El apocalipsis en su expresión moderna
Venko KANEV
Université de Rouen Normandie
El Primero de mayo de 2018, en la fiesta del trabajo, pero en un ambiente de luchas sociales por conservar el trabajo en Francia y en otros países, en el momento en que escribía el presente prólogo leí en Internet la siguiente pregunta llena de ansiedad: „¿Se acerca el apocalipsis? La Tierra podría convertirse en un planeta „infernal“ similar a Venus. „Venus es un espejo mágico que refleja el futuro“ de nuestro mundo, subrayan los especialistas en un inquietante estudio de la NASA. No ocurrirá mañana, pero posiblemente ya tenga fecha.“
La imagen del apocalipsis, convertida frecuentemente en realidad, acompaña la evolución de la sociedad. Apocalípticas fueron las grandes catástrofes naturales: terremotos, maremotos, fríos o calores extremos, etc. Las epidemias como las pestes de Londres, la gripe española, el SIDA, las vacas locas, etc., se conciben también como eventos apocalípticos. Y, por supuesto, las guerras, la falta de agua o las lluvias torrenciales, la contaminación del medioambiente, etc., son asociados a los eventos apocalípticos.
Sin embargo, no cabe duda de que las mayores desgracias las causaron los propios hombres. Las imágenes apocalípticas de las Guerras Mundiales fueron sucedidas por las imágenes de las guerras en África, como las horribles masacres en Rwanda, en el Medio Oriente e incluso en Europa. Los panoramas de los campos de refugiados, las ciudades destruidas de Iraq, Libia, Afganistán, Siria son un ejemplo del apocalipsis, causado por los hombres „civilizados“. Es la consecuencia de las guerras en que el poder político y militar del Occidente juega un papel poco elogiable.
Los apocalipsis en tiempos de paz
Por otro lado, estas imágenes, testimonio de las guerras incesantes, disimulan otros apocalipsis en tiempos de paz, provocados y creados por la política, de las que se habla menos o nada. Un ejemplo son los países del campo socialista en Europa Oriental. Y aquí es necesaria una aclaración. La propaganda desenfrenada contra estos países, ininterrumpida desde la aparición de Marx, creó un concepto falso de „comunismo“ al que se le atribuyeron todos los males habidos y por haber, y la amenaza comunista no cesa de ser esgrimida. Cuba y Venezuela fueron proclamadas como amenaza excepcional para la seguridad de los EEUU y del mundo. De comunistas fueron acusados nada menos que Barak Obama y el Papa Francisco I. A partir del momento en que alguien reclama justicia social la acusación de comunista surge sola asociando el comunista al diablo como hacía el presidente americano Reagan.
Un poco de historia y sus términos...
El primer país socialista en Europa fue La Unión Soviética, tras una guerra desastrosa (La Primera Guerra Mundial), iniciada en Europa Occidental, por intereses particulares de las élites, con millones de víctimas, en una Rusia zarista, atrasada, con campesinos enfeudados, en la miseria, una burocracia corrupta, con obreros esclavizados, con un analfabetismo espeluznante. No fue ninguna casualidad que los bolcheviques triunfaron, que vencieron la contrarrevolución blanca y los cuerpos expedicionarios intervencionistas de 14 países. A partir de la creación de la URSS hace 101 años, la propaganda anticomunista no cesó haciendo creer en muchos países latinoamericanos que las mujeres eran comunes, que el estado cogía a los niños, etc.
Los otros países socialistas de Europa Oriental fueron creados a raíz de la Segunda Guerra Mundial (iniciada por los fascistas en Europa Occidental) después de la victoria de la Unión Soviética sobre el fascismo. Estos países se regían por la teoría marxista-leninista. Se llamaron democracias populares, porque aseguraron a sus ciudadanos trabajo, vivienda, asistencia médica, educación. Su objetivo principal era desarrollar la economía y crear el hombre nuevo, o sea, un hombre de desarrollo armonioso, especialista en su trabajo y de alto nivel cultural.
Los partidos que dirigían a los países socialistas, de ideología marxista, no siempre se llamaban partidos comunistas. En la República Democrática Alemana el partido en el poder se llamaba Partido Socialista Unido de Alemania; en Polonia, Partido Obrero Unido de Polonia; еn Hungría, Partido Socialista Obrero de Hungría, en otros países se llamaban partidos comunistas como en la URSS, Checoeslovaquia, Bulgaria, Rumania, pero existían a la vez otros partidos de menor importancia como los partidos agrarios y asimismo movimientos femeninos, frentes patrios, resultado de la Guerra Mundial, etc. Ningún país de Europa Oriental se autodenominó „comunista“. El discurso oficial en estos países explicaba su desarrollo en las etapas siguientes: transición del capitalismo al socialismo, luego la construcción del socialismo que en un principio se llamó „desarrollado“, luego „maduro“ y al final, „socialismo real“, reconociendo de este modo algunas deficiencias. Este discurso proyectaba en un futuro incierto y muy lejano una transición hacia el comunismo en que todas las necesidades del ser humano deberían ser satisfechas. El lema de esta futura sociedad comunista debería ser „de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades“. Aun dentro del discurso oficial de la época, la sociedad ideal, comunista, era una utopía. En ningún momento, ningún país postuló que hubiera construido el comunismo. Existieron comunistas convencidos y „miembros del Partido“, denominación que por sí misma admitía que pudieran ser oportunistas. Al producirse los cambios en 1989 estos „comunistas“ oportunistas se convirtieron de la noche a la mañana en perfectos capitalistas. Precisamente éstos nunca optarían por ninguna forma de socialismo. De modo que el término "comunismo" es usado sólo con fines propagandísticos que el rigor científico debe precisar.
Los países socialistas del Este (incluyendo parcialmente a Cuba) constituían una forma de una Europa Oriental integrada con estructuras aún más avanzadas que Europa Occidental en aquellos años: una cosmovisión política, basada en el marxismo; una concepción económica, la economía planificada en que los medios de producción pertenecían al Estado o a las cooperativas; un órgano supremo, El Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y una división internacional del trabajo; una doctrina militar defensiva que tuvo su expresión en el Pacto de Varsovia, creado en respuesta a la OTAN fundada anteriormente; una divisa común, el rublo „clearing“ (клиринг), usada en los intercambios comerciales; una lengua que permitía el entendimiento mutuo, el ruso; y toda clase de intercambios culturales y educacionales.
En la mitología, el apocalipsis significa destrucción, pero a la vez inicio. Tras los bruscos cambios de 1989 y el desmembramiento de la URSS en 1991, se inició un nuevo período, el de la democracia representativa. La desintegración del campo socialista se debe a varios factores entre ellos a la política de Gorbachov, al déficit cierto de libertad individual por las limitaciones de los viajes a los países capitalistas (a los países socialistas se viajaba sin visas, incluso se proponía un régimen sin visado a los países del mundo entero, pocas veces aceptado), y también por la restricción de las críticas del sistema socialista como ideología en los medios de comunicación. El fracaso se debe también a la crisis económica mundial de los años 1980 (que en A. Latina se llamó „la década perdida“), al militarismo, a la acción hostil incesante de las potencias occidentales que siempre usaron las guerras locales, la carrera armamentista y los embargos como arma en el comercio, los intercambios. Se debe también a los errores internos, a la torpeza al remediarlos.
Sin embargo, aquí cabe rectificar una noción falsa, impuesta por la propaganda. El socialismo se presenta como algo homogéneo, petrificado, inmutable lo que no es cierto. En las pocas décadas de su existencia su evolución es notoria. En la Unión Soviética durante años, de 1917 hasta 1925 y más, el socialismo tuvo que superar las consecuencias desastrosas de la Primera guerra mundial, de la contrarrevolución y las invasiones directas, apoyadas por el Occidente. Cuando ya se estabilizó por unos 15 años, se inició la Segunda guerra mundial. Después de la guerra, los países del recién formado campo socialista tuvieron que iniciar la reconstrucción, sobre todo en la URSS. Apenas a partir de los años 1960 comenzó un desarrollo del socialismo en condiciones más normales lo que duró unos 25 años hasta 1989 en los que se registraron avances sin precedentes. El socialismo marco varias etapas. El período de post-guerra de reconstrucción e implementación del nuevo sistema como la nacionalización de los medios del producción y la cooperativización (la tierra pertenecía a los miembros de la cooperativa) hasta los años 1950, y el auge en todos los dominios a partir de los años 1960. Fue una expansión durante dos décadas. Luego el desarrollo hasta cierto punto estancado en los años 1980 por la crisis mundial e interna hasta 1989. La evolución del socialismo fue constante, a pesar de ciertas invariables. Los años 1980 tienen poco que ver con los años 1950.
Después de 1989 se establecieron las así llamadas democracias representativas. Este hecho significó un cambio radical que trajo ante todo una destrucción apocalíptica de las industrias locales, las finanzas, la cultura, la salud pública, la enseñanza, dеl modelo social, etc. La libertad proclamada en los años 1990 se convirtió en anarquía, aprovechada por los elementos delincuentes para acumular capital. Las criminales „terapias de choque“, un término y una práctica acuñados en Occidente, devastaron a dichos países. El objetivo esencial fue abrir el paso a las transnacionales (así como borrar todo vestigio del socialismo) que conquistaron el mercado interno de estos países, y se apropiaron también de sus mercados en el extranjero.
Interdependencia Este ‒ Oeste.
A este hecho se debe en gran medida el bienestar de Europa Occidental en los años 1990 y 2000 hasta la crisis de 2008 que sigue beneficiándose hoy día. En su artículo „El sacro imperio económico alemán“ del mes de febrero de 2018 en El mundo diplomático Pièrre Rimbert se refiere a las deslocalizaciones, al traslado de la industria alemana a los países vecinos: a Polonia, la República Checa, Eslovaquia y Hungría donde las empresas alemanas utilizaron una mano de obra altamente capacitada y barata. Rimbert cita al economista Stephen Gross quien escribe: „Para comprender el éxito de Alemania como exportador mundial hay que mirar más allá de sus fronteras, puesto que una parte esencial de este modelo se basa en el desarrollo de una red comercial con los países de Europa Central y Oriental“. La estrategia alemana fue la deslocalización de proximidad, es la continuación de su conocida „Ostpolitik“. Piérre Rimbert dice lo siguiente: „A principios de los años 1990, las multinacionales alemanas comenzaron a girarse hacia las empresas estatales privatizadas en un ambiente de apocalipsis industrial“. Los cuadros sobrecualificados, las capacidades tecnológicas, etc., de estos países fueron utilizados como „plataformas de subcontratación“ con salarios hasta 10 veces más bajos, con leyes laborales que nadie tomaba en cuenta.
Las transnacionales, sobre todo las alemanas, se lanzaron a la conquista de los mercados de los países del Este. Los contratos de subcontratación de Alemania con el Este se multiplicaron por 23 en los años 1990, porque „los trabajadores se beneficiaron del sólido sistema de enseñanza profesional y técnica en vigor en el Este“, escribe el periodista. Millones de personas comenzaron a trabajar para la industria de Europa Occidental y se convirtieron en consumidores de los productos occidentales que para Europa Oriental son de una calidad inferior, pero frecuentemente más caros. Al mismo tiempo, las frutas y las legumbres, importadas de Europa Occidental desplazaron las locales que tenían una calidad muy superior. „Al Este, en posición subalterna – cuando no colonial –, las industrias polacas, checas, eslovacas, húngaras, rumanas e incluso búlgaras dependen de su primer y principal cliente: Berlín“. (Idem) El economista Konrad Poplawski, afirma que de 2004 a 2015 las exportaciones alemanas hacia los 4 países de Grupo de Visegrado aumentaron con 30 mil millones de euros.
Europa Oriental en la tormenta de „la democracia“
En el plano social se inició un proceso a la inversa. En la época anterior, el ejemplo de los países socialistas y las luchas sindicales obligaron a los patronos del Occidente a conceder a sus trabajadores ciertas ventajas sociales, pero hoy con el dumping social de los trabajadores mal pagados del Este los patronos eliminan sistemáticamente las ventajas sociales adquiridas en los decenios después de la Guerra Mundial.
Fábricas abandonadas por doquier, primero arruinadas intencionalmente, luego privatizadas y saqueadas, o cerradas para no competir con las empresas de Europa Occidental. Hasta el propio Milton Friedman confesó que la privatización impulsada por el FMI, la Banca Mundial y otros organismos fue un saqueo. Campos sin cultivar, bosques y huertos quemados, caminos intransitables, edificios en ruinas, minorías sin ningún medio de supervivencia, privatizaciones criminales, delincuencia sin precedentes, drogas y prostitución florecientes, expansión fulgurante de todas las sectas procedentes del Occidente, suicidios en proporciones inauditas... y una enorme migración por el desempleo masivo, por las difíciles condiciones de vida. Varios países como Hungría, Bulgaria, Rumania, Polonia, Eslovaquia... perdieron hasta un tercio de su población, principalmente los jóvenes. Es un éxodo que Europa Oriental nunca había experimentado. La causa principal fue la falta de trabajo y las condiciones laborales medievales, esclavizadoras, con bajísimos salarios que incluso en múltiples casos no se pagan, con un derecho laboral sin respetar, arbitrariedad de los patronos, etc. Los fondos europeos de adhesión no compensarían las pérdidas ocasionadas por las políticas impuestas por el FMI, la Banca Mundial y la Comisión Europea. La elevación del comercio y la ganancia al más alto escalón de los valores societales, fue explicado por algunos seudo-filósofos como la evolución natural de la sociedad negando así la condición esencial del ser humano, la de que el hombre y no las fuerzas naturales o divinas deciden la organización de la sociedad. La polarización de la sociedad adquirió dimensiones abismales, una gran parte de la población cayó en la pobreza y la miseria. La esperanza de vida de la población descendió y el sector económico ilegal (no declarado) llegó al 40%. (Existen muchos datos en el informe „10 años de membrecía de Bulgaria en la Unión Europea: resultados y desafíos“ del prof. Ivan Anguelov de la Academia de Ciencias; en los informes del Instituto Nacional de Estadísticas, los informes del Foro económico mundial de Davos, de la Banca Mundial, etc.). Es cierto también que una parte de la población del 6 al 10% se benefició con los cambios. Sin embargo, varios países alcanzaron el nivel del PIB de 1988, último año de la época socialista, apenas 25 o 30 años más tarde y en muchos dominios quedaron retrasados.
La crisis de la izquierda „socialista“ atolondrada
La izquierda de Europa Oriental y Occidental estaba tan atolondrada que no atinó a asumir su pasado. No analizó ni reconoció sus errores que cerraron el paso por un largo período a la alternativa de un desarrollo distinto de la Humanidad. En su esfuerzo poco convincente de presentarse como ajena al pasado, olvidó que ella misma transformó los países más atrasados de Europa Oriental en países industrializados, en que más del 60% del PIB provenía de la industria. Comenzó por electrificar a todas las poblaciones (una gran parte del territorio de Rusia, Bulgaria, Rumania, Polonia... no tenía acceso a la electricidad). Construyó caminos y ferrocarriles en una red nacional que llegaba a todas las poblaciones, desarrolló la agricultura, eliminó el desempleo y la vida de estos pueblos mejoró radicalmente. La izquierda no supo defender sus logros sin precedentes en varios dominios: en la asistencia médica (fueron construidos hospitales y policlínicos en cada población mayor donde antes nunca llegaba un médico) y en la educación (miles de escuelas nuevas) totalmente gratuitas y el analfabetismo fue erradicado, en la ciencia y la cultura (centenares de institutos científicos y universidades). Fueron espectaculares sus avances en la igualdad de los hombres y las mujeres (salarios iguales y muchas mujeres en puestos directivos). Convirtió a pueblos enteros en clase media. Al final del socialismo el 92% de los búlgaros eran propietarios de sus viviendas, tenían aseguradas las vacaciones en los hoteles sindicales en la playa o la montaña por precios ínfimos. Un primer ministro neoliberal búlgaro tuvo un desliz hace pocos años diciendo que „hoy no somos capaces siquiera de pintar lo que el socialismo construyó“.
La democracia representativa y sus doctrinas
La democracia representativa que sustituyó a la democracia popular estableció un orden diferente con reglas inviolables. La organización política de la sociedad es sólo una parte de la ideología denominada „democracia representativa“ que abarca todos los campos de la vida. Esta democracia, está intrínsecamente ligada al capitalismo y en todas las circunstancias estuvo a su servicio. Cuando los políticos todavía dirigían la sociedad se podían establecer ciertas distinciones, pero hoy día el capitalismo financiero que acaparó las funciones de la política hace esto imposible. La ideología neoliberal se asentó en todas las esferas y todas sus doctrinas resultan indivisibles y obligatorias.
Al machacar que la izquierda está ideologizada a diferencia de la derecha „pragmática“ y „realista“, se persigue el objetivo de ocultar que la democracia representativa profesa una ideología dura como el acero, que no admite ninguna desviación. Sabemos hasta qué punto las leyes nacionales se someten a los criterios neoliberales de Bruselas. La ideología de la democracia representativa está formada por las doctrinas siguientes:
La doctrina política que exige la existencia obligatoria de multipartidismo, elecciones libres, libertad de expresión y de asociación, etc. En cuanto al multipartidismo en las democracias de existencia más larga hace tiempo que se llegó a un bipartidismo en que los dos partidos que se alternan en poder practican una política idéntica en lo esencial. Los ejemplos abundan: EEUU, El Reino Unido, España, Francia y las así llamadas nuevas democracias como Eslovaquia, Polonia, Bulgaria, Rumania, etc. La existencia de decenas de pequeños partidos sin gran importancia no contribuye a cambiar de política, sino a crear coaliciones temporales. Las elecciones están viciadas por muchas razones, principalmente porque se requieren recursos gigantescos (la última campaña electoral de 2016 en los EEUU costó unos 7 mil millones de dólares) y también porque el clientelismo llegó a dimensiones inauditas. La compra masiva de votos, la presión política y financiera son habituales en varios países „democráticos“. La existencia oficial de lobistas, adjuntos a los parlamentos, ya indica que legislar no está al servicio del bienestar colectivo. Sin embargo, el desprestigio actual de los partidos políticos tradicionales es tal que los nuevos partidos creados de derecha o izquierda evitan mostrar en su denominación la orientación política. Así surgen partidos y movimientos con nombres como Francia en marcha, Francia de pie, Los Republicanos, (derecha) Francia insumisa, Podemos (izquierda) y Ciudadanos en España (derecha), Cinco estrellas en Italia, Los indignados... La libertad de expresión está asfixiada a partir del momento en que todos los principales medios de comunicación cayeron en manos de un puñado de oligarcas. Se silencia a los periodistas disidentes de la ideología imperante. Los medios de comunicación obran a favor de uno u otro partido, y resultan de poca confianza por las noticias falsas, por las omisiones intencionadas. Las asociaciones que pueden ser fundaciones, lobistas e incluso sectas religiosas, financiadas por el gran capital o por especuladores como Soros, y se presentan como la sociedad cívica, desplazan al pueblo y lo privan de su derecho soberano de decidir su destino.
La doctrina económica establece una regla simple e inviolable: economía de mercado con la sacrosanta libertad de comercio. La adhesión de los ex-países socialistas a la Unión Europea está totalmente sometida a la regla. Este es el objetivo insoslayable de las negociaciones previas de adhesión, de los cambios de la legislación, de la organización del estado, etc., todas las leyes han de corresponder a este tipo de régimen político y económico. Aun tras un período probatorio, China tuvo la obligación de probar que su economía es de mercado para ser un miembro plenipotenciario de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esta doctrina postula la privatización obligada del patrimonio nacional y así perpetúa la dominación de las élites. Nada asusta más a la oligarquía que la ideología que incluya la nacionalización de los bienes fundamentales del pueblo como los recursos naturales o los medios de producción. La delincuencia financiera, los paraísos fiscales, la evasión de los impuestos, la corrupción y la criminalidad organizada no amenazan al sistema y "la lucha" contra estos „males“ está muy de capa caída.
La doctrina social prevé eliminar al estado social o providencial o del bienestar, reducir las funciones del estado al mínimo y liquidar paulatinamente las adquisiciones sociales a través de las privatizaciones y las leyes neoliberales. Todavía resisten a medias los dominios de la educación y la salud pública. En una serie de grandes compañías se establecen relaciones de trabajo esclavistas lo que provoca numerosos suicidios sin que esto incomode a los dirigentes o a los políticos. Esta esfera abarca gran parte de los derechos humanos. Si excluimos el derecho a la vida defendido en apariencia porque las guerras actuales continúan, se habla esencialmente de los derechos de las minorías, definidas según diferentes principios: raciales, sexuales, étnicas, etc., y se especula constantemente con ellos en función de intereses políticos y económicos. Se soslayan los derechos básicos como el derecho a la alimentación, al trabajo, a la vivienda, a la salud... El consumo se erige como el máximo valor societal, del que una parte de la población, en constante aumento, está excluida.
La doctrina militar usó el concepto de la „intervención humanitaria“, introducido por el francés Bernard Kushner, pero muy rápido se reveló que esta denominación no ofrecía una explicación satisfactoria, sobre todo, después de la destrucción del país y el consiguiente caos total en Libia, causado por los bombardeos de Francia e Inglaterra, por razones dixit humanitarias. Se le llamó también „guerra preventiva“. Luego la doctrina militar se sirvió del concepto de la „guerra justa“, pero los pueblos no detectaron lo justo de esta guerra. Es interesante subrayar que los españoles usaron este nombre durante la conquista de América para justificar la matanza de indígenas (los infieles) que no aceptaban el cristianismo después de haberlo conocido. Es lo que entendían por guerra justa. En resumen, la democracia representativa no renunció, ni mucho menos, a los medios militares en la solución de los conflictos. Hoy día, la doctrina militar se formula a base de la lucha contra el terrorismo. Y esta es un pretexto para limitar cada vez más la libertad individual y asociativa. Se recurre a una vigilancia total sobre la ciudadanía, se espían sus conversaciones y escritos en Internet, se procede a arrestar a ciudadanos sobre una simple presunción, etc. Se infringen las reglas básicas de la preservación de la vida privada. Se desarrolló con este pretexto un comercio multimillonario.
Los acontecimientos en el Medio Oriente mostraron que la exportación y la imposición por la fuerza de la democracia representativa en áreas donde embiste las tradiciones seculares de las sociedades es contraproducente. Esta doctrina permitió a los EEUU y a sus aliados desencadenar las guerras en Afganistán e Iraq, Libia y Siria con consecuencias apocalípticas, nefastas para Europa. La doctrina militar impuso que todos los países candidatos a la adhesión a la Unión Europea se incorporaran previamente a la OTAN lo que a veces crea turbulencias como en Bulgaria, donde un presidente enfrentó el país a Rusia contra la opinión del 90% del pueblo.
En el campo cultural predomina, pero ya se retira poco a poco, la cultura postmoderna con sus esquemas, impuestos por la moda, entre los cuales destaca el psicoanálisis. La literatura postmoderna renunció a los relatos épicos, elevó al individuo (o el sujeto) y lo subjetivo a un pedestal, por encima de la sociedad, ve al mundo a través del prisma de la ironía, la falta de fe en las instituciones y los valores, la parodia, la violencia gratuita, etc.
La decepción y la justicia
La decepción de la democracia representativa crece aun en los países que se autoproclamaron „las grandes democracias“ como los EEUU, Francia, el Reino Unido, Italia... En el Tercer Mundo, que hoy llaman „países emergentes o en desarrollo“, la democracia representativa existe únicamente si sirve los intereses de las oligarquías. Cada desviación provoca un golpe de estado y, en el pasado reciente, largas dictaduras militares.
Al final del s. XX e inicios del s. XXI la izquierda latinoamericana, en términos generales, abandonó paulatinamente la lucha armada contra los regímenes opresores. Se firmaron acuerdos de paz entre los guerrilleros y los gobiernos de Guatemala y Salvador, entre las FARC y el gobierno colombiano, representado por el presidente Santos, en presencia de Ban Ki-moon, Raúl Castro, John Kerry y otros. En algunos casos la lucha de guerrillas continuó durante 40 ò 50 años como en Guatemala, Perú, El Salvador debido a los golpes militares de la derecha o al no reconocimiento de los resultados de las elecciones... La izquierda comenzó a utilizar la democracia representativa para ganar el poder a través de las urnas y llevar a cabo reformas realmente revolucionarias como las de Hugo Chávez, pero muy pronto la derecha se movilizó en su contra.
En la historia relativamente reciente un ejemplo de este proceso fue el gobierno de Salvador Allende, quien ganó las elecciones, pero al cabo de tres años, en 1973, fue derrocado por uno de los golpes de estado más sangrientos, el del general Augusto Pinochet. Entonces aparecieron autores como Gene Sharp que escribieron obras-manuales de cómo derrocar un gobierno elegido democráticamente „con menos“ sangre. El investigador Emir Sader incluye en este género a La utopía desarmada (1993) de J. Castañeda y El manual del perfecto idiota latinoamericano (1996) de C.A. Montaner, A. V. Llosa y P. Apuleyo Mendoza que apoyan de manera incondicional al neoliberalismo. No olvidemos el golpista serbio Srjia Popovic quien reconoce en una entrevista que recibió financiamiento de los EEUU para derrocar por esta vía a Slobodan Milochevic.
La justicia se utiliza con el mismo propósito. La receta fue aplicada en Ucrania y Brasil y se trata de hacer lo mismo en Venezuela. Las oligarquías no abandonan los golpes de estado militares cuando la receta judicial no funciona. Así sucedió en Honduras en 2009 cuando tumbaron el gobierno legítimo de Manuel Zelaya y en Paraguay en 2012 cuando derrocaron a Fernando Lugo. Es cierto que la receta se aplica con éxito, pero sus ejecutores jamás se preocuparon por las consecuencias. Así Honduras es hoy día el país más violento de América Latina. Сuando los mercenarios estadounidenses ahogaron la revolución Guatemalteca en 1954, el pueblo lo pagó con 40 años de violencia. Lo mismo sucedió en Nicaragua al asesinar al líder Sandino. Tumbaron a Allende y siguieron 18 años de represión sanguinaria, lo mismo pasó en Argentina y Uruguay en los años 1970 con las dictaduras militares. El golpe de estado en Ucrania desató una guerra prolongada y el ascenso del neofascismo. Los ejemplos son innumerables. La democracia representativa que los pudientes pregonan es inmediatamente tirada al cesto de basura cuando no corresponde a sus intereses.
En Europa Occidental la decepción ganó terreno cuando en 2005 los pueblos de Francia y Holanda votaron en sendos referendos contra la así llamada „constitución europea“. Los políticos ignoraron el resultado y firmaron los mismos textos en Portugal bajo otro nombre dos años más tarde, el 13 de diciembre de 2007. A través de Grecia, La Unión Europea tenía el propósito de demostrar que a pesar de las elecciones, independientemente del gobierno elegido por el pueblo o los referendos, nada cambiará, que el país debe obediencia a órganos no elegidos como la Comisión Europea y el FMI. Es conocida la frase „alada“ de Jean Claude Jünker: „No puede haber una elección democrática contra los tratados“.
Y qué decir de la legitimidad de los gobernantes en los países del Este de Europa donde después de los cambios de 1989 en nombre de la democracia se operó un increíble saqueo de los pueblos y los estados que jamás fue sancionado por las „democracias desarrolladas“. No fue impuesto un embargo económico, no se aplicaron „castigos“ de toda índole, no se ordenó un aislamiento diplomático y político como contra Cuba y Venezuela... Grupos criminales se apoderaron del poder bajo el rótulo de la democracia representativa.
¿Mundo nuevo?
Hoy se habla mucho de que la izquierda y los sindicatos tienen reivindicaciones propias del „mundo viejo“ y que los neoliberales actúan de acuerdo a los postulados del „mundo nuevo“. Pero al observar la celeridad con que los neoliberales aniquilan las adquisiciones sociales, privan de derechos a los pueblos, privatizan el patrimonio popular y nacional, esclavizan a los trabajadores a través de la precariedad en todos los dominios y de la „flexibilidad“ válida sólo para la clase trabajadora, y el abismo que separa a los ricos de los pueblos, no es difícil concluir que son ellos, revanchistas, que vuelven al mundo viejo del capitalismo incipiente y salvaje de acumulación de capital, aun en los países más desarrollados, que del concepto de la libertad se sirven sobre todo los grupos financieros internacionales, los clanes económicos, las clases privilegiadas, las sectas de religiones diferentes. Las crisis cíclicas en el mundo con sus huestes de marginados y desahuciados, las guerras infinitas en el Medio Oriente con su lote de muertos diarios, los golpes de estado en Brasil, Uruguay..., la guerra económica, política, diplomática sin fin contra Cuba y Venezuela y los intentos de golpes de estado contra esta última, las amenazas contra Irán, las múltiples sanciones y la hostilidad contra Rusia con la posibilidad de otra guerra mundial, etc., presagian los apocalipsis de los tiempos modernos. Así la visión del apocalipsis sigue de actualidad y se plasma en el literatura y el cine. El tema no está agotado.