Vida de Ma Parker
Katherine Mansfield
Cuento
Cuando el caballero literato, cuyo apartamiento limpiaba la anciana señora Ma Parker todos los martes, le abrió la puerta aquella mañana, aprovechó para preguntarle por su nieto. Ma Parker se detuvo sobre el felpudo del pequeño y oscuro recibidor, alargó el brazo para ayudar al señor a cerrar la puerta, y sólo después replicó apaciblemente:
—Ayer lo enterramos, señor.
—¡Dios santo! No sabe cuánto lo siento —dijo el caballero literato en tono desolado. Estaba a medio desayunar. Llevaba una bata deshilachada y en una mano sostenía un periódico arrugado. Pero se sintió incómodo. No podía volver al confort de la sala sin decir algo, sin decirle algo más. Y como aquella gente daba tanta importancia a los entierros, añadió amablemente:
—Espero que el entierro fuese bien.
—¿Cómo dice, señor? —dijo con voz ronca la anciana Ma Parker.
¡Pobre mujer! Estaba acabada.
—Que espero que el entierro fuese bien… —repitió.
Ma Parker no respondió. Agachó la cabeza y se encaminó hacia la cocina, llevando aquella usada bolsa de pescado en la que guardaba las cosas de la limpieza, un mandil y unas zapatillas de fieltro. El literato enarcó las cejas y volvió a sumirse en su desayuno.
—Supongo que está abatida —dijo en voz alta, tomandoun poco de mermelada.
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Publicado el 23 de octubre de 2016 por Edu Robsy.