Textos publicados el 2 de febrero de 2018

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fecha: 02-02-2018


La Gran Farsa

Arturo Robsy


Ensayo, política


Primera parte

1. La p... farsa

Un día de 1988 me sometí voluntariamente a la contemplación de varios informativos de televisión. Soporté pacientemente la sección de campañas internacionales que, en aquellas fechas, consistían en Gorbachof el Demócrata, Kurt Waldheim el Asesino Nazi, Israel Matamoros, Nicaragua la Víctima y un anuncio de la que sería Pobre Negro Mandela. Un tal Noriega acababa de dar un golpe de Estado en Panamá y, como hacía rotundas manifestaciones antiamericanas, TVE todavía no había decidido si ir a favor, por antiamericano, o en contra, por militar profesional.

Vinieron Luego las Campañas Nacionales. La economía era cada día más boyante. Se generaban mil puestos de trabajo diarios. La mujer era exactamente como el hombre, sobre todo a la hora de ser explotada. El terrorismo estaba vencido... Y todo el habitual discurso político, más dedicado a convencer de ciertos postulados que a informar objetivamente de lo que había sucedido en España y en el mundo.

Fue entonces cuando pronuncié lo que se ha convertido en el título de estos ensayos: Esto es una Gran. Farsa, aunque no lo expresé así. No es malo, en la intimidad del hogar, recurrir a ciertos desahogos verbales. Como la expresión quedaba realista, pero escasamente intelectual, no tuve más remedio que añadir:—La desgraciada historia del Siglo XX es el intento de someter la realidad a unas teorías. Estados, Instituciones e Ideologías, todos empapados en teorías, obstinándose en no aceptar las cosas como son.

Lo que, bien mirado, era una forma delicada de decir lo mismo: nuestro mundo es voluntariamente irreal.


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73 págs. / 2 horas, 8 minutos / 136 visitas.

Publicado el 2 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

La flor con alas

Manuel Cerón Mejía


Cuento infantil


Era una chicharra, una joven cigarra, que quiso trepar un árbol de mango para divertir a los chicuelos con su talento musical durante la Semana Santa. Oír cantar aquel insecto contentaba, no sólo a chicos y a grandes con corazón de niño sino que también hacía del mundo un lugar muy ameno.

Aquella chicharra, que parecía tener un lenguaje musical entre sus alas membranosas y transparentes, emitía noche y día un chirrido delicioso. El calor, los aguaceros imprevistos, la penumbra de la noche estrellada, o la densa niebla y la brisa suave, eran incapaces de frenar su espléndida melodía.

«¡Haría buena amistad con Pepito Grillo!», susurraban las gentes del lugar. Los ancianitos, sin embargo, que caminaban cabizbajos en la procesión, decían que tanto ese sonido, como los tres clavos rojos en la cabeza de la chicharra, recordaba a todos los hombres el sacrificio de Cristo.

Entrada en pleno la Semana antedicha, nuestra chicharra sintió que algo andaba mal. ¿Eran, acaso, las laboriosas hormigas? ¿Los simpáticos gecos? ¿Una mantis religiosa… los insectos que habían perturbado la paz de la cigarrita? Por suerte, quizá para la chicharra, eran unos niños, unos niños queapedreaban el palo de mango, pues, tenían mucha hambre y deseaban hacer el reconocido postre de la época: mango en miel.

No importa -dijo la chicharra, alegremente-. «Diecisiete años estuve bajo suelo, y voy a volar (junto a mi orquesta) hacia aquel palo de jocote, y desde allí voy a seguir rindiendo homenaje al personaje central de esta Semana; entretanto me acerco al jocote voy a hacer piruetas en el aire».

Recuperó el aliento y así lo hizo.

Cuando aún hacía zigzag en el cielo, un gato que merodeaba el show aéreo, capturó la avioneta cantora entre las mandíbulas. En seguida, maltrecha el ala derecha, aterrizó como pudo encima de unas hojas secas. ¡Ea! Muda, sin música.


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Publicado el 2 de febrero de 2018 por Manuel Cerón.