Clovis Dardentor
Julio Verne
Novela
I. En el que el principal personaje de esta obra no es presentado al lector
Cuando los dos se apearon en la estación de Cette, del tren de París al Mediterráneo, Marcel Lornans, dirigiéndose a Juan Taconnat, le dijo:
—¿Qué vamos a hacer mientras esperamos la partida del paquebote?
—Nada —respondió Juan Taconnat.
—Sin embargo, según la Guía del viajero, Cette, aunque no antigua, es una ciudad curiosa. Es posterior a la creación de su puerto, el término del canal Languedoc, debido a Luis XIV.
—¡Y tal vez lo más útil que Luis XIV ha hecho durante su reinado! —respondió Juan Taconnat—. Sin duda el Gran Rey preveía que acudiríamos a embarcarnos aquí hoy 27 de Abril de 1895.
—Ten formalidad, y no olvides que el Mediodía puede oírnos. Me parece lo más sabio que visitemos a Cette, puesto que en Cette estamos, sus canales, su estación marítima, sus doce kilómetros de muelles, su paseo regado por las límpidas aguas de un acueducto…
—¿Has concluido?…
—Una ciudad —continuó Marcel Lornans— que hubiera podido ser otra Venecia.
—¡Y que se ha contentado con ser una Marsella en pequeño! —respondió Juan Taconnat.
—Como tú dices, mi querido Juan, la rival de la soberbia ciudad provenzal; después de ella, el primer puerto franco del Mediterráneo que exporta vinos, sal, aguardientes, aceites, productos químicos…
—Y que importa pesados como tú —respondió Juan Taconnat volviendo la cabeza.
—Y también pieles, lanas de la Plata, harinas, frutas, bacalao, maderas, metales…
—¡Basta! ¡Basta! —exclamó el joven, deseoso de escapar a aquella catarata de detalles que caía de los labios de su amigo.
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Publicado el 15 de marzo de 2017 por Edu Robsy.