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Los Niños

Edith Wharton


Novela


A mis pacientes oyentes de Sainte-Claire

Libro Primero

I

Mientras el gran buque de pasaje flotaba entre un enjambre de remolcadores en la bahía de Argel, Martin Boyne contemplaba desde la cubierta de paseo el pelotón de pasajeros de primera clase que abarrotaban la pasarela, mirando arriba, ofreciendo inconscientemente el rostro a su observación.

«¡Ni un alma con quien me apetezca hablar… como siempre!»

Ciertos hombres tenían una suerte increíble en sus viajes. Les bastaba con subir a un tren o a un barco para encontrarse con un antiguo amigo o trabar amistad con alguien, lo cual era mucho más emocionante. Siempre coincidían en el mismo compartimento o en el mismo camarote con alguna celebridad errante, con el propietario de una casa famosa, de una colección notoria o de una personalidad divertida y peculiar, siendo este último, claro está, el caso más infrecuente, por ser el más reconfortante.


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310 págs. / 9 horas, 3 minutos / 54 visitas.

Publicado el 27 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

Ethan Frome

Edith Wharton


Novela corta


Prefacio de la autora

Había tenido ocasión de conocer algo de la vida en un pueblo de Nueva Inglaterra mucho antes de que estableciera mi hogar en el mismo condado que mi imaginario Starkfield; no obstante, durante los años pasados allí, ciertos aspectos llegaron a serme mucho más familiares.

Incluso antes de aquella iniciación definitiva, sin embargo, ya había advertido, con gran disgusto, que la Nueva Inglaterra de las novelas guardaba escaso parecido, si exceptuamos una vaga semejanza botánica y dialectal, con la abrupta y hermosa región que yo había conocido. Incluso la abundante enumeración de helechos, plantas de jardín y laureles silvestres, y la concienzuda reproducción de lo vernáculo me dejaban con la sensación de que los crestones de granito habían sido, en ambos casos, pasados por alto.

Tal impresión es estrictamente personal y si dejo constancia de ella aquí es porque explica mi novela Ethan Frome y para algunos lectores puede también en gran medida justificarla.

En cuanto a los orígenes de la historia, eso es todo. No hay nada más que decir de ella que tenga algún interés, excepto lo que se refiere a su construcción.


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113 págs. / 3 horas, 19 minutos / 98 visitas.

Publicado el 27 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

La Solterona

Edith Wharton


Novela corta


Primera parte

Capítulo 1

En el viejo Nueva York de 1850 despuntaban unas cuantas familias cuyas vidas transcurrían en plácida opulencia. Los Ralston eran una de ellas.

Los enérgicos británicos y los rubicundos y robustos holandeses se habían mezclado entre ellos dando lugar a una sociedad próspera, cauta y, pese a ello, boyante. Hacer las cosas a lo grande había sido la máxima de aquel mundo tan previsor, erigido sobre la fortuna de banqueros, comerciantes de Indias, constructores y navieros.

Aquellas gentes parsimoniosas y bien nutridas, a quienes los europeos tildaban de irritables y dispépticas solo porque los caprichos del clima les habían exonerado de carnes superfluas y afilado los nervios, vivían en una apacible molicie cuya superficie jamás se veía alterada por los sórdidos dramas que eventualmente se escenificaban entre las clases inferiores. Por aquellos días, las almas sensibles eran como teclados mudos sobre los cuales tocaba el destino una melodía inaudible.


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83 págs. / 2 horas, 25 minutos / 225 visitas.

Publicado el 27 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

La Piedra de Toque

Edith Wharton


Novela corta


Capítulo I

«El profesor Joslin, quien, como nuestros lectores bien saben, acomete la tarea de escribir la biografía de la señora Aubyn, nos pide que expongamos que contraerá una deuda impagable con cualquier amigo de la famosa novelista que pueda proporcionarle información acerca del periodo anterior a su llegada a Inglaterra. La señora Aubyn tenía tan pocos amigos íntimos y, en consecuencia, tan pocos corresponsales que, en el supuesto de que existieran cartas, éstas tendrían un valor muy especial. La dirección del profesor Joslin es: 10, Augusta Gardens, Kensington. Asimismo, nos ruega que digamos que devolverá con prontitud cualquier documento que se le confíe».

Glennard soltó el Spectator y se volvió hacia la chimenea. El club se estaba llenando, pero aún tenía para sí la salita interior y sus ensombrecidas vistas al lluvioso paisaje de la Quinta Avenida. Todo era bastante gris y deprimente, aunque sólo hacía un instante que su aburrimiento se había visto inesperadamente teñido por cierto rencor al pensar que, tal como iban las cosas, puede que incluso tuviera que renunciar al despreciable privilegio de aburrirse entre esas cuatro paredes. No era tanto que el club le importara mucho como que la remota posibilidad de tener que renunciar a él representaba, en aquellos momentos, quizá por su insignificancia y lejanía, el emblema de sus crecientes abnegaciones, de los continuos recortes que iban reduciendo gradualmente su existencia al mero hecho de mantenerse vivo. Dado que resultaban inútiles, tales cambios y privaciones no los podía considerar beneficiosos, y tenía la sensación de que, aunque se deshiciera de inmediato de lo superfluo, eso no implicaba que su despejado horizonte le ofreciera una visión más nítida del único paisaje que merecía su atención. Y es que renunciar a algo para casarse con la mujer amada es más difícil cuando llegamos a dicha conclusión por la fuerza.


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88 págs. / 2 horas, 34 minutos / 84 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

La Renuncia

Edith Wharton


Novela


¡Qué delicada es la desolación!

Shelley

Libro primero

I

Kate Clephane despertó, como de costumbre, cuando un rayo del sol de la costa Azul cayó en diagonal sobre su cama. Eso era lo que más le gustaba de la habitación estrecha y deslucida del hotel de tercera categoría, el hotel de Minorque et de l’Univers: que por la ventana se filtrase el sol de la mañana y que además no lo hiciese demasiado temprano.


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271 págs. / 7 horas, 55 minutos / 79 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

Francia Combatiente

Edith Wharton


Historia, Crónica


1. La imagen de París. Agosto de 1914 - Febrero de 1915

I. Agosto

El día 30 de julio de 1914, tras salir de Poitiers con dirección norte, almorzamos bajo los manzanos en un lugar próximo a la carretera, a los pies de una pradera. Ante nuestros ojos, a derecha e izquierda, se extendían nuevos terrenos agrestes que conducían hacia un bosque y hacia la torre del campanario de un pequeño pueblo. Todo a nuestro alrededor desplegaba la tranquilidad del mediodía, y nos mostraba esa sobria disciplina que con tanta facilidad la memoria del viajero está dispuesta a evocar como propia del paisaje francés. A veces, estos campos divididos por simples muros de piedra y esas aldeas grises y compactas pueden parecerle, incluso a alguien acostumbrado al lugar, espacios monótonos e insulsos; en cambio, en otros momentos, una imaginación sensible es capaz de captar en cada pedazo de tierra, e incluso en cada surco, la vigilante e incesante fidelidad que generaciones y generaciones vinculadas a la tierra han mantenido hacia ella. El propio pedazo de paisaje que se mostraba ante nosotros nos hablaba, línea a línea, de ese mismo vínculo. El aire parecía llegarnos cargado de los prolongados murmullos del esfuerzo humano, del ritmo de las labores que han de repetirse una y otra vez, y la serenidad de la escena parecía alejar de nosotros con una sonrisa los rumores de guerra que nos venían persiguiendo desde el inicio de la jornada.


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143 págs. / 4 horas, 10 minutos / 72 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

El Diagnóstico

Edith Wharton


Cuento


I

No había nada por lo que preocuparse. Absolutamente nada. «Por supuesto que no… ¡Eso es lo que todos dicen!». Paul Dorrance se alejó del escritorio y se acercó a la ventana de su elevado piso. Daba al sur, sobre la atestada e imponente Nueva York de Wall Street, que era el centro visible y el símbolo de su vida laboral. Respiró aliviado porque, bajo su incredulidad externa, la confianza iba ganando terreno poco a poco. Los dos eminentes doctores a los que acababa de ver le habían dicho que volvería a estar recuperado en cuestión de pocos meses, que era un error tener miedo, que bastaba con alejarse del trabajo hasta haber recobrado el equilibrio físico y mental. Dorrance había mostrado su conformidad con una sonrisa, mientras pensaba para sí: «¡Condenados embaucadores! ¡Como si no supiera yo cómo me sentía!». Sin embargo, poco más de un cuarto de hora después, las palabras de los médicos habían hecho efecto y con una tímida avidez se rendía a la sensación de la vida recuperada. «¡Caramba! Es cierto que me encuentro mejor», murmuró, y regresó a su escritorio mientras recordaba que no había desayunado. ¡Hacía meses que no se fijaba en algo así! Tiró del cordón que quedaba a la altura del hombro y, con sonrisa casi de disculpa, dijo a su criado que… bueno, sí… los médicos le habían recomendado comer más. Tal vez le vendría bien acompañar el café con uno o dos huevos… Sí, y beicon. Aguardó irritado e impaciente a que llegase la bandeja.


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27 págs. / 48 minutos / 75 visitas.

Publicado el 26 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

Rey Juan

William Shakespeare


Teatro, Drama, Drama histórico


Dramatis personae

El REY JUAN de Inglaterra
La reina LEONOR de Aquitania, su madre
El príncipe ENRIQUE, hijo del rey y más tarde Enrique III
BLANCA de Castilla, sobrina del rey Juan
LADY FALCONBRIDGE
ROBERTO Falconbridge, su hijo legítimo
Felipe Falconbridge, el BASTARDO, hijo ilegítimo del rey Ricardo I
GURNEY, criado de lady Falconbridge
El Conde de PEMBROKE
El Conde de ESSEX
El Conde de SALISBURY
Lord BIGOT, Conde de Norfolk
HUBERTO, criado del rey Juan
PEDRO de Pomfret, profeta
El REY FELIPE de Francia
LUIS, el Delfín, su hijo mayor
El Duque de AUSTRIA, aliado del rey francés
MELUN, noble francés
CHATILLON, noble francés y embajador ante el rey Juan
ARTURO, Duque de Bretaña, sobrino del rey Juan
CONSTANZA, su madre
Cardenal PANDOLFO, representante del papa Inocencio III

Un oficial y varios nobles, verdugos, heraldos, mensajeros, soldados, ciudadanos y acompañantes

Vida y muerte del rey Juan

Acto I

Escena I

Entran el REY JUAN, la reina LEONOR, PEMBROKE, ESSEX y SALISBURY con CHATILLON de Francia.

REY JUAN:
Bien, dime, Chatillon, ¿qué desea el rey de Francia?

CHATILLON:
Después de saludaros, así habla el rey de Francia
por mi persona a Vuestra Majestad aquí presente,
a la ficticia majestad del rey inglés.

LEONOR:
Raro comienzo. ¿A la ficticia majestad?

REY JUAN:
Silencio, buena madre, oigamos la embajada.


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63 págs. / 1 hora, 50 minutos / 371 visitas.

Publicado el 18 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

Ricardo II

William Shakespeare


Teatro, Drama, Drama histórico


Dramatis personae

RICARDO II, rey de Inglaterra
La REINA Isabel, su esposa
Juan de GANTE, Duque de Lancaster y tío del rey
Enrique BOLINGBROKE, Duque de Hereford, hijo de Juan de Gante y futuro rey Enrique IV
DUQUESA DE GLOUCESTER, viuda de Tomás de Woodstock, Duque de Gloucester y tío del rey
Duque de YORK, tío del rey
DUQUESA DE YORK
Duque de AUMERLE, su hijo
Tomás MOWBRAY, Duque de Norfolk

Favoritos del rey:
GREEN
BAGOT
BUSHY

Partidarios de Bolingbroke:
Percy, Conde de NORTHUMBERLAND
Enrique PERCY, su hijo
Lord ROSS
Lord WILLOUGHBY

Partidarios del rey:
Conde de SALISBURY
OBISPO DE CARLISLE
Sir Esteban SCROOP

Lord BERKELEY
Lord FITZWATER
Duque de SURREY
ABAD DE WESTMINSTER
Sir Piers EXTON
LORD MARISCAL
HERALDOS
CAPITÁN del ejército galés
DAMAS de compañía de la reina
JARDINERO
AYUDANTES del jardinero
CRIADOS
CARCELERO de la prisión de Pomfret
MOZO de cuadra

Nobles, soldados, guardias, acompañamiento

Vida y muerte del rey Ricardo II

Acto I

Escena I

Entran el rey RICARDO y Juan de GANTE, con otros nobles y acompañamiento.

RICARDO:
Anciano Juan de Gante, venerado Lancaster,
¿has traído a tu audaz hijo, Enrique de Hereford,
según tu juramento y compromiso,
para que pruebe la violenta acusación,
que mis tareas me impidieron atender,
contra el Duque de Norfolk, Tomás Mowbray?

GANTE:
Sí, Majestad.

RICARDO:
Dime también: ¿Le has sondeado para ver
si acusa al duque por viejo rencor
o dignamente, como cumple a un buen vasallo,
por hechos conocidos de traición?


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Protegido por copyright
65 págs. / 1 hora, 54 minutos / 183 visitas.

Publicado el 17 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

La Casa en el Robledal

Robert E. Howard


Cuento


—Por ese motivo, —dijo mi amigo James Conrad, mientras su pálido rostro brillaba de emoción—, continúo estudiando el extraño caso de Justin Geoffrey… intentando encontrar, ya sea en su propia vida, o en su árbol genealógico, el motivo de sus diferencias con el tipo de persona que hubiera debido ser, dada su familia. Intento averiguar qué fue lo que hizo que Justin fuera el hombre que fue.

—¿Has tenido éxito hasta ahora? —pregunté—. Veo que no te has limitado a estudiar su historia y su árbol genealógico, sino que tu reciente experiencia en Hungría te ha hecho considerarle de otro modo. No me cabe duda de que, con tu profundo conocimiento de la biología y la psicología, podrás explicar el comportamiento de ese extraño poeta, Geoffrey.

Conrad negó con la cabeza, y una extraña mirada brilló en sus ojos acuosos.

—Admito que no soy capaz de comprenderlo. Desde el punto de vista de un hombre normal, no debería haber ningún misterio… Justin Geoffrey era simplemente un tipo raro… un sujeto a mitad de camino entre un genio y un maníaco. El hombre normal diría que «sencillamente, él era así», del mismo modo en que no intentaría explicar cómo algunos árboles crecen adoptando una forma retorcida. Pero una mente retorcida no deja de tener más motivos para crecer de ese modo de los que pueda tener un simple árbol. Siempre existe un motivo… Y, salvo por su experiencia en Hungría, experiencia que he compartido, y que resulta de poca utilidad, dado que la vivió en una época tardía de su vida, no he encontrado en su biografía ningún otro hecho esclarecedor.


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23 págs. / 41 minutos / 48 visitas.

Publicado el 4 de agosto de 2018 por Edu Robsy.

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