Parte I
I. Un tío de América
El 17 de marzo del antepenúltimo año del siglo
pasado el cartero de la calle de Jacques-Cartier, en Montreal, entregó
una carta en el número 29 dirigida al señor Summy Skim.
Esta carta decía:
«El señor Snubbin saluda al señor Summy Skim y
le ruega pase por su bufete, sin pérdida de tiempo, para tratar de un
asunto que le interesa».
¿Con qué propósito el notario desearía ver al señor Summy Skim?
Conocía al señor Snubbin, como todo el mundo de Montreal, por su
honradez y prudencia. Canadiense de nacimiento, estaba al frente del
mejor bufete de la ciudad; el mismo que sesenta años antes tenía por
titular al famoso Nick, cuyo verdadero nombre era Nicolás Sagamore, un
notario de origen hurón, que tan patrióticamente intervino en el
terrible proceso Morgaz, cuya resonancia fue considerable hacia el año
1837.
El señor Summy Skim se sorprendió bastante al recibir la carta del
señor Snubbin. Acudió en seguida a la cita que se le daba, y media hora
después llegaba a la plaza del mercado Buen Socorro, siendo recibido en
el gabinete del notario.
—Muy buenos días, señor Skim —dijo éste levantándose—. Estoy a su disposición…
—Y yo a la de usted —dijo Summy Skim, sentándose cerca de la mesa.
—Es usted el primero en acudir a la cita, señor Skim…
—¿Dice usted el primero?… ¿Luego no soy yo el único citado?
—Su primo, el señor Ben Raddle —respondió el notario—, ha debido recibir una carta idéntica a la de usted.
—Entonces no se puede decir «ha debido recibir», sino «recibirá», puesto que mi primo no está en Montreal.
—¿Va a venir pronto?
—Dentro de tres o cuatro días.
—¡Diablo!
—¿Es, pues, muy urgente lo que tiene que comunicarnos?
Información texto 'El Volcán de Oro'