Charlábamos de Sobremesa
Horacio Quiroga
Cuento
Y la conversación recayó sobre el tema a que forzosamente llegaban los cuentos de impresión: las supersticiones.
—En cuanto a creencias más o menos arraigadas —dijo un extranjero—, los pueblos europeos, y en particular el francés, dan un tono tal de verosimilitud a sus narraciones, que el espíritu de los que oyen obsta largo tiempo antes de razonar fríamente. Una leyenda medieval, por ejemplo, oída en mi infancia, me causó una impresión profunda, de que apenas los años transcurridos han logrado desasirme.
Hela aquí, sencillamente contada en dos palabras:
«Un caballero cazaba en una tarde de invierno. Había nevado todo el día; el campo estaba completamente blanco. Con el rifle al hombro, se acercó al castillo de un amigo, que pasaba sobre el puente levadizo. El castellano llegó a la poterna y vio en la contraescarpa al caballero, que le saludó.
»—¿Vas de caza? —preguntó el castellano.
»—Sí —respondió el caballero.
»—Hace mucho frío.
»—No lo siento.
»—Los lobos han salido del bosque.
»—Peor por ellos.
»—Entonces, buena suerte.
»—Gracias, pero cuida de hacer fuego duradero, pues sea la pieza que fuere, vendré a comerla contigo.
»El caballero partió con el rifle preparado y se perdió en la distancia.
Dominio público
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Publicado el 22 de enero de 2024 por Edu Robsy.