Textos mejor valorados | pág. 51

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La Araña Negra

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


Libro Primero

Prólogo

I

—No es ésta la mejor hora para hacer visitas. En este colegio se guardan muy bien las reglas, señor; no sé si la madre directora podrá recibirle pero a pesar de esto preguntaré.

Y el hermano Andrés, al decir estas palabras, se llevaba indolentemente una mano a su puntiagudo y mugriento gorro de seda, como queriendo medir con justo patrón un saludo que no fuera descortés, pero tampoco amable; uno de esos saludos que se guardan para las personas misteriosas que no se sabe de dónde vienen ni lo que quieren. Y sonreía con la expresión de un cancerbero, abriendo aquella bocaza frailuna, oscura, maloliente, de profundidad interminable y adornada en su entrada con tres dientes gastados, retorcidos y amarillentos como las fichas de un dominó de café.


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Dominio público
1.583 págs. / 1 día, 22 horas, 10 minutos / 1.514 visitas.

Publicado el 4 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Cuentos Completos

Abraham Valdelomar


Cuento


Cuentos criollos

El caballero Carmelo

I

Un día, después del desayuno, cuando el sol empezaba a calentar, vimos aparecer, desde la reja, en el fondo de la plazoleta, un jinete en bellísimo caballo de paso, pañuelo al cuello que agitaba el viento, sanpedrano pellón de sedosa cabellera negra, y henchida alforja, que picaba espuelas en dirección a la casa.

Reconocímosle. Era el hermano mayor, que años corridos, volvía. Salimos atropelladamente gritando:

–¡Roberto, Roberto!

Entró el viajero al empedrado patio donde el ñorbo y la campanilla enredábanse en las columnas como venas en un brazo y descendió en los de todos nosotros. ¡Cómo se regocijaba mi madre! Tocábalo, acariciaba su tostada piel, encontrábalo viejo, triste, delgado. Con su ropa empolvada aún, Roberto recorría las habitaciones rodeados de nosotros; fue a su cuarto, pasó al comedor, vio los objetos que se habían comprado durante su ausencia, y llegó al jardín.

–¿Y la higuerilla? –dijo.

Buscaba entristecido aquel árbol cuya semilla sembrara él mismo antes de partir. Reímos todos:

–¡Bajo la higuerilla estás!…


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Dominio público
258 págs. / 7 horas, 32 minutos / 3.827 visitas.

Publicado el 13 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

EL AMOR COMO UNA UTOPÍA

Andrés Patiño Rodríguez


Nocturno, Amor, Utopía.


Fragmento No. 001

16-11-2016  // 22:30H

El amor atraviesa por tiempos difíciles, siento que las decepciones nos han convertido en seres exigentes. No obstante, hemos ganado una mayor resistencia ante la tristeza, pero también nos resistimos a abandonar la soledad.

A lo largo del último año me he preguntado: ¿Qué es el amor?,  ¿Es palpable?, ¿Cuál es su precio?, ¿Cuál es su punto perfecto?, ¿De qué se alimenta? Para dar respuesta a mis preguntas se me ocurre definir el “amor” como una utopía. Un conjunto de sueños, ideales, olores, sabores, gustos, tactos, costumbres, miradas, etc., que son proyectados como perfectos en mi cerebro cuando imagino el ideal de mujer.

Por otro lado, en esa utopía también hay espacio para un concepto de soledad, independencia, razón en su máxima expresión, desprecio o encanto por los amores de una noche, prima la libertad y la sexualidad sin barreras. Es un momento donde comprendes que el “amor” va más allá de compartir tu vida con alguien, la dependencia emocional no es una opción. Estas ligado al sentido de la vida y percibes con claridad el aire, la lluvia, las oleadas de calor en verano, los intensos fríos del invierno, los colores de la vida, sientes tu lugar en el mundo.


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Dominio público
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Publicado el 16 de mayo de 2020 por Andrés Patiño Rodríguez.

Enterrado Vivo

Edgar Allan Poe


Cuento


Hay hechos, cuyo relato despierta vivísimo interés, y que son demasiado horribles para servir de asunto en la novela. Ningún novelista podría echar mano de ellos, sin grave peligro de disgustar y hasta de hacer daño al lector. Para que puedan aceptarse asuntos semejantes, es indispensable que se presenten con el severo traje de la verdad histórica. Estremece la lectura de los pormenores del paso del Beresina, del terremoto de Lisboa, de la epidemia de Londres, del degüello del día de San Bartolomé, ó de la asfixia de los ingleses prisioneros en el Blackhole de Calcuta; pero son los hechos, la realidad y en una palabra, la historiado que nos conmueve. Si relatos tales fuesen únicamente parto de la imaginación, no engendrarían más sentimiento que el del horror.

He citado unas cuantas de las más terribles y célebres calamidades que la historia consigna; pero lo que más hiere nuestra imaginación, es la magnitud y naturaleza de esas calamidades. Contemplo inútil advertir que mi trabajo pudiera reducirlo únicamente a escoger entre el inmenso catálogo de las miserias humanas, casos aislados de un dolor cualquiera, más material y más individual, que el que surge de la generalidad de esos desastres gigantescos.

Efectivamente, el verdadero dolor, el límite del sufrimiento, no es general, sino particular; y debemos dar gracias a Dios, que en su bondad no permitió que semejante exceso de agonía lo sufriese el hombre-masa ó colectivo, sino el hombre-unidad ó individual.


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Dominio público
15 págs. / 26 minutos / 3.164 visitas.

Publicado el 30 de septiembre de 2020 por Edu Robsy.

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