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El Reflejo

Oscar Wilde


Cuento


Cuando murió Narciso las flores de los campos quedaron desoladas y solicitaron al río gotas de agua para llorarlo.

—¡Oh! —les respondió el río— aun cuando todas mis gotas de agua se convirtieran en lágrimas, no tendría suficientes para llorar yo mismo a Narciso: yo lo amaba.

—¡Oh! —prosiguieron las flores de los campos— ¿cómo no ibas a amar a Narciso? Era hermoso.

—¿Era hermoso? —preguntó el río.

—¿Y quién mejor que tú para saberlo? —dijeron las flores—. Todos los días se inclinaba sobre tu ribazo, contemplaba en tus aguas su belleza…

—Si yo lo amaba —respondió el río— es porque, cuando se inclinaba sobre mí, veía yo en sus ojos el reflejo de mis aguas.


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1 pág. / 1 minuto / 1.282 visitas.

Publicado el 21 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Norte y Sur

Elizabeth Gaskell


Novela


Capítulo I. Las prisas de la boda

Cortejada, casada y demás

—¡Edith! —susurró Margaret con dulzura—. ¡Edith!

Pero Edith se había quedado dormida. Estaba preciosa acurrucada en el sofá del gabinete de Harley Street con su vestido de muselina blanca y cintas azules. Si Titania se hubiese quedado dormida alguna vez en un sofá de damasco carmesí, ataviada con muselina blanca y cintas azules, podrían haber tomado a Edith por ella. Margaret se sintió impresionada de nuevo por la belleza de su prima. Habían crecido juntas desde niñas, y todos menos Margaret habían comentado siempre la belleza de Edith; pero Margaret no había reparado nunca en ello hasta los últimos días, en que la perspectiva de su separación inminente parecía realzar todas las virtudes y el encanto que poseía. Habían estado hablando de vestidos de boda y de ceremonias nupciales; del capitán Lennox y de lo que él le había explicado a Edith sobre su futura vida en Corfú, donde estaba destacado su regimiento; de lo difícil que era mantener un piano bien afinado (algo que Edith parecía considerar uno de los problemas más tremendos que tendría que afrontar en su vida de casada), y de los vestidos que necesitaría para las visitas a Escocia después de la boda. Pero el tono susurrado se había ido haciendo cada vez más soñoliento hasta que, tras una breve pausa, Margaret comprobó que sus sospechas eran ciertas y que, a pesar del murmullo de voces que llegaba de la sala contigua, Edith se había sumido en una plácida siestecilla de sobremesa como un suave ovillo de cintas, muselina y bucles sedosos.


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561 págs. / 16 horas, 23 minutos / 1.272 visitas.

Publicado el 16 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

El Nacimiento de la Tragedia

Friedrich Nietzsche


Filosofía


Ensayo de autocrítica

1

Sea lo que sea aquello que esté a la base de este libro problemático: una cuestión de primer rango y máximo atractivo tiene que haber sido, y además una cuestión profundamente personal —testimonio de ello es la época en la cual surgió, pese a la cual surgió, la excitante época de la guerra franco-alemana de 1870-1871. Mientras los estampidos de la batalla de Wörth se expandían sobre Europa, el hombre caviloso y amigo de enigmas a quien se le deparó la paternidad de este libro estaba en un rincón cualquiera de los Alpes, muy sumergido en sus cavilaciones y enigmas, en consecuencia muy preocupado y despreocupado a la vez, y redactaba sus pensamientos sobre los griegos,—núcleo del libro extraño y difícilmente accesible a que va a estar dedicado este tardío prólogo (o epílogo). Unas semanas más tarde: y también él se encontraba bajo los muros de Metz, no desembarazado aún de los signos de interrogación que había colocado junto a la presunta «jovialidad» de los griegos y junto al arte griego; hasta que por fin, en aquel mes de hondísima tensión en que en Versalles se deliberaba sobre la paz, también él consiguió hacer la paz consigo mismo, y mientras convalecía lentamente de una enfermedad que había contraído en el campo de batalla, comprobó en sí de manera definitiva el «nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música». —¿En la música? ¿Música y tragedia? ¿Griegos y música de tragedia? ¿Griegos y la obra de arte del pesimismo? La especie más lograda de hombres habidos hasta ahora, la más bella, la más envidiada, la que más seduce a vivir, los griegos —¿cómo?, ¿es que precisamente ellos tuvieron necesidad de la tragedia? ¿Más aún del arte? ¿Para qué el arte griego?…


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224 págs. / 6 horas, 32 minutos / 1.240 visitas.

Publicado el 28 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Máquina del Tiempo

Herbert George Wells


Novela


INTRODUCCIÓN

El Viajero a través del Tiempo (pues convendrá llamarle así al hablar de él) nos exponía una misteriosa cuestión. Sus ojos grises brillaban lanzando centellas, y su rostro, habitualmente pálido, mostrábase encendido y animado. El fuego ardía fulgurante y el suave resplandor de las lámparas incandescentes, en forma de lirios de plata, se prendía en las burbujas que destellaban y subían dentro de nuestras copas. Nuestros sillones, construidos según sus diseños, nos abrazaban y acariciaban en lugar de someterse a que nos sentásemos sobre ellos; y había allí esa sibarítica atmósfera de sobremesa, cuando los pensamientos vuelan gráciles, libres de las trabas de la exactitud. Y él nos la expuso de este modo, señalando los puntos con su afilado índice, mientras que nosotros, arrellanados perezosamente, admirábamos su seriedad al tratar de aquella nueva paradoja (eso la creíamos) y su fecundidad.

—Deben ustedes seguirme con atención. Tendré que discutir una o dos ideas que están casi universalmente admitidas. Por ejemplo, la geometría que les han enseñado en el colegio está basada sobre un concepto erróneo.

—¿No es más bien excesivo con respecto a nosotros ese comienzo? —dijo Filby, un personaje polemista de pelo rojo.

—No pienso pedirles que acepten nada sin motivo razonable para ello. Pronto admitirán lo que necesito de ustedes. Saben, naturalmente, que una línea matemática de espesor nulo no tiene existencia real. ¿Les han enseñado esto? Tampoco la posee un plano matemático. Estas cosas son simples abstracciones.

—Esto está muy bien —dijo el Psicólogo.

—Ni poseyendo tan sólo longitud, anchura y espesor, un cubo tener existencia real.

—Eso lo impugno —dijo Filby—. Un cuerpo sólido puede, por supuesto, existir. Todas las cosas reales...


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104 págs. / 3 horas, 2 minutos / 1.229 visitas.

Publicado el 19 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

El Miedo que Acecha

H. P. Lovecraft


Cuento


I. La sombra en la chimenea

Los truenos estremecían el aire la noche que fui a la mansión deshabitada, en lo alto de la Montaña de las Tempestades, a buscar el horror oculto. No iba solo, porque la temeridad no formaba parte entonces de ese amor a lo grotesco y lo terrible que ha adoptado por carrera la búsqueda de horrores extraños en la literatura y en la vida. Venían conmigo dos hombres fieles y musculosos a quienes había mandado llamar cuando llegó el momento; hombres que desde hacía mucho tiempo me acompañaban en mis horribles exploraciones por sus aptitudes singulares.

Salimos del pueblo secretamente a fin de evitar a los periodistas que aún quedaban, después del tremendo pánico del mes anterior: la muerte solapada y pesadillesca. Más tarde, pensé, podrían ayudarme; pero en ese momento no les quería a mi alrededor. Ojalá me hubiese impulsado Dios a dejarles compartir esa búsqueda conmigo, para no haber tenido que soportar solo el secreto tanto tiempo, por temor a que el mundo me creyese loco, o enloqueciese todo él ante las demoníacas implicaciones del caso. Ahora que me he decidido a contarlo, no sea que el rumiarlo en silencio me convierta en un maníaco, quisiera no haberlo ocultado jamás. Porque yo, sólo yo, sé qué clase de horror se ocultaba en esa montaña espectral y desolada.


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27 págs. / 48 minutos / 1.222 visitas.

Publicado el 17 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

La Casa de Mapuhi

Jack London


Cuento


No obstante la pesada torpeza de sus líneas, el Aorai maniobró fácilmente en la brisa ligera, y su capitán lo condujo hacia adelante antes de virar apenas fuera del oleaje. El atolón de Hikueru —un círculo de fina arena de coral de un centenar de metros de ancho, con una circunferencia de veinte millas— se extendía bajo el agua, y emergía entre un metro y un metro y medio del límite de la alta marea. En el lecho de la inmensa laguna cristalina existía abundancia de ostras perlíferas, y desde el puente de la goleta, a través del ligero anillo del atolón, podía verse trabajar a los buzos. Pero la laguna no tenía acceso, ni siquiera para una goleta mercante. Con brisa favorable, los cúters podían penetrar a través del canal tortuoso y poco profundo, pero las goletas anclaban fuera y enviaban sus chalupas adentro.


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28 págs. / 49 minutos / 1.171 visitas.

Publicado el 8 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Visita del Señor Testador

Charles Dickens


Cuento


El señor Testator alquiló una serie de habitaciones en Lyons Inn, pero tenía un mobiliario muy es caso para su dormitorio y ninguno para su sala de estar. Había vivido en estas condiciones varios meses invernales y las habitaciones le resultaban muy des nudas y frías. Un día, pasada la medianoche, cuando estaba sentado escribiendo y le quedaba todavía mucho por escribir antes de acostarse, se dio cuenta d, que no tenía carbón. Lo había abajo, pero nunca había ido al sótano; sin embargo, la llave del sótano es taba en la repisa de su chimenea y si bajaba y abría e sótano que le correspondía podía suponer que el carbón que en él hubiera sería el suyo. En cuanto a su lavandera, vivía entre las vagonetas de carbón y lo barqueros del Támesis, pues en aquella época había barqueros en el Támesis, en un desconocido agujero junto al río, en los callejones y senderos del otro lado del Strand. Por lo que se refiere a cualquier otra persona con la que pudiera encontrarse o le pudiera poner objeciones, Lyons Inn estaba llena de persona dormidas, borrachas, sensibleras, extravagantes, que, apostaban, que meditaban sobre la manera de renovar o reducir una factura... todas ellas dormidas ( despiertas pero preocupadas por sus propios asuntos


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4 págs. / 8 minutos / 1.151 visitas.

Publicado el 16 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Las Coéforas

Esquilo


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Personajes del drama

Orestes, hermano de Electra
Pílades, amigo de Orestes
Coro de esclavas troyanas
Electra, hermana de Orestes
Criado
Clitemnestra, madre de Electra y Orestes
Nodriza
Egisto, amante de Clitemnestra
 

Las coéforas

(Salen a escena ORESTES y PÍLADES. El primero se acerca a la tumba de AGAMENÓN y reza).

ORESTES. ¡Oh Hermes subterráneo, considera todo el poder que tenía mi padre, y sé mi salvador, sé mi aliado! Yo te lo imploro, pues llego a esta tierra, regreso de mi exilio. De pie junto a esta tumba, yo a mi padre suplico que me atienda, que me escuche. A Ínaco este bucle, por haberme criado, yo le ofrendo, y este otro como ofrenda de duelo, pues no estuve a tu lado, para llorarte, padre, en tu muerte ni levanté los brazos al enterrar tus despojos mortales.

(Se corta un bucle y lo deposita ante la tumba).

Pero, ¿qué es lo que estoy viendo? ¿Qué significa este grupo de mujeres, que, cubiertas con sus enlutados velos se dirigen a este punto? ¿A qué habré de referirlo? ¿Quizá una nueva desgracia le ha ocurrido a este palacio? ¿O acertaré si imagino que libaciones que calman a los muertos, se encaminan para ofrendar a mi padre? Sin duda, no es otra cosa: me parece que es mi hermana ELECTRA la que hacia aquí con ellas acude. Me lo confirma el dolorido aspecto que ellas presentan. ¡Oh Zeus, que pueda vengar yo la muerte de mi padre! Dígnate tú ser mi aliado. Pílades, ya de su vista alejémonos, que pueda conocer bien claramente qué lo que esta procesión de mujeres significa.

(Entra el CORO. Entre tanto los dos se ocultan en unos matorrales).

CORO.


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28 págs. / 49 minutos / 1.150 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

La Comedia de los Enredos

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Acto Dramatis personae

Solino, DUQUE de Éfeso
EGEÓN, mercader de Siracusa, padre de los Antífolos
ANTÍFOLO DE ÉFESO y
ANTÍFOLO DE SIRACUSA, gemelos, hijos de Egeón y Emilia
DROMIO DE ÉFESO y
DROMIO DE SIRACUSA, gemelos, criados respectivos de los Antífolos
ADRIANA, esposa de Antífolo de Éfeso
LUCIANA, su hermana
LUCÍA, su criada de cocina
CORTESANA
ÁNGELO, joyero
BALTASAR, mercader
MERCADER 1.º
MERCADER 2.º, acreedor de Ángelo
El Profesor PIZCO, maestro de escuela y exorcista
EMILIA, abadesa de Éfeso, esposa de Egeón
Carcelero, guardia, mensajero, sirvientes y acompañamiento.

Acto I

Escena I

Entra el DUQUE de Éfeso, con [EGEÓN,] mercader de Siracusa, un CARCELERO y acompañamiento.

EGEÓN
No dudes, Solino: dicta la sentencia
que al darme la muerte, apague mis penas.


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Publicado el 24 de abril de 2018 por Edu Robsy.

Tartufo

Molière


Teatro


Personajes

LA SEÑORA PERNELLE, madre de Orgon.
ORGON, esposo de Elmira.
ELMIRA, mujer de Orgon.
DAMIS, hijo de Orgon.
MARIANA, hija de Orgon y amante de Valerio.
VALERIO, amante de Mariana.
CLEANTO, cuñado de Orgon.
TARTUFO, falso devoto.
DORINA, sirvienta de Mariana.
LEAL, alguacil.
UN EXENTO.
FLIPOTA, sirvienta de la señora Pernelle.

La acción transcurre en París.

Acto primero

Escena I

PERNELLE, su sirvienta FLIPOTA, ELMIRA, MARIANA, DORINA, DAMIS, CLEANTO

PERNELLE: Vamos, Flipota, vamos que quiero librarme de ellos.

ELMIRA: Camináis a tal paso que cuesta trabajo seguiros.

PERNELLE: Dejad, nuera, dejad y no me acompañéis más allá; que no he menester tanta ceremonia.

ELMIRA: Justo es cumplir con lo que os es debido. Pero ¿por qué os marcháis tan presto, madre mía?

PERNELLE: Hallo insoportable ver cómo se gobierna esta casa, donde nadie se cuida de complacerme. Muy poco edificada salgo de aquí. Todas mis pláticas han sido desoídas; no se respeta nada; todos hablan a gritos; esto parece la corte del rey Pétaut.

DORINA: No obstante…

PERNELLE: Sois, amiga mía, una sirvienta un tanto deslenguada y asaz impertinente, amiga de entrometeros a dar vuestro consejo en todo.

DAMIS: Pero…

PERNELLE: Vos, hijo mío, sois un tonto listo y raso. Os lo digo yo, que soy vuestra abuela. Cien veces he predicho a mi hijo y padre vuestro, que tenéis toda la traza de un pícaro y no le daréis sino sinsabores.

MARIANA: Yo creo…


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51 págs. / 1 hora, 30 minutos / 1.098 visitas.

Publicado el 7 de abril de 2018 por Edu Robsy.

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