Textos más vistos etiquetados como Viajes | pág. 4

Mostrando 31 a 40 de 51 textos encontrados.


Buscador de títulos

etiqueta: Viajes


23456

Los Bosques de Maine

Henry David Thoreau


Viajes


El Ktaadn

Parte I

El 31 de agosto de 1846 partí desde Concord, en Massachusetts, en compañía de un pariente que se dedica al comercio maderero en Bangor, viajando por ferrocarril y vapor hacia esa población y los bosques de Maine, para dirigirnos a un dique en el ramal occidental del Penobscot, en cuya adquisición estaba él interesado. Desde ese lugar, que se encuentra a treinta millas de la carretera militar de Houston y a cinco más allá de la última cabaña de troncos, me proponía efectuar excursiones al Monte Ktaadn, la segunda mayor elevación de Nueva Inglaterra, distante unas treinta millas, y a algunos de los lagos del Penobscot, ya fuera solo o con el acompañamiento que pudiera agenciarme. En esa época, en que las actividades madereras han cesado, no es habitual encontrar un campamento en una zona boscosa tan lejana, y me alegró poder aprovechar la circunstancia de que por entonces hubiera allí una cuadrilla de trabajadores dedicados a reparar los daños causados por los desbordamientos debidos al deshielo primaveral. A la montaña se puede acceder de forma más fácil y directa, a caballo o a pie, desde el flanco nordeste, por el camino del Aroostook, y por el río Wassataquoik; pero en tal caso se disfruta mucho menos del entorno natural, muy poco del glorioso paisaje fluvial y lacustre, y no se tiene la experiencia del batteau y la vida del barquero. Yo tenía suerte, además, en lo relativo a la estación del año, ya que en verano los enjambres de moscas negras, mosquitos corrientes y otros muy pequeños o, como les llaman los indios, «no-visibles», hacen casi imposible andar por el bosque.


Información texto

Protegido por copyright
304 págs. / 8 horas, 53 minutos / 180 visitas.

Publicado el 8 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Nuestro Invierno Africano

Arthur Conan Doyle


Viajes


Prólogo

Este librito contiene algunas impresiones recogidas en Sudáfrica, Rodesia y Kenia. Versan sobre toda una serie de asuntos políticos y económicos, además de sobre el asunto concreto que motivó nuestro viaje. Actualmente, parece que está de moda reírse de la opinión de quien va de paso, al que se tacha de trotamundos. Pero quien ha trotado por esos mundos de Dios, como yo lo he hecho, posee un punto de comparación que revaloriza la opinión corriente. También conviene tener en cuenta que quien no se mueve de casa suele estar influido por toda suerte de consideraciones de carácter personal, mientras que el viajero es un observador imparcial. Al mismo tiempo, y sin duda alguna, su conocimiento es superficial. Pero tiene que intentar por todos los medios ser honrado a la hora de formarse una opinión y no tener miedo a expresarla.

ARTHUR CONAN DOYLE
Junio de 1929

I

LA PARTIDA. PROBLEMAS EN EL GOLFO DE VIZCAYA. BRITÁNICOS Y BÓERS. MADEIRA. LA MUERTE DE DE LA REY. ESPIRITISMO Y CRISTO. CONFERENCIAS EN EL BARCO. ALGUNOS AMIGOS HOLANDESES. FIN DE VIAJE


Información texto

Protegido por copyright
205 págs. / 5 horas, 59 minutos / 81 visitas.

Publicado el 17 de enero de 2018 por Edu Robsy.

Oriente

Vicente Blasco Ibáñez


Viajes


CAMINO DE ORIENTE

I. La peregrinación cosmopolita

Recuerdo que en cierta ocasión tuve en mis manos un ejemplar de la Gaceta Imperial de Pekín, y al revolver sus finas hojas de papel de arroz, entre las apretadas columnas de misteriosos caracteres, sólo encontré dos anuncios comprensibles por sus grabados: el que llaman vulgarmente tío del bacalao, ó sea el marinero que lleva á sus espaldas un enorme pez, pregonando las excelencias de la Emulsión Scott, y una botella de largo cuello con la etiqueta «Vichy-État».

Pocas empresas en el mundo habrán hecho la propaganda que la Compañía Arrendataria de las aguas de Vichy.

Circulan por las calles de la pequeña y elegante ciudad francesa los pesados carromatos cargados de cajones, camino de la estación del ferrocarril. Marchan las botellas alineadas en apretadas filas al salir de Vichy, para luego esparcirse como una esperanza de salud. ¿Adonde van?... La fama de su nombre les asegura el dominio del mundo entero. Una botella irá á morir, derramando el líquido gaseoso de sus entrañas, en una aldea obscura de las montañas españolas, y la que cabecea junto á ella no se detendrá hasta llegar á alguna población sueca, cubierta de nieve, vecina al Polo; y la otra irá á Australia; y la de más allá arrojará su burbujeante contenido, bajo el sol del África, en un campamento de europeos, de estómago quebrantado por las escaseces de la colonización.

Y así como el agua de Vichy se esparce por el mundo, para llevar á remotos países sus virtudes curativas, los médicos de toda la tierra por un lado, y la moda por otro, empujan hacia aquí á las gentes más diversas de aspecto y de lengua.


Leer / Descargar texto


228 págs. / 6 horas, 39 minutos / 149 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Pamplona

Victor Hugo


Viajes


11 de agosto.

Estoy en Pamplona y no sabría explicaros lo que me pasa. No había visto jamás esta ciudad, y me parece que reconozco cada calle, cada casa, cada puerta. Toda la España que vi en mi infancia se me aparece aquí como el día en que vi pasar la primera carreta de bueyes. Se borran treinta años de mi vida; vuelvo a ser el niño, el chiquito francés, como me llamaban. Todo un mundo que dormía en mí se despierta, revive y hormiguea en mi memoria. Yo lo creía casi borrado, y está más resplandeciente que nunca.

Esto es, realmente, la verdadera España. Veo plazas porticadas, pavimentos de mosaicos de guijarros, balcones con toldos, casas pintadas a franjas, que me hacen palpitar el corazón. Me parece que era ayer. Sí, yo entré ayer bajo esa gran puerta cochera que da a una escalerilla; el otro domingo compré, yendo de paseo con mis jóvenes camaradas del seminario de nobles, no sé qué tortas picantes (rosquillas) en esta tienda de cuyo frontón cuelgan dos pellejos de macho cabrío para poner vino; yo he jugado a la pelota a lo largo de esta pared, detrás de una iglesia vieja. Todo eso es para mí cierto, real, distinto, palpable.

Hay algunos zócalos de fachadas pintados imitando mármoles extravagantes que me enamoran. He pasado dos horas deliciosas frente a frente de un viejo postigo verde a pequeños recuadros que se abre en dos mitades, de modo que forma una ventana si se abre la mitad y un balcón si se abre por completo. Ese postigo estaba hace treinta años, sin que yo me diera cuenta de ello, en un rincón de mi pensamiento. Y he dicho: ¡Toma! ¡Éste es mi viejo postigo!


Información texto

Protegido por copyright
33 págs. / 57 minutos / 325 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Quince Días en el Desierto Americano

Alexis de Tocqueville


Viajes, Historia


Una de las cosas que más excitaba nuestra curiosidad al venir a Norteamérica era recorrer los confines de la civilización europea y, si el tiempo nos lo permitía, visitar incluso algunas de las tribus indias que han preferido huir hacia las soledades más salvajes a plegarse a lo que los blancos llaman «las delicias de la vida social». Pero hoy en día llegar hasta el desierto es más difícil de lo que se cree. Habíamos salido de Nueva York y, a medida que avanzábamos hacia el Noroeste, el objetivo de nuestro viaje parecía alejarse cada vez más. Recorríamos lugares célebres en la historia de los indios, atravesábamos valles a los que habían dado nombre, cruzábamos ríos que aún llevan el de sus tribus, pero, en todas partes, la choza del salvaje había dado paso a la casa del hombre civilizado; los bosques habían sido arrasados, la soledad cobraba vida.

Sin embargo, parecíamos seguir el rastro de los indígenas.

—Diez años atrás —nos decían— estaban aquí; allá, hace cinco años; más allá, hace dos.

—En aquel lugar, donde se alza la iglesia más hermosa del pueblo —nos contaba uno—, tiré abajo el primer árbol del bosque.

—Aquí —nos contaba otro— estaba el gran consejo de la Confederación de los Iroqueses.

—¿Y qué ha pasado con los indios? —decía yo.

—Los indios —proseguía nuestro anfitrión— se han ido más allá de los Grandes Lagos, ¡quién sabe dónde! Es una raza que se extingue; no están hechos para la civilización: ella los mata.


Información texto

Protegido por copyright
64 págs. / 1 hora, 52 minutos / 353 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Tierras Solares

Rubén Darío


Viajes


Tierras solares

Barcelona

Después de algunos años vuelvo a Barcelona, tierra buena. En otra ocasión os he dicho mis impresiones de este país grato y amable, en donde la laboriosidad es virtud común y el orgullo innato y el sustento de las tradiciones defensa contra debilitamientos y decadencias. Salí de París el día de la primera nevada, que anunciaba la crudez del próximo invierno. Salí en busca de sol y salud, y aquí, desde que he llegado, he visto la luz alegre y sana del sol español, un cielo sin las tristezas parisienses; y una vez más me he asombrado de cómo Jean Moreas encuentra en París el mismo cielo de Grecia, el cual tan solamente da todo su gozo en las tierras solares. Bien es cierto que el poeta se refiere más al ambiente que a la luz, más al respirar que al mirar. Pero la bondad de este cielo entra principalmente por los ojos y los poros, abiertos al cálido cariño del inmenso y maravilloso diamante de vida que nos hace la merced de existir.


Leer / Descargar texto

Dominio público
113 págs. / 3 horas, 19 minutos / 161 visitas.

Publicado el 7 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Un Paseo de Invierno

Henry David Thoreau


Viajes


El viento se filtra con un quedo murmullo a través de los postigos, o sopla con aterciopelada suavidad sobre las ventanas. De vez en cuando, suspira como un céfiro de verano agitando las hojas durante toda la santa noche. El ratón de campo se ha dormido en su abrigado pasadizo subterráneo, el búho se ha instalado en un árbol hueco en la profundidad de los pantanos; el conejo, la ardilla y el zorro, todos se han puesto a cubierto. El perro guardián se ha tumbado tranquilo junto al hogar, y el ganado se ha quedado en silencio en el establo. La tierra misma se ha dormido, como si fuera su primer, y no su último sueño. Salvo algún ruido de la calle o la puerta de la casa de madera que chirría débilmente interrumpiendo el desconsuelo de la naturaleza en su funcionamiento nocturno, el único sonido despierto entre Venus y Marte nos advierte de una distante calidez interior, un ánimo y fraternidad divinos, donde los dioses se reúnen, pero que resulta desolador para los hombres. Sin embargo, mientras duerme la tierra, el aire está despierto y se ha llenado de ligerísimos copos que caen, como si reinara una Ceres boreal y arrojara su grano plateado sobre todos los campos.


Información texto

Protegido por copyright
19 págs. / 33 minutos / 202 visitas.

Publicado el 8 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Un Yanki en Canadá

Henry David Thoreau


Viajes


Capítulo 1. De Concord a Montreal

Me temo que no tengo gran cosa que decir sobre Canadá, ya que no he visto mucho; lo que sí conseguí al visitar este país fue coger un resfriado. Salí de Concord, en Massachusetts, el miércoles 25 de septiembre de 1850 por la mañana en dirección a Quebec. El billete de ida y vuelta tenía un precio de siete dólares; la distancia desde Boston era de ochocientos veinte kilómetros; me veía obligado además, a la vuelta, a dejar Montreal en una fecha temprana, el viernes 4 de octubre, o en un período de diez días desde mi salida. No me detendré a relatarle al lector los nombres de mis compañeros de viaje; se decía que había mil quinientos. Yo solo quería llegar a Canadá y poder dar un buen paseo por allí igual que caminaría una tarde en los bosques de Concord.

El paisaje me era desconocido más allá de Fitchburg. De Ashburnham en adelante, mientras avanzábamos con rapidez, me fijé en la parra virgen (Ampelopsis quinquefolia), cuyas hojas ahora habían mudado de color, que se hallaba principalmente sobre árboles viejos, cubriéndolos como una bufanda roja. Resultaba no poco emocionante; sugería un derramamiento de sangre, o al menos vida militar, igual que una charretera o un fajín, como si estuviese teñida con la sangre de los árboles cuyas heridas no era apropiado taponar. Porque ahora el sangriento otoño había llegado, y una guerrilla india se había desatado en el bosque. Esos árboles militares resultaban numerosos, ya que nuestro rápido avance los conectaba aunque estuviesen separados por algunos kilómetros. ¿Tiene la parra virgen debilidad por el olmo?


Información texto

Protegido por copyright
93 págs. / 2 horas, 43 minutos / 106 visitas.

Publicado el 8 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Viaje a la Isla de Mallorca en el Estío de 1845

Juan Cortada


Viajes


Dedicatoria

A vosotros, hijos de la deliciosa isla de Mallorca, con tanta propiedad llamada por un compatricio vuestro Satélite de España, dedico este libro. Asi os devuelvo lo que es vuestro, pues á la amabilidad y al obsequioso carácter de muchos de vosotros debo el haber visto lo mas precioso de esa tierra. Perdonadme si continúo algunos nombres : os estoy muy obligado, y seria una ingratitud no citar las personas á quienes he merecido notables favores. Si no soy imparcial al juzgaros, no lo achaquéis á malicia. Diferis tanto de los hijos del continente, que no le es fácil á uno de estos conoceros en poco tiempo. Sois ademas mucho mejores que ellos, y á todos nos duele reconocer en otros las prendas de que carecemos. Yo conservo de esa isla y de sus hijos una deliciosa memoria, y si no os hace otra visita al menos no os olvidará nunca

Cortada.


Leer / Descargar texto

Dominio público
243 págs. / 7 horas, 5 minutos / 136 visitas.

Publicado el 2 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Viaje a Samoa

Marcel Schwob


Viajes


Cartas a Margarita Moreno

I

A bordo del Ville de la Ciotat.

Lunes, 21 de octubre de 1901.

Diez de la mañana.

Mi adorada Margarita:

Empiezo hoy esta carta que sólo podré enviarte desde Port-Saïd. En primer lugar, gracias por tu cariñoso telegrama que encontré a bordo… ¡Qué buena eres, querida esposa! ¡Cuánto te quiero y cómo deseo de todo corazón volver sin novedad! Encontré también una nota de mamá y de Mauricio. Ayer, después de escribirte, mandé dos telegramas, uno para ti y otro al Temps. Después, a las diez y media, subimos a bordo con D…

El Ville de la Ciotat es un enorme barco nuevo, pero desgraciadamente se balancea mucho. Mi camarote al principio me pareció minúsculo, pero estoy solo en él (!) y puedo arreglármelas con calma. La litera es muy cómoda, pero tuve una feliz inspiración al traerme mi almohada.


Información texto

Protegido por copyright
106 págs. / 3 horas, 6 minutos / 107 visitas.

Publicado el 28 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

23456