Textos publicados el 22 de julio de 2018 | pág. 2

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fecha: 22-07-2018


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Cupido Contra Pólux

Robert E. Howard


Cuento


Al tiempo que subía los escalones de la casa de la fraternidad, me encontré con Tarántula Soons, un memo con poca disposición y los ojos saltones.

—¿Podría suponer que estás buscando a Spike? —dijo, y al verme admitir el hecho, me miró con curiosidad y añadió que Spike se encontraba en su habitación.

Subí y, mientras lo hacía, oí que alguien cantaba una canción de amor con una voz que era la incitación para un homicidio justificado. Por extraño que parezca, aquella atrocidad emanaba de la habitación de Spike, y cuando entré, vi a Spike sentado en un diván y cantando algo acerca de las lunas de los amantes y labios suaves de color rojo. Sus ojos brillaban encandilados vueltos hacia el techo y ponía el alma en el escandaloso bramido que sólo él imaginaba a la altura de la melodía. Decir que me quedé sorprendido es decir poco y, cuando se volvió y me dijo: «Steve, ¿no es maravilloso el amor?» podría haberme derribado con un martinete. Además de medir sus buenos seis pies y siete pulgadas y pesar algo más de doscientas setenta libras, Spike tiene un careto que hace que Firpo parezca el personaje adecuado para un anuncio para petimetres, sin contar con que es casi tan sentimental como un rinoceronte.

—¿Eh? ¿Y quién es ella? —pregunté con cierto sarcasmo, a lo que Spike se limitó a suspirar amorosamente y seguir con sus poesía. Aquello me irritó—. ¡Así que por eso no estás entrenando en el gimnasio! —bramé—. Eres un maldito haragán. El torneo de boxeo entre colegios empieza mañana y estás aquí, maldito morsa enorme, cantando cursiladas como si fueras un condenado becerro de tres años.

—¡Lárgate! —dijo, amagando un directo de derecha a mi mandíbula de manera distraída—. Puedo acabar con esos pastores alemanes sin entrenarme.


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4 págs. / 8 minutos / 55 visitas.

Publicado el 22 de julio de 2018 por Edu Robsy.

La Caza

Arturo Robsy


Cuento


Pedro regresa de la caza con la escopeta al hombro: ha sido un día feliz, siempre acompañado por los crujidos del borrajo bajo sus pies o por los rasponazos de las aulagas sobre las perneras del pantalón. Lleva también junto al pulgar un pinchazo de la zarza, de cuando se detuvo a comer zarzamoras y a dejar pasar el calor insoportable que le agobiaba el cuerpo, y, sin embargo, sonríe mientras silba una vieja marcha de los tiempos del servicio militar, porque la cacería es algo más que una afición para él.

Ahora se detiene y cambia el morral por la percha a la sombra del cabrahigo más próximo: son, en total, seis perdices, dos codornices y tres becadas, algo poco acostumbrado ya por estas tierras cuando se caza solo. Pero, como antes pensaba, hoy era un día especial; incluso a la primera muestra del perro, cuando se levantaron tres perdices, a punto estuvo de conseguir un doblete (el sexto de su vida) y, desde luego, la segunda pieza escapó de ala, soltando plumas...

"Mejor será —concluye— no explicar esto: luego todo es decir que si a los cazadores se nos hacen los dedos huéspedes o que no sabemos pasar sin exagerar un poco."

El setter, a su lado, hunde el hocico entre la caza y respira a gusto los olores de los animales. Se trata de un cariñoso perro, con muy buenos vientos, una verdadera joya que le regaló un amigo francés:

"Usted le hará feliz —había dicho el extranjero—. Yo, en cambio, no sé cazar".

Y así, Zar, el setter, y él, pasaron a formar un magnífico equipo; ambos eran dos apasionados del monte, de pisar y repisar los pajones y patear la fronda, y sólo la oscuridad les alejaba de los cotos, como hoy, que iban ya camino de su coche, gloriosamente cansados y satisfechos, el amo del perro, y el perro, del cazador de mandaba.


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6 págs. / 10 minutos / 67 visitas.

Publicado el 22 de julio de 2018 por Edu Robsy.

El Vergonzoso en Palacio

Tirso de Molina


Teatro, Comedia


Personas que hablan en ella

El DUQUE de Avero
Don Duarte, CONDE de Estremoz
Dos CAZADORES
FIGUEREDO, criado
TARSO, pastor
MELISA, pastora
DORISTO, alcalde
MIRENO, pastor
LARISO, pastor
DENIO, pasto
RUY Lorenzo, secretario
VASCO, lacayo
Doña JUANA
Doña MAGDALENA
Don ANTONIO
Doña SERAFINA
Un PINTOR
LAURO, viejo pastor
BATO, pastor
Un TAMBOR

Acto primero

(Salen el DUQUE de Avero, viejo, y el CONDE de Estremoz, de caza)

DUQUE:
De industria a esta espesura retirado
vengo de mis monteros, que siguiendo
un jabalí ligero, nos han dado
el lugar que pedís; aunque no entiendo
con qué intención, confuso y alterado.
Cuando en mis bosques festejar pretendo
vuestra venida, conde don Duarte,
¿dejáis la caza por hablarme aparte?

CONDE:
Basta el disimular, sacá el acero
que, ya olvidado, os comparaba a Numa;
que el que desnudo veis, duque de Avero,
os dará la respuesta en breve suma.
De lengua al agraviado caballero
ha de servir la espada, no la pluma
que muda dice a voces vuestra mengua.

(Echan mano)

DUQUE:
Lengua es la espada, pues parece lengua;
y pues con ella estáis, y así os provoca
a dar quejas de mí, puesto que en vano,
refrenando las lenguas de la boca,
hablen solas las lenguas de la mano
si la ocasión que os doy, que será poca
para ese enojo poco cortesano,
a que primero la digáis no os mueve;
pues mi valor ningún agravio os debe.

CONDE:
¡Bueno es que así disimuléis los daños
que contra vos el cielo manifiesta!

DUQUE:
¿Qué daños, conde?


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Dominio público
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Publicado el 22 de julio de 2018 por Edu Robsy.

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