Eduardo Zamacois

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Eduardo Zamacois

Eduardo Zamacois y Quintana (Pinar del Río, Cuba, 17 de febrero de 1873-Buenos Aires, 31 de diciembre de 1971), fue un novelista español. No hay que confundirlo con su tío, el pintor del siglo XIX Eduardo Zamacois y Zabala, nacido en Bilbao y amigo de Mariano Fortuny.

Fue hijo único de don Pantaleón Zamacois y Urrutia, un vasco que, tras estudiar piano y composición, emigró a América, y de doña Victoria Quintana, oriunda de Cuba. Tuvo nada menos que veintiún tíos por el lado paterno, casi todos consagrados al arte: Ricardo fue actor, el citado Eduardo y Leonardo pintores de renombre; Elisa fue cantante de zarzuela; Niceto, historiador; y Adolfo, artista de circo.

A los dos años la familia pasó de la isla de Pinar del Río a Marianao, un pueblo cercano a La Habana. A los cuatro años se trasladó con su familia a Bruselas, donde pasó un año, y luego a París, donde estuvo cuatro y llegó a dominar a la perfección el idioma francés. Aún adolescente marchó a Sevilla (1883), donde cursa la segunda enseñanza, y luego, con quince años ya, a Madrid, donde frecuentó la Universidad, primero matriculándose en Filosofía y Letras, terminando un año, y luego en Medicina, en que llegó a cursar tres y, al parecer, según declaró, con mucha vocación; pero al empezar a ejercer la clínica su vocación se desvaneció y terminó por volver a su inicial vocación tentado por el periodismo (pasó tres años colaborando en la revista de ateos, krausistas y republicanos Las Dominicales del Libre Pensamiento, dirigida por Ramón Chíes, ganó su primer duro en Demi-Monde y también participó en el anticlerical El Motín de José Nakens) y la literatura; ya había publicado su primera novela con diez y ocho años, La enferma, y luego otra, Punto negro. En 1894, el impresor José Rodríguez de Madrid publica Amar a oscuras, una novela corta de 82 páginas, género que Zanacois cultivó con asiduidad a lo largo de su carrera, al principio siempre de tema galante, por no decir erótico, y con un argumento frívolo.

Sus primeras obras fueron de tema erótico, aunque en estilo realista y naturalista, siguiendo la tendencia española de la época. Su madre, alarmada, le hizo casarse en 1895 con una modistilla, Cándida Díaz Sánchez, pero tuvo además numerosas aventuras galantes, en especial con su amante Matilde Lázaro, que le inspiró su segunda novela Punto-Negro (1897). Con el dinero que obtuvo por esta obra volvió a París y allí, fallecida en Madrid Matilde Lázaro, llevó una vida pobre y bohemia trabajando como traductor para las casas Garnier y Bouret y envuelto en todo tipo de aventuras galantes con sus amigos hispanoamericanos Rufino Blanco Fombona, Enrique Gómez Carrillo y Felipe Sassone. Vuelto a Madrid en 1898, y para mantener a su familia, agrandada con dos hijas, Gloria y Elisa, se entregó al periodismo, colaborando con el semanario Germinal antes de desplazarse a Barcelona para trabajar en El Gato Negro y ¡Ahí Va! y fundar y dirigir junto con el editor Ramón Sopena La Vida Galante, a la que se encuentra vinculado hasta 1905, realizando en esos años varios viajes a París. Por entonces le nace un tercer hijo, Fernando. En enero de 1901 se edita el cuento o novela corta Horas crueles como tomo 51 de la "Colección Regente" en la Editorial Sopena, que dirige también, formando un volumen conjunto con Amar a oscuras.

Desvinculado ya de Ramón Sopena, emprende la creación de la editorial Cosmópolis para difundir la literatura española en Francia, en especial la obra de Galdós y la suya traducida al francés; pero el proyecto fracasa; sin embargo funda El Cuento Semanal, con lo que logra un éxito formidable, hasta el punto de que muchas otras colecciones ulteriores de novela corta imitarán este modelo descaradamente. Dirige, además, otra colección de novela corta, Los Contemporáneos.

A partir de 1905 se había abocado a una temática más comprometida y social, coincidiendo con su proximidad a las ideas republicanas, ya manifiesta en sus colaboraciones para Las Dominicales y El Motín. En 1910 marchó a América y recorrió varios de sus países; en 1912 volvió a España y, durante la Primera Guerra Mundial, fue corresponsal en París del periódico La Tribuna. En 1917 volvió a Hispanoamérica, donde ofreció una serie de conferencias, luego extendidas al norte de África y a Europa. De nuevo en España, siguió escribiendo profusamente hasta el comienzo de la Guerra Civil Española.

Fue cronista en el frente de Madrid hasta 1937, trasladándose luego a Valencia y Barcelona. En esta última ciudad edita, en 1938, su novela El asedio de Madrid. Poco antes de la caída de Barcelona ante los sublevados, se exilió en Francia. Vivió en México y Estados Unidos antes de recalar en Argentina, donde moriría.



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Se incorporó a textos.info el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.
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