Ha transcurrido algo más de tres lustros desde el triunfo de la Revolución Cubana, lo que desde el punto de vista histórico es un período muy breve. Sin embargo, su repercusión en todos los dominios de la vida ha tenido una gran significación para Bulgaria. Porque, incuestionablemente, la irrupción del socialismo en América significó la apertura de Bulgaria hacia un mundo hasta entonces casi desconocido: el de la América Latina. Los pueblos empiezan a reconocerse, y descubren insospechadas similitudes en varios planos. Y un poco tardíamente, cuando ya existen estrechos vínculos políticos y económicos, llegan las primeras noticias culturales, y se comprueba el hecho esperado de que, en Cuba, además de revolución, se hace literatura, y, no cabe duda, literatura de gran valor.
Sin embargo, para entender mejor la importancia de la Revolución Cubana en el ámbito literario, es necesario decir que anteriormente a ella, en Bulgaria casi no se publicaban obras de escritores latinoamericanos. De cuando en cuando aparecían algunas traducciones escogidas, diríamos, “al azar”, por los pocos y abnegados traductores del español —no serían más de tres o cuatro en todo el país— que, con escasa información acerca del quehacer literario en Hispanoamérica, trataban de presentar algunas figuras cimeras del subcontinente. Pero no sería exagerado afirmar que el público lector búlgaro llegó a conocer parcialmente tan solo la obra de José Martí, Rómulo Gallegos y Jorge Amado.
En esta situación se produce el fenómeno de la Revolución Cubana, que en un período muy corto revoluciona el orden de las cosas. El interés por Cuba, y a partir de ella por la América Latina, aumenta a diario. El impacto de orden político, económico y cultural (en las manifestaciones artísticas donde no interviene el idioma), se transfiere a las letras. No obstante, el extraordinario poder atractivo del proceso cubano, se necesitan, en lo que a literatura se refiere, personas capacitadas que para poder reflejarlo posean los conocimientos necesarios del idioma y, sobre todo, de las letras cubanas e hispanoamericanas en general. El remedio lo proporciona la misma Cuba. En 1962 sale para la isla antillana el primer grupo de becarios búlgaros. Su número va aumentando con los años, y muy pronto la Escuela de Letras y Arte de la Universidad de La Habana se convierte en el centro divulgador de la historia, la literatura y el arte cubanos e hispanoamericanos. La ardua labor de destacados profesores como Camila Henríquez Ureña, Juan Marinello, Raimundo Lazo, Mirta Aguirre, José Antonio Portuondo, Manuel Galich, Roberto Fernández Retamar, Salvador Bueno, Adelaida de Juan y otros, forma discípulos búlgaros que son los primeros en recibir una preparación sistemática y conocimientos profundos acerca del proceso histórico de las letras hispanoamericanas, y los primeros en conocer sus logros literarios contemporáneos. Ello les permite realizar el nuevo contacto cultural literario entre los dos mundos distantes.
Su tarea inmediata es la traducción, que reviste una gran importancia para un país de idioma exclusivo. Estos traductores, y los que se gradúan en la Cátedra de Filología Española fundada a raíz del triunfo de la Revolución Cubana en la Universidad de Sofía, con la ayuda de profesores cubanos como Jesús Sabourín Fornaris, vienen a llenar el vacío en el interés del lector búlgaro por el quehacer literario en Cuba. De este modo se da el primer paso: la labor informativa. Una tras otra va apareciendo en versión búlgara las mejores obras literarias cubanas e hispanoamericanas.
Seguidamente se emprende la segunda fase. Se va superando paulatinamente el mutismo de la crítica literaria. De la traducción de ensayos. reseñas v críticas de autores hispano-americanos (se empezó, quizá, por los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana de Mariátegui), se pasa a la valoración directa de los fenómenos estéticos hispanoamericanos. Surgen jóvenes críticos búlgaros, y algunos de los ya renombrados se compenetran con la literatura del Nuevo Mundo mediante una estancia prolongada en Cuba o mediante el concurso de la Casa de las Américas para el que son invitados a integrar el jurado. Es así como empiezan a aparecer estudios con perspectiva histórica, o sea, con mirada retrospectiva, que profundizan en las letras del subcontinente. En este aspecto hay que destacar la valiosa contribución de críticos y escritores cubanos que durante sus visitas a Bulgaria enfocan, en charlas y conferencias, la literatura hispanoamericana con criterios americanos. El contacto directo con las realidades literarias allende el océano determina algunas peculiaridades del proceso de información en Bulgaria. En primer lugar, desde el principio a las letras hispanoamericanas se les concedió “plena igualdad de derechos”, o sea, en ningún momento se les subestimó en comparación con las europeas. En segundo lugar, se subrayó su carácter nacional y la evolución específica de su desarrollo histórico y literario. Y, en tercer lugar, se evitó el error de creer que la literatura hispanoamericana se reduce al mal llamado boom. Saciado el primer interés, superado el asombro inicial, el enfoque se vuelve retrospectivo, y se explica la aparición de obras de la calidad actual como resultado lógico de la evolución de las letras en Hispanoamérica.
En este sentido se destaca la labor de la revista literaria búlgara Lik, donde un grupo de jóvenes entusiastas se propuso la tarea de profundizar en el proceso literario hispanoamericano: a ellos se deben la presentación, y la divulgación de importantes figuras de Hispanoamérica. La revista publica mensualmente entrevistas con eminentes personalidades de las letras del subcontinente, crítica literaria, ensayos, cuentos, fragmentos de novelas, etc.
Al tocar este punto, es necesario advertir que se ha producido un cambio cualitativo en la labor informativa: a la información espontánea y un tanto dispersa ha sucedido una información sistemática. La literatura hispanoamericana irrumpe en todas las revistas y periódicos especializados como Plamak, Savremenik, El Boletín de Escritores, Literaturen Front, Narodna Cultura y otros, además de la ya mencionada Lik.
Por otra parte, las editoriales activan su labor; en sus planes editoriales figuran, diría “obligatoriamente", títulos hispanoamericanos. Distintas obras de Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, Horacio Quiroga, Juan Rulfo, Julio Cortázar, Pablo Neruda, José María Arguedas, Mario Benedetti, José Eustasio Rivera, Enrique Serpa y otros, han sido traducidas al búlgaro. A la labor informativa se incorporan otras instituciones, como la radio y la televisión, que contribuyen a divulgar los valores literarios hispanoamericanos.
Los organismos literarios cubanos desempeñan un importante papel en dicha actividad.
Además del intercambio cultural que consiste en visitas mutuas de escritores y críticos y ofrecimiento de información, las ediciones llenan las vidrieras de las librerías. A ello se une la función que cumplen revistas literarias cubanas como La Gaceta de Cuba, Unión, El Caimán Barbudo y, sobre todo, la revista Casa de las Américas, de gran circulación en Bulgaria, a través de la cual llegan noticias de varios países latinoamericanos.
El justificado interés por las literaturas hispanoamericanas produce un fenómeno a la inversa. Ahora la literatura búlgara aspira a presentar sus valores en el mundo hispanoamericano. Hace pocos meses salió el primer número de la revista Obzor en su versión española, la cual informará sobre el arte y la literatura búlgaros. Se han hecho, además, varias traducciones de obras literarias búlgaras en que Cuba ha tenido gran participación, ayudando en la redacción y la publicación de dichas obras. Recientemente fueron editadas en Cuba una antología del cuento y otra de la poesía búlgaros.
Concluyendo esta breve nota sobre un rico y dinámico proceso cultural entre dos países hermanos a pesar de las distancias, se puede decir que las letras hispanoamericanas ocupan hoy el lugar que les corresponden en la vida cultural búlgara. Y este "nuevo" contacto cultural (y ponemos nuevo entre comillas porque por su intensidad dicho contacto ha superado con creces otros establecidos hace decenios), no pertenece a una élite literaria, sino al pueblo. Por eso no es raro presenciar un recital de literatura hispanoamericana en las casas de cultura del interior del país, o disfrutar de una velada dedicada a escritores y poetas latinoamericanos en un trabajo voluntario de los estudiantes en el campo. El nombre de la literatura hispanoamericana resuena también en los foros literarios más prestigiosos. Y Cuba se puede preciar de ser fundadora y copartícipe en el proceso de divulgación de las literaturas Hispanoamericanas en la República Popular de Bulgaria.