Textos por orden alfabético etiquetados como Viajes | pág. 4

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etiqueta: Viajes


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Pamplona

Victor Hugo


Viajes


11 de agosto.

Estoy en Pamplona y no sabría explicaros lo que me pasa. No había visto jamás esta ciudad, y me parece que reconozco cada calle, cada casa, cada puerta. Toda la España que vi en mi infancia se me aparece aquí como el día en que vi pasar la primera carreta de bueyes. Se borran treinta años de mi vida; vuelvo a ser el niño, el chiquito francés, como me llamaban. Todo un mundo que dormía en mí se despierta, revive y hormiguea en mi memoria. Yo lo creía casi borrado, y está más resplandeciente que nunca.

Esto es, realmente, la verdadera España. Veo plazas porticadas, pavimentos de mosaicos de guijarros, balcones con toldos, casas pintadas a franjas, que me hacen palpitar el corazón. Me parece que era ayer. Sí, yo entré ayer bajo esa gran puerta cochera que da a una escalerilla; el otro domingo compré, yendo de paseo con mis jóvenes camaradas del seminario de nobles, no sé qué tortas picantes (rosquillas) en esta tienda de cuyo frontón cuelgan dos pellejos de macho cabrío para poner vino; yo he jugado a la pelota a lo largo de esta pared, detrás de una iglesia vieja. Todo eso es para mí cierto, real, distinto, palpable.

Hay algunos zócalos de fachadas pintados imitando mármoles extravagantes que me enamoran. He pasado dos horas deliciosas frente a frente de un viejo postigo verde a pequeños recuadros que se abre en dos mitades, de modo que forma una ventana si se abre la mitad y un balcón si se abre por completo. Ese postigo estaba hace treinta años, sin que yo me diera cuenta de ello, en un rincón de mi pensamiento. Y he dicho: ¡Toma! ¡Éste es mi viejo postigo!


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33 págs. / 57 minutos / 320 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Peregrinaciones

Rubén Darío


Viajes, Crónica


En París

En París

I

París, 20 de Abril de 1900.

En el momento en que escribo la vasta feria está ya abierta. Aún falta la conclusión de ciertas instalaciones: aun dar una vuelta por el enorme conjunto de palacios y pabellones es exponerse a salir lleno de polvo. Pero ya la ola repetida de este mar humano ha invadido las calles de esa ciudad fantástica que, florecida de torres, de cúpulas de oro, de flechas, erige su hermosura dentro de la gran ciudad.

Hay parisienses de París que dicen que los parisienses se van lejos al llegar esta invasión del mundo; yo sólo diré que las parisienses permanecen, y entre los grupos de english, entre los blancos albornoces árabes, entre los rostros amarillos del Extremo Oriente, entre las faces bronceadas de las Américas latinas, entre la confusión de razas que hoy se agitan en París, la fina y bella y fugaz silueta de las mujeres más encantadoras de la tierra, pasa. Es el instante en que empieza el inmenso movimiento. La obra está realizada y París ve que es buena. Quedará, por la vida, en la memoria de los innumerables visitantes que afluyen de todos los lugares del globo, este conjunto de cosas grandiosas y bellas en que cristaliza su potencia y su avance la actual civilización humana.


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165 págs. / 4 horas, 50 minutos / 175 visitas.

Publicado el 6 de abril de 2019 por Edu Robsy.

Portugal

Benito Pérez Galdós


Viajes


I

Lisboa, Mayo 28 de 1885


De algún tiempo a esta parte es cosa corriente entre nosotros él interesarnos por todo lo que a Portugal se refiere. Nos espantamos de la escasez de relaciones que entre este reino y el nuestro existen, y no acertamos a comprender esta inmensa distancia moral, intelectual y mercantil que nos separa. Vivimos en un mismo suelo y bajo un mismo clima; nuestros ríos son sus ríos; nuestras lenguas son semejantes, y sin embargo entre Portugal y España hay una barrera infranqueable.

Durante siglos, Portugal ha sido tan desconocido para los españoles como España para los portugueses. Hemos sido dos vecinos de una misma casa, separados por un tabique, y bastante huraños ambos para no cambiar una visita ni siquiera un saludo.

Ofendería la ilustración de mis lectores si esplicara las causas de este fenómeno. Bien conocidas son de cuantos han nacido en esta península o proceden de nuestra raza. No se da un paso en la historia de España sin tropezar con la de Portugal y su altiva independencia. Pero debemos declarar que habiendo cesado los motivos históricos que pudieran fomentar rivalidades entre ambos paises, la frialdad de relaciones que aún subsiste, tiene más raices en el carácter portugués que en el español, quiero decir, que aun hoy los portugueses nos quieren a nosotros menos que nosotros a ellos, y responden siempre con ecos perezosos y poco entusiastas a nuestras manifestaciones de simpatía.

Consiste esto tal vez en que su susceptibilidad nacional es más enérgica a causa de ser más débiles como nación, sin que esto quiera decir que nos las echamos de fuertes. Desde que se construyó el primer ferrocarril internacional en nuestra península, hombres eminentes de uno y otro pais han trabajado de buena fe por vencer antipatías, estrechar las distancias y aproximar moralmente las dos naciones.


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Dominio público
20 págs. / 35 minutos / 114 visitas.

Publicado el 3 de junio de 2021 por Edu Robsy.

Quince Días en el Desierto Americano

Alexis de Tocqueville


Viajes, Historia


Una de las cosas que más excitaba nuestra curiosidad al venir a Norteamérica era recorrer los confines de la civilización europea y, si el tiempo nos lo permitía, visitar incluso algunas de las tribus indias que han preferido huir hacia las soledades más salvajes a plegarse a lo que los blancos llaman «las delicias de la vida social». Pero hoy en día llegar hasta el desierto es más difícil de lo que se cree. Habíamos salido de Nueva York y, a medida que avanzábamos hacia el Noroeste, el objetivo de nuestro viaje parecía alejarse cada vez más. Recorríamos lugares célebres en la historia de los indios, atravesábamos valles a los que habían dado nombre, cruzábamos ríos que aún llevan el de sus tribus, pero, en todas partes, la choza del salvaje había dado paso a la casa del hombre civilizado; los bosques habían sido arrasados, la soledad cobraba vida.

Sin embargo, parecíamos seguir el rastro de los indígenas.

—Diez años atrás —nos decían— estaban aquí; allá, hace cinco años; más allá, hace dos.

—En aquel lugar, donde se alza la iglesia más hermosa del pueblo —nos contaba uno—, tiré abajo el primer árbol del bosque.

—Aquí —nos contaba otro— estaba el gran consejo de la Confederación de los Iroqueses.

—¿Y qué ha pasado con los indios? —decía yo.

—Los indios —proseguía nuestro anfitrión— se han ido más allá de los Grandes Lagos, ¡quién sabe dónde! Es una raza que se extingue; no están hechos para la civilización: ella los mata.


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64 págs. / 1 hora, 52 minutos / 347 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Rusia en 1931

César Vallejo


Crónica, viajes, política


I. La urbe socialista y la ciudad del porvenir

Si el arribo a Moscú es por la mañana y viniendo del Norte, la ciudad queda de lado y a dos piernas, con el Moscova de tres cuartos. Si la llegada es por la tarde y viniendo del Oeste, Moscú se pone colorado y los pasos de los hombres ahogan el ruido de las ruedas en las calles. No sé cómo será la llegada a Moscú por el Este y al mediodía, ni cómo será el arribo a medianoche y por el Sur. ¡Una lástima! Una falta geográfica e histórica muy grave. Porque para «poseer» una ciudad certera mente, hay que llegar a ella por todas partes. Si Paul Morand hubiera así procedido en Nueva York, El Cairo, Barcelona, Roma, Bombay, sus reportajes no sufrirían de tamaña banalidad.


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Dominio público
166 págs. / 4 horas, 51 minutos / 697 visitas.

Publicado el 12 de abril de 2020 por Edu Robsy.

Tierras Solares

Rubén Darío


Viajes


Tierras solares

Barcelona

Después de algunos años vuelvo a Barcelona, tierra buena. En otra ocasión os he dicho mis impresiones de este país grato y amable, en donde la laboriosidad es virtud común y el orgullo innato y el sustento de las tradiciones defensa contra debilitamientos y decadencias. Salí de París el día de la primera nevada, que anunciaba la crudez del próximo invierno. Salí en busca de sol y salud, y aquí, desde que he llegado, he visto la luz alegre y sana del sol español, un cielo sin las tristezas parisienses; y una vez más me he asombrado de cómo Jean Moreas encuentra en París el mismo cielo de Grecia, el cual tan solamente da todo su gozo en las tierras solares. Bien es cierto que el poeta se refiere más al ambiente que a la luz, más al respirar que al mirar. Pero la bondad de este cielo entra principalmente por los ojos y los poros, abiertos al cálido cariño del inmenso y maravilloso diamante de vida que nos hace la merced de existir.


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Dominio público
113 págs. / 3 horas, 19 minutos / 159 visitas.

Publicado el 7 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Un Invierno en Mallorca

George Sand


Viajes


Carta de un ex-viajero a un amigo sedentario

Acostumbrado por deber a tu vida sedentaria, creerás, mi querido Francisco, que llevado por el arisco y caprichoso caballo de la independencia, no conozco mayor placer en el mundo que el de atravesar mares y montañas, lagos y valles. ¡Pobre de mi! Mis más hermosos y dulces viajes los he hecho al calor de la lumbre, con los pies sobre la caliente ceniza y los codos apoyados en los brazos relucientes del sillón de mi abuela. Tú los harás sin duda tan agradables y mil veces más poéticos con tu rica imaginación. No vayas, pues, a gastar tu tiempo, tu trabajo y tus sudores bajo los ardientes rayos de los trópicos, ni a poner tus pies helados sobre las nevadas llanuras del polo, ni a presenciar las horribles tempestades que se levantan en el mar, ni en busca de los ataques de los bandoleros, ni al encuentro de los peligros, de las fatigas que todas las noches afrontas imaginariamente sin quitarte las babuchas y sin otro perjuicio que algunas ligeras quemaduras de cigarro en los pliegues de tu justillo.

Para reconciliarte con la privación de espacio real y la falta de movimiento físico te envío la relación del último viaje que hice fuera de Francia, seguro de que me tendrás más compasión que envidia, y verás cuan caros me cuestan algunos arranques de admiración y algunas horas de arrobamiento disputados a la mala fortuna.


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Dominio público
158 págs. / 4 horas, 37 minutos / 1.791 visitas.

Publicado el 26 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Un Paseo de Invierno

Henry David Thoreau


Viajes


El viento se filtra con un quedo murmullo a través de los postigos, o sopla con aterciopelada suavidad sobre las ventanas. De vez en cuando, suspira como un céfiro de verano agitando las hojas durante toda la santa noche. El ratón de campo se ha dormido en su abrigado pasadizo subterráneo, el búho se ha instalado en un árbol hueco en la profundidad de los pantanos; el conejo, la ardilla y el zorro, todos se han puesto a cubierto. El perro guardián se ha tumbado tranquilo junto al hogar, y el ganado se ha quedado en silencio en el establo. La tierra misma se ha dormido, como si fuera su primer, y no su último sueño. Salvo algún ruido de la calle o la puerta de la casa de madera que chirría débilmente interrumpiendo el desconsuelo de la naturaleza en su funcionamiento nocturno, el único sonido despierto entre Venus y Marte nos advierte de una distante calidez interior, un ánimo y fraternidad divinos, donde los dioses se reúnen, pero que resulta desolador para los hombres. Sin embargo, mientras duerme la tierra, el aire está despierto y se ha llenado de ligerísimos copos que caen, como si reinara una Ceres boreal y arrojara su grano plateado sobre todos los campos.


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19 págs. / 33 minutos / 200 visitas.

Publicado el 8 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Un Yanki en Canadá

Henry David Thoreau


Viajes


Capítulo 1. De Concord a Montreal

Me temo que no tengo gran cosa que decir sobre Canadá, ya que no he visto mucho; lo que sí conseguí al visitar este país fue coger un resfriado. Salí de Concord, en Massachusetts, el miércoles 25 de septiembre de 1850 por la mañana en dirección a Quebec. El billete de ida y vuelta tenía un precio de siete dólares; la distancia desde Boston era de ochocientos veinte kilómetros; me veía obligado además, a la vuelta, a dejar Montreal en una fecha temprana, el viernes 4 de octubre, o en un período de diez días desde mi salida. No me detendré a relatarle al lector los nombres de mis compañeros de viaje; se decía que había mil quinientos. Yo solo quería llegar a Canadá y poder dar un buen paseo por allí igual que caminaría una tarde en los bosques de Concord.

El paisaje me era desconocido más allá de Fitchburg. De Ashburnham en adelante, mientras avanzábamos con rapidez, me fijé en la parra virgen (Ampelopsis quinquefolia), cuyas hojas ahora habían mudado de color, que se hallaba principalmente sobre árboles viejos, cubriéndolos como una bufanda roja. Resultaba no poco emocionante; sugería un derramamiento de sangre, o al menos vida militar, igual que una charretera o un fajín, como si estuviese teñida con la sangre de los árboles cuyas heridas no era apropiado taponar. Porque ahora el sangriento otoño había llegado, y una guerrilla india se había desatado en el bosque. Esos árboles militares resultaban numerosos, ya que nuestro rápido avance los conectaba aunque estuviesen separados por algunos kilómetros. ¿Tiene la parra virgen debilidad por el olmo?


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93 págs. / 2 horas, 43 minutos / 105 visitas.

Publicado el 8 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Veinte Días en Génova

Juan Bautista Alberdi


Viajes


Capítulo 1

En las impresiones de viaje en Italia, que sucesivamente daré a luz, por el Folletín de El Mercurio, se notará que sobresale como asunto dominante, la jurisprudencia. Tal ha sido, en efecto, el asunto que con especialidad me propuse examinar al visitar aquel país. Sin embargo, se concibe fácilmente que me ha debido ser imposible llenar este objeto, sin tropezar con multitud de otros, extraños a la materia de mi estudio, cuya novedad no podía menos de impresionar vivamente mi espíritu. De ahí es que, a mis impresiones forenses, si así puedo denominarlas, se juntan otras de distinto género, que, al paso que de ordinario interrumpen el curso de mi estudio favorito, esparcen en él cierta amenidad, que hace más accesible el estudio de un asunto, de suyo no poco árido.

Un camino semejante será, pues, el que siga en la redacción de mis impresiones, a fin de que el lector le encuentre tan fácil y agradable, como lo ha sido para mí.

De la jurisprudencia, esta materia que, al paso hace caer de sueño los párpados del estudiante de derecho, arrastra la afluencia de la multitud, y aún del bello sexo, a la barra de los tribunales, no será ciertamente, los contratos y las hipotecas la parte que nos ocupe. El folletín de un papel mercantil, no puede hacer las veces de la cátedra universitaria, ni de un tratado de derecho. Para estudiar los contratos y las obligaciones, no habría tenido necesidad de navegar dos mil leguas; pues el código sardo y las ediciones completas de Pothier, atraviesan el Atlántico a razón de seis y de cien francos el ejemplar.


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133 págs. / 3 horas, 53 minutos / 136 visitas.

Publicado el 30 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

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