El Corsé Nupcial
Alejandro Larrubiera
Cuento
I
¡Pobre Amalia! Padecía mal de amores… Ya no resonaba en el obrador el alegre gorjeo traducido en copla popular que salía de su garganta, ni su risa argentina como el rebotar de perlas sobre finísimos cristales dejaba entrever sus hileras de dientes me nudos piñones engarzados en elipses de grana. Estaba triste y en la tarde de aquel sábado sus ojos aguanosos permanecían fijos en el magnífico corsé en que trabajaba… Un corsé nupcial de gran mérito, con labor finísima, flores y encajes de nívea blancura que competía con la del raso que servía de forro al armatoste de ballenas y alambres.
La maestra, una mujercita vivaracha, con gesto de displicencia y frase dura encomiaba á su oficiala predilecta la pronta terminación de la labor.
—Corre mucha prisa… lo necesitan para esta noche.
Y ¡hala que hala! iba la corsetera finalizando aquel corsé que era una maravilla. Los ojos de la oficiala se anublaban más y más. Llegó un momento en que las nubes de tristeza chocaron entre sí en el hermoso horizonte de sus pupilas y dos indiscretas lágrimas fueron á caer sobre el raso… Nadie notó el desprendimiento de aquellas gotas de agua salada…
II
Aquel corsé era el gran culpable del llanto de su confeccionadora.
La historia os la explicaré, así, de prisa, porque hay historias que basan sus cimientos en la sensibilidad y no tienen más resumen que una lágrima ó un suspiro.
Dominio público
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Publicado el 21 de julio de 2023 por Edu Robsy.