La vida lujosa de la comunidad rusa en Montecarlo se ve afectada gravemente por el estallido de la revolución. Los magnates pierden de golpe sus fortunas, pero continúan apostando y viviendo en el lujo. Una antigua bailarina, amante de los hombres más influyentes, lo pierde casi todo, hasta la juventud, mientras trata de mantener su disipado estilo de vida. Un nuevo fresco de costumbre ilustrado con maestría por Blasco Ibáñez.
Varios años duró la vida común de Cirilo Nicolás y la Balabanova. Él
aún sabía contar menos que ella. Pasaba el dinero por sus manos sin que
éstas lo notasen, por ser manos de príncipe, que parecían recibirlo todo
gratuitamente. Cuando Cirilo Nicolás perdía en las mesas de juego, era
en forma de fichas de diversos colores, que él apreciaba como juguetes
de niño, sin valor alguno.
El público de todos los lugares de placer conocía a esta pareja
célebre. Ella, pequeñita, graciosa, caminando como si sólo tocase el
suelo con las puntas de sus pies, vistiendo siempre trajes
extraordinarios, las últimas invenciones de los modistos, cubierta de
joyas inauditas, que hacían aproximarse a las mujeres bizqueando de
envidia. Él, cada vez más grande, cada vez más grueso, de pies
pesadísimos, acogiendo con igual sonrisa de bondad a los amigos íntimos y
a los pequeños empleados, satisfecho de desempeñar lejos de su país el
papel de gran señor democrático, sencillo de gustos.
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Publicado el 14 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.
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