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Ciropedia

Jenofonte


Novela, Diálogo, Tratado, Política, Estrategia


LIBRO I

Dificultad que supone gobernar seres humanos

Una vez se nos ocurrió reflexionar sobre cuántas democracias han sido derrocadas por quienes preferían regirse con un régimen distinto del democrático, y sobre cuántas monarquías y cuántas oligarquías han sido ya, a su vez, abolidas por el pueblo, y sobre el hecho de que, de cuantos intentaron imponer la tiranía, unos fueron inmediatamente derrocados, y otros, por poco tiempo que se hayan mantenido en el poder, son objeto de admiración por haber sido varones tan sabios y afortunados. Nos pareció haber observado que también en las viviendas particulares muchos amos, unos con mayor número de criados y otros con muy pocos, no son capaces de mantener ni siquiera a estos pocos en actitud obediente. Además, seguíamos reflexionando sobre el hecho de que gobernantes son los boyeros de sus bueyes, los yegüeros de sus caballos y que todos los que reciben el nombre de pastores podrían también ser considerados razonablemente gobernantes de los animales a cuyo cuidado están; pues bien, nos parecía apreciar que todos estos rebaños obedecen de mejor grado a sus pastores que los hombres a sus gobernantes. En efecto, los rebaños van exclusivamente por donde los pastores los dirigen, pacen en los lugares a los que los conducen y se mantienen alejados de aquellos de los que los apartan. Además, permiten a los pastores hacer el uso que quieran de los productos que se obtienen de ellos y aún no tenemos noticias de que nunca un rebaño se rebelara contra su pastor, ni para desobedecerle ni para impedirle hacer uso de sus productos, sino que, al contrario, los rebaños son más ariscos con cualquier extraño que con quienes los gobiernan y sacan provecho de ellos. Los hombres, en cambio, contra nadie se levantan más que contra aquellos en quienes noten intención de gobernarlos.


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334 págs. / 9 horas, 44 minutos / 256 visitas.

Publicado el 12 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Muchacha Anticuada

Louisa May Alcott


Novela


1. La llegada de Polly

—Es hora de ir a la estación, Tom.

—Pues, venga, vamos.

—Oh, yo no voy. Hace mucha humedad y se me desharían los rizos si saliera en un día como este. Quiero estar presentable cuando llegue Polly.

—No querrás que vaya yo solo y traiga a una desconocida a casa, ¿no? —Tom estaba alarmado, como si su hermana le hubiera propuesto escoltar a una mujer salvaje de Australia.

—Pues claro que sí. Debes ir a recogerla tú. Y, si no fueras un oso, hasta te gustaría.

—¡Qué cara que tienes! Supongo que debería ir, pero tú dijiste que también vendrías. ¡La próxima vez no pienso preocuparme por tus amigas! ¡No, señor! —Tom se levantó resuelto del sofá pese a su indignación, aunque el efecto de esta quedaba empañado en cierto modo por una cabeza despeinada y por el aparente descuido de sus ropas en general.

—Venga, no te enfades. Convenceré a mamá para que permita que venga a visitarte ese tal Ned Miller, que tan bien te cae, cuando se haya ido Polly —dijo Fanny con la esperanza de apaciguar su malhumor.

—¿Cuánto tiempo se quedará? —exigió Tom, arreglándose con una sacudida.

—Un mes o dos, probablemente. Es tan agradable… se quedará mientras se sienta a gusto.

—Entonces no se quedará mucho tiempo si puedo evitarlo —murmuró Tom, que consideraba a las chicas la parte superflua de la creación. Los chicos de catorce años tienden a opinar de ese modo, lo que tal vez resulte bastante adecuado dado que, como suelen cambiar radicalmente, tienen la oportunidad de dejarse llevar por una buena chica, metafóricamente hablando, cuando, tres o cuatro años después, se convierten en los más serviles esclavos de «esas molestas chicas».


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332 págs. / 9 horas, 41 minutos / 247 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

La Edad de la Inocencia

Edith Wharton


Novela


Libro primero

Capítulo I

Era una tarde de enero de comienzos de los años setenta. Christine Nilsson cantaba Fausto en el teatro de la Academia de Música de Nueva York. Aunque ya había rumores acerca de la construcción —a distancias metropolitanas bastante remotas, «más allá de la calle Cuarenta»— de un nuevo Teatro de la Opera que competiría en suntuosidad y esplendor con los de las grandes capitales europeas, al público elegante aún le bastaba con llenar todos los inviernos los raídos palcos color rojo y dorado de la vieja y acogedora Academia. Los más tradicionales le tenían cariño precisamente por ser pequeña e incómoda, lo que alejaba a los «nuevos ricos» a quienes Nueva York empezaba a temer, aunque, al mismo tiempo, le simpatizaban. Por su parte, los sentimentales se aferraban a la Academia por sus reminiscencias históricas, y a su vez los melómanos la adoraban por su excelente acústica, una cualidad tan problemática en salas construidas para escuchar música.


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331 págs. / 9 horas, 39 minutos / 386 visitas.

Publicado el 27 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

El Soberbio Orinoco

Julio Verne


Novela


Volumen I

I. Miguel y sus dos colegas

—Verdaderamente, no hay motivo para que esta discusión no termine —dijo Miguel, que procuraba interponerse entre los dos ardientes contrarios.

—Pues bien, no acabará —respondió Felipe—, al menos por el sacrificio de mi opinión a la de Varinas.

—Ni por el abandono de mis ideas en provecho de Felipe —replicó Varinas.

Desde hacía tres horas, los dos testarudos sabios disputaban, sin ceder un ápice, sobre la cuestión del Orinoco. Este célebre río del Sur de América, principal arteria de Venezuela, ¿se dirigía en su curso superior de Este a Oeste, como los mapas más recientes indicaban, o venía del Suroeste, y en este caso, el Guaviare o el Atabapo no debían ser considerados como afluentes?

—Es el Atabapo el que es el Orinoco —afirmaba enérgicamente Felipe.

—Es el Atabapo —afirmaba enérgicamente Felipe.

—Es el Guaviare —afirmaba con no menos energía Varinas.

La opinión de Miguel era la que han adoptado los modernos geógrafos. Según éstos, los manantiales del Orinoco están situados en la parte de Venezuela que confina con el Brasil y con la Guayana inglesa, de forma que este río es venezolano en todo su recorrido.

Pero en vano Miguel procuraba convencer a sus dos amigos, que además no estaban conformes en otro punto no menos importante.

—No —repetía el uno—. El Orinoco nace en los Andes colombianos, y el Guaviare, que pretende usted que es un afluente, es todo el Orinoco: colombiano en su curso superior, venezolano en su curso inferior.

—¡Error! —aseguraba el otro—. El Atabapo es el Orinoco y no el Guaviare.

—¡Eh, amigos míos! —respondió Miguel—. Prefiero creer que tal río, uno de los más hermosos de América, no riega más país que el nuestro.


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329 págs. / 9 horas, 37 minutos / 210 visitas.

Publicado el 14 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Maldición de Chaka

Henry Rider Haggard


Novela


Dedicatoria

Sompseu:

Quiero llamarte por el nombre con que te han conocido todas las tribus durante más de cincuenta años, desde el Zambesi al Cabo Agulhas.

Sompseu, mi padre, he escrito un libro sobre hechos y cosas de las que tú sabes más que ninguna otra persona; por eso coloco tu nombre al principio del mismo y te lo dedico.

Si no conociste a Chaka, tú y él habéis visto los mismos soles; entablaste relaciones con su hermano Panda y sus capitanes, y quizá con el mismo Mopo, su servidor, que lo mató con la ayuda de los príncipes y que es quien relata esta historia. Has visto el círculo de los hechiceros y contemplado los regimientos zulúes cuando se lanzaban al ataque; has coronado a sus reyes y tomado parte en sus consejos, y con la sangre de tu hijo has expiado un error de estadista y una falta de militar.

Sompseu, he oído una canción en la que se narra cómo dominaste a los zulúes. ¿No es verdad, mi padre, que permaneciste silencioso e inmóvil mientras tres mil guerreros gritaban pidiendo tu vida? Y cuando todos se cansaron, ¿no te pusiste de pie y dijiste, señalando hacia el mar: «Matadme si lo deseáis, hombres de Cetewayo; pero os advierto que por cada gota de mi sangre que sea derramada se levantarán cien vengadores de más allá del mar.»?

¡Y entonces los regimientos miraron hacia el mar, como si el día de Ulundi ya hubiese llegado, y vieron la columna de los blancos que se aproximaba!

Así, Sompseu, tu nombre se hizo grande entre los zulúes, como ya lo era entre otras tribus, y sus nobles te rindieron homenaje, te saludaron con la Bayéte, el saludo real, declarando por boca de su Cónsul que en ti moraba el espíritu de Chaka.


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328 págs. / 9 horas, 34 minutos / 116 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2018 por Edu Robsy.

Maravillosas Aventuras de Antifer

Julio Verne


Novela


I

EN EL QUE UN NAVÍO DESCONOCIDO, CON CAPITÁN DESCONOCIDO, VA EN BUSCA DE UN ISLOTE DESCONOCIDO EN UN MAR DESCONOCIDO

En aquella mañana —9 de septiembre de 1831— el capitán abandonó su camarote a las seis y subió a la toldilla.

El sol asomaba por el E, o más exactamente, la refracción lo elevaba por encima de la atmósfera, pues su disco se arrastraba bajo el horizonte. Una eflorescencia luminosa acariciaba la superficie del mar, que cabrilleaba a impulsos de la brisa matinal.

Después de una noche de calma parecía que se preparaba un hermoso día, de esos de septiembre, de agradable temperatura, propia de la estación en que el calor termina.

El capitán ajustó su anteojo al ojo derecho, y haciendo un círculo paseó el objetivo por aquella circunferencia donde se confundían el cielo y el mar. Bajolo después y se aproximó al timonel, un viejo de barba hirsuta, cuya viva mirada brillaba bajo un párpado entornado.

—¿Cuándo has tomado el cuarto? —preguntóle.

—A las cuatro, mi capitán.

Estos dos hombres hablaban una lengua bastante ruda, que no hubiera reconocido ningún europeo, inglés, francés, alemán u otro, a menos de haber frecuentado las Escalas de Levante. Parecía una especie de patois turco mezclado con el sirio.

—¿Nada de nuevo?

—Nada, capitán.

—¡Y desde esta mañana ningún barco a la vista!

—Uno sólo… Un gran navío que viene a contrabordo. He forzado un cuarto para pasar lo más lejos posible.

—Has hecho bien… Y ahora…

El capitán observó circularmente el horizonte con extrema atención. Después:

—¡Prepararse a virar! —gritó con voz fuerte.

Los hombres se levantaron.

El navío evolucionó y se puso en marcha hacia el noroeste con las amuras a babor.


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326 págs. / 9 horas, 32 minutos / 123 visitas.

Publicado el 16 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Hombre de Negro

Wilkie Collins


Novela


ANTES DE LA HISTORIA

Primera escena. Boulogne-sur Mer: El duelo

I

Los médicos no podían hacer nada más por lady Berrick. Cuando los médicos de una dama que ha alcanzado los setenta años de edad recomiendan el suave clima del sur de Francia, lo que quieren dar a entender, a la pata la llana, es que han agotado todos sus recursos. La viuda decidió concederle su oportunidad al suave clima francés, y a continuación decidió (según sus propias palabras) «morir en casa». El viaje de regreso fue lento, y la última vez que oí hablar de ella había llegado a París. Fue a principios de noviembre. Una semana después me encontré en el club con su sobrino, Lewis Romayne.

—¿Qué te trae a Londres en esta época del año: —pregunté.

—La fatalidad me persigue —respondió con gesto grave—. Soy uno de los hombres más desdichados de la tierra.

Tenía treinta años; no estaba casado; era el envidiable poseedor de una antigua y hermosa finca, Vange Abbey; no tenía parientes pobres; era uno de los hombres más apuestos de Inglaterra. Si a eso añadimos que yo soy un oficial retirado del ejército, que mi renta es paupérrima, mi esposa desagradable y mis cuatro hijos feos, y que llevo a mis espaldas una carga de cincuenta años, a nadie le sorprenderá que mis palabras de respuesta a Romayne, llenas de amarga sinceridad, fueran las siguientes:

—¡Pues que el Cielo me conceda poder intercambiar nuestros lugares!

—¡Que el Cielo te lo conceda! —profirió con igual sinceridad—. Lee esto.


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326 págs. / 9 horas, 31 minutos / 96 visitas.

Publicado el 6 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Fantasma de la Ópera

Gastón Leroux


Novela


PREFACIO

Donde el autor de esta obra singular cuenta al lector cómo se vio obligado a adquirir la certidumbre de que el fantasma de la Ópera existió realmente.

El fantasma de la ópera existió. No fue, como se creyó durante mucho tiempo, una inspiración de artistas, una superstición de, directores, la grotesca creación de los cerebros excitados de esas damiselas del cuerpo de baile, de sus madres, de las acomodadoras, de los encargados del vestuario y de la portería.

Sí, existió, en carne y hueso, a pesar de que tomara toda la apariencia de un verdadero fantasma, es decir de una sombra.

Desde el momento en que comencé a compulsar los archivos de la Academia Nacional de Música, me sorprendió la asombrosa coincidencia de los fenómenos atribuidos al fantasma, y del más misterioso, el más fantástico de los dramas; y no tardé mucho en pensar que quizá se podría explicar racionalmente a éste mediante aquéllos. Los acontecimientos tan sólo distan unos treinta años, y no sería nada difícil encontrar aún hoy, en el foyer ancianos muy respetables, cuya palabra no podríamos poner en duda, que recuerdan, como si la cosa hubiera sido ayer, las condiciones misteriosas y trágicas que acompañaron el rapto de Christine Daaé, la desaparición del vizconde de Chagny y la muerte de su hermano mayor, el conde Philippe, cuyo cuerpo fue hallado a orillas del lago que se extiende bajo la ópera, del lado de la calle Scribe. Pero ninguno de estos testigos creía hasta ahora oportuno mezclar en esta horrible aventura al personaje más bien legendario del fantasma de la ópera.


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Publicado el 21 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Hija de Jezabel

Wilkie Collins


Novela


PRIMERA PARTE

El señor David Glenney evoca
sus recuerdos y da inicio
a la historia

CAPÍTULO I

En lo que toca a la hija de Jezabel, mis remembranzas se inician con la muerte de dos caballeros extranjeros, en dos países distintos, el mismo día del mismo año.

Ambos eran hombres de cierta importancia en sus respectivas esferas, y eran desconocidos el uno para el otro.

El señor Ephraim Wagner, comerciante (originalmente de Frankfurt del Main), falleció en Londres el 3 de septiembre de 1828.

El doctor Fontaine —famoso en su tiempo por los descubrimientos que realizó en el campo de la química experimental— murió en Wurtzburgo el 3 de septiembre de 1828.

Al comerciante y al doctor los sobrevivieron sendas viudas. La viuda del comerciante (una inglesa) no tenía hijos. La viuda del doctor (descendiente de una familia del sur de Alemania) tenía una hija en la cual encontrar consuelo.

En esa lejana época —escribo estas líneas en el año de 1878, a medio siglo de distancia de los hechos— yo era un joven empleado en la oficina del señor Wagner. Como era sobrino de su esposa, me había recibido con toda amabilidad como un miembro más de su hogar. Lo que relataré a continuación, lo vi con mis propios ojos y lo escuché con mis propios oídos. Mi memoria es confiable. Como otros ancianos, recuerdo los sucesos que tuvieron lugar en los inicios de mi vida con mucha más claridad que los que ocurrieron hace sólo dos o tres años.


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324 págs. / 9 horas, 28 minutos / 70 visitas.

Publicado el 6 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

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