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Del Sentido y lo Sensible

Aristóteles


Filosofía, tratado


Capítulo I

HEMOS tratado ahora mismo detalladamente del alma en sí misma y de sus diversas facultades. Nuestra labor ha de ser, pues, a continuación, considerar los animales y todas aquellas cosas que poseen vida y descubrir cuáles son sus actividades distintivas o peculiares y cuáles son sus actividades comunes. Hay que presuponer todo lo que se ha dicho ahora mismo acerca del alma, pero hemos de discutir ahora las cuestiones que quedan, relacionadas ante todo con lo que tiene una prioridad natural.

Las características más importantes de los animales, sean comunes o peculiares, son evidentemente las que pertenecen al alma y al cuerpo, tales como la sensación, la memoria, la pasión, el deseo y el apetito en general, y junto a ellas, el placer y la pena; estas cosas, en efecto, pertenecen a la gran mayoría de los seres vivos. Además de éstas, hay algunas que son comunes a todos los seres que participan de la vida, y otras que son peculiares a ciertos animales. Las más importantes de éstas son las que constituyen los cuatro pares siguientes: el velar y el dormir, la juventud y la vejez, la inspiración y la espiración, la vida y la muerte; hemos de investigar ahora qué es cada una de estas cosas, y por qué razones tienen lugar.

Es, además, el deber del filósofo de la naturaleza estudiar los primeros principios de la salud y la enfermedad; porque ni la salud ni la enfermedad pueden ser propiedades de los seres que carecen de vida. De donde se puede decir que la mayoría de los filósofos de la naturaleza y aquellos médicos que ponen un interés especial en su arte, tienen esto en común: el primero acaba por estudiar medicina, y el último basa sus teoría médica en los principios de la ciencia de la naturaleza.


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Publicado el 3 de junio de 2016 por Edu Robsy.

La República de los Lacedemonios

Jenofonte


Tratado, Política


Yo observé hace tiempo que Esparta fue muy poderosa y célebre en la Hélade, como es evidente, aunque era una de las ciudades con menos habitantes, y me sorprendió entonces cómo pudo ocurrir eso. Sin embargo, después que me fijé en la ocupaciones de los espartiatas, ya no me causó sorpresa.

A Licurgo, que les dio las leyes con cuya observancia consiguieron su prosperidad, lo admiro y lo considero el culmen de la sabiduría; pues él, sin imitar a las demás ciudades sino incluso tomando decisiones contrarias a la mayoría de ellas, demostró que su patria las superaba en prosperidad.

Por ejemplo, sobre la procreación, para empezar por el principio, los demás mantienen con una comida, lo más racionada que se pueda tolerar y con el menor condimento posible, a las jóvenes que van a dar a luz y que parecen estar bien educadas; y, por supuesto, las mantienen privadas de vino totalmente o se lo sirven aguado. Como la mayoría de los artesanos son sedentarios, los demás griegos estiman conveniente que las jóvenes trabajen la lana llevando una vida inactiva. Ahora bien, ¿cómo se va a esperar que jóvenes criadas de esta manera engendren algo grandioso? Licurgo, en cambio, pensó que las esclavas también bastaban para producir vestidos y, como consideraba que la procreación era la principal misión de las mujeres libres, en primer lugar, dispuso que el sexo femenino ejercitase sus cuerpos no menos que el masculino. Luego, organizó para las mujeres competiciones entre ellas de carreras y pruebas de fuerza, exactamente igual que lo hizo con los varones, convencido de que de parejas vigorosas también los hijos nacen más robustos.


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Publicado el 20 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Los Trabajos y los Días

Hesíodo


Tratado


Libro I

Proemio

Musas que ilustráis con vuestros cantos, venid de la Pieria, y loando a vuestro Padre Zeus, decid cómo los hombres mortales son desconocidos o célebres, irreprochables o cubiertos de oprobio, por la voluntad del gran Zeus. Porque eleva y derriba fácilmente, abate con facilidad al hombre poderoso y fortalece al débil, castiga al malo y humilla al soberbio, Zeus que truena en las alturas y habita las moradas superiores.

¡Escucha, oh hombre que oyes y ves todo, y conforma nuestros juicios a tu justicia! Por lo que a mí respecte, procuraré decir a Perses unas cuantas verdades.

División de las Érides

No hay una causa única de disensión, sino que hay dos sobre la tierra: la una digna de las alabanzas del sabio, la otra censurable. Obran en sentido diferente. Una es funesta; excita la guerra lamentable y la discordia, y ningún mortal la ama; pero todos le están sometidos necesariamente por la voluntad de los Inmortales. En cuanto a la otra, la oscura Nix la parió la primera, y el alto Crónida que habita en el éter la situó bajo las raíces de la tierra para que fuese mejor con los hombres, pues excita al perezoso al trabajo. En efecto, si un hombre ocioso mira a un rico, se apresura a labrar, a plantar, a gobernar bien su casa. El vecino excita la emulación del vecino, que se apresura a enriquecerse, y esta envidia es buena para los hombres. Con él, el alfarero envidia al alfarero, el obrero envidia al obrero, el mendigo envidia al mendigo y el aedo envidia al aedo.


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Publicado el 29 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Sobre la República

Marco Tulio Cicerón


Tratado, Filosofía, Política


Libro primero

Sinopsis

Importancia de la actividad política entre las propias del sabio. Ocasión del diálogo. Presentación de los personajes. Tema coyuntural (la aparición de dos soles), al que se renuncia ante la mayor importancia del de la existencia de diferentes formas de gobierno. Escipión se encarga de la exposición de las tres fundamentales: monarquía, aristocracia, democracia. Sus degeneraciones: tiranía, oligarquía, anarquía. Lelio le cuestiona acerca de cuál considera mejor. Escipión se inclina por una mixta.

* * *

* Así como son más los beneficios de la patria, y es ésta más antigua que un progenitor particular, así también se debe más gratitud a ella que a un padre.

(NONIO [Apéndice (= Ap.) XV 99]).

(PLINIO [ibid. XVII 2].)

(PLINIO [ibid. XVII 1].)

(ARUSIANO MESIO [ibid. V].)

* En verdad, todo el discurso de estos [filósofos], aunque contenga manantiales riquísimos de virtud y de ciencia, me temo, sin embargo, que, habida cuenta de sus actos y de las obras que ellos hicieron, resulte no haber aportado tanta utilidad a los negocios humanos cuanto deleite a los ocios (LACTANCIO [ibid. XIII 2]).

* Tampoco Cartago hubiera tenido tanta fuerza durante casi seiscientos años sin un buen gobierno y una moral (NONIO [ibid. XV 66]).

* * *


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Publicado el 10 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

Los Ingresos Públicos

Jenofonte


Tratado


Yo siempre he pensado que, según sean los gobernantes, así acaban siendo también las formas de gobierno. Y ya que algunos gobernantes de Atenas solían decir que conocían la justicia no menos que los demás hombres, pero al mismo tiempo afirmaban que se veían obligados por la pobreza del pueblo a ser injustos en su trato con otras ciudades, por eso determiné investigar si de algún modo podrían mantenerse los ciudadanos con sus propios recursos, pensando-que, si así sucedía, se pondría remedio a la vez, de la forma más justa, a su pobreza y a las suspicacias de los griegos.

Cuando ya estaba investigando lo que me propuse, en seguida se me reveló que el país reúne las condiciones adecuadas y puede proporcionar la mayoría de sus ingresos. Para que se compruebe la verdad de lo que digo, voy a describir primero las condiciones naturales del Ática.

Que las estaciones son aquí muy suaves, lo demuestran sus mismos productos, pues aquí fructifica lo que en muchos lugares ni siquiera podría germinar. Ε igual que la tierra, también es muy productivo el mar que rodea el país. Realmente, cuantos bienes proporcionan los dioses en las estaciones, todos ellos comienzan aquí muy temprano y terminan muy tarde. No sólo es abundante en los bienes que florecen y mueren en el año, sino que también el país tiene bienes perennes; efectivamente, hay en él piedra abundante, con la que se hacen bellísimos templos, bellísimos altares y magníficas estatuas para los dioses, y además la necesitan muchos griegos y bárbaros.

También hay tierras que, aunque se siembren, no dan, sin embargo, cosechas; pero si se abren minas en ellas, alimentan a muchos más, por cierto, que si produjesen trigo. Evidentemente contienen plata por un azar divino; pese a que hay muchos estados vecinos por tierra y mar, y a ninguno de ellos llega ni un pequeño filón de mineral de plata.


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15 págs. / 27 minutos / 488 visitas.

Publicado el 20 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Hierón

Jenofonte


Tratado, Filosofía


Un día el poeta Simónides visitó al tirano Hierón. En la conversación que mantuvieron ambos dijo Simónides:

—¿Querrías, oh Hierón, explicarme aquello que es natural que tú conozcas mejor que yo?

—Y ¿qué es eso, contestó Hierón, que realmente yo podría conocer mejor que tú, que eres tan sabio?

—Sé yo, replicó, que tú has sido un particular y que ahora eres tirano; es, pues, natural que tú que has probado ambos estados conozcas mejor que yo en qué se distinguen la vida del tirano y la del particular, en lo que se refiere a alegrías y penas.

—Y ¿por qué, replicó Hierón, tú no me recuerdas, asimismo, lo propio de la vida del particular, puesto que aún eres un particular? Pues creo que, en ese caso, yo te podría mostrar mucho mejor las diferencias que hay en una y en otra.

Entonces dijo Simónides:

—Creo haber observado, oh Hierón, que los particulares disfrutan y se apenan con las imágenes por los ojos, con los sonidos por lo oídos, con los alimentos y bebidas por la boca, y en cuanto a los placeres amorosos, por los órganos que todos sabemos. Respecto a lo frío y a lo cálido, a lo duro y a lo blando, a lo ligero y a lo pesado, a mi entender, también consideramos que disfrutamos y sufrimos por ellos con el cuerpo entero. De los bienes y males, unas veces creemos disfrutar por el alma sola, otras, al contrario, sufrir y otras, también, por el alma y el cuerpo en común. Que disfrutamos del sueño pienso que nos damos cuenta, pero cómo, con qué y cuándo, eso creo que, más bien, lo ignoramos, dijo. Y quizás no tiene nada de extraño, ya que las sensaciones se nos presentan más nítidas cuando estamos despiertos que cuando estamos durmiendo.

A esto respondió Hierón:


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22 págs. / 39 minutos / 225 visitas.

Publicado el 20 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Camino del Samurai

Yamamoto Tsunetomo


Tratado


HAGAKURE (HOJAS OCULTAS)

Hagakure, que significa «oculto bajo las hojas», es un antiguo breviario de caballería inspirado en el célebre código Bushido. Nos expone la Vía del guerrero, cuyos preceptos filosóficos y ética trascendental presentan al Bushi.

Bushido es la aceptación total de la vida, vivir incluso cuando ya no tenemos deseos de vivir. Esto se logra sabiendo morir en cada instante de nuestra vida, viviendo el instante, el aquí y ahora, sumido en el eterno presente, en vez de abandonar el campo de batalla cotidiano. Para el Samurái, la vida es un desafío, y la muerte es preferible a una vida indigna o impura. Esta es la noble y espectacular lección del «HAGAKURE».

Mantenido en secreto durante siglos, el Hagakure fue el libro de cabecera de Yukio Mishima.

He descubierto que la Vía del Samurái reside en la muerte. Durante una crisis, cuando existen tantas posibilidades de vida como de muerte, debemos escoger la muerte. No hay en ello nada difícil; sólo hay que armarse de valentía y actuar. Algunos dicen que morir sin haber acabado su misión es morir en vano. Este razonamiento es el que sostienen los mercaderes hinchados de orgullo que merodean por Osaka; no es más que un razonamiento sofisticado a la vez que una imitación caricaturesca de la ética de los Samurái.

Hacer una elección juiciosa en una situación donde las posibilidades de vivir o de morir se equilibran, es casi imposible. Todos preferimos vivir y es muy natural que el ser humano encuentre siempre buenas razones para continuar viviendo.

El que escoge vivir habiendo fracasado en su empeño, será despreciado y será a la vez un cobarde y un fracasado. El que muere después de haber fracasado, muere de una muerte fanática, que puede parecer inútil. Pero en cambio, no será deshonrado. Tal es la Vía del Samurái.


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Publicado el 25 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Historia del Diablo

Daniel Defoe


Tratado


Primera parte

Capítulo I

QUE SIRVE DE INTRODUCCIÓN A TODA LA OBRA.

No dudo de que el título de este libro asombre en principio a mis lectores; quizá se detengan en él un poco, ni más ni menos que podrían hacerlo ante el libro de magia de una encantadora; permanecerán un rato dudando si deben leerlo o no, ante el temor de que leyendo la Historia del Diablo le evoquen verdaderamente.

A los Niños y a las Viejas se les han dicho tantas cosas espantosas del Diablo, se han forjado de él ideas tan horribles, figuras tan monstruosas, que serían capaces de asustarle, si él se encontrase en la oscuridad y se presentara a sí mismo bajo las diferentes formas que de él ha inventado la imaginación del hombre; pero, por otra parte, no creo que pareciera tan espantoso si se pudiera conversar con él cara a cara.

Es, pues, seguramente, una obra muy útil, la de ofrecer la verdadera Historia de ese Tirano del aire, de ese Dios del Mundo, de ese terror y esa aversión del Género Humano, que se llama Diablo; de hacer ver lo que es y lo que no es, dónde está y dónde no está, cuándo está en nosotros y cuándo no lo está; pues yo no podría dudar de que el Diablo no esté realmente, y en buena fe, en buen número de nuestros Espíritus débiles, aunque honestos, sin que ellos se den cuenta.


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Publicado el 13 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Agrícola

Tácito


Tratado


Transmitir a la posteridad los hechos y conductas de los hombres ilustres, frecuente antaño, ni siquiera una época tan despreocupada por lo suyo como es la nuestra lo ha descuidado, cuantas veces alguna grande y notoria virtud venció y se sobrepuso a un vicio común a pueblos pequeños y grandes: el aborrecimiento y la ignorancia de lo recto.

Entre nuestros antepasados, en cambio, de igual modo que existía la facilidad el campo libre para logros memorables, así también los más afamados por su ingenio se veían impulsados a dar a conocer tales méritos, sin buscar influencia o medro; su único incentivo era la conciencia de su buena acción. Pensaron muchos que escribir su autobiografía significaba confianza en su recto proceder y no arrogancia, y ello no les supuso a Rutilio o a Escauro ningún motivo de sospecha o crítica. ¡Hasta tal punto los valores humanos se estiman mejor que nunca en los momentos en que surgen con mayor facilidad!

Pero, ahora, para relatar la vida de un hombre ya desaparecido me ha sido precisa una licencia que no hubiera necesitado si pretendiera acusarlo: ¡tan crueles y hostiles a las virtudes humanas están los tiempos!

Hemos leído que, cuando Aruleno Rústico escribió el panegírico de Peto Trásea y Herennio Seneción el de Prisco Helvidio, incurrieron en delito capital y se persiguió con crueldad a estos autores, a sus personas y a sus libros, pues se encomendó a los triúnviros el quemar en el comicio y en el foro las manifestaciones de aquellos ingenios preclaros. Creían, sin duda, que con aquel fuego se destruía la voz del pueblo romano, la libertad del Senado y la conciencia del género humano, sobre todo tras la expulsión de los filósofos y el destierro de todas las artes nobles, para que nada honesto les hiciera frente en parte alguna.


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Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Diálogos del Orador

Marco Tulio Cicerón


Tratado, Oratoria


Libro primero

Trayendo yo muchas veces a la memoria los tiempos antiguos, siempre me han parecido muy felices, oh hermano Quinto, aquellos hombres que habiendo florecido en la mejor edad de la república, insignes por sus honores y por la gloria de sus hechos, lograron pasar la vida sin peligro en los negocios o con dignidad en el retiro. Ha llegado el tiempo en que a todos parecería justo (y sin dificultad me lo concederían) que yo comenzase a descansar y aplicar el ánimo a nuestros estudios predilectos, cesando ya en mi vejez el inmenso trabajo de los negocios forenses y la asidua pretensión de los honores. Pero esta esperanza y propósito mío se han visto fallidos por las calamidades públi cas y por mi varia fortuna. Donde pensé hallar tranquilidad y sosiego, me asaltó un torbellino de cuidados y molestias. Ni por más que vivamente lo deseaba, pude dedicar el fruto de mis ocios a cultivar y refrescar entre nosotros aquellas artes a que desde la infancia me he dedicado. Ya en mi primera edad asistí a aquella revolución y trastorno del antiguo régimen; llegué al Consulado en medio de confusiones y peligros, y desde el consulado hasta ahora he tenido que luchar con las mismas olas que yo aparté de la república y que luego se alborotaron contra mí. Pero ni la aspereza de mi fortuna ni lo difícil de los tiempos serán parte a que yo abandone los estudios y no dedique a escribir todo el tiempo que me dejen libre el odio de mis enemigos, las causas de mis amigos o el interés de la república.

A tí, hermano mío, nunca dejaré de complacerte ni de atender a tus ruegos y exhortaciones, porque nadie tiene tanta autoridad conmigo, ni a nadie profeso tan buena voluntad.


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Publicado el 18 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

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