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autor: Francisco A. Baldarena textos disponibles
Vedrana Sabo tiene que morirá de un momento a otro; todas ellas se lo dicen, aunque las rompa en mil pedazos.
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Efraín Rojas, agazapado junto a una araucaria, esperaba el momento justo de cumplir con el encargo del coronel; mientras tanto planificaba el día siguiente.
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Una noche una mano llamó a mi puerta, atención que dije una mano, no alguien.
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Esa noche Beto ha librado una batalla despiadada con unos empresarios chinos. Miró la hora: faltaban cuarenta y cinco minutos para las ocho; tiempo suficiente para otro whisky y un habano.
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Los dos ocupantes de la Van se detienen en un parador y van al baño, cuando salen del baño la Van disparaba como un rayo por la ruta solitaria.
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El vampiro despertó, puntualmente a las seis de la tarde, tenía hambre y sed, un ansia de ambas en una sola: sangre.
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Hasta el cielo está lleno de sorpresas; que lo diga Dios.
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Padre está a punto de cometer un robo y quiere enseñarle al hijo cómo ganar dinero fácil, entonces lo lleva con él.
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El viejo de la mesa al lado le contó que nadie podía salir del pueblo, pero el vendedor de enciclopedias le dijo que le iba a demostrar lo contrario.
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Juan Felipe se ha decidido a declararle su amor a Anita, pero lo que tiene de tímido lo tiene de mañoso, por eso le busca la vuelta y quien acaba de declarar su amor es Anita.
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Una mujer mal amada, un marido egoísta y un diablillo que se las trae.
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Gerardo estaba ansioso y no salía de la ventana, mientras tanto la madre, por la tardanza del amigo que esperaba su hijo, repetía que nada es por acaso.
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Un hombre va caminando por la ciudad cuando de pronto una explosión o tal vez un grito lo altera de tal manera que solo atina a emprender una alucinada carrera.
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Un gato bajo la lluvia, no por accidente sino por propia voluntad, ciertamente es un caso inaudito. Pero que su dueña, justamente una viejita americana, le haya puesto el nombre de Ernest, era mucha coincidencia.
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Fulgencio Gavino, en cuanto hombre, vivió mucho, pero en cuanto gallo...
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Cuando menos se espera el mal, sombra maldita siempre marchando al lado, aparece; entonces dos hombres erigirán sus propios laberintos.
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En Santa Carmen ocurrían cosas extrañas, ¿pero un vecino inmortal? Eso sí que es extraño.
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