El Emperador Púrpura
Robert Chambers
Cuento
Un souvenir heureux est peut-être, sur terre,
Plus vrai que le bonheur.
A. DE MUSSET
I
El Emperador Púrpura me observó en silencio. Volví a echar la caña, lanzando casi dos metros de sedal impermeable y, tras el siseo del hilo surcando el aire sobre el estanque, vi mis tres moscas posarse en el agua como vilanos a la deriva. El Emperador Púrpura lanzó una mirada desdeñosa.
—Lo ve —dijo—, tengo razón. No hay ni una sola trucha en Bretaña que salte a por un cebo de mosca.
—Pues en Norteamérica sí lo hacen —repliqué.
—¡Caramba! ¡Por Norteamérica! —apostilló el Emperador Púrpura.
—Y las truchas pican con cebos de mosca en Inglaterra —insistí secamente.
—¿Es que cree que me importa lo que haga la gente en Inglaterra? —exclamó el Emperador Púrpura.
—A usted no le importa nada excepto usted mismo y sus asquerosas orugas —dije, más enfadado de lo que había estado hasta ese momento.
El Emperador Púrpura resopló. Sus anchos, imberbes y curtidos rasgos revelaban una expresión obstinada que siempre lograba sacarme de mis casillas. Quizás la forma en que llevaba el sombrero intensificaba esta irritación, con aquella ala blanda apoyada sobre ambas orejas, y las dos finas cintas de terciopelo que colgaban de la hebilla de plata delantera agitándose y bailoteando hasta con la más insignificante brisa. Sus astutos ojos y su puntiaguda nariz no tenían nada que ver con el resto de su obeso y enrojecido rostro. Cuando me miró a los ojos, dejó escapar una risotada.
—Sé más sobre insectos que ningún hombre de Morbihan… o Finistère, de hecho —afirmó.
—El Almirante Rojo sabe tanto como usted —repliqué.
—No es cierto —contestó el Emperador Púrpura enojado.
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Publicado el 3 de enero de 2017 por Edu Robsy.