Textos más populares esta semana etiquetados como Novela | pág. 34

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Años de Juventud del Doctor Angélico

Armando Palacio Valdés


Novela


ADVERTENCIA DEL EDITOR

Van transcurridos algunos años desde que di a la estampa varios de los papeles que me dejara en depósito mi amigo Angel Jiménez. Eran casi todos de orden filosófico, trazados con la libertad de espíritu del que escribe sólo para sí mismo y en el estilo conciso y desenfadado que le caracterizaba. El público los ha acogido con más benevolencia de la que podía esperarse tratándose de un escritor casi desconocido. Esto me anima a publicar hoy sus Memorias, que con el título de Años de juventud, encontré en uno de los legajos. Cuando empecé a leerlas confieso que experimenté una decepción. Pensaba hallar una historia circunstanciada de su vida. No es así: Las presentes páginas son más bien las memorias de sus amigos que las suyas propias. Jiménez poseía un carácter cerrado y huraño, no se interesaba demasiado por sí mismo, no tenía ansia de celebridad y gloria. En cambio, la vida privada y pública de sus amigos le agitaba más de lo justo. Tuvo algunos de relevante mérito y a ellos particularmente están consagrados la mayor parte de los capítulos de este libro. Yo hubiera preferido conocer en su intimidad la vida de un hombre a quien tanto he estimado. Sin embargo, el público no perderá nada con esta sustitución. Porque es seguro que más que la suya, oscura y tranquila, le ha de interesar la historia dramática de sus ilustres amigos,

A. P. V.

PRIMERA PARTE

I. MI VIAJE Y MI INSTALACIÓN EN LA CORTE DE ESPAÑA

Creo que mi padre tenía razón. En último resultado me hubiera convenido más permanecer a su lado, ayudarle en sus negocios, hacerlos prosperar y dejar transcurrir la vida dulcemente en el pueblo trabajando a mis horas, paseando a mis horas, durmiendo a mis horas, rezando a mis horas y no leyendo a ninguna.


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Dominio público
280 págs. / 8 horas, 10 minutos / 247 visitas.

Publicado el 14 de agosto de 2017 por Edu Robsy.

El Manco de Lepanto

Manuel Fernández y González


Novela


I. En que se trata de un percance que le sobrevino a un barbero de Sevilla, por meterse a afeitar a oscuras.

Había en la ilustrísima ciudad de Sevilla, allá por los tiempos en que llegaban a la Torre del Oro, que a la margen del claro y profundo Guadalquivir se levanta, los galeones cargados de oro que venían de las Indias, y cuando reinaba en España el señor rey don Felipe el Segundo, de clara y pavorosa memoria, en la calle de las Sierpes, y en una rinconada a la que jamás llegaba el sol, como no fuese en verano y al mediodía, un tinglado de madera, de dos altos, desvencijado y giboso, al que llamaban casa, y en el cual vivía una valiente persona, cuyo apellido y nombre de pila ignoraba él mismo, que si los tuvo olvidolos, y nadie le conocía ni él respondía más que por el sobrenombre de Viváis-mil-años, cortesanía que empleaba para saludar a todo el mundo. Era de mediana edad, entre los treinta y cinco y los cuarenta, de no mala apariencia, agradable y sonriente el rostro, morena la color, agudas las facciones, sutil la sonrisa, la mirada rebuscona, y no mezquino el cuerpo; vivía de rasurar y rapar, entreteniendo durante el día sus ocios con el puntear de una vihuela morisca que le dejó su padre, ya harto usada por sus abuelos, y cantando como un ruiseñor las alegres canciones de la tierra, y las que él mismo componía, para lo que se daba muy buena gracia; comadreaba a las comadres de la vecindad, y, fuera de esto, las vendía untos y bebedizos, y las leía el sino, y las traía a todas engañadas y pendientes de sus labios; y a tal llegaba la fama de brujo y de hechicero del señor Viváis-mil-años, que más de una vez la Inquisición se había metido en sus asuntos, y había quien se acordaba de haberle visto con coroza y sambenito, luciendo su persona en un auto de fe.


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176 págs. / 5 horas, 9 minutos / 239 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2016 por Edu Robsy.

La Locura de Almayer

Joseph Conrad


Novela


Capítulo I

—¡Kaspar! ¡Makan!

La voz familiar y penetrante sacó a Almayer de su sueño de grandezas futuras, restituyéndole a las desagradables realidades de la hora presente. También la voz era desagradable. La había oído durante muchos años, y cada vez le gustaba menos. No importaba: todo aquello tendría un próximo fin.

Mostró su irritación con un gesto, pero no hizo caso del llamamiento. Apoyándose con ambos codos en el antepecho de la veranda, continuó mirando de hito en hito al gran río que corría —indiferente y rápido— ante sus ojos. Le gustaba contemplarlo durante el ocaso, quizá porque a aquella hora el sol poniente teñía de oro encendido las aguas del Pantai: el oro que tan a menudo ocupaba los pensamientos de Almayer; el oro que él no había logrado adquirir; el oro que otros habían ganado —por medios infames desde luego—, pero que él pensaba alcanzar aún, con su honrado trabajo, para sí mismo y para Nina. Almayer se abismaba en su sueno de riqueza y poder, lejos de esta costa donde había pasado tantos años, olvidando las amarguras de las fatigas sufridas, con la visión de una grande y espléndida recompensa. Se establecerían en Europa él y su hija. Serían ricos y respetados. Al verla a ella nadie se detendría a pensar en la sangre mestiza de la joven ante su extraordinaria hermosura y su inmensa riqueza. Testigo de sus triunfos, él se rejuvenecería, y olvidaría los veinticinco años de acongojado esfuerzo en esta costa donde se sentía como prisionero.

Todo esto estaba próximo a llegar. Bastaba que regresara Dain. Y regresaría pronto, por su propio interés. ¡Más de una semana de retraso llevaba ya! ¿No volvería tal vez aquella misma noche?


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Dominio público
203 págs. / 5 horas, 55 minutos / 233 visitas.

Publicado el 1 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Dulce y Sabrosa

Jacinto Octavio Picón


Novela


Advertencia para esta edición

Si creyera que el publicar un escritor sus obras completas implica falta de modestia, no reimprimiría las mías. Lo hago porque están casi todas agotadas; pensando que es deber de padre no consentir que mueran sus hijos, aunque no sean tan buenos ni tan hermosos como él quiso engendrarlos; y también porque considero que el hombre tiene derecho a despedirse de la juventud recordando lo que durante ella hizo honradamente y con amor.

Otra disculpa pienso que atenúa mi atrevimiento. Porque ser partidario del arte por el arte, y yo lo soy muy convencido, no puede amenguar ni estorbar, aun cultivando esta que se llama amena literatura, el entusiasmo por ideas de distinta índole; las cuales unas veces veladamente se transparentan y otras ostensiblemente se muestran en la labor de cada uno; pues no es posible, y menos en nuestra época, que el literato y el artista sientan y piensen ajenos al ambiente que respiran. Quien carece de fuerzas para conquistar la costosa gloria de adelantarse a su tiempo, tenga la persistente virtud de servirle: así lo he pretendido; mas él ha caminado tan deprisa, que hoy acaso parezcamos tímidos los que ayer fuimos osados. De éstos quise ser: de los que al estudiar lo pasado y observar lo presente procuran preparar lo porvenir y se esperanzan con ello. Por eso rindo tributo de constancia y firmeza a las ideas de mi juventud, algunas hoy tan combatidas, reuniendo estos pobres libros, sin que me arredre el recuerdo de cómo unos fueron censurados, ni espere que retoñe la benevolencia con que otros fueron alabados. Discurro al igual de aquel gran prosista que decía: «No es temor, como no es vanidad».

Bien quisiera, lector, que pensáramos a dúo y que mi conciencia hallase siempre eco en la tuya: si por torpe desespero de lograrlo, por sincero creo merecerlo.


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Dominio público
271 págs. / 7 horas, 55 minutos / 218 visitas.

Publicado el 16 de abril de 2019 por Edu Robsy.

Ismael

Eduardo Acevedo Díaz


Novela


Capítulo 1

La ciudad de Montevideo, plaza fuerte destinada a ser el punto de apoyo y resistencia del sistema colonial en esta zona de América, por su posición geográfica, su favorable topografía y sus sólidas almenas, registra en la historia de los tres primeros lustros del siglo páginas notables.

Encerrada en sus murallas de piedra erizadas de centenares de cañones, como la cabeza de un guerrero de la edad media dentro del casco de hierro con visera de encaje y plumero de combate, ella hizo sentir el peso de su influencia y de sus armas en los sucesos de aquella vida tormentosa que precedió al desarrollo fecundo de la idea revolucionaria.

Dentro de su armadura, limitado por las mismas piezas defensivas, cual una reconcentración de fuerza y de energía que no debía expandirse ni cercenarse en medio del general tumulto, persistía casi intacto el espíritu del viejo régimen, la regla del hábito invariable, la costumbre hereditaria pugnando por sofocar la tendencia al cambio, al pretender más de una vez destruir las fuerzas divergentes con su mano de plomo.

Asemejábase en el período de gestación, y de deshecha borrasca luego, a un enorme crustáceo que, bien adherido a la roca, resistía impávido y sereno el rudo embate de la corriente que arrastraba preocupaciones y errores, brozas y despojos para reservarse descubrir y alargar las pinzas sobre la presa, así que el exceso desbordado de energía revolucionaria se diera treguas en la obra de implacable destrucción.

Esa corriente, con ser poderosa, no podía detenerse a romper su coraza, y pasaba de largo ante el muro sombrío rozándolo en vano con su bullente espuma.

El recinto amurallado, verdadero cinturón volcánico, no abría sus colosales portones ni tendía el puente levadizo, sino para arrojar falanges disciplinadas y valerosas, con la consigna severa de triunfar o de morir por el rey.


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241 págs. / 7 horas, 2 minutos / 203 visitas.

Publicado el 17 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

El Lazarillo de Manzanares

Juan Cortés de Tolosa


Novela


Aprobaciones

He visto este libro intitulado Lazarillo de Manzanares y aunque es libro de entretenimiento no tiene cosa que ofenda las buenas costumbres, antes debajo de los cuentos y novelas que en él se refieren enseña a desengañarse de los engaños deste mundo, y ansí me parece se le puede dar licencia que pide para imprimirle.

En este convento de Nuestra Señora de la Merced de Madrid, a 27 de abril de 1619.

FRAY ALONSO RAMÓN

He hecho ver este libro intitulado Lazarillo de Manzanares y en él no se halla cosa contra nuestra santa fe católica y buenas costumbres, antes muchas cosas morales y agudas para el común desengaño, y ansí se le puede dar la licencia que pide.

En Madrid, a 13 de mayo de 1619.

EL LICENCIADO DON JUAN DE GÓMARA Y MEJÍA

Por comisión y mandamiento de Vuestra Alteza he visto un libro intitulado Lazarillo de Manzanares compuesto por Juan Cortés de Tolosa y en él no hallo cosa contra la fe y buenas costumbres, antes debajo de los cuentos y novelas descubre muchas para el desengaño del mundo y aviso para los que tienen poca experiencia dél; y siendo Vuestra Majestad servido, le puede hacer la merced que pide.

Madrid, a 9 de mayo de 1619.

EL MAESTRO VICENTE ESPINEL

Suma del privilegio

Este libro intitulado Lazarillo de Manzanares tiene privilegio del Rey nuestro señor para que, por tiempo de seis años, ninguna otra persona lo pueda imprimir ni vender, so las penas en el privilegio contenidas.

Fecha en Lisboa, a catorce días del mes de julio de 1619 años.

Despachado por Diego González de Villarroel, escribano de Cámara.

Tasa


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118 págs. / 3 horas, 27 minutos / 187 visitas.

Publicado el 9 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Martin Eden

Jack London


Novela


Capítulo I

Abrió la puerta con una llave y entró, seguido de un joven que se quitó torpemente la gorra. Su rudo atuendo evocaba el mar, y era obvio que no estaba en su elemento en aquel espacioso vestíbulo. No sabía qué hacer con la gorra, e iba a guardarla en el bolsillo del abrigo cuando el otro se la cogió. Lo hizo en silencio, con naturalidad, y el joven se lo agradeció.

«Él se hace cargo —pensó—. Me echará una mano».

Siguió a su compañero balanceando los hombros y con las piernas muy separadas, como si pisara la cubierta de un barco que cabecease. Las amplias habitaciones parecían demasiado estrechas para su paso bamboleante, y temía que sus anchos hombros chocaran con las puertas o tiraran los adornos de las repisas. Se movía de un lado a otro, multiplicando los obstáculos que existían únicamente en su imaginación. Pasó angustiado entre un piano de cola y una mesa llena de libros, aunque había espacio para media docena de personas. Sus brazos fornidos colgaban inertes a ambos costados. No sabía qué hacer con ellos, ni con las manos; y, cuando en medio de su nerviosismo creyó que un brazo iba a chocar contra los libros, retrocedió como un caballo asustado y estuvo a punto de derribar la banqueta del piano. Observó el paso tranquilo del hombre que le precedía, y cayó en la cuenta de que él no andaba como los demás. Sintió una punzada de vergüenza. Su frente se cubrió de diminutas gotas de sudor, y se detuvo para enjugar con el pañuelo su rostro curtido por el sol.

—Un momento, Arthur —exclamó, tratando de disimular su inquietud con una broma—. Es demasiado para mí… Espera que me tranquilice un poco. Ya sabes que no quería venir, y tampoco creo que tu familia se muera de ganas de conocerme.

—No pasa nada —le animó su amigo—. No debes tener miedo de nosotros. Somos gente sencilla. ¡Vaya! Hay una carta para mí…


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Protegido por copyright
426 págs. / 12 horas, 26 minutos / 183 visitas.

Publicado el 5 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Las Ingenuas

Felipe Trigo


Novela


Cette façon de considérer les femmes, ce mépris systématique mélé de sensualité obsédante, vous jugerez qu’il vaut la peine de le signaler.

Jules Lemaitre.

Antes

Temo “haber hecho de señoritas”, una novela española y altamente moral que no puedan leer las señoritas y que pueda no parecer a muchos ni moral ni casi española; porque la moralidad y el nacionalismo, para buen puñado de patriotas, no deben reflejarse en la literatura más que vestidos a la antigua—siendo inútil que se haya modernizado una clase media cuya juventud riente y simpática está con su rumor de fiesta y su loco afán de vivir a la vista de todos, incluso de los escritores, muy semejante a la de cualquier bulevar parisiense, en Santander y en Sevilla, en Madrid y en el último pueblo de tres mil vecinos.

Sin embargo, disto mucho de pensar que el cosmopolitismo de nuestras costumbres sea tal que las iguale con las de no importa qué otra sociedad europea: los vientos de libertad han encontrado en la Península grandes resistencias de educación; y precisamente por eso, de la extraña mezcla y de la extraña lucha de los instintos que despiertan, con las formidables tradiciones que los aplastaban, creo yo que le resulta al alma nacional un matiz originalísimo, digno de la tranquila atención de los observadores, y del cual una fase interesante he procurado fijar en esta novela, que es profunda y típicamente española, por consecuencia. No hay en sus pasiones el erotismo perverso y refinadamente brutal de los franceses; tampoco el antiguo y puro romanticismo heroico de nuestros amores a través de las monásticas celosías o de las enclaveladas rejas andaluzas; hay algo de las dos cosas a un tiempo, exhalado con mayores ímpetu y nobleza por el ansia vaga del corazón de las ingenuas...


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Dominio público
525 págs. / 15 horas, 19 minutos / 167 visitas.

Publicado el 1 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

La Piedra Angular

Emilia Pardo Bazán


Novela


Capítulo 1

Rendido ya de lo mucho que se prolongara la consulta aquella tarde tan gris y melancólica del mes de marzo, el Doctor Moragas se echó atrás en el sillón; suspiró arqueando el pecho; se atusó el cabello blanco y rizoso, y tendió involuntariamente la mano hacia el último número de la Revue de Psychiatrie, intonso aún, puesto sobre la mesa al lado de cartas sin abrir y periódicos fajados. Mas antes de que deslizase la plegadera de marfil entre las hojas del primer pliego, abriose con estrépito la puerta frontera a la mesa escritorio, y saltando, rebosando risa, batiendo palmas, entró una criatura de tres a cuatro años, que no paró en su vertiginosa carrera hasta abrazarse a una pierna del Doctor.

—¡Nené! —exclamó él alzándola en vilo—. ¡Si aún no son las dos! A ver cómo se larga usted de aquí. ¿Quién la manda venir mientras está uno ocupado?

Reía a más y mejor la chiquilla. Su cara era un poema de júbilo. Sus ojuelos, guiñados con picardía deliciosa, negros y vivos, contrastaban con la finura un tanto clorótica de la tez. Entre sus labios puros asomaba la lengüecilla color de rosa. El rubio y laso cabello le tapaba la frente y se esparcía como una madeja de seda cruda por los hombros. Al levantarla el Doctor, ella pugnó por mesarle las barbas o el pelo, provocando el regaño cómico que siempre resultaba de atentados por el estilo.


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169 págs. / 4 horas, 56 minutos / 160 visitas.

Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

El Minero

Natsume Sōseki


Novela


Pasé mucho tiempo caminando a través del pinar. Los pinares de los cuadros no parecen tan extensos, pero en este lugar solo había pinos, pinos y más pinos. Nada más. No veía la razón de continuar mi paseo si los árboles no desaparecían. En realidad, habría sido mejor haberme quedado quieto desde el principio, ponerme delante de uno de ellos y jugar a ver quién se salía con la suya.

Salí de Tokio sobre las nueve de la noche del día anterior y me puse a caminar como un loco en dirección norte. En cierto momento me sentí exhausto. No conocía por allí a nadie en cuya casa pudiera descansar y tampoco tenía dinero para pagar un humilde alojamiento en el que pasar la noche. Con la intención de echar al menos una cabezada, me deslicé en la oscuridad bajo el alero de un templo. Creo que estaba consagrado a Hachiman, el dios de la guerra. Aún era de noche cuando me desperté muerto de frío y, a partir de ese momento, caminé sin descanso. Pero ¡quién habría sido capaz de seguir así, rodeado solo de malditos pinos, indefinidamente!

Mis piernas parecían pesar una tonelada. Cada paso que daba era un suplicio, como si alguien me hubiera atado unas barras de acero a las pantorrillas. Me recogí el quimono hasta dejar las piernas desnudas para ver si así avanzaba con mayor facilidad. En cualquier otro lugar habría sido capaz de echar a correr, pero no allí, rodeado de pinos.

Encontré una casa de té. Tras las persianas de bambú, divisé una tetera oxidada colocada sobre un brasero. Junto a la entrada había un banco que miraba hacia el camino y, en el suelo, unas sandalias. Vi a un hombre abrigado con un quimono acolchado sentado de espaldas.


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Protegido por copyright
165 págs. / 4 horas, 48 minutos / 159 visitas.

Publicado el 28 de abril de 2017 por Edu Robsy.

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