La Comisión organizadora del Congreso
autoriza a tratar asuntos que no estén literalmente formulados en
los temas que han de discutirse; en virtud de esta autorización,
haremos algunas observaciones respecto a la instrucción del
obrero.
La cuestión social, como la llaman, y que, lejos de ser una, son
muchas, es en gran parte cuestión pedagógica, porque para las
colectividades, como para los individuos, en la manera de ser
influye la manera de pensar, y en la de pensar, la de saber.
Se mencionan y discuten diferentes crisis que tienen más o menos
influencia en el bienestar del obrero: crisis financiera, crisis
monetaria, crisis comercial, crisis industrial; pero no se habla de
la crisis intelectual que existe, y es factor poderoso de los
problemas sociales.
El ideal de algunas personas, seguramente no bello, es que el
trabajador manual no sepa más que trabajar con las manos.
Prescindiendo aquí de si eso es bueno o malo, consignaremos que de
hecho es imposible, y, por causas cuyos efectos no está en poder de
nadie evitar, el obrero sabe algo, tiene algunas ideas, pero no
bastantes, y de aquí la crisis intelectual.
La iniciación intelectual del pueblo, hay que repetirlo y
recordarlo, es un hecho, bueno o malo, fatal o providencial, pero
un hecho de que el pedagogo no puede prescindir. Se dice muchas
veces que las muchedumbres se extravían porque tienen malas ideas,
y más exacto sería decir que por tener pocas se apartan del buen
camino.
El que discurre con pocas ideas es fácilmente avasallado por
una; de lo cual resultan deformidades intelectuales algo semejantes
a las del cuerpo que tiene una parte excesivamente desarrollada y
el resto escuálido y raquítico. En el indivicluo, decir dominado
por una idea fija equivale a decir trastornado; lo mismo aconteoe
en las colectividades cuando el equilibrio intelectual no puede
establecerse por falta de los elementos necesarios para
formarle.
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