Los Tres Hermanos
Hermanos Grimm
Cuento infantil
Un hombre tenía tres hijos y no poseía más bienes que la casa en que vivía. Todos sus hijos querían heredarla, y no sabía cómo arreglarse para no perjudicar a ninguno. Lo mejor hubiera sido venderla y repartir el dinero entre los tres; pero no podía decidirse porque era la casa de sus antepasados. Al fin dijo a sus hijos:
—Marchaos a correr mundo, aprended cada uno un oficio, y cuando volváis heredará la casa el que tenga más habilidad.
La proposición les agradó: el mayor resolvió ser herrador, el segundo barbero y el tercero maestro de esgrima. Se separaron, conviniendo estar en casa de su padre en un día señalado. Cada uno de ellos se puso en casa de un buen maestro, que le enseñó bien el oficio. El mariscal herraba los caballos del rey, y creía que la casa sería para él. El barbero afeitaba a grandes señores, y pensaba también que la casa vendría a ser suya. En cuanto al aprendiz de maestro de esgrima, recibió más de un floretazo, pero apretaba los dientes y no se desanimaba, pues pensaba que si tenía miedo no sería para él la casa.
Cuando llegó el tiempo fijado, volvieron los tres a la casa de su padre. Pero no sabían cómo buscar la ocasión para manifestar su talento. Cuando hablaban entre sí de su situación, acertó a pasar una liebre corriendo por la llanura.
—¡Diablo! dijo el barbero; he aquí uno que viene como marea en cuaresma.
Cogiendo su vacía y su jabón, preparó la espuma hasta que el animal estuvo cerca, y corriendo tras él le jabonó a la carrera y le afeitó el bigote sin detenerse, ni cortarle un pelo de ninguna otra parte de su cuerpo.
—¡Eso es admirable! dijo el padre; si tus hermanos no hacen lo mismo, será para ti la casa.
Un instante después pasó una silla de posta a escape.
—Padre mío, dijo el herrador, ahora vais a ver lo que sé yo hacer.
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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.