Textos más cortos etiquetados como Poema épico | pág. 2

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etiqueta: Poema épico


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Odisea

Homero


Poesía, Clásico, Poema épico, Grecia


Canto I

Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el Ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Mas ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. ¡Insensatos! Comiéronse las vacas de Helios, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el día del regreso. ¡Oh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas.

Ya en aquel tiempo los que habían podido escapar de una muerte horrorosa estaban en sus hogares, salvos de los peligros de la guerra y del mar; y solamente Odiseo, que tan gran necesidad sentía de restituirse a su patria y ver a su consorte, hallábase detenido en hueca gruta por Calipso, la ninfa veneranda, la divina entre las deidades, que anhelaba tomarlo por esposo.

Con el transcurso de los años llegó por fin la época en que los dioses habían decretado que volviese a su patria, aunque no por eso debía poner fin a sus trabajos, ni siquiera después de juntarse con los suyos. Y todos los dioses le compadecían, a excepción de Poseidón, que permaneció constantemente irritado contra el divinal Odiseo hasta que el héroe no arribó a su tierra.

Mas entonces habíase ido aquel al lejano pueblo de los etíopes -los cuales son los postreros de los hombres y forman dos grupos, que habitan respectivamente hacia el ocaso y hacia el orto de Hiperión- para asistir a una hecatombe de toros y de cordero. Mientras aquel se deleitaba presenciando el festín, congregáronse las otras deidades en el palacio de Zeus Olímpico.


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Dominio público
371 págs. / 10 horas, 49 minutos / 3.730 visitas.

Publicado el 6 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

La Araucana

Alonso de Ercilla


Poesía, poema épico


Prólogo del autor

Si pensara que el trabajo que he puesto en esta obra me había de quitar tan poco el miedo de publicarla, sé cierto de mí que no tuviera ánimo para llevarla al cabo. Pero considerando ser la historia verdadera y de cosas de guerra, á las cuales hay tantos aficionados, me he resuelto en imprimirla, ayudando á ello las importunaciones de muchos testigos que en lo de más dello se hallaron, y el agravio que algunos españoles recibirían quedando sus hazañas en perpetuo silencio, faltando quien las escriba; no por ser ellas pequeñas, pero porque la tierra es tan remota y apartada y la postrera que los españoles han pisado por la parte del Perú, que no se puede tener della casi noticia, y por el mal aparejo y poco tiempo que para escribir hay con la ocupación de la guerra, que no da lugar á ello; así el que pude hurtar le gasté en este libro, el cual, porque fuese más cierto y verdadero, se hizo en la misma guerra y en los mismos pasos y sitios, escribiendo muchas veces en cuero por falta de papel, y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que apenas cabían seis versos, que no me costó después poco trabajo juntarlos; y por esto, y por la humildad con que va la obra, como criada en tan pobres pañales, acompañándola el celo y la intención con que se hizo, espero que será parte para poder sufrir quien la leyere las faltas que lleva. Y si á alguno le pareciere que me muestro algo inclinado á la parte de los araucanos, tratando sus cosas y valentías más extendidamente de lo que para bárbaros se requiere; si queremos mirar su crianza, costumbres, modos de guerra y ejercicio della, veremos que muchos no les han hecho ventaja, y que son pocos los que con tan gran constancia y firmeza han defendido su tierra contra tan fieros enemigos como son los españoles.


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Dominio público
409 págs. / 11 horas, 57 minutos / 231 visitas.

Publicado el 13 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

Ilíada

Homero


Poesía, Clásico, Poema épico, Grecia


CANTO I. Peste – Cólera

Después de una corta invocación a la divinidad para que cante "la perniciosa ira de Aquiles", nos refiere el poeta que Crises, sacerdote de Apolo, va al campamento aqueo para rescatar a su hija, que había sido hecha cautiva y adjudicada como esclava a Agamenón; éste desprecia al sacerdote, se niega a darle la hija y lo despide con amenazadoras palabras; Apolo, indignado, suscita una terrible peste en el campamento; Aquiles reúne a los guerreros en el ágora por inspiración de la diosa Hera, y, habiendo dicho al adivino Calcante que hablara sin miedo, aunque tuviera que referirse a Agamenón, se sabe por fin que el comportamiento de Agamenón con el sacerdote Crises ha sido la causa del enojo del dios. Esta declaración irrita al rey, que pide que, si ha de devolver la esclava, se le prepare otra recompensa; y Aquiles le responde que ya se la darán cuando tomen Troya. Así, de un modo tan natural, se origina la discordia entre el caudillo supremo del ejército y el héroe más valiente.


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Dominio público
466 págs. / 13 horas, 35 minutos / 4.390 visitas.

Publicado el 6 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Orlando Furioso

Ludovico Ariosto


Poema épico


Canto I

Huye Angélica sola, mientras Reinaldo procura alcanzar á su fiel caballo que se le ha escapado.—Encendido este guerrero en ira y en amor, ataca al orgulloso Ferragús.—Este pronuncia un nuevo juramento, más terminante que el primero con respecto á apoderarse de un casco.—El Rey de Circasia encuentra con alegría á su amada, y Reinaldo estorba la realizacion de sus planes.

Canto la galantería, las damas, los caballeros, las armas, los amores y las arriesgadas empresas del tiempo en que los moros atravesaron el mar de África é hicieron grandes estragos en Francia, imitando el impetuoso y juvenil ardor de su rey Agramante, el cual se jactaba de vengar la muerte de Trojan en la persona de Carlos, emperador de romanos.

Con respecto á Orlando, referiré cosas que jamás se han dicho en prosa ni en verso; manifestaré cómo se convirtió en un loco furioso aquel hombre tenido siempre como modelo de cordura: ojalá que aquella por quien me falta poco para verme en tal estado, segun lo que va amortiguando mi escaso ingenio, me conceda el suficiente para llevar á cabo lo que prometo.

Y vos, ¡oh Hipólito!, generoso descendiente de Hércules, ornato y esplendor de nuestro siglo, dignaos acoger complaciente este trabajo, única muestra de agradecimiento que le es dable ofreceros á vuestro humilde súbdito. Con mis palabras ó mis escritos puedo solamente pagaros lo que os debo: corto es su valor, pero os aseguro que con ellos os doy todo cuanto me es posible daros.

Entre los esclarecidos héroes que me propongo celebrar en mis versos, oireis recordar á aquel Rugiero, que fué el antiguo tronco de vuestra ilustre familia. Escuchareis el relato de su preclaro valor y memorables hazañas, si os dignais prestarme atencion, y si mis versos logran ocupar un lugar entre vuestros elevados pensamientos.


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Dominio público
952 págs. / 1 día, 3 horas, 47 minutos / 1.388 visitas.

Publicado el 7 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

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