Textos más populares esta semana etiquetados como Tratado | pág. 5

Mostrando 41 a 50 de 88 textos encontrados.


Buscador de títulos

etiqueta: Tratado


34567

Juguetes de la Niñez y Travesuras del Ingenio

Francisco de Quevedo y Villegas


Cuento, Tratado


Capitulaciones matrimoniales y Vida de Corte y oficios entretenidos en ella

Dedicatoria

A cualquier título

La mucha experiencia que tengo de las cosas de la corte, aunque en el discurso de juveniles años, me alienta a dar a entender lo que en ello he conocido. Hame importado buscar, como más obligado para asegurar el tratadillo de los murmuradores un defensor amparado del cual se anime un pequeño barquillo para que de lo profundo del mar salga a salvamento.

Por tanto, fuera de la obligación y afición que tengo a vuesa señoría conociendo su valor, claro ingenio, buen nombre, virtud y letras, en las cuales desde su tierna edad ha resplandecido, fuera yo digno de reprensión y de ser argüido de desagradecido si reconociera a otro fuera de vuesa señoría por Mecenas y defensor de mi curiosidad, que no la llamo obra. La cual, recibiéndola por propia, defendiéndola y amparándola, suplirá los defectos que de mi parte tiene; los censuradores cegarán y los de buena intención quedarán alumbrados, y yo con el fin que pretendo, que es servir a vuesa señoría, a quien suplico reciba este pequeño don copioso de voluntad y guarde nuestro Señor a vuesa señoría felices años.

Prólogo

Algunos autores buscan otros mejores ingenios que los suyos, a los cuales compran prólogos para con ellos dar muestras de su habilidad, y que los que compran sus obras atribuyan a ellos lo que en ellas no hay; y leídas ponderen su suficiencia y buen estilo con que engañan a los ignorantes que los leen para comprar la obra.

Yo no pretendo ganar nombre de autor. Quien quisiere experimentar lo que contiene mi tratado, léale y juzgue lo que le pareciere; que yo confío no le ha de reprobar por fabuloso.


Leer / Descargar texto

Dominio público
111 págs. / 3 horas, 15 minutos / 616 visitas.

Publicado el 27 de junio de 2018 por Edu Robsy.

La Vida de Marco Bruto

Francisco de Quevedo y Villegas


Biografía, Tratado, Política


Mujeres dieron a Roma los reyes y los quitaron. Diolos Silvia, virgen, deshonesta; quitolos Lucrecia, mujer casada y casta. Diolos un delito; quitolos una virtud. El primero fue Rómulo; el postrero, Tarquino. A este sexo ha debido siempre el mundo la pérdida y la restauración, las quejas y el agradecimiento.

Es la mujer compañía forzosa que se ha de guardar con recato, se ha de gozar con amor y se ha de comunicar con sospecha. Si las tratan bien, algunas son malas. Si las tratan mal, muchas son peores. Aquél es avisado, que usa de sus caricias y no se fía dellas. Más pueden con algunos reyes, que con los otros hombres, porque pueden más que los otros hombres los reyes.

Los hombres pueden ser traidores a los reyes, las mujeres hacen que los reyes sean traidores a sí mismos, y justifican contra sus vidas las traiciones. Cláusula es ésta que tiene tantos testigos como letores.

He referido primero la descendencia de Marco Bruto que los padres, porque en el nombre y en el hecho más pareció parto desta memoria que de aquel vientre.

Tenía Bruto estatua; mas la estatua no tenía Bruto, hasta que fue simulacro duplicado de Marco y de Junio. No pusieron los romanos aquel bulto en el Capitolio tanto para imagen de Junio como para consejo de bronce de Marco Bruto. Fuera ociosa idolatría si sólo acordara de lo que hizo el muerto y no amonestara lo que debía hacer al vivo. Dichosa fue esta estatua, merecida del uno y obedecida del otro.

No le faltó estatua a Marco Bruto, que en Milán se la erigieron de bronce; y pasando César Octaviano por aquella ciudad, y viéndola, dijo a los magistrados:

—Vosotros no me sois leales, pues honráis a mi enemigo en mi presencia.


Leer / Descargar texto

Dominio público
108 págs. / 3 horas, 10 minutos / 297 visitas.

Publicado el 10 de enero de 2021 por Edu Robsy.

De la Equitación

Jenofonte


Tratado


Como nos consideramos expertos en equitación por haber sido jinetes durante mucho tiempo, deseamos también enseñar a los amigos más jóvenes el procedimiento que juzgamos más correcto en su trato con los caballos. También escribió, por cierto, sobre la equitación Simón, quien, además, ofrendó un caballo de bronce en Atenas, en el Eleusinio, y grabó en la base sus propias hazañas. En verdad, nosotros al menos no vamos a eliminar de nuestro tratado todo cuanto se reconozca que coincide con el suyo; al contrario, lo transmitiremos a los amigos con mucho más gusto, pues opinamos que merecen mucho más crédito las ideas suyas que coinciden con las nuestras, ya que era un buen jinete. Además, todo lo que a él se le pasó por alto trataremos de descubrirlo nosotros.

En primer lugar, describiremos cómo a uno se le puede engañar en la compra de un caballo.

Es evidente que se debe comprobar, incluso, el buen estado físico del potro aún no domado, ya que todavía no presenta pruebas claras de su carácter el caballo que aún no ha sido montado.

A su vez, en lo que se refiere al cuerpo, afirmamos que es necesario examinar, ante todo, los pies. Efectivamente, como no tendría ninguna utilidad una casa si la parte superior fuese muy hermosa, pero no estuviesen los cimientos como es necesario, igualmente no sería de ninguna utilidad un caballo dedicado a la guerra si fuese de pies defectuosos aunque bueno en todo lo demás, pues lógicamente no podría sacar ningún provecho de ninguna de sus buenas cualidades.


Información texto

Protegido por copyright
27 págs. / 47 minutos / 1.284 visitas.

Publicado el 20 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Consolación a Polibio

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Nuestros cuerpos comparados con otros son robustos; pero si los reduces a la naturaleza, que destruyendo todas las cosas las vuelve al estado de que las produjo, son caducos; porque manos mortales, ¿qué cosa podrán hacer que sea inmortal? Aquellos siete milagros (y si acaso la ambición de los tiempos venideros levantare otros más admirables) se verán algún día arrasados por tierra. Así que no hay cosa perpetua, y pocas que duren mucho. Unas son frágiles por un modo, y otras por otro; los fines se varían, pero todo lo que tuvo principio ha de tener fin. Algunos amenazan al mundo con muerte, y (si es lícito creerlo) vendrá algún día que disipe este universo, que comprende todas las cosas humanas, sepultándolas en su antigua confusión y tinieblas. Salga, pues, alguno a llorar estas cosas y las almas de cada uno. Laméntese también de las cenizas de Cartago, Numancia y Corinto, y si alguna otra cosa hubo que cayese de mayor altura; pues aun lo que no tiene donde caer, ha de caer. Salga asimismo otro, y quéjese de que los hados (que tal vez se han de atrever a empresas inefables) no le perdonaron a él.


Leer / Descargar texto

Dominio público
24 págs. / 42 minutos / 938 visitas.

Publicado el 14 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Consolación a Marcia

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Si no supiese, oh Marcia, que tu ánimo no está menos lejos de las debilidades de la mujer que de sus demás vicios, y que se admiran tus costumbres como ejemplo de la antigüedad, no osaría salir al encuentro de tu dolor, cuando hasta los hombres se abandonan al suyo, le conservan y aún acarician; ni me hubiese lisonjeado, en tiempo tan inoportuno, ante juez tan enemigo y con tan grave acusación, de hacerte perdonar tu infortunio. Inspírame confianza la acreditada fortaleza de tu ánimo y tu virtud probada con brillante testimonio. No se ha olvidado tu conducta con relación a tu padre, al que no amabas menos que a tus hijos, con la diferencia de que no esperabas te sobreviviese, aunque ignoro si lo deseaste; porque el amor inmenso se permite cosas superiores a los sentimientos más legítimos. Mientras te fue posible, impediste a tu padre Cremucio Cordo darse la muerte. Cuando te hizo ver que, rodeado por los satélites de Seyano, no le quedaba otro camino para librarse de la servidumbre, sin alentar su designio, vencida, le devolviste las armas y derramaste lágrimas: verdad es que en público las ocultaste, pero no las escondiste bajo alegre frente; y esto en un siglo en que era grande muestra de piedad no hacer algo impío. Mas en cuanto cambiaron los tiempos, aprovechando la ocasión, pusiste en circulación el genio de tu padre, aquel genio condenado a las llamas; librástele de verdadera muerte, restituyendo a los monumentos públicos los libros que escribió con su sangre aquel varón tan valeroso. Mucho has merecido de las letras romanas, cuyo mejor ornamento había devorado la hoguera: mucho te debe la posteridad, a la que llegarán libres de toda mentira aquellos fieles escritos que tan caros hicieron pagar a su autor.


Leer / Descargar texto

Dominio público
37 págs. / 1 hora, 5 minutos / 921 visitas.

Publicado el 14 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Ión o de la Poesía

Platón


Filosofía, tratado


Sócrates: ¡Júpiter te salve Ion!. ¿De dónde vienes hoy? ¿De tu casa de Efeso?

Ion: Nada de eso, Sócrates; vengo de Epidauro y de los juegos de Esculapio.

Sócrates: ¿Los de Epidauro han instituido en honor de su Dios un combate de rapsodistas?

Ion: Así es, y de todas las demás partes de la música.

Sócrates: Y bien, ¿has diputado el premio? ¿cómo has salido?

Ion: He conseguido el primer premio, Sócrates.

Sócrates: Me alegro y animo, porque es preciso tratar de salir vencedor también en las fiestas Panateneas.

Ion: Así lo espero, si Dios quiere.

Sócrates: Muchas veces, mi querido Ion, os he tenido envidia a los que sois rapsodistas, a causa de vuestra profesión. Es, en efecto, materia de envidia la ventaja que ofrece el veros aparecer siempre ricamente vestidos en los más espléndidos saraos, y al mismo tiempo el veros precisados a hacer un estudio continuo de una multitud de excelentes poetas, principalmente de Homero, el más grande y más divino de todos, y no sólo aprender los versos, sino también penetrar su sentido. Porque jamás será buen rapsodista el que no tenga conocimiento de las palabras del poeta, puesto que para los que le escuchan, es el intérprete del pensamiento de aquél; función que le es imposible desempeñar, si no sabe lo que el poeta ha querido decir. Y, todo esto es muy de envidiar.

Ion: Dices verdad, Sócrates. Es la parte de mi arte que me ha costado más trabajo, pero me lisonjeo de explicar a Homero mejor que nadie. Ni Metrodoro de Lampsaco, ni Stesimbroto de Taso, ni Glaucón, ni ninguno de cuantos han existido hasta ahora, está en posición de decir sobre Homero tanto, ni cosas tan bellas, como yo.

Sócrates: Me encantas, Ion, tanto más, cuanto que no podrás rehusarme el demostrar tu ciencia.


Leer / Descargar texto

Dominio público
16 págs. / 29 minutos / 1.687 visitas.

Publicado el 3 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Estatismo y Anarquía

Mijaíl Bakunin


Tratado, Política, Filosofía


La Asociación Internacional de los Trabajadores, cuyo origen apenas se remonta a nueve años, ha conseguido durante ese tiempo llegar a una tal influencia sobre el desenvolvimiento práctico de las cuestiones económicas, sociales y políticas en toda Europa, que ningún periodista u hombre de Estado puede rehusarle, en la hora que corre, el interés más serio y con frecuencia el más inquietante. El mundo oficial y oficioso, y el mundo burgués en general, ese mundo de felices explotadores del trabajo penoso, la considera con esa emoción interior que se experimenta a la aproximación de un peligro amenazador aunque desconocido o apenas definido; como si se tratara de un monstruo que deberá tragar infaliblemente todo este sistema social y económico si no se tomasen desde ahora medidas enérgicas, aplicadas simultáneamente en todos los países de Europa, para poner fin a su éxito rápido y creciente.

Se sabe bien que después de la última guerra que rompió la hegemonía histórica de la Francia estatista en Europa –reemplazándola por la hegemonía aún más detestada del pangermanismo estatista–, las medidas contra la Internacional se convirtieron en objeto preferido de las negociaciones intergubernamentales. Es un fenómeno excesivamente natural. Los Estados que, en el fondo, se odian unos a otros y que son eternamente irreconciliables, no han podido ni pueden encontrar otra base de entente que el sometimiento concertado de las masas trabajadoras que forman la base común, el fin de su existencia. No es necesario decir que el príncipe de Bismarck ha sido, y sigue siéndolo, el inspirador principal de esa nueva Santa Alianza. Sin embargo, no fue él quien primero presentó sus proposiciones. Dejó ese honor dudoso a la iniciativa del humillado gobierno del Estado francés que acababa justamente de arruinar.


Leer / Descargar texto

Dominio público
260 págs. / 7 horas, 36 minutos / 819 visitas.

Publicado el 15 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Memorias sobre el Matrimonio

Manuel Payno


Cuento, ensayo, tratado


El matrimonio

I

Días hace que tenía deseos de escribir un artículo de costumbres; pero me sucedía precisamente lo que al cura, que no repicaba por trescientos mil motivos; el primero, por falta de campanas: hay entre nosotros muchas costumbres, tales como la de pretender empleos, la de ser ricos de la noche a la mañana, la de criticar todo sin entenderlo, etcétera; pero eso me daba materia para un renglón, y después… ¿Cómo hacer sonreír a los lectores? ¿Cómo amenizar las columnas del Siglo XIX? ¿Cómo granjearme la nota de maligno, de mordaz, de conocedor del mundo si se quiere? Nada de esto era posible porque hay momentos, horas, días, y hasta meses enteros, que el poco entendimiento que vaga en el cerebro se esconde en lo más profundo de los sesos, y ésos son cabalmente los momentos en que el poeta suda, se arranca los cabellos, llora, tira la pluma desesperado, y pide a Dios una gota de genio, una gota de talento, un soplo de inspiración. La inspiración no viene porque es una muchacha retrechera y algo voluntariosa, y entonces se exclama en voz sepulcral con Víctor Hugo: ¡Maldición!, o con Calderón y Lope: ¡Válgame Dios! Pero sigo con mi cuento, antes que los sufridos lectores exclamen: ¡Válgame Dios, qué pesado! Decía que no tenía asunto para artículo de costumbres, cuando he aquí que mustia y solemne se avanza la Semana Santa con sus tinieblas, sus monumentos, sus procesiones, su pésame, y tras de todos estos graves misterios se agolpa el mundo de México, vario, mezclado y confundido.


Leer / Descargar texto

Dominio público
63 págs. / 1 hora, 51 minutos / 486 visitas.

Publicado el 3 de noviembre de 2018 por Edu Robsy.

La Instrucción del Pueblo

Concepción Arenal


Tratado, Ensayo, Política


Introducción

Hay en España gran número de personas que más o menos abogan por la instrucción; pero son pocas las que se penetran bien de toda su importancia, y menos aún las que están dispuestas a contribuir eficazmente a que se generalice. Sucede con ella algo parecido a lo que con la religión acontece: son más los que la invocan que los que la practican. La conveniencia de la instrucción empieza a comprenderse; la necesidad todavía no, por regla general. Las pruebas de esto son casi tantas como los hechos bien observados que al asunto se refieren, y ya se mire abajo, en medio o arriba, se hallará por lo común muy bajo el nivel de la enseñanza y la consideración que merecen hoy los que enseñan: para convencerse de uno y otro basta examinar un niño que sale de la escuela, un mozalbete que sale del Instituto, un joven que sale de la Universidad, y tomar nota de los sueldos que tienen los maestros, desde el de primeras letras hasta el que explica las asignaturas del doctorado.


Leer / Descargar texto

Dominio público
130 págs. / 3 horas, 48 minutos / 467 visitas.

Publicado el 9 de enero de 2019 por Edu Robsy.

34567