Silencia
Arturo Robsy
Cuento
I
Por la concurrida calle Juan avanzaba chocando con las gentes que le cortaban el paso. Sus ojos fijos miraban hacia adelante, más allá de todo; podría decirse casi que "por dentro". El semblante desencajado se estremecía a intervalos mientras sus labios pronunciaban inaudibles palabras...
—¡Silencia! ¡Silencia!
Paró de pronto su camino.
Por primera vez pareció darse cuenta de lo que le rodeaba. Bajó la vista a unas manos temblorosas que había llevado hasta ahora inertes colgando de los brazos. Ocultó rápidamente una primera lágrima que empezaba a deslizarse por su mejilla, y rió.
Fue su risa una mezcla de acentos delicados y tristes, y de voces interiores que nada tenían de agradables, que nada tenían de humanas.
Con la cabeza caída sobre el pecho se perdió entre la multitud.
II
La Luna aparecía, rojiza todavía, por detrás de los edificios, cuando Juan pareció despertar de un sueño. Mirá a su alrededor: todo lo era extraño. Estaba en su casa, sí, pero... No comprendía aquello. ¡No comprendía nada! Él no era de allí, él era de... Un nombre fue tomando consistencia en su pensamiento... Un nombre...
—¡Silencia! —exclamó al fin— ¿Silencia? ¿Dónde?
—¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal?
¡Había alguien más con él! Un hombre le contemplaba, acomodado en un sillón, a su lado. No le conocía.
—¿Qué tienes? —volvió a decir la voz. Parece como si no me conocieras. ¿Quieres que llame a un médico?
—¿Quién eres? —preguntó Juan. Su tono era raro, terrible pensí su interlocutor.
—¡Cómo que quién soy! ¡Vaya hombre! Nos encontramos esta tarde; nos vamos a hacer las mediciones de ese nuevo edificio que hay que construir; venimos luego a tu casa a tomar una copa, y ahora me sales con que quién soy...
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Publicado el 15 de julio de 2018 por Edu Robsy.