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Los Cenci

Stendhal


Cuento, Crónica


El don Juan de Molière es un hombre galante, qué duda cabe, pero se trata ante todo de una persona distinguida; además de abandonarse a la inclinación irresistible que le arrastra hacia las mujeres hermosas, necesita seguir cierto modelo ideal, quiere ser alguien a quien se admiraría soberanamente en la corte de un rey galante y lleno de ingenio.

El don Juan de Mozart ya es más cercano a la naturaleza, menos francés, tiene menos en cuenta la opinión de los demás; lo que le importa más no es aparentar, como dice el barón de Fœneste, de d’Aubigné. Solo contamos con dos retratos del don Juan italiano, como debió darse, en ese hermoso país, en el siglo dieciséis, en los albores de la civilización renacentista.

De esos dos retratos, hay uno que no puedo dar a conocer en absoluto, por lo estirada que es nuestra época; cabe recordar la genial expresión que le he oído repetir tantas veces a lord Byron: This age of cant. Esa hipocresía tan tediosa y que no engaña a nadie tiene la enorme ventaja de dar algo de qué hablar a los tontos: se escandalizan porque alguien se ha atrevido a decir algo; porque alguien se ha atrevido a reírse de otra cosa, etc. Su desventaja es que reduce demasiado el ámbito de la historia.

Si el lector tiene la amabilidad de permitírmelo, presentaré aquí, con toda humildad, una semblanza histórica del segundo don Juan, del que sí podemos hablar en 1837; se llamaba Francisco Cenci.


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Publicado el 24 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Bucólicas

Virgilio


Poesía, Égloga


I. Títiro

MELIBEO. — ¡Títiro! Recostado tú bajo la fronda de una extendida haya ensayas pastoriles aires con tenue caramillo; nosotros abandonamos los lindes patrios y nuestros dulces campos; de la patria huimos; tú, Títiro, despreocupado a la sombra, enseñas a las selvas a repetir el nombre de tu hermosa Amarilis.

TÍTIRO. — ¡Oh Melibeo! Un dios fue quien nos concedió este descanso, pues él será siempre para mí un dios; su altar, un tierno corderillo de nuestros rebaños lo bañará frecuentemente con su sangre. Él fue quien, como ves, permitió que mis vacas vagasen libremente y que yo mismo, con rústica zampoña, cantase lo que me viniera en gana.

MELIBEO. — Ciertamente no te envidio, más bien me maravillo; ¡tan grande es la turbación que en toda la extensión de la campiña reina! A mí mismo aquí me tienes arreando con aflicción mis cabras; ésta también con dificultad, ¡oh Títiro!, la llevo, pues aquí entre los espesos avellanos con duro esfuerzo acaba de parir, ¡ay!, sobre la desnuda roca dos gemelos, esperanza de mi rebaño. Muchas veces, recuerdo, estuviera entonces mi espíritu obcecado, nos predijeron este mal las encinas heridas por el rayo. Mas dinos ya, Títiro, qué clase de dios es ese tuyo.

TÍTIRO. — La ciudad que llaman Roma, ¡oh Melibeo!, pensé yo, necio de mí, que era semejante a esta ciudad nuestra adonde solemos con frecuencia los pastores llevar los tiernos recentales destetados de las ovejas. De esta manera era como yo veía parecerse los cachorros a las perras y los cabritos a sus madres, así tenía por costumbre comparar lo grande con lo pequeño. Pero esta ciudad levantó tanto su cabeza entre las demás ciudades cuanto acostumbran entre las flexibles mimbreras los cipreses.

MELIBEO. — ¿Y cuál fue la causa tan importante de visitar tú Roma?


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Publicado el 22 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Las Opinones de Jerónimo Coignard

Anatole France


Novela


Dedicatoria

A Octavio Mirbeau

No necesito detallar aquí la vida del señor abate Jerónimo Coignard, profesor de Elocuencia en el colegio de Beauvais, bibliotecario de monseñor de Séez, Sagiensis episcopi bibliothecarius solertissimus, como dice su epitafio, luego memorialista en el cementerio de San Inocencio y, por último, conservador de aquella célebre Astaraciana, la reina de las bibliotecas, cuya pérdida nunca será bastante lamentada. Al morir en la carretera de Lyon asesinado por un judío cabalista llamado Mosaide (Judœa manu nefandissima), dejó muchas obras interrumpidas y el recuerdo de bellas conversaciones familiares. Todos los incidentes de su extraña existencia y de su trágico fin han sido relatados por su discípulo Jacobo Menetrier, apodado Dalevuelta porque era hijo de un figonero de la calle de San Jacobo. El tal Dalevuelta profesaba por aquel a quien tenía costumbre de llamar su bondadoso maestro una fervorosa y viva admiración. «Es —decía— el más deslumbrante ingenio que ha florecído sobre la tierra.» Redactó con modestia y exactitud las Memorias del señor abate Coignard, que revive en esta obra como Sócrates en las Memorables de Xenofonte.

Atento, exacto y cariñoso, trazó un retrato rebosante de vida e impregnado en una piadosa fidelidad. Es una obra que hace pensar en aquellos retratos de Erasmo pintados por Holbein, que pueden verse en el Louvre, en el Museo de Bale y en Humpton Court, y cuya finura no nos cansamos de saborear. En una palabra: nos dejó una obra maestra.


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Publicado el 22 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Historias de Al-Ándalus

Ibn Idari


Historia, Crónica


DESCRIPCIÓN DE AL-ÁNDALUS Y SUS ANTIGÜEDADES

En cuanto a la descripción de Al-Ándalus, es una isla recostada en tierra firme con tres extremidades, que aproximan su figura a la del triángulo. Hállase el primer ángulo en el lugar, que ocupa el ídolo de Cadis, y el segundo en el territorio de Galiquia, frente a la isla Cartagena, donde está el ídolo semejante al de Cadis, mostrándose el tercero a la parte de Oriente entre Medina Arbona y Medina Bardhil, por donde se aproxima el mar circunfuso occidental al interno de Siria. En este sitio falta poco para que los dos mares se reúnan formando una isla, como en efecto habría de suceder a no quedar un corto espacio intermedio en la extensión de un día entero de camino en el lugar de la entrada, que llaman las Puertas por que Al-Ándalus se une al Continente. Por tanto, Al-Ándalus en toda su extensión está rodeada de mar, ya sea el mar circunfuso de Occidente, ya el mar interno, que sube también un poco al lado de Levante, dándole confines por Oriente, Poniente y algo del Norte el citado mar circunfuso, y limitándola por parte de Mediodía y Oriente el mar interno, llamado así a causa de introducirse en las tierras, adonde avanza según algunos, hasta llegar al séptimo clima.


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Publicado el 21 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Troilo y Crésida

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Dramatis personae

El PRÓLOGO

PRÍAMO, rey de Troya

HÉCTOR
TROILO
PARIS
DEÍFOBO
HÉLENO, hijos de Príamo

MARGARELÓN, hijo bastardo de Príamo

ENEAS
ANTENOR, jefes troyanos

CALCAS, sacerdote troyano
CRÉSIDA, hija de Calcas
PÁNDARO, tío de Crésida
ALEJANDRO, criado de Crésida
ANDRÓMACA, esposa de Héctor
CASANDRA, hija de Príamo
Criados de Troilo y de Paris, músicos, soldados, acompañamiento.

AGAMENÓN, general de los griegos
MENELAO, rey de Esparta y hermano de Agamenón

ULISES
AQUILES
ÁYAX
NÉSTOR
DIOMEDES
PATROCLO
TERSITES, jefes griegos

HELENA, esposa de Menelao

Criado de Diomedes, soldados, acompañamiento.

Prólogo

[Entra el PRÓLOGO en armas.]


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Publicado el 16 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Cimbelino

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Dramatis personae

CIMBELINO, rey de Britania
INOGENIA, su hija
La REINA, segunda esposa del rey
CLOTEN, hijo de la reina e hijastro del rey
PÓSTUMO LEONATO, esposo de Inogenia
PISANIO, su criado
CORNELIO, médico
FILARIO, amigo italiano de Póstumo
YÁQUIMO, noble italiano, amigo de Filario
Un FRANCÉS
Un HOLANDÉS
Un ESPAÑOL
BELARIO, noble desterrado, que se hace llamar Morgan

GUIDERIO
ARVIRAGO, Hijos de Cimbelino, supuestos hijos de Belario, que se hacen llamar Polidoro y Cadwal

Cayo LUCIO, general romano
Un ADIVINO
JÚPITER
Espectro de SICILIO LEONATO, padre de Póstumo
Espectro de la MADRE de Póstumo
Espectros de los dos HERMANOS de Póstumo

Nobles, damas de la reina, caballeros, senadores romanos, tribunos, capitanes, carceleros, mensajeros, músicos, soldados y acompañamiento.

Acto I

Escena I

Entran dos CABALLEROS.

CABALLERO 1º
No hay quien ponga buena cara. Nuestro temple
no obedece más al cielo que un cortesano
al ánimo del rey.

CABALLERO 2º
Pero, ¿qué ocurre?

CABALLERO 1º
Su hija y heredera del reino —que él destinaba
al único hijo de su esposa, una viuda
que hace poco desposó— ha elegido
a un caballero pobre, pero digno. Se ha casado:
el esposo, desterrado; ella, encarcelada.
Todo es pena en apariencia, pero el rey
está herido en el alma.

CABALLERO 2º
¿Solo el rey?

CABALLERO 1º
También quien la ha perdido; y la reina,
que ansiaba este enlace. Pero no hay cortesano
que, aun poniendo la cara que le dicte
el rostro del rey, en el fondo no se alegre
de lo que finge reprobar.

CABALLERO 2º
Y eso ¿por qué?


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Publicado el 16 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Cuento de Invierno

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Dramatis personae

LEONTES, rey de Sicilia
MAMILIO, joven príncipe de Sicilia

CAMILO
ANTÍGONO
CLEÓMENES
DIÓN, cuatro nobles de Sicilia

HERMÍONE, reina, esposa de Leontes
PERDITA, hija de Leontes y Hermíone
PAULINA, esposa de Antígono
EMILIA, dama [de compañía de Hermíone]
POLÍXENES, rey de Bohemia
FLORISEL, príncipe de Bohemia
Un viejo PASTOR, supuesto padre de Perdita
Un RÚSTICO, su hijo
AUTÓLICO, pícaro
ARQUÍDAMO, noble de Bohemia
Otros nobles, caballeros, criados, [damas y oficiales]

MOPSA
DORCAS, pastoras

[Otros] pastores y pastoras
[Un CARCELERO]
[Un MARINERO]
[Doce campesinos disfrazados de sátiros]
[El TIEMPO como Coro]

Acto I

Escena I

Entran CAMILO y ARQUÍDAMO.

ARQUÍDAMO
Si por azar, Camilo, visitáis Bohemia en ocasión semejante a la que ahora ocupa mis servicios, notaréis gran diferencia, como he dicho, entre nuestra Bohemia y vuestra Sicilia.

CAMILO
Creo que el próximo verano el rey de Sicilia piensa devolver al de Bohemia la visita que en justicia le debe.

ARQUÍDAMO
Nuestra hospitalidad va a sonrojarnos, pero nos defenderá nuestro afecto, pues, sin duda…

CAMILO
Os lo ruego.

ARQUÍDAMO
De verdad, lo que sé me faculta a hablar así. No podemos, con tanta magnificencia, con tan excelso… No sé cómo decirlo.
Os daremos narcóticos, para que vuestros sentidos (ig norantes de nuestras carencias), si no nos elogian, al menos no nos acusen.

CAMILO
Pagáis demasiado por lo que se os da con gusto.

ARQUÍDAMO
Creedme: hablo como me dicta la razón y me inspira la honradez.


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Publicado el 15 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Medida por Medida

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Dramatis personae

EL DUQUE Vincentio
ANGELO, su delegado
ESCALO, noble anciano
CLAUDIO, joven caballero
LUCIO, un estrafalario
Otros dos caballeros
EL ALCAIDE
FRAY TOMÁS
FRAY PEDRO
CODO, guardia bobo
ESPUMA, caballero tonto
[POMPEYO], gracioso [sirviente de doña Regozada]
PUTOESPANTO, verdugo
BERNARDINO, preso disoluto
[UN JUEZ]
[VARIO, amigo del Duque]
ISABEL, hermana de Claudio
MARIANA, prometida de Angelo
JULIETA, amada de Claudio
SOR FRANCISCA
DOÑA REGOZADA, alcahueta

Nobles, guardias, ciudadanos, criados, un paje y un mensajero.

Acto I

Escena I

Entran el DUQUE, ESCALO, señores [y acompañamiento].

DUQUE
¡Escalo!

ESCALO
¿Señor?

DUQUE
Exponer los principios del gobierno
haría creer que me gustan los discursos,
pues admito que vuestra sabiduría
en la materia excede los consejos
que mi ciencia puede daros. Solo resta
ponerla en ejercicio, pues sois apto,
y dejar que ambos actúen. Los usos de las gentes,
las leyes ciudadanas y el proceder
de la justicia os son tan conocidos
como a quien más haya ilustrado
el saber y la experiencia. Aquí está mi decreto,
del que no habéis de apartaros.— Llamad
a Angelo, que ante mí comparezca.

[Sale un criado.]

¿Qué figura creéis que mostrará?
Sabed que lo he escogido con esmero
para que me sustituya en mi ausencia:
le doy mi potestad, lo revisto de mi afecto
y otorgo a su delegación cuantos recursos
emplea mi autoridad. ¿Qué os parece?

ESCALO
Si en Viena hay alguien digno
de llevar tanto honor y tal merced,
ese es Angelo.

Entra ANGELO.

DUQUE
Aquí viene.


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Publicado el 14 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Noche de Reyes

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Dramatis personae

ORSINO, Duque de Iliria

VALENTÍN
CURIO, caballeros al servicio de Orsino

OLIVIA, condesa
MARÍA, doncella de Olivia
DON TOBÍAS REGÜELDO, tío de Olivia
DON ANDRÉS DE CARAPÁLIDA, amigo de don Tobías
MALVOLIO, mayordomo de Olivia
FESTE, bufón de Olivia
FABIÁN, caballero al servicio de Olivia

VIOLA, joven dama
SEBASTIÁN, hermano gemelo de Viola
ANTONIO, amigo de Sebastián

CAPITÁN
SACERDOTE

Señores, marineros, músicos, criados y acompañamiento.

Acto I

Escena I

[Música.] Entran ORSINO, Duque de Iliria, CURIO y otros caballeros.

ORSINO
Si el amor se alimenta de música,
seguid tocando; dádmela en exceso,
que, saciándome, repugne al apetito y muera.
¡Repetid la melodía! Tenía una cadencia…
Acarició mis oídos como el dulce son
que, alentando sobre un lecho de violetas,
roba y regala perfume. ¡Ya es bastante!
Ahora no es tan grata como lo era antes.
¡Espíritu de amor! ¡Qué vivo y qué voraz!
Tienes la capacidad de los océanos
y, sin embargo, en ti no entra nada,
por excelso que sea su valor,
sin que pierda su precio y estima
en un momento. Tan fantasioso es el amor
que todo él es una fantasía.

CURIO
¿Vais a cazar, señor?

ORSINO
¿Qué, Curio?

CURIO
La corza.

ORSINO
Ya lo hago: la más noble que hay.
Cuando la vi por vez primera, Olivia
purificaba el aire pestilente.
Me convertí al instante en una corza
y, desde entonces, mis deseos me persiguen
como perros crueles y feroces.

Entra VALENTÍN.

¿Qué, hay noticias de ella?


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Publicado el 11 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Mucho Ruido por Nada

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Dramatis personae

DON PEDRO, Príncipe de Aragón
DON JUAN, hermano bastardo de don Pedro
CLAUDIO, joven noble de Florencia
BENEDICTO, joven noble de Padua
LEONATO, gobernador de Mesina
ANTONIO, su hermano
BALTASAR, cantor al servicio de don Pedro

CONRADO
BORRAQUIO, criados de don Juan

Un PAJE al servicio de Benedicto
FRAY FRANCISCO
HERO, hija de Leonato
BEATRIZ, sobrina de Leonato

MARGARITA
ÚRSULA, criadas de Hero

CORNEJO, alguacil
AGRETE, compañero del alguacil
Un ESCRIBIENTE
Mensajeros, guardias, acompañamiento.

Acto I

Escena I

Entran LEONATO, gobernador de Mesina, HERO, su hija, BEATRIZ, su sobrina, y un MENSAJERO.

LEONATO
Veo por esta carta que don Pedro de Aragón llega esta noche a Mesina.

MENSAJERO
Ya estará muy cerca; cuando lo dejé no estaba ni a tres leguas.

LEONATO
¿Cuántos caballeros habéis perdido en la batalla?

MENSAJERO
Pocos de algún rango y ninguno de renombre.

LEONATO
Una victoria vale por dos cuando el vencedor vuelve sin bajas. Aquí dice que don Pedro le ha prodigado honores a un joven florentino llamado Claudio.

MENSAJERO
Muy merecidos por su parte y bien reconocidos por don Pedro. Ha actuado mejor de lo que prometían sus años: con aspecto de oveja ha hecho hazañas de león. Ha rebasado esperanzas mucho más de lo que vos podéis esperar que yo os relate.

LEONATO
Aquí, en Mesina, tiene un tío que se alegrará mucho de oírlo.

MENSAJERO
Ya le he entregado una carta, y le ha dado mucha alegría; tanto que su gozo no era capaz de moderarse sin un signo de dolor.


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Publicado el 10 de junio de 2018 por Edu Robsy.

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