La obra, compuesta de dos tomos, fue considerada una obra folletinesca (subgénero, que en Francia se conoció como feulleton-roman, en boga entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX) probablemente para restarle importancia a la durísima crítica contra la Compañía de Jesús que esta obra contiene. Blasco Ibañez la escribió en su juventud, y más tarde la repudiaría, al no incluirla en sus Obras completas.
Blasco Ibáñez dedicó gran parte de su tiempo al estudio de la Iglesia y su funcionamiento. Éste es el germen de la novela, en la cual se narra la historia de los Baselga, una familia noble de la España de comienzos del siglo XIX, íntimamente relacionada con los Jesuitas. En la novela, la Compañía de Jesús teje con infinita paciencia una tela de araña contra esta acaudalada familia con el fín de apropiarse de su fortuna. A lo largo de toda la novela se trata esta relación, analizando el comportamiento y funcionamiento de la Compañía de Jesús de una forma extensa.
La presentación estaba hecha en toda regla y Baselga contestó a
ella con un marcial saludo que produjo en María una simpática sonrisa.
¿Con que aquél era el español emigrado que habitaba en la misma
casa que el señor García? Nunca se lo había imaginado así la joven.
Su preceptor hacía más de un mes que le hablaba del conde de
Baselga, pero como decía que su edad pasaba de cuarenta años, que
cojeaba, que estaba muy desfigurado por las fatigas de la campaña, que
tenía una hija en España que casi era casadera y que a pesar de ser
militar se mostraba muy temeroso de Dios y aficionado a las prácticas
del culto, María se imaginaba que el tal conde era una especie de señor
García, aunque acostumbrado a llevar uniforme y tan fanático, rancio y
empalagoso como éste.
¡Cuán grande era ahora su sorpresa al encontrarse con aquel hombre
que aunque no era un jovencito, atraía por su varonil hermosura, su
mirada franca y algo fiera y su tipo caballeresco!
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Publicado el 4 de octubre de 2018 por Edu Robsy.
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