El Paraíso Recobrado
John Milton
Poesía, religión
Dominio público
65 págs. / 1 hora, 54 minutos / 1.539 visitas.
Publicado el 5 de enero de 2022 por Edu Robsy.
Mostrando 11 a 20 de 88 textos encontrados.
etiqueta: Poesía textos disponibles
Dominio público
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Publicado el 5 de enero de 2022 por Edu Robsy.
Dominio público
473 págs. / 13 horas, 48 minutos / 1.298 visitas.
Publicado el 6 de octubre de 2016 por Edu Robsy.
Ésta
es oraçión qu'el arçipreste fizo a Dios quando començó este libro
suyo.
Señor Dios, que a los jodíos pueblo de
perdiçión
sacaste de cabtivo del poder de Faraón,
a Daniel sacaste del poço de Babilón,
saca a mi coytado d'esta mala presión.
Señor, tú diste graçia a Ester la reyna,
ant'el rey Asuero ovo tu graçia digna,
Señor, dame tu graçia e tu merçed ayna,
sácame d'esta laçeria, d'esta presión.
Señor, tú que sacaste al Profeta del lago,
de poder de gentiles sacaste a Santiago,
a Santa Marina libreste del vientre del drago,
libra a mí, Dios mío, d'esta presión do yago.
Señor, tú que libreste a santa Susaña,
del falso testimonio de la falsa compaña,
líbrame, mi Dios, d'esta y coyta tanmaña,
dame tu misericordia, tira de mí tu saña.
A Jonás, el Profeta, del vientre de la ballena
en que moró tres días dentro en la mar llena,
sacástelo tú sano así como de casa buena;
Mexías, tú me salva sin culpa e sin pena.
Señor, a los tres niños de muerte los libreste,
del forno del grand fuego sin lesión saqueste,
de las ondas del mar a sant Pedro tomeste:
Señor, de aquesta coyta saca al tu arçipreste.
Aun tú que dixiste a los tus servidores,
que con ellos serías ante reyes desidores,
et los darías palabras, que fabrasen mejores,
Señor, tú sey conmigo, guárdame de traydores.
El nombre profetizado fuer grande Hemanuel,
Fijo de Dios muy alto Salvador de Israel,
en la salutaçión el ángel Gabriel
te fizo çierta d'esto, tú fuiste çierta d'él.
Por esta profeçía e por la salutaçión
por el nombre tan alto Hemanuel salvaçión,
Señora, dame tu graçia, et dame consolaçión,
gáname del tu fijo graçia et bendiçión.
209 págs. / 6 horas, 7 minutos / 1.690 visitas.
Publicado el 11 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
En una mañana fría y húmeda llegué por primera vez al inmenso país de los Estados Unidos. Iba el steamer despacio, y la sirena aullaba roncamente por temor de un choque. Quedaba atrás Fire Island con su erecto faro; estábamos frente a Sandy Hook, de donde nos salió al paso el barco de sanidad. El ladrante slang yanqui sonaba por todas partes, bajo el pabellón de bandas y estrellas. El viento frío, los pitos arromadizados, el humo de las chimeneas, el movimiento de las máquinas, las mismas ondas ventrudas de aquel mar estañado, el vapor que caminaba rumbo a la gran bahía, todo decía: all right. Entre las brumas se divisaban islas y barcos. Long Island desarrollaba la inmensa cinta de sus costas, y Staten Island, como en el marco de una viñeta, se presentaba en su hermosura, tentando al lápiz, ya que no, por falta de sol, a la máquina fotográfica. Sobre cubierta se agrupan los pasajeros: el comerciante de gruesa panza, congestionado como un pavo, con encorvadas narices israelitas; el clergyman huesoso, enfundado en su largo levitón negro, cubierto con su ancho sombrero de fieltro, y en la mano una pequeña Biblia; la muchacha que usa gorra de jockey, y que durante toda la travesía ha cantado con voz fonográfica, al són de un banjo; el joven robusto, lampiño como un bebé, y que, aficionado al box, tiene los puños de tal modo, que bien pudiera desquijarrar un rinoceronte de un solo impulso... En los Narrows se alcanza a ver la tierra pintoresca y florida, las fortalezas. Luego, levantando sobre su cabeza la antorcha simbólica, queda a un lado la gigantesca Madona de la Libertad, que tiene por peana un islote. De mi alma brota entonces la salutación:
Dominio público
37 págs. / 1 hora, 5 minutos / 3.890 visitas.
Publicado el 23 de julio de 2016 por Edu Robsy.
Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela.
Pido a los Santos del Cielo
que ayuden mi pensamiento,
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia
me refresquen la memoria
y aclaren mi entendimiento.
Vengan Santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
que la lengua se me añuda
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en una ocasión tan ruda.
Yo he visto muchos cantores,
con famas bien otenidas,
y que después de alquiridas
no las quieren sustentar-
parece que sin largar
se cansaron en partidas.
Mas ande otro criollo pasa
Martín Fierro ha de pasar,
nada lo hace recular
ni las fantasmas lo espantan;
y dende que todos cantan
yo también quiero cantar.
Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar,
y cantando he de llegar
al pie del Eterno Padre-
dende el vientre de mi madre
vine a este mundo a cantar.
Que no se trabe mi lengua
ni me falte la palabra-
el cantar mi gloria labra
y poniéndome a cantar
cantando me han de encontrar
aunque la tierra se abra.
Me siento en el plan de un bajo
a cantar un argumento-
como si soplara el viento
hago tiritar los pastos-
con oros, copas y bastos,
juega allí mi pensamiento.
Yo no soy cantor letrao,
mas si me pongo a cantar
no tengo cuándo acabar
y me envejezco cantando,
las coplas me van brotando
como agua de manantial.
Con la guitarra en la mano
ni las moscas se me arriman,
naides me pone el pie encima,
y cuando el pecho se entona,
hago gemir a la prima
y llorar a la bordona.
Dominio público
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Publicado el 13 de enero de 2019 por Edu Robsy.
Este pichón del Turia que te mando,
de dulces ojos y de blanca pluma,
sobre laurel de Grecia vierte y suma
llama lenta de amor do estoy parando.
Su cándida virtud, su cuello blando,
en limo doble de caliente espuma,
con un temblor de escarcha, perla y bruma
la ausencia de tu boca está marcando.
Pasa la mano sobre tu blancura
y verás qué nevada melodía
esparce en copos sobre tu hermosura.
Así mi corazón de noche y día,
preso en la cárcel del amor oscura,
llora, sin verte, su melancolía.
Esta luz, este fuego que devora.
Este paisaje gris que me rodea.
Este dolor por una sola idea.
Esta angustia de cielo, mundo y hora.
Este llanto de sangre que decora
lira sin pulso ya, lúbrica tea.
Este peso del mar que me golpea.
Este alacrán que por mi pecho mora.
Son guirnalda de amor, cama de herido,
donde sin sueño, sueño tu presencia
entre las ruinas de mi pecho hundido.
Y aunque busco la cumbre de prudencia
me da tu corazón valle tendido
con cicuta y pasión de amarga ciencia.
¡Esa guirnalda! ¡Pronto! ¡Que me muero!
¡Teje deprisa! ¡Cantal ¡Gime! ¡Canta!
Que la sombra me enturbia la garganta
y otra vez viene y mil la luz de enero.
Entre lo que me quieres y te quiero,
aire de estrellas y temblor de planta
espesura de anémonas levanta
con oscuro gemir un año entero.
Goza el fresco paisaje de mi herida,
quiebra juncos y arroyos delicados,
bebe en muslo de miel sangre vertida.
Pronto ¡prontol! Que unidos, enlazados,
boca rota de amor y alma mordida,
el tiempo nos encuentre destrozados.
Dominio público
3 págs. / 5 minutos / 3.722 visitas.
Publicado el 17 de agosto de 2018 por Edu Robsy.
Ha vivido mi alma en las Edades viejas
en un guerrero heroico y un galán trovador,
y en gentiles mancebos de enroscadas guedejas
enamorada siempre de una prohibición.
Mi alma fue de Tartufo, en un ídolo pagano,
de un impúber de Lesbia, de un fauno y de un bufón;
vivió dentro del cuerpo de un gladiador romano,
y en el cuerpo caduco de un viejo Faraón.
Ha vivido en las aguas y ha vivido en las rosas,
ha vivido en los hombres y ha vivido en las cosas,
buscando siempre amor.
Irá hacia un país lejano de sátiros traviesos
y de labios de sangre que conviertan en besos
las cosas que no son…
Y vivirá mi alma en las futuras
sintiendo las saetas de nuevas desventuras,
en una larga, triste, cruel peregrinación…
Para José Gálvez.
… Por la Roma vencedora
pasa la Grecia vencida, pero siempre soñadora…
Al coro
de monocordios de oro
van las cabezas hermosas
de los griegos, coronadas de pámpanos y de rosas.
Por entre la multitud
va la esteta juventud
de pensadores vencidos
y de eternos soñadores de los frutos prohibidos.
La suave diosa Harmonía
cuando pasan por el yugo les habla de poesía.
… Por la Roma vencedora
pasa la Grecia vencida pero siempre soñadora…
Las cabezas cabellosas
dejan, como frescas rosas
que pisaran los atletas,
las divinas harmonías de sus rítmicos poetas…
Pasan sátiras, vestales
y entonan himnos triunfales
los labios que beben mieles,
y con guirnaldas de mirtos van guiando sus corceles
los donceles…
Dominio público
49 págs. / 1 hora, 26 minutos / 406 visitas.
Publicado el 9 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
AL POETA IMPECABLE
Al perfecto mago de las letras francesas
A mi muy querido y muy venerado
maestro y amigo
THEOPHILE GAUTIER
Con los sentimientos
de la más profunda humildad
Yo dedico
Estas flores malsanas.
Ch. B.
La necedad, el error, el pecado, la tacañería,
Ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos,
Y alimentamos nuestros amables remordimientos,
Como los mendigos nutren su miseria.
Nuestros pecados son testarudos, nuestros arrepentimientos cobardes;
Nos hacemos pagar largamente nuestras confesiones,
Y entramos alegremente en el camino cenagoso,
Creyendo con viles lágrimas lavar todas nuestras manchas.
Sobre la almohada del mal está Satán Trismegisto
Que mece largamente nuestro espíritu encantado,
Y el rico metal de nuestra voluntad
Está todo vaporizado por este sabio químico.
¡Es el Diablo quien empuña los hilos que nos mueven!
A los objetos repugnantes les encontramos atractivos;
Cada día hacia el Infierno descendemos un paso,
Sin horror, a través de las tinieblas que hieden.
Cual un libertino pobre que besa y muerde
el seno martirizado de una vieja ramera,
Robamos, al pasar, un placer clandestino
Que exprimimos bien fuerte cual vieja naranja.
Oprimido, hormigueante, como un millón de helmintos,
En nuestros cerebros bulle un pueblo de Demonios,
Y, cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
Desciende, río invisible, con sordas quejas.
Si la violación, el veneno, el puñal, el incendio,
Todavía no han bordado con sus placenteros diseños
El canevás banal de nuestros tristes destinos,
Es porque nuestra alma, ¡ah! no es bastante osada.
Dominio público
104 págs. / 3 horas, 3 minutos / 3.056 visitas.
Publicado el 21 de junio de 2016 por Edu Robsy.
En un tercer volumen publiqué mi segundo libro, Campos de Castilla (1912). Cinco años en la tierra de Soria, hoy para mí sagrada —allí me casé; allí perdí a mi esposa, a quien adoraba—, orientaron mis ojos y mi corazón hacia lo esencial castellano. Ya era, además, muy otra mi ideología. Somos víctimas —pensaba yo— de un doble espejismo. Si miramos afuera y procuramos penetrar en las cosas, nuestro mundo externo pierde en solidez, y acaba por disipársenos cuando llegamos a creer que no existe por sí, sino por nosotros. Pero si, convencidos de la íntima realidad, miramos adentro, entonces todo nos parece venir de fuera, y es nuestro mundo interior, nosotros mismos, lo que se desvanece. ¿Qué hacer entonces? Tejer el hilo que nos dan, soñar nuestro sueño, vivir; sólo así podremos obrar el milagro de la generación. Un hombre atento a sí mismo, y procurando auscultarse, ahoga la única voz que podría escuchar: la suya; pero le aturden los ruidos extraños. ¿Seremos, pues, meros espectadores del mundo? Pero nuestros ojos están cargados de razón, y la razón analiza y disuelve. Pronto veremos el teatro en ruinas, y, al cabo, nuestra sola sombra proyectada en la escena. Y pensé que la misión del poeta era inventar nuevos poemas de lo eterno humano, historias animadas que, siendo suyas, viviesen, no obstante, por sí mismas. Me pareció el romance la suprema expresión de la poesía y quise escribir un nuevo Romancero. A este propósito responde La tierra de Alvargonzález. Muy lejos estaba yo de pretender resucitar el género en su sentido tradicional. La confección de nuevos romances viejos —caballerescos o moriscos— no fue nunca de mi agrado, y toda simulación de arcaísmo me parece ridícula.
Dominio público
72 págs. / 2 horas, 6 minutos / 1.725 visitas.
Publicado el 3 de enero de 2020 por Edu Robsy.
De Ovidio y de sus obras han escrito otras plumas más bien cortadas que la mía; y así fuera temeridad querer añadir, o superfluidad copiar a los eruditos que emprendieron aquel trabajo. Demás de que los comentarios y rapsodias no son ya del gusto de nuestro siglo; en el cual, como en todos, el que aspira a instruirse con solidez es necesario que recurra a las fuentes, sin contentarse con vagas repeticiones, y noticias tal vez corrompidas.
Pero yo traduzco un poema de Ovidio, que ha de andar en manos de todos, y entre mis lectores habrá muchos que no han oído siquiera su nombre; y otros que apenas tienen idea superficial de él y de sus poesías. Y he aquí por qué no puedo pasar del todo en silencio algunas circunstancias de este meritísimo autor.
P. Ovidio Nasón, caballero romano, nació en Sulmona, ciudad del Abruzo, cuarenta y tres años antes de la era vulgar, el mismo día en que fue muerto el elocuente Cicerón. En Roma, a donde fue llevado de corta edad, se dio a las letras bajo la dirección de Plocio Gripo; y mostrando agudo ingenio, a los dieciséis años le enviaron a Atenas, donde estudió las ciencias, y se perfeccionó en la lengua griega. Las escuelas atenienses eran por entonces frecuentadas de la juventud romana, y apenas habrá autor latino de nota que no se formase en ellas. Quiso su padre obligarle a seguir la carrera del foro, y en efecto por obedecerle la siguió algún tiempo, hasta que muerto su padre, la abandonó por las deliciosas musas, arte a que le llamaba la innata inclinación. Tuvo también por maestros en la filosofía a Porcio Latrón, en la retórica a Marcelo Fusco, y en la gramática a Julio Grecino, profesores que entonces se llevaban el aplauso en Roma.
Dominio público
71 págs. / 2 horas, 5 minutos / 1.154 visitas.
Publicado el 2 de mayo de 2022 por Edu Robsy.