El Hombre de Negro
Wilkie Collins
Novela
ANTES DE LA HISTORIA
Primera escena. Boulogne-sur Mer: El duelo
I
Los médicos no podían hacer nada más por lady Berrick. Cuando los médicos de una dama que ha alcanzado los setenta años de edad recomiendan el suave clima del sur de Francia, lo que quieren dar a entender, a la pata la llana, es que han agotado todos sus recursos. La viuda decidió concederle su oportunidad al suave clima francés, y a continuación decidió (según sus propias palabras) «morir en casa». El viaje de regreso fue lento, y la última vez que oí hablar de ella había llegado a París. Fue a principios de noviembre. Una semana después me encontré en el club con su sobrino, Lewis Romayne.
—¿Qué te trae a Londres en esta época del año: —pregunté.
—La fatalidad me persigue —respondió con gesto grave—. Soy uno de los hombres más desdichados de la tierra.
Tenía treinta años; no estaba casado; era el envidiable poseedor de una antigua y hermosa finca, Vange Abbey; no tenía parientes pobres; era uno de los hombres más apuestos de Inglaterra. Si a eso añadimos que yo soy un oficial retirado del ejército, que mi renta es paupérrima, mi esposa desagradable y mis cuatro hijos feos, y que llevo a mis espaldas una carga de cincuenta años, a nadie le sorprenderá que mis palabras de respuesta a Romayne, llenas de amarga sinceridad, fueran las siguientes:
—¡Pues que el Cielo me conceda poder intercambiar nuestros lugares!
—¡Que el Cielo te lo conceda! —profirió con igual sinceridad—. Lee esto.
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Publicado el 6 de febrero de 2017 por Edu Robsy.