El Mayor de los Milagros
Ramón María Tenreiro
Cuento
“Entonces le hablaron algunos de los escribas y fariseos, diciendo: Maestro, deseamos que nos hagas ver algún milagro.”
—San Mateo, XII, 38.
Jesús había predicado sobre la montaña y desde una barca, en la
orilla del lago de su patria. Y el lago y la montaña se habían
estremecido al són de sus palabras, más duraderas que los cielos y la
tierra.
Como la selva al primer soplo de primavera preñado de promesas, así había palpitado el alma anhelante de los pueblos, malparados y decaídos, rebaño sin pastor que seguía a Jesús por los polvorientos caminos de las caravanas, en el abrasado yermo de la patria. Era una gente miserable y hambrienta, mordida de lepra, señoreada por demonios, que incubaba la gran esperanza de un destino inmortal en su ignorado espíritu.
Y la voz de Jesús, sus ejemplos, sus amenazas, eran sobre ella como resplandores de aurora en el desierto. Las tormentas que se levantaron antaño al clamor de los viejos profetas bramaban otra vez en los corazones. Por los caminos extendíase el grito. —¡He aquí que un gran profeta ha vuelto a nosotros! ¡He aquí que Elías está de nuevo con su pueblo!— Y las gentes salían a buscarlo, mostrando al sol sus podres, hambrientas de la palabra de vida. Jesús temblaba, angustiado de no poder realizar toda la obra.
—¡Ay de mí! ¡Que las mieses son muchas y pocos los obreros!
En la melancolía de un atardecer, cuando Jesús marchaba hacia Jerusalén, mustia la frente, sintiendo que su vida, como el día, se acercaba al ocaso, un joven salió a su encuentro en despoblado:
—Maestro bueno —le dijo,— ¿qué obras debo hacer para alcanzar la vida eterna?
Jesús se quedó contemplándolo. Bajo su vestido humilde adivinaba un varón de la clase señoril y gobernante. No era ya el primero que se le había acercado.
Dominio público
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Publicado el 1 de noviembre de 2023 por Edu Robsy.