Textos favoritos publicados el 16 de mayo de 2018 | pág. 3

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fecha: 16-05-2018


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Educación holista, aprender a ser

Fundación Ramón Gallegos


ramón gallegos, educación holista, inteligencia espiritual


La educación es la base fundamental de toda sociedad, durante años se ha intentado mejorar su calidad, gobierno y escuelas particulares buscan estar a la vanguardia, sin embargo al final del día parece que no funciona. Cada vez hay más deserción escolar, que provoca esto?

“Más de 1 millón de alumnos abandonaron sus estudios en el ciclo escolar 2013-2014. Lo que trajo para el gobierno pérdidas de más de 34 millones de pesos, llevándonos no solo a una pérdida económica sino que también impacta el desarrollo de la nación… Las razones por las que abandonaron sus estudios destacan violencia familiar, decisión personal o social, entre otras. La subsecretaria explico que muchas causas del abandono escolar son propias del sistema educativo…”  Esto nos dice  universia.net.mx, artículo publicado en enero de 2014.

Parece ser que la SEP reconoce sus fallas, sin embargo no sabe cómo realizar cambios profundos.

Creo y sabemos que nuestra humanidad está atravesando por tiempos muy complejos, encontramos depresión, violencia, falta de tolerancia, de respeto, niveles altos de estrés, vida sin sentido, sin propósito, con inseguridad, atentados terroristas, cambio climático, entre otras muchas cosas. Eso no lleva a la conclusión de que nuestra humanidad tiene que cambiar, urge cambiar nuestra conciencia para salvar no solo a este planeta, sino a nosotros mismos. Como menciono al inicio de este ensayo “La educación es la base fundamental de nuestra sociedad”, pero vemos que nuestra sociedad está mal, no puede significar otra cosa que la educación no está funcionando ¿por qué?


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Fundación Ramón Gallegos.

Educación holista, la educación mexicana

Fundación Ramón Gallegos


ramón gallegos, educación holista, inteligencia espiritual


Llego el momento final del primer paso de inicio en mi estudio de algo que realmente me apasiona, es curioso el sentimiento de pertenencia a una academia que hasta hoy experimento, quisiera decir que me había sentido en mi centro siempre, pero no es así, en muchos grupos y momentos me he sentido fuera de lugar, fuera de mi misma incluso. Ahora deseo encontrar mis fortalezas y emplearlas para el bien común, prepararme para tener la capacidad de dejar huella sincera en quienes me rodean, no busco reconocimiento, busco reciprocidad para todos aquellos que me han transformado.

            Con el pasar de las sesiones y al conocer a mis compañeros en persona me di cuenta que no es pertenencia a una escuela, o aun programa educativo, sino a una comunidad. Y no cualquier comunidad, sino que esta es una comunidad de aprendizaje en donde compartimos principios, valores, visiones y sobre todo el camino hacia la paz. Es maravilloso ver como la real batalla se gana con pequeños cambios y que todos estamos abonando a ellos desde diferentes trincheras.

            La realidad es que no es un trayecto de búsqueda de éxito profesional, sino de realización espiritual. Guardamos tantas capacidades dentro de nuestro ser que si las comenzamos a utilizar para crear un paradigma nuevo en nuestra sociedad estaríamos impulsando un cambio. Dejar de pensar solo en el yo y ver que “todos nosotros” somos una maravillosa malla de posibilidades con la capacidad de mejorar el entorno social en el que queremos realmente habitar.


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Fundación Ramón Gallegos.

Educación holista, amor universal

Fundación Ramón Gallegos


ramón gallegos, educación holista, inteligencia espiritual


“Están por dar las 8:30 y yo me encuentro a unos pasos de llegar a la escuela donde trabajo. Algunos niños ya están ahí y muchos otros están por llegar. He llegado a amar a esos niños con todo mi corazón, sin embargo aún hay días en que preferiría no tener que estar ahí. Es más que común que pase mis horas ahí debatiéndome entre si este es un trabajo que amo o que absolutamente odio; durante los últimos años de mi vida me he convencido a mi misma de que trabajar con niños es mi pasión, y aunque la intensidad de mis sentimientos es prueba de cierta pasión, lo que ahora dudo es si este trabajo está hecho para mí y si yo estoy hecha para este trabajo. Durante aún más años he puesto a la educación en el más alto de los pedestales como herramienta de transformación del mundo, sin embargo esta experiencia me está mostrando todo lo contrario. No sólo no creo ya que la escuela es el espacio maravilloso que yo imaginaba, sino que percibo que va contra los individuos con una violencia velada que quiere hacerlos encajar a todos en un mismo modelo de ser humano. Aprender no parece muy importante, es todo acerca del control; siempre y cuanto salgan sanos y salvos tantos niños como entraron en la mañana, podemos darnos por bien servidos.

Sé que todas mis compañeras aman a esos niños tanto como yo, sin embargo nuestros actos parecieran contradecir cualquier tipo de amor concebible. Estamos muy confundidas respecto a la que la educación significa. No me siento cómoda con lo que hago ni lo que tengo que hacer, pero tampoco comprendo cual es la mejor opción.


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Fundación Ramón Gallegos.

El Misterio del Cementerio

H. P. Lovecraft


Cuento


Una historia de detectives

I. La Tumba De Burns

Era mediodía en la pequeña población de Mainville, y un penado grupo de gente estaba reunido alrededor de la tumba de Burns. Joseph Burns había muerto.

(Al morir había pronunciado las siguientes y extrañas instrucciones: Antes de meter mi cuerpo en la tumba, colocad esta bola en el suelo, en un punto marcado como “A”. Y entonces había tendido una pequeña bola dorada al rector).

La gente lamentaba mucho su muerte. Después de que los funerales hubieran concluido, el señor Dobson (El rector) dijo:

—Amigos, ahora hemos de cumplir las últimas voluntades del difunto.

Y, tras decir esto, bajó a la tumba (A poner la bola en el punto marcado como “A”). Pronto el grupo de dolientes comenzó a impacientarse y, al cabo de un tiempo, el señor Cha’s Greene (el abogado) bajó a echar un vistazo. En seguida regresó con cara de espanto y dijo:

—¡El señor Dobson no está ahí abajo!

II. El Misterioso Señor Bell

Eran las tres y diez de la tarde cuando la campana de la puerta de la mansión Dobson resonó con fuerza, y el criado acudió a abrir la puerta, para encontrarse con un hombre entrado en años, de pelo negro y grandes patillas. Manifestó que quería ver a la señorita Dobson. Tras ser conducido a su presencia, dijo:

—Señorita Dobson, sé dónde está su padre, y por la suma de 10.000 libras haré que vuelva con usted. Puede llamarme señor Bell.

—Señor Bell —dijo la señorita Dobson— ¿Le importa que abandone por un momento la habitación?

—En absoluto —repuso el señor Bell.

Ella regresó al cabo de poco tiempo, para decir:

—Señor Bell, entiendo. Usted ha raptado a mi padre y ahora me está pidiendo un rescate.


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

El Buque Misterioso

H. P. Lovecraft


Cuento


Capítulo 1

En la primavera de 1847, el pequeño pueblo de Ruralville se vio sacudido por una general excitación debida a la entrada de un extraño bergantín en el puerto.

No llevaba bandera alguna y todo hacía que resultase de lo más sospechoso.

No tenía nombre. Su capitán se llamaba Manuel Ruello. El interés aumentó, no obstante, Cuando John Griggs desapareció de su casa. Eso ocurrió el 4 de octubre y el 5 el bergantín se había marchado.

Capítulo 2

El bergantín, al partir, fue interceptado por una fragata de los Estados Unidos y se produjo una lucha tremenda. Cuando terminó, habían perdido a un hombre, llamado Henry Johns.

Capítulo 3

El bergantín continuó su ruta en dirección a Madagascar, hasta llegar. Los nativos huyeron despavoridos. Cuando volvieron a reunirse al otro lado de la isla, uno de ellos había desaparecido. Su nombre era Dahabea.

Capítulo 4

Al final, se decidió que había que hacer algo. Se ofreció una recompensa de 5.000 libras por la captura de Manuel Ruello, y entonces llegó la impactante noticia de que una nave indescriptible se había hundido en los cayos de Florida.

Capítulo 5

Se envió un buque a La Florida y entonces supieron qué había pasado. En medio del combate, habían botado un submarino y había cogido lo que quería. Y allí estaba, balanceándose tranquilamente en las aguas del Atlántico, cuando alguien dijo: “John Brown ha desaparecido”. Y desde luego que John Brown había desaparecido.


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

Una Semblanza del Doctor Johnson

H. P. Lovecraft


Cuento


El privilegio de las reminiscencias, no importa lo confusas o pesadas que estas resulten, es algo que corresponde generalmente a la gente de mucha edad; y realmente, con frecuencia, gracias a tales recuerdos llegan a la posteridad los sucesos oscuros de la historia, así como las anécdotas menores ligadas a los grandes hechos.

Para aquellos de mis lectores que han observado y apuntado, a veces, la existencia de una especie de veta antigua en mi forma de escribir, me ha sido grato presentarme como un hombre joven entre los miembros de mi generación, y alimentar la ficción de que nací en 1890 en América. Ahora estoy dispuesto, no obstante, a desvelar un secreto que había guardado por miedo a la incredulidad, y a hacer partícipe al público de un conocimiento acumulado sobre una era de la que conocí, de primera mano, a sus más famosos personajes. Así pues, sepan que nací en el condado de Devonshire, el 10 de agosto de 1690 (o, según el nuevo calendario gregoriano, el 20 de agosto), así que por tanto mi próximo cumpleaños será el 228. Habiéndome trasladado pronto a Londres, conocí siendo muy joven a muchos de los más celebrados gentilhombres del reinado de Guillermo, incluyendo al llorado Dryden, que era asiduo a las tertulias del Café de Will. Más tarde conocería a Addison y Switf, y fui aún más íntimo de Pope, al que conocí y respeté hasta el día de su muerte. Pero es del más tardío de todos mis conocidos, el finado doctor Johnson, del que deseo escribir, de forma que le haré llegar mi juventud hasta estos días.


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

La Dulce Ermengarde o el Corazón de una Chica Campesina

H. P. Lovecraft


Cuento


I. Una Simple Chica De Campo

Ermengarde Stubbs era la hermosa hija rubia de Hiram Stubbs, un granjero y contrabandista de licor, pobre pero honrado, de Hogton, Vermont. Se llamaba, en un principio, Ethyl Ermengarde, pero su padre la convenció para que prescindiera de su primer nombre a partir de la introducción de la Enmienda 18, aduciendo que le produciría sed, pues le recordaría al alcohol etílico (C2H3OH). Su propia producción era, sobre todo, de metílico o alcohol de madera (CH3OH). Ermengarde afirmaba tener dieciséis primaveras, y tildaba de infundio a las afirmaciones que achacaban treinta. Tenía grandes ojos negros, una prominente nariz romana, pelo claro que nunca se oscurecía en las raíces, a no ser que la droguería local anduviese corta de suministros, y una complexión hermosa pero vulgar. Medía en torno al uno setenta de altura, pesaba unos cincuenta y dos kilos en la báscula de su padre —también en las demás— y era considerada la más bella por todos los galanes pueblerinos que admiraban la granja de su padre y gustaban de sus producciones de licor.

A Ermengarde la pretendían en matrimonio dos ardientes amantes. El esquire Hardman, que mantenía una hipoteca sobre su casa ancestral, era muy rico y aún más viejo. Era de semblante moreno y cruel, iba siempre a caballo y jamás soltaba su fusta. Durante largo tiempo había pretendido a la dulce Ermengarde y ahora su ardor había subido hasta cotas febriles, ya que bajo los humildes terrenos del granjero Stubbs había descubierto que existía una rica veta de ¡¡ORO!!

—Ajá —se dijo—. Tengo que seducir a la chica, antes de que su padre se percate de esa insospechada riqueza, ¡y uniré mi fortuna a otra aún mayor! —y comenzó a visitarlos dos veces por semana, en vez de una, como había hecho hasta entonces.


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

El Viejo Bugs

H. P. Lovecraft


Cuento


Una tragedia estrafalaria

Por Marcus Lollius, Procónsul de la Galia

El tugurio de Sheehan, que adorna uno de los callejones inferiores del distrito céntrico ganadero de Chicago, no es lo que se dice un lugar agradable. Su atmósfera, colmada por un millar de olores semejantes a los de Colleridge, podría haber encontrado en Colonia, apenas sabe lo que son los rayos purificadores del sol, y tiene que luchar, para hacerse un hueco, contra las acres humaredas de innumerables puros baratos y cigarrillos que cuelgan de los labios toscos de las bestias humanas que merodean por tal lugar, día y noche. Pero la popularidad del antro de Sheehan no se resiente de ello, y hay una razón para que así sea; una razón que resulta obvia para cualquiera que se tome la molestia de olfatear los aromas mezclados que allí se encuentran. Sobre y ente los humos y el olor a cerrado, se nota un aroma que una vez fue familiar en todo el mundo, pero que ahora se encuentra arrinconado a las esquinas de la vida, merced al edicto de un gobierno benevolente: el olor a whisky fuerte y mal... una rara avis, de hecho, en este año de gracia de 1950.


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

La Transición de Juan Romero

H. P. Lovecraft


Cuento


No tengo ningún deseo de hablar de los sucesos que ocurrieron en la mina Norton el 18 y el 19 de octubre de 1891. Un sentido del deber para con la ciencia es lo único que me impulsa a rememorar, en los últimos años de mi vida, escenas y hechos cargados de un terror doblemente agudo por la imposibilidad de definirlo. Sin embargo, antes de morir, creo que debo contar lo que sé sobre la, digamos, transición de Juan Romero.

No hace falta que diga a la posteridad ni mi nombre ni cuál es mi origen; en realidad, creo que es mejor que no aparezcan, porque cuando un hombre emigra de repente a los Estados o a las Colonias, deja tras él su pasado. Además, lo que yo fui una vez no tiene nada que ver en absoluto con lo que voy a contar; excepto, quizá, el hecho de que durante mi servicio en la India me sentía más a gusto con los maestros nativos de blanca barba que entre mis compañeros oficiales. Había ahondado no poco en la extraña sabiduría de Oriente, cuando se abatieron sobre mí las calamidades que me impulsaron a emprender una nueva vida en el inmenso Oeste de América..., vida en la que consideré oportuno adoptar otro nombre: el que llevo actualmente, que es muy corriente y carece de significado.


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

El Templo

H. P. Lovecraft


Cuento


El 20 de agosto de 1917, yo, Karl Heinrich, Graf von Altberg-Ehrenstein, capitán de corbeta de la Marina Imperial Alemana y Comandante del submarino U-29, deposito esta botella con este informe en el Océano Atlántico, en un punto que desconozco, pero que probablemente se encuentra alrededor de los 20° latitud norte, 35° longitud oeste, donde yace mi barco, fuera de combate, en el fondo del océano. Lo hago porque quiero que se sepan públicamente ciertos hechos insólitos, ya que con toda probabilidad no sobreviviré para poder darlos a conocer en persona, toda vez que las circunstancias que me rodean son tan amenazadoras como extraordinarias, entre las que se incluye no sólo el IJ-29 inutilizado, sino también el derrumbamiento de mi férrea voluntad alemana de la manera más desastrosa.

La tarde del 18 de junio, tal como se informó por radio al U-61 con destino a Kiel, torpedeamos el carguero británico Victory, que iba de Nueva York a Liverpool, en la situación 45° 16’ latitud norte, 280 34’ longitud oeste, permitiendo a la tripulación que abandonase el buque en botes, a fin de obtener una buena filmación de la escena para los archivos del Almirantazgo. El barco se hundió espectacularmente, de proa: sacó la popa fuera del agua y se zambulló perpendicularmente hacia el fondo del mar. Nuestra cámara no perdió detalle, y siento que tan valiosa película no llegue jamás a Berlín. Después, hundimos los botes salvavidas con nuestros cañones y nos sumergimos.


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

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