El Rey del Aire
Emilio Salgari
Novela
Primera Parte
Capítulo I. Una expedición misteriosa
—¡Alto!… ¡Vista a la costa a proa!
—¡Ah!… ¡Malditos tiburones!… ¡Están por todas partes alrededor de la isla endemoniada!…
—Pues va a ser la tercera noche que nos volvemos al Gavilán con las manos vacías. Pues qué, ¿tienen acaso cien ojos?
—¿Y el bonachón de Bedoff, qué hace?
—Se habrá dormido encima de su botella de aguardiente de centeno mi querido Liwitz.
—Pues a él le han pagado, Ursoff.
—Y espléndidamente; el capitán del Gavilán tiene siempre la bolsa abierta.
—¡Silencio, charlatanes! —dijo una tercera voz—. ¿Creéis que no hay centinelas alrededor de la isla o que ponen sordos para guardar las barracas? Cuidado, porque corremos peligro de que nos fusilen como a salvajes de América.
Un hombre de formas hercúleas, con larga barba rojiza, se levantó a popa de la chalupa, que se deslizaba dulcemente, sin casi producir ningún rumor, sobre las foscas aguas del estrecho de Tartaria, aplacadas por la nevasca que caía en abundancia.
Era un hermoso tipo de anciano del norte, entre los cincuenta y los sesenta años, pero sobre el que parecía que el tiempo no hubiera aún hecho destrozos notables.
Tenía todavía hermosos cabellos, la frente espaciosa, aunque es verdad que cubierta de profundas arrugas, los ojos de un azul oscuro que aún no había perdido nada de su esplendor. Viéndole levantarse y hacer una seña con la diestra, los seis marineros que tripulaban la chalupa, seis jóvenes de poderosa musculatura, interrumpieron su conversación.
Todas las miradas se dirigieron hacia levante donde a través de las oleadas de nieve se veía delinearse confusamente una línea oscura que ocupaba todo el horizonte.
—¿Habéis visto, muchachos? —preguntó el viejo, haciendo una seña de inteligencia
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Publicado el 23 de febrero de 2017 por Edu Robsy.