la esperanza de que nadie se me anticipara con los Carruth. Hecha de un imponente bloque de granito, la casa se levantaba en una tranquila plaza del West End que tenía su propio pequeño parque, donde había una fuentecita y donde los niños paseaban bajo sus capuchas blancas. Elegantes carruajes entraban y salían, las damas subían y bajaban con ligereza por los amplios escalones arrastrando sus vestidos de seda, y los caballeros, con sus trajes de montar intachables, pasaban a medio galope sobre sus hermosos caballos. Incluso las mujeres y los hombres de servicio tenían aspecto de que La buena vida bajo las escaleras hubiese sido representada en este siglo, al igual que en el pasado, y todo participaba del aire de lujo que impregnaba el ambiente, tan agradable como el sol en otoño. «Los Carruth deben de ser una familia feliz», pensé al acordarme de mi propia pobreza y soledad, mientras esperaba de pie a que contestaran a mi tímida llamada al timbre.


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129 págs. / 3 horas, 46 minutos / 133 visitas.

Publicado el 21 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

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