Ciervo
Alejandro Ortega
poesía, prosa, ciervo, metáfora, nombre
La vida me empaña, me encañona. De nuevo, extranjero es todo secreto, sin comodidad. Astuta asesina vitalicia.
Siempre son otros los que nos ponen los nombres. Todo debe tener un nombre porque lo que no podemos nombrar no existe. ¿Cómo podrías hablar con alguien que no tiene nombre? ¿Cómo hablar de una persona que no tiene nombre sin ponérselo? Sin hacer de "quien no tiene nombre" su nombre. ¿Cómo sería no saber el nombre de tus padres? ¿Te podrías enamorar de alguien sin nombre? Me gustaría estar en el pasado, en el momento exacto en el que alguien puso el primer nombre propio para taparle la boca. Quien quiera que fuese, con él empezó nuestra decadencia.
Solo Dios puede poner nombres, porque su palabra es verbo, es creadora. Su acción divina es transmitida a través de la palabra. Habría sido un gran cuentacuentos. Tengo que llevarle flores.
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Publicado el 10 de diciembre de 2020 por Alejandro.