Un Billete de Lotería
Julio Verne
Novela
I
—¿Qué hora es? —preguntó la señora Hansen, después de haber sacudido la ceniza de su pipa y arrojado al aire las últimas bocanadas de humo, que se perdieron entre los pintados maderos del lecho.
—Las ocho han dado ya, madre —respondió Hulda.
—No es probable que nos lleguen viajeros durante la noche, hija mía; el tiempo está bastante malo.
—Creo lo mismo. De todos modos, las habitaciones están dispuestas, y yo oiré si llaman desde fuera.
—¿No ha vuelto tu hermano?
—Todavía no.
—¿No dijo que estaría hoy de vuelta?
—No, madre. Joël ha ido a acompañar a un viajero hasta el lago Tinn, y como ha partido muy tarde, no creo que pueda volver a Dal antes de mañana.
—¿Entonces dormirá en Meel?
—Sin duda, a menos que haya ido a Bamble a hacer una visita al granjero Helmboë…
—Y a su hija Siegfrid.
—¡Sí, Siegfrid, mi mejor amiga, a quien quiero como a una hermana! —respondió sonriendo la joven.
—Pues bien. Cierra la puerta, Hulda, y vamos a dormir.
—¿Te sientes mal, madre?
—No, pero pienso levantarme mañana muy temprano. Tengo precisión de ir a Moel.
—¿Y para qué?…
—¿Acaso no hay necesidad de renovar nuestras provisiones para la próxima estación?
—¿Qué? ¿Ha llegado ya a Meel el comisario de Cristianía con su carro de vinos y de comestibles?
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Publicado el 16 de marzo de 2017 por Edu Robsy.