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El Pirata

Walter Scott


Novela


INTRODUCCIÓN

Como el autor de esta obra adquirió cuantas noticias e informes en ella consigna, a bordo de una embarcación, puede dar principio a este prefacio con las mismas palabras con que empieza el cuento del Viejo marino; “Una vez, había allí un barco...”

Los comisarios encargados del servicio de los faros del Norte lo invitaron a que los acompañara desde el verano al otoño de 1814. Con el fin de inspeccionar aquellos edificios, tan útiles desde el punto de vista político como desde el humanitario, confiados a su dirección, proponíanse dichos señores recorrer las costas de Escocia, atravesando cuantos grupos de islas la rodean.

Las funciones de los comisarios eran gratuitas, y disponían, para efectuar su servicio, de un yate perfectamente armado y pertrechado.

El jerife de cada uno de los condados de Escocia, bañados por el mar, ocupaba, de oficio, un lugar en el barco de los comisarios, y el autor de esta novela acompañó la expedición en calidad de huésped, habiendo tenido la suerte de que el notable ingeniero Roberto Stevenson, le ayudara con sus consejos y experiencia.

El placer de visitar lugares que despertaran la curiosidad agregábase al asunto principal del viaje: el cabo agreste o el formidable escollo que es necesario señalar con un fanal, no se encuentran, de ordinario, a grandes distancias de los magníficos espectáculos que ofrecen las rocas, cavernas y arrecifes. No teníamos tiempo limitado, y, como la mayoría de los navegantes de agua dulce, podíamos hacer con frecuencia que el mal viento nos fuese favorable, dejándonos conducir por la brisa, para volver a algún lugar curioso que ya habíamos visitado.


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459 págs. / 13 horas, 24 minutos / 190 visitas.

Publicado el 14 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

La Reina de Corazones

Wilkie Collins


Novela


Carta dedicatoria

A Émile Forgues

En un tiempo en el que los lectores franceses desconocían por completo mi obra, apareció con su firma un análisis crítico de mis novelas en la Revue des Deux Mondes. Leí ese artículo, en el momento de su publicación, con sincero placer y gratitud hacia su autor, y desde entonces he hecho honestamente todo lo posible por beneficiarme de él.

Posteriormente, cuando se llegó a un acuerdo para publicar mis novelas en París, usted emprendió amablemente la tarea, no exenta de sacrificios para su comodidad, de brindar a la primera de la serie —«The Dead Secret»— la gran ventaja de ser vertida por su pluma al francés. Su maravillosa traducción de «The Lighthouse» ya me había mostrado la valía de su asistencia; y cuando «The Dead Secret» fue publicada en su versión francesa, aunque sensiblemente satisfecho, de ningún modo me sorprendió descubrir que mi afortunada obra de ficción no había sido traducida en el sentido mecánico de la palabra, sino transformada de una novela que yo había escrito en mi idioma a una novela que usted podría haber escrito en el suyo.

Me dispongo a pedirle que me conceda un nuevo favor literario aceptando la dedicatoria de este libro; se trata del agradecimiento más diligente que ha estado en mi mano ofrecerle a modo de compensación por lo que le debo como crítico, traductor y amigo.


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458 págs. / 13 horas, 22 minutos / 136 visitas.

Publicado el 1 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Nana

Émile Zola


Novela


Capítulo I

A las nueve, la sala del teatro Varietés aún estaba vacía. Algunas personas esperaban en el anfiteatro y en el patio de butacas, perdidas entre los sillones de terciopelo granate y a la media luz de las candilejas. Una sombra velaba la gran mancha roja del telón; no se oía ningún rumor en el escenario, la pasarela estaba apagada y desordenados los atriles de los músicos. Sólo arriba, en el tercer piso, alrededor de la rotonda del techo, en el que las ninfas y los amorcillos desnudos revoloteaban en un cielo verdeado por el gas, se escuchaban voces y carcajadas en medio de un continuo alboroto, y se veían cabezas tocadas con gorras y con sombreros, apiñadas bajo las amplias galerías encuadradas en oro. En un momento dado apareció una diligente acomodadora con dos entradas en la mano y guiando a un caballero y a una dama a la butaca que les correspondía; el hombre, de frac y la mujer, flaca y encorvada, mirando lentamente alrededor.

Dos jóvenes aparecieron en las filas de orquesta. Se quedaron en pie observando.

—¿Qué te decía, Héctor? —exclamó el mayor, un muchacho alto y de bigotillo negro—. Hemos llegado muy temprano. Pudiste dejarme que acabase de fumar.

Pasó una acomodadora.

—Ah, el señor Fauchery, —dijo con familiaridad—. La función no empezará hasta dentro de media hora.

—Entonces, ¿por qué la anuncian para las nueve? —murmuró Héctor, en cuya cara larga y enjuta se reflejó la contrariedad—. Esta mañana, Clarisse, que actúa en la obra, todavía me aseguró empezaría a las ocho en punto.


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456 págs. / 13 horas, 19 minutos / 690 visitas.

Publicado el 24 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Secreto de Sara

Wilkie Collins


Novela


Prefacio

The Dead Secret hizo su primera aparición ante los lectores por entregas, semana tras semana. Una vez completada, se reimprimió en dos volúmenes. Tras haberse agotado dicha edición, la historia sale a la luz pública en la presente forma.

Al haber ejercitado mi mano con anterioridad en una serie de relatos breves (recogidos e impresos como After Dark y The Queen of Hearts), me arriesgué por primera vez, en este libro, a intentar crear una obra de ficción ininterrumpida, de aparición periódica durante una serie de semanas. La experiencia resultó satisfactoria tanto en este país como en Norteamérica. Dos de los personajes que aparecen en estas páginas —Rosamond y el tío Joseph— han tenido la fortuna de encontrar amigos que se encariñaran con ellos por doquier. Un personaje de esta historia trazado de un modo mucho más elaborado —Sarah Leeson— ha sido, creo, menos entendido en general. La idea de representar, en este personaje, la influencia de una grave responsabilidad en una mujer de naturaleza tímida, cuya mente no era ni tan fuerte como para soportarla ni tan valiente como para rehuirla, me atraía por aquel entonces y me sigue atrayendo tanto, que personalmente concedo a Sarah Leeson el lugar de honor en la pequeña galería de retratos que contiene mi historia. Quizás, al afirmar esto, sólo esté reconociendo, en otras palabras, que los padres de familias literarias comparten con los padres en general las consabidas incongruencias y a veces quieren irracionalmente al hijo que siempre les ha dado mayores problemas.


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456 págs. / 13 horas, 19 minutos / 242 visitas.

Publicado el 2 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Los Náufragos del Jonathan

Julio Verne


Novela


Primera parte

I. El guanaco

Era un animal grácil, de cuello largo y elegante curvatura, de grupa redonda, nerviosas y finas las patas, los ijares entrados, el pelaje de color rojizo oteado de blanco, la cola corta en penacho, muy luda. En aquellas tierras le llaman guanaco; en francés: guanaque. Vistos de lejos, estos rumiantes crean con frecuencia la ilusión de caballos montados y, más de un viajero confundido por esa apariencia, ha tomado una de sus manadas que galopan en el horizonte, por un grupo de jinetes.

Ese guanaco, única criatura visible en aquella desierta región, se detuvo en la cresta de un montículo, en el centro de una extensa pradera donde los juncos se rozaban sonoramente unos con otros y apuntaban sus afiladas agujas entre matas de plantas espinosas. Vuelto el hocico hacia el viento, aspiraba las emanaciones traídas por una ligera brisa del este. El ojo avizor, erguida la oreja giratoria, estaba al acecho, dispuesto a emprender la huida al menor ruido sospechoso.

La llanura no ofrecía una superficie uniformemente lisa. Aquí y allá se veían ondulaciones formadas por los barrancos que las grandes lluvias borrascosas habían dejado a su paso. Resguardado por uno de esos rellanos, a poca distancia del montículo, reptaba un indígena, un indio, que no podía ser descubierto por el guanaco. Casi totalmente desnudo, cubierto tan solo por los jirones de piel de animal, avanzaba sin ruido, deslizándose por la hierba, para acercarse a la presa codiciada sin espantarla. Esta, sin embargo, empezaba a dar señales de inquietud, como si temiera un peligro inminente.


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452 págs. / 13 horas, 11 minutos / 141 visitas.

Publicado el 17 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Corazón y Ciencia

Wilkie Collins


Novela


A Sarony (de Nueva York)
Artista, fotógrafo y buen amigo.

Libro I

Capítulo I

El siglo XIX, viejo y ya cansado, se encaminaba hacia sus últimos veinte años de vida.

Hacia las dos de la tarde, Ovid Vere (del Colegio Real de Médicos), de pie frente a la ventana de su consulta en Londres, miraba hacia la calle, tranquila y polvorienta bajo el sol estival.

Había recibido una advertencia que debe de resultar familiar a los hombres ajetreados de nuestro tiempo: los síntomas que delatan un carácter alterado y que aconsejan reposo tras un exceso de trabajo. Con una próspera carrera ante sí (y a sus escasos treinta y un años de edad), se había visto obligado a pedir a un compañero que se hiciera cargo de su consulta, y a dar a su cerebro, que tanto había fatigado, un descanso que habría de prolongarse durante los meses posteriores. Para el día siguiente tenía previsto embarcarse rumbo al Mediterráneo en el yate de un amigo.

Hombre activo, dedicado en cuerpo y alma a su profesión, no era alguien dotado de la feliz habilidad de saber entregarse al instante a una existencia ociosa. Para Ovid, el mero acto de mirar por la ventana, y preguntarse, qué hacer a continuación, representaba más de lo que podía soportar.

Se volvió hacia su mesa de trabajo. Si estuviera casado, su mujer le habría recordado que, en las presentes circunstancias, no había nada en común entre él y la mesa. Pero ya que se encontraba privado de superintendencia conyugal, se rebelaba contra sus propias reglas. Su mano inquieta abrió un cajón, y tomó un trabajo de medicina escrito de su puño y letra. «Sin duda —pensó— puedo terminar un capítulo antes de hacerme a la mar mañana».


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447 págs. / 13 horas, 2 minutos / 79 visitas.

Publicado el 2 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Obra

Émile Zola


Novela


I

Claude pasaba por delante del Ayuntamiento, y daban las dos en el reloj, cuando estalló la tormenta. Había perdido la noción del tiempo mientras vagabundeaba por Les Halles, durante aquella noche abrasadora de julio, como el buen artista que gusta de pasear ociosamente, enamorado del París nocturno. De pronto se puso a llover a cántaros y echó a correr, a trotar desmadejado y como loco, a lo largo del quai de la Grève. Pero, en el Pont Louis-Philippe, se detuvo, irritado por sus resoplidos: aquel miedo al agua le parecía una estupidez; y, en las densas tinieblas, bajo el azote del chaparrón que inundaba los mecheros de gas, atravesó lentamente el puente con las manos bailándole.

Por lo demás, sólo le quedaban a Claude unos pocos pasos para llegar. Cuando torcía hacia el quai de Bourbon, en la Île Saint-Louis, un vivo relámpago iluminó la recta y uniforme hilera de los viejos palacetes alineados delante del Sena, al borde de la estrecha calzada. A su fulgor relumbraron los cristales de las altas ventanas sin persianas, y pudo verse el marcado aspecto triste de las antiguas fachadas con muy nítidos detalles: un balcón de piedra, un barandal de terraza y la guirnalda esculpida de un frontón. Era allí donde el pintor tenía su estudio, en el altillo del antiguo palacete de Martoy, esquina a la rue de la Femme-sans-Tête. El muelle apenas entrevisto quedó inmediatamente sumido de nuevo en las tinieblas y un formidable trueno hizo retemblar el barrio dormido.


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446 págs. / 13 horas / 139 visitas.

Publicado el 24 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El País de las Pieles

Julio Verne


Novela


PRIMERA PARTE

UNA FIESTA EN EL FUERTE CONFIANZA

Aquella noche —17 de marzo de 1859— el capitán Craventy daba una fiesta en el fuerte Confianza.

Que la palabra fiesta no evoque en la mente del lector la idea de un sarao grandioso, de un baile de corte, de una zambra ruidosa o de un festival a gran orquesta. La recepción del capitán Craventy era mucho más modesta, a pesar de lo cual no había perdonado sacrificio para darle la mayor brillantez posible.

En efecto, bajo la dirección del cabo Joliffe, el espléndido salón del piso bajo habíase transformado. Aún se veían las paredes de madera, hechas con troncos apenas labrados, horizontalmente dispuestos; pero, disimulaban su tosca desnudez cuatro pabellones británicos, colocados en los cuatro ángulos, y panoplias formadas con armas tomadas del arsenal del fuerte.

Si las largas vigas del techo, rugosas y ennegrecidas, descansaban sobre sus estribos groseramente ajustadas, en cambio, dos lámparas, provistas de sus reflectores de hoja de lata, se balanceaban como dos arañas al extremo de sus cadenas, y proyectaban una luz muy suficiente a través de la atmósfera cargada de la sala.

Las ventanas eran estrechas; algunas parecían troneras; sus vidrios, blindados por una espesa escarcha, desafiaban la curiosidad de la vista; pero dos o tres trozos de percalina encarnada colocados con gusto, llamaban la atención de los invitados. El piso estaba formado por pesados maderos yuxtapuestos que el cabo Joliffe había barrido con esmero en gracia a la solemnidad.


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440 págs. / 12 horas, 50 minutos / 257 visitas.

Publicado el 16 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Roderick Hudson

Henry James


Novela


Prefacio

Comencé a escribir Roderick Hudson durante la primavera de 1874 en Florencia, y la concebí al principio para ser publicada por entregas en el Atlantic Monthly, donde se estrenó en enero de 1875, y continuó durante el resto del año. Cedo al placer de consignar estas circunstancias, al igual que haré con otras, como he cedido a la necesidad de volver a este libro después de un cuarto de siglo. Este resurgir de una casi extinta relación con una obra temprana puede producir a menudo en el artista, creo yo, más sensaciones de interés y de emoción de las que él puede expresar con facilidad, y, sin embargo, no alumbrará en lo más mínimo, a sus ojos, aquel velado rostro de su musa que él se siente condenado a estudiar en todo momento y con un anhelo absoluto. El arte de la representación está repleto de interrogantes cuyos mismos términos son difíciles de aplicar y de valorar; pero independientemente de que la hagan ardua, también la hacen, para nuestro alivio, infinita, provocando que la práctica de la representación —con la experiencia— nos vaya rodeando de un círculo que se ensancha, y no lo contrario. De ahí que la experiencia deba organizar, por comodidad y regocijo propios, algún sistema de observación, ante el temor a perder su propio camino en la admirable inmensidad. La vemos haciendo una pausa de vez en cuando para consultar sus notas, para medir (con el fin de orientarse) tantos aspectos y distancias como sea posible, tantos pasos dados y obstáculos superados y frutos recogidos y bellezas disfrutadas. Todo cuenta, nada es superfluo en tal estudio; el cuaderno del explorador me resulta aquí infinitamente receptivo. A esto me refiero, por lo tanto, cuando hablo de la aportación —o, dicho con sencillez y desde mi punto de vista—, del seductor encanto de los hechos accesorios en determinada obra artística.


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438 págs. / 12 horas, 46 minutos / 71 visitas.

Publicado el 29 de enero de 2017 por Edu Robsy.

Luz y Oscuridad

Natsume Sōseki


Novela


Personajes de la novela

YOSHIO TSUDA: Joven oficinista. Casado con O-Nobu desde hace seis meses.

O-NOBU (NOBUKO): su mujer.

O-TOKI: la criada del matrimonio.

EL PADRE DE TSUDA: Vive en Kioto. Le envía dinero mensualmente a su Hijo.

YOSHIKAWA: superior jerárquico de Tsuda en el trabajo. Es un viejo amigo de su padre.

SEÑORA YOSHIKAWA: su esposa, una mujer mundana.

FUJII: el tío de Tsuda. Un intelectual bastante poco activo que se hizo cargo de la educación de Tsuda.

ASA FUJII: su mujer.

OKAMOTO: marido de la tía de O-Nobu con cuya acomodada familia se ha criado. Amigo desde hace mucho tiempo de Yoshikawa.

SUMI OKAMOTO: su mujer, la tía de O-Nobu.

TSUGIKO OKAMOTO: la hija mayor del matrimonio.

YURIKO OKAMOTO: hermana pequeña de Tsugiko.

HAJIME OKAMOTO: el hijo menor de la familia.

O-KIN: criada de la familia Fujii. Está en edad casadera. Es la hermana de Kobayashi.

KOBAYASHI: compañero de estudios de Tsuda.

O-HIDE (HIDEKO) HORI: hermana de Tsuda.

SHOTARO HORI: su marido, un libertino.

HARA: un pintor pobre. Amigo de Kobayashi.

KIYOKO SEKI: el primer amor de Tsuda. Ya casada.

Luz y oscuridad

1

EL DOCTOR AYUDÓ A TSUDA a bajar de la mesa de operaciones. Acababa de examinarle con la sonda.

—Como me imaginaba, llega hasta el intestino. La última vez encontré unas cuantas cicatrices en el tejido intermedio y pensé que no iría a más. Por eso le dije lo que le dije. Sin embargo, hoy me he dado cuenta de que ha traspasado ese punto.

—¿Dice que llega hasta el intestino?

—Sí. En un principio pensé que tan solo mediría un centímetro y medio, pero veo que me equivoqué. Al menos es el doble.


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437 págs. / 12 horas, 45 minutos / 245 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

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