Abandonado
Guy de Maupassant
Cuento
—Es preciso estar loca para salir al campo a estas horas con un calor insufrible. De dos meses a esta parte, se te ocurren ideas muy extrañas. A la fuerza me haces venir a la orilla del mar, cuando en cuarenta y cinco años que llevamos de matrimonio jamás tuviste semejante fantasía. Sin pedirme parecer, eliges como residencia de verano esta población triste, Fècamp, y te invade un deseo furioso de hacer ejercicio (¡eso tú, que nunca dabas dos pasos!), al extremo de querer salir al campo a estas horas en el día más caluroso del año. Dile a nuestro amigo Apreval que te acompañe, puesto que se presta amablemente a todos tus caprichos. Yo, por mi parte, me quedo a dormir la siesta.
La señora Cadour dijo:
—¿Quiere usted acompañarme, Apreval?
Este se inclinó, sonriendo con una galantearía de los tiempos pasados. mientras decía:
—Iré a donde usted vaya.
—Bueno; vayan a coger una insolación —exclamó el señor de Cadour.
Y se metió en su cuarto del hotel de los Baños para echarse un par de horas en la cama.
Cuando la respetable señora y su antiguo compañero quedaron solos, se pusieron en marcha. Ella dijo con voz muy baja y apretándole una mano:
—¡Al fin! ¡Al fin!
Él murmuró:
—Se ha vuelto usted loca. Estoy convencido en absoluto de que se ha vuelto usted loca. Piense cuánto arriesga. Si ese hombre...
Ella le interrumpió, sobresaltada:
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Publicado el 4 de junio de 2016 por Edu Robsy.